Capítulo 49
Quedan solo ocho días para la boda y ya estaba todo,
completamente todo listo. El local que habíamos escogido para la recepción de
nuestro enlace era verdaderamente maravilloso con muchos árboles y por sobre
todo el color verde predominaba. La comida y a pesar de la poca participación
de Thiago era exquisita, nada con demasiado condimento y todo pensado en los
diversos paladares. Claramente eran tan pocos invitados que no era muy difícil
saber los gustos cuando les conoces el gusto a todos.
Con Magda y tía Nata no dejábamos local de moda sin
revisar en busca del vestido perfecto, Thiago me había pedido nada muy
aparatoso y justamente fue el con la falda más almidonada y grande el que más
me gusto. Aun no me decidía si darle en el gusto en eso. La ropa de mi pequeño
estaba preparadísima, colgada detrás de la puerta de su habitación desde hace
más de una semana.
Mi boda, aun me sonaba extraño, no era una primeriza en
esto, pero la ilusión no era la misma… Sacudí mi cabeza ante el pensamiento, no
podía recordar ese momento, aunque me encontraba casi igual de ilusionada no
igual de enamorada. Nunca había sentido un amor tan grande como el que siento
por Thiago, el día a día se desvive por mostrarme lo maravilloso que es poder
estar con la persona que amas y lo grande que puedes ser como persona dando lo
mejor de ti.
El día de nuestro compromiso me sorprendió no solo con
esa celebración que a mi parecer era innecesaria, pero él se empeñó en eso y
pedir mi mano a mi padre. Simplemente como si ya no tuviera mucho más que eso.
Es mi alma, mi complemente, mi amor. Cuando ya pensé que nada más podía
sorprenderme llego y me entrego un sobre con documentos para poder ingresar a
la universidad a la carrera que quisiera estudiar.
- No pienses que no me gusta
tenerte en casa todo el día cuidando a ese bandido que juntos creamos. Es solo
que pensé que tal vez, te gustaría hacer algo más por tu vida, desarrollarte
como profesional en algo. Conocer gente. A mí me gusto mi paso por la
universidad.
- Gracias – lo besé – Eres
único amor. Único
- Espera – me encerró entre sus
brazos – Creo que fue una pésima idea – alce una ceja y busque su mirada – El
paso por la universidad es horrible.
- ¿Qué dices, te arrepentiste?
- Solo está recordando todo lo
que hizo en esos 6 años en la escuela de leyes – se carcajeo Nacho detrás de
nosotros – Mucho joven, compañeros dispuestos a quedarse estudiando toda la
noche y todos sabemos que no es eso a lo que nos dedicábamos ¿No es así,
Thiago?
- Calla idiota – gruño mi
futuro marido (por segunda vez) - ¿Crees que tendrás que ir a estudiar de
noche?
Todos en la habitación nos reímos de las cosas que podían pasar por la
cabeza de Thiago en solo un segundo.
- No, mi amor – le bese el
pecho – No necesito estudiar en la noche, o tal vez sí. Pero no necesito ir a
casa de ningún chico de 18 años con las hormonas revolucionadas porque tendré a
mi marido y mi hijo esperándome en casa.
- Anda miéntele que cuando te
inviten a un Post-Class no podrás y no querrás decir que no. – seguía
molestando Nacho
- Ya dejen a mi hermano –
intervino Dani – No necesariamente tiene que hacer eso, ni siquiera ha dicho
que le gustaría estudiar y ustedes… - río
- ¿Qué te gustaría, Renata? –
pregunto Tío Benja
- No sé, nunca había
considerado una opción hacer esto. Claro que he trabajado, pero… tendré que
pensármelo.
- ¿Qué te gusta? – Volvió a
preguntar – Algún área que te llame más la atención
- Me gusta la cocina…
- Fatal – se burló Marcos
- También este último tiempo le
he ayudado a Thiago. Tal vez no ser abogada pero…
- Lo que decidas estará bien –
Y de eso ya había pasado casi un mes y no tomaba una
clara decisión, pero no era porque no quisiera estudiar nada, más bien era
porque me daba mucha tristeza cada vez que miraba a Adam pensar que lo tenía
que dejar mucho tiempo solo.
Thiago comprendía lo que sentía (le pasaba lo mismo,
según él) Pero me incitaba a que lo hiciera. Que podía tomar materias solo en
la mañana y por la tarde dedicarme a Adam.
- ¿Pasa algo?
– le voz de Magda me saco de mis pensamientos
- Nada, solo
pensaba
- Ayer vino
tu hermana
- ¿Esta bien?
– fue lo único que se me ocurrió que podía preguntar
- Vino a ver
a Carol, estuvo un momento y me pidió dinero
- Yo…
- Lo siento, no quiero echarte a perder tu
día pero me preocupa. No comprendo cómo no puedo querer a su hija
- La quiere –
intervine – A su manera
- Sus celos y
envidia la mandaron a esto. Y Gabriel no hace nada por ayudarme
- Mi padre está
dolido, no quiero defender sus actos. Pero debes comprender que…
- Es su hija
también
- Y la ama –
la abrace – Me siento culpable por lo que paso, sé que no debería sentirme de
esta manera. Pero fui yo la que orillo a Cota a hacer lo que hizo. No puedo
comprender como mi hermana ha sido una de las personas que más daño me han
hecho.
- ¿Crees que
yo no me siento culpable? Debería haberle dado una mejor educación, tal vez más
cariño.
- Recibimos
la misma educación, el mismo cariño
- No hija,
siempre, sin intención creamos una diferencia entre ustedes.
- ¿Cómo
puedes decir eso? Yo era muy niña cuando mi madre murió, casi ni la recuerdo.
- Lo sé.
Cuando tenías como cinco años despertabas a media noche y la llamabas a gritos,
yo me iba a tu cama y te abrazaba.
- Eso lo
recuerdo, siempre estuviste en mi vida. Eres la única madre que conozco.
- Gracias,
Renata. Ya eres toda una mujer y si me muero ahora. Me moriría tranquila de
saber que por lo menos una de mis dos hijas… - suspiro – Es feliz.
- Cota va a
cambiar, se dará cuenta en algún momento que tiene una gran madre con ella, una
que no supo valorar.
- ¿Qué tanto
hablan mis mujeres? – dijo mi padre entrando al salón con sus dos nietos de la
mano
- Cosas de
nosotras – Magda se secó las lágrimas y le estiro la mano a Carol. - ¿Cómo se
portaron estos bandidos con su abuelo?
- Adam mal –
dijo Carol sentándose en el regazo de su mama – El abuelo nos compró un helado
y Adam lo lanzo al suelo
- ¿Hiciste
eso, enano? – reí mirando la cara de malo que ponía mi bebé
- Eso no fue
nada, hija – mi padre se sentó al lado de Magda besando sus cabellos.
Me encanta ver las muestras de amor que mi padre le
dedica a su mujer, a pesar de que no es mi madre siempre ha sido como tal. Era
ella quien me consolaba por las noches cuando no podía dormir, o la que asistía
a mis actividades en el colegio. Recuerdo el primer día de la mamá, en el
colegio nos habían enseñado un baile y le habíamos fabricado un regalo. Ese día
yo llegue triste del colegio porque cuando había que poner el nombre de nuestra
mamá yo sabía que la mía nunca recibiría lo que con tanto amor había hecho. Le pedí
a mi papá que me llevara a casa de tía Renata y le conté como me sentía, ella
con mucha paciencia me dijo que mi mamá siempre estaría en mi corazón y que
debía recordarla feliz, porque ella era una mujer feliz. Me enseño muchas
fotografías y me contaba historias que hasta que fui mucho más grande supe que
eran mentiras, porque apenas y se habían conocido. Ese mismo día ella me dijo
que si quería ella iba al colegio y recibía el regalo, negué con la cabeza
porque ella era la mamá de Thiago y el también tenía algo preparado para ella
en la guardería del colegio. Me pregunto que quien era la que iba a mi cama por
las noches, quien me preparaba mi comida favorita cuando estaba enferma o me
cuidaba. Todas esas cosas solo tenían un nombre. Magdalena.
Cuando mi padre me fue a buscar esa noche lo primero que
hice fue entregarle la invitación a Magda para que fuera a la celebración del
día de la mamá
- Traía a
este par de niños poseídos en sus sillas de coche y Adam disfrutaba de tirarle
el cabello a su prima.
- ¿Y que hizo
Carol? – dije acariciando el cabello de la niña
- Dejarlo
porque es más pequeño
- No Carol –
dije mirándola – No debes dejar que Adam te pegue nuevamente. Es más pequeño,
sí. Pero eso no le da derecho.
- No, Adam –
lo regaño ella
- mama mama
mama – hablaba Adam tomando los chuches que tenían sobre la mesa y lanzándolos
lejos
- No, Adam –
lo regañe yo esta vez poniéndolo en mi regazo – Eres un pequeño revoltoso.
Aprende a pegar, tirar y morder en la guardería
- Se le
pasara – dijo Magda – Carol era igual, siempre reclamaban en la guardería.
- Pero Adam
es terrible, al pobre Maximiliano le rasguño la cara y se la dejo horrible. Lo
peor es que se lo cuento a Thiago y se ríe.
- ¿Qué te
dicen las cuidadoras?
- ¡Puf! –
resoplo – Que converse con él, que debemos encontrar solución o simplemente ya
no podrá ir el siguiente año.
- Me imagino
el tipo de conversaciones que deben tener – ríe mi padre – Deben ser con muchísimo
contenido
- Ni te lo
digo – río – Me debate hasta el cansancio – nos burlamos.
A las siete de la tarde ya estábamos entrando en el
estacionamiento de nuestra preciosa casa, el coche de Thiago ya estaba aquí. Antes
de que apagara el coche nuestro hombre grande ya estaba sacando a su hijo de la
silla de seguridad.
- ¿Dónde estaba
mi bebé? – le repetía mientras le besaba sus mejillas redondas y mi niño reía
con su padre.
- papá –
repetía Adam
- Hola Amor –
le salude mientras llegaba a su lado.
- Hola mi
vida – me beso castamente - ¿Cómo les fue?
- Bien –
suspire – Tu hijo hizo de las suyas
- ¿Qué hiciste,
enano? – dijo mientras lo ponía en el suelo y lo guiaba hasta dentro de la
vivienda
- Me iré a
dar una ducha mientras tratas de conversar con él
- No – me detuvo
el paso – Vamos a cenar de inmediato. Tenemos que un problema
- ¿Qué pasa?
- Faltan ocho
días para el matrimonio
- Ya lo sé.
Las invitaciones ya están entregadas, el vestido en el departamento de Daniela,
la comida seleccionada y sus trajes en el armario
- Lo sé –
suspira – Pero…
- Ni se te
ocurra Thiago – lo miro desafiante – No quiero ni saber lo que estás pensando.
- Mi amor,
sabes que lo que más deseo es estar casados de una vez por todas. Pero
- Suéltalo –
tome a Adam en mis brazos - ¡Dilo de una maldita vez!
- Te amo – río
– Te amo tanto, tanto
- Y yo a ti –
gruñí - ¿Me vas a decir lo que sucede?
- Era eso,
amor – trato de llegar a nosotros pero le rehuí – Sabía que te volverías loca
- Te odio en
estos momentos – puse a Adam en su silla de comida – No sé si Adam ira a querer
comer
- Tengo su
comida lista – me beso en la cabeza – La tuya también. ¿Comemos de inmediato?
- Déjame
darle al niño primero – me tendió su plato lleno de una mezcla verde - ¿Qué es
esto?
- Comida – se
alzó de hombros – Tiene zanahoria, espinaca, papa, un trozo de carne y todas
esas cosas saludables para los bebes
- Mi amor –
reí – Adam ya no come papillas
- Claro que
lo hace – contraataco
- ¡Que no!
- Lo hace, yo
siempre se lo preparo
- Thiago –
suspire – Mi amor – le dije a Adam – Deja que mami vea tus dientes
Adam con su carita de no entender nada, abrió su pequeña
boca mostrando sus diminutos dientes. Su manera de arrugar la nariz era igual
que Thiago cuando algo no le gustaba.
- Vez – le apunte
– Tú hijo tiene dientes. Le gusta utilizarlos
- Para morder
niños
- Aparte – me
reí – Te sedo mi lugar y trata de ver si come
Por más de media hora fue una espectadora de como Thiago
le hacia sus mejores caras graciosas a Adam para que comiera un poco de lo que
con tanto amor y esmero le había preparado. Pero nada, mi hijo simplemente no
quería comer.
Le palmee la espalda y le entregue un trozo de manzana
que recibió de inmediato, con sus dientes delanteros la raspaba como si fuera
un pequeño roedor comiendo queso. Otra cosa más que había aprendido de los
dibujos animados que veíamos a diario.
Una vez terminamos de comer nosotros, y dejar todo limpio
y ordenado en la cocina subimos directo al baño. Adam necesitaba su baño diario
para bajar sus revoluciones y que se durmiera a una hora adecuada para su edad.
Pero mi pequeño tenía más energías que nosotros.
Luego de ver por décima vez por esta semana la película de
Buscando a Neno, el pequeño pez
payazo de aleta feliz. Adam se durmió cruzado en medio de nuestra cama. Thiago
se arrastró fuera de la cama y lo llevo a su habitación trayendo de vuelta el
monitor de bebé que dejo sobre mi mesita de noche.
- Ya tengo tu
regalo de bodas – susurro Thiago.
- Amor –
resople
- Es nuestra
luna de miel – beso mi cabeza – Te dije que tendríamos una. Ahora ya es un
hecho.
- ¿Dónde? –
pregunte curiosa buscando su mirada
- Solo tengo
una semana libre – me beso en los labios – Nos iremos un par de días a la
playa.
- No importa –
lo bese esta vez yo - Para tus
vacaciones podremos ir a España como lo queríamos.
- Y hazte la
idea de que estarás cinco días con sus respectivas noches solo conmigo
- Y Adam –
termine la frase por él
- No – con gran
agilidad movió su cuerpo para quedar sobre él mío. – Solo tú y yo.
- Pero… - comenzó
a dejar besos en mi cuello bajando con lametazos hasta llegar a la unión de mis
pechos
- Solo
nosotros. – Hizo girar su lengua sobre mi pezón derecho – Si tengo que pasar la
noche antes de nuestra boda lejos – gemí – Dejaremos nuestro hijo acá para
poder empezar a hacer a nuestra hija.
me martirizas cruelmente!!!
ResponderBorrarJajajajajjajaajajajajaj me encanta como o haces sufrir a Jelly!!!
ResponderBorrarQue bellos por fin felices!!!
me encanta que los chicos esten haci de bien juntos ya quiero saber como va a ser la boda un beso
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