lunes, 30 de marzo de 2015

#44 Caminos Inesperados

Capítulo 44

La reunión tardó mucho más de lo que había pensado, y ya casi se me iba la hora de la comida, se suponía que Renata y Adam estarían esperando por mí en mi despacho.
Cuando baje los tres pisos que me separaban de mi familia me lleve una horrible desilusión.

      - Buenas tardes, Carmen – saludé mirando hacia todos lados en busca de la mujer que amaba. - ¿Renata está en mi despacho?
      - No – dije sonriente – La señora no ha venido por acá
      - ¿Alguna llamada? – pregunte asombrado
      - Tú madre, Don Carlos y la secretaria de Marcos
      - Dame mi móvil por favor -  le pedí

Me tendió mi móvil el cual se encontraba apagado por órdenes explicitas mías, desde la conversación que tuvimos y que supe que le estaba pasando información (errada información) a mi madre, no se lo entregaba de otra manera.

      - Thiago – me llamo cuando estaba entrando a mi oficina, me voltee para escuchar lo que tenía para decirme - ¿Te pido algo para comer?
      - No. Cualquier cosa me llamas al móvil. Iré a comer a casa
      - Tienes una reunión dentro de una hora
      - Lo sé, estaré de vuelta en ese tiempo
      - ¿Te puedo ayudar en algo más?
      - No. Gracias.

Baje los dos pisos que me separaban de la oficina de Marcos y al entrar su secretaria me miro con cara de reproche.

      - ¿Marcos está en la oficina? – pregunte luego de saludarla educadamente
      - No señor.  – Tomo un taco con notas – Don Marcos se fue a su casa, le indique a Carmen, su secretaria que se lo informara.
      - ¿Sabes si paso algo? – dije frustrado al ver que una vez más Carmen no me informara de las cosas que sabía que eran importantes
      - Verdaderamente no lo sé señor. Don Marcos con la Señora Natalia, David y su esposa e hijo salieron hace casi una hora. – Suspiró – Don Marcos dejo dicho que se le informara que él estaba con su esposa
      - Gracias –

Volví hacia el elevador mientras buscaba dentro de mis contactos el número del móvil de Marcos. Ya luego arreglaría la situación con Carmen y no le toleraría ninguna falta más.
Tercera llamada y Marcos no atendía y los nervios podían conmigo. Decidí conectar con mi hermana, ellos debían estar juntos, debía estar con ella. Pero ¿Por qué?

      - ¿Qué quieres? – dijo enojada Daniela.
      - ¿Estás bien? ¿Marcos está contigo?
      - ¡Claro que no estoy bien! Eres un estúpido Thiago, como se te ocurre hacerle eso a Renata, eres un imbécil
      - ¿Hacerle qué? ¿Están en tu departamento?
      - Y además te haces el tonto, mira hermanito – dijo furiosa – No te pienso decir dónde están, no te mereces a esa mujer. ¡Dios! No puedo creer que ella toda feliz con su relación, con esta nueva oportunidad y tú… y tú te reías a sus espaldas.
      - Cállate Daniela un momento – no comprendía lo que decía - ¿Dónde está mi mujer y mi hijo?
      - Lejos del estúpido que tengo por hermano
      - ¿Dónde están maldita sea?
      - El teatro se te vino abajo. Déjalos que sean felices, aun si tu no quieres serlo con ellos
      - ¿Puedes dejar de hablar tanta estupideces Daniela?
      - No… Y no me llames más

Me corto la línea y yo me quede mirando como un idiota la pantalla del teléfono, no comprendía lo que me quería decir mi hermana. Bien entonces era estúpido. ¿Qué se suponía que le había hecho a Renata? Y sobre todo ¿Por qué tenía a mi hijo y no me quería ver?
Ni siquiera volví a intentar hablar con ella, llame al número de la casa, y nada la línea había sido desconectada.
Desde el coche intente llamar a Marcos, alguien debía decirme lo que estaba pasando. Marcos no contesto mis llamadas. Conduje a toda velocidad hasta el departamento, estacione frente al edificio aun sabiendo que me arriesgaba a que se llevaran el coche o me multaran si tenía suerte pero nada me importaba, estaba comenzando a desesperarme. Al abrir la puerta la primera imagen con la que me encuentro son varias cajas que esta mañana no estaban en ese lugar. El bolso de Renata estaba sobre la mesa del comedor.
Camine por el pasillo y la encontré en la habitación de Adam empacando sus cosas en la maleta, mire a todos lados y no había rastro de Adam.

      - Estas aquí – dije sintiendo como un peso de iba de mis hombros. Anclo su mirada a la mía y vi el rastro de lágrimas.
      - No te preocupes que no es por mucho tiempo  - dijo con desdén volviendo a mirar lo que hacia
      - ¿Dónde está Adam? – era lo primero que quería saber.
      - Esta con Daniela – respondió volviendo así el armario para sacar lo que quedaba de ella en ese lugar – Necesito que hablemos sobre él
      - ¿Qué pasa, mi amor? ¿Por qué sacas tus cosas? – dije acercándome a ella lentamente
      - No me llames mi amor – grito y se alejó aún mas de mí – Me voy, no quiero seguir con esta mentira
      - ¿Qué fue lo que paso? ¿Por qué nadie me explica nada? – estire mi brazo para tocarla pero ella lo golpeo y miro con desprecio
      - Deja de hacerte el tonto Thiago, ya me entere de tu estrategia, de tus juegos.
      - ¿Qué estrategia, que juegos? Mi amor por favor no te entiendo.
      - ¡Deja de llamarme así!
      - ¡Entonces explícame que mierda pasa! Porque estas sacando tus cosas, porque mierda me llamas así
      - ¡Lo sé todo! – Gritó – Ya sé que te acuestas con tu secretaría y con otras mujeres más
      - ¡¿Qué?! – la mire y me lleve las manos a la cabeza - ¡No lo creo!
      - ¡Deja de hacerte el imbécil que bien sabes que es verdad!
      - ¡Dios mío! ¿Quién te dijo esa estupidez?
      - Eso da igual
      - ¡No, no da igual! ¿Puedes dejar de hacer esa puta maleta? ¡No te iras a ningún lado!
      - Claro que me voy a ir, no voy a seguir jugando a la familia feliz contigo. Ya harto me has visto la cara
      - ¡Es una puta mentira! Renata ¿No crees en mi amor? ¿No crees en lo que hemos construido sobre las ruinas de nuestro pasado? ¿Sobre los escombros que dejaste cuando te marchaste?
      - ¡Faltaba más que me recriminaras eso!
      - No te estoy recriminando – dije más calmado - ¿Dónde está la confianza? ¡¿Dónde mierda esta tu puta confianza?! – Grite perdiendo la paciencia - ¡Te pedí que te casaras conmigo, estamos a punto de cambiarnos de casa, te pedí que tuviéramos otro hijo. Renata por la mierda. ¿Crees que si estuviera con otra mujer te hubiera pedido algunas de esas cosas?

Ella estaba callada con la cabeza gacha, y seguía guardando cosas en la maleta, no quería por ningún motivo que saliera de la casa. ¿Dónde estaba la confianza?

      - ¡Dime algo!
      - Me voy Thiago –

Salí de la habitación cerrando con un necesario portazo, camine por la sala pensando de qué manera convencerla que todo lo que le habían dicho era completamente mentira. Jamás se me ocurrió estar con otra mujer, ni siquiera lo hice cuando ella no estaba. Como no comprendía que la amaba por sobre todas las cosas. ¿Dónde quedaba nuestra vida juntos? ¿Nuestros planes?

La puerta de la habitación se abrió y quede mirando desde la cama que había sido nuestra, la misma que anoche me había sentido amarla y escuchado decirlo, la misma que esta mañana albergaba nuestros cuerpos relajados disfrutando de nosotros. La misma donde había accedido a ser nuevamente mi esposa.

      - Necesito que hablemos de Adam – dijo en un susurro
      - La respuesta es no, Renata – me adelante a su pedido
      - No quiero estar lejos de él - 
      - Y lo siento por eso. Si te vas de este departamento sin siquiera escucharme, sin siquiera poner en duda la palabra de quien te haya dicho semejante mentira…
      - No quiero hablar de eso. – Suspiró – Solo quiero poder seguir estando cerca de mi hijo
      - Pero yo si quiero hablar de eso. Ya que será la última vez que nosotros hablemos, algo que no tenga que ver con Adam. Quiero que me digas quien fue el que te enveneno la cabeza en mi contra y quiero la verdad
      - ¿Para qué? ¿Para hacer que esa persona se retracte de lo dicho? No Thiago. Yo no quiero volver tener el corazón roto, ya bastante mal lo he pasado
      - ¿Yo no he tenido el corazón roto? Lo siento Renata pero ambos hemos sufrido bastante ya. Pero quiero saber a quién le crees más que a mí. Que palabra tiene más peso que la del hombre que hasta esta mañana habías elegido como marido nuevamente. Creo que es lo mínimo que me merezco. Creo que Adam merece saber que la palabra de esa persona pesaba mucho más que la de su padre cuando pregunte porque no estamos juntos. Y sobre todo quiero saber quién el que me vio acostándome con mi secretaria, merezco saber eso. Es lo mínimo que espero de tú parte
      - No metas a Adam en esto. Me duele el corazón, me duelen tus mentiras y sobre todo que actúes como si no tuvieras culpa.
      - ¡Es que no la tengo! – Me senté en la cama – Dime a quien tengo que agradecerle esto
      - ¿Puedo quedarme en…? No tengo a donde ir, no quiero irme a casa de mis padres con mis problemas.
      - Vete a la casa, no me importa. Esta amoblada y bueno parte de tu dinero también lo invertiste en ese proyecto que era nuestro
      - Por favor…
      - ¿Por favor qué? Te lo di todo, te di mi amor, mi corazón y… - me quebré – Vete si eso es lo que quieres, yo no voy a discutir más contigo. Dile a esa persona que gano, que nos separó y esta vez es para siempre. Puedes ver a Adam las veces que quieras, los días que quieras.
      - Juró que no quería que lo nuestro terminara así, había soñado con el final feliz a tu lado. Pero no puedo… Thiago no puedo dejar que juegues de esta manera con mi amor, con mi corazón. Yo te amo, te amo tanto que te dejo libre para vivas tu vida de la manera que tú así lo quieras. Si quieres puedo venir a cuidar a Adam como lo hacía antes.
      - Nunca me amaste lo suficiente ¿No es así? Claro que no, si lo hubiera sido no te irías a ninguna parte

Mi móvil comenzó a sonar, ambos miramos la pantalla que daba el nombre de Carmen, Renata suspiro y negó con la cabeza

      - Tú amante – bufo – Contesta, no te cohíbas por mí. Dile que ganó, que no seré un impedimento entre ustedes
      - ¿Cómo? – Pregunte ignorando la llamada - ¿Mi amante? ¿Gano? ¿No serás impedimento? Yo nunca me he acostado con ella, nunca he tenido nada que ver con ella. Cuando volvimos a intentarlo y te dije que ninguna mujer había estado en esta cama era verdad.

Se quedó por un momento pensando en mis palabras, por sus mejillas caían cada vez más lágrimas.

      - Puedes ir a recoger a Adam esta noche, aunque me gustaría quedarme con él

No me dejo decir nada más y salió de la habitación, a los pocos minutos sentí que la puerta de ingreso se cerraba y fue inevitable seguir aguantando el sollozo que se me escapo, sentía que mi vida perdía la luz. Volví a llorar como lo había hecho la primera vez que se marchó, la primera vez que me dejo. Cuando veía que mi vida sería feliz, cuando podía volver a proyectarme con ella, venía otra persona y volvía a mostrarme que había sido un imbécil que no tenía derecho a ser feliz. Que no podía soñar con mi final feliz.

El teléfono local comenzó a sonar y cuando mire la pantalla negué con la cabeza, pero las palabras de Renata aun me daban vuelta en la cabeza. Carmen mi amante, Carmen ganó. Porque esa mujer me volvía loco y no era completamente honesta, quería saber el nombre de esa persona, y cuando lo supiera juro que no podía controlarme y le partiría la cara lo haría pagar cada lagrima que había derramado, cada lagrima que iba a derramar Adam y las de Renata aunque ya no volviéramos a estar juntos nunca más.

      - ¿Qué paso?
      - Nada – resoplo – Quería saber cómo estabas. Lo siento Thiago, esa mujer no se merece tu amor.
      - ¿Perdón? – dije impresionado - ¿Cómo sabes que…?
      - He…

La comunicación se cortó de inmediato. Me quede mirando el aparato en mi mano sin saber a cien y cierta si había sido verdad o solo lo había imaginado.
Necesitaba a mi hijo en estos momentos más que nunca, me lave la cara y borre las huellas de lágrimas. Tome las llaves del mueble y conduje hasta el departamento de Dani.
Antes de bajar del coche sentí miedo, no quería escuchar las recriminaciones de ella también, no quería que alguien volviera a decir que estaba siéndole infiel a la persona que más amaba en el mundo. Me dolía aún más que no creyeran en mí.

En la entrada del edificio marque el número de Marcos

      - ¿Estás en el departamento? – pregunto antes de que yo fuera a decir algo
      - Afuera del tuyo
      - Ni se te ocurra subir, Daniela está hecha una furia contigo
      - Dime algo que yo no sepa – resople - ¿Dónde estás?
      - Arriba. – sentí el sonido de una puerta cerrar – Voy bajando
      - ¿Puedes traer a Adam contigo? La verdad es que vine por él
      - Dame cinco minutos

Fueron casi los cinco minutos más eternos, lo único que esperaba era que llegara y tener a mi hijo entre mis brazos, llevarlo a nuestra cama y quedarnos juntos toda la noche abrazado a él ¡Como en los viejos tiempo!

      - Hermano – dijo Marcos cuando llego y me abrazo, sentía su abrazo sincero y sabía que no me recriminaría nada. Él de verdad me conocía
      - ¿Qué fue lo que paso? – Le dije entre lágrimas que no pude contener - ¿Dónde está Adam?
      - Renata se lo llevo hace un rato. – Suspiró - Te voy a contar lo que se, lo que vi.
      - Gracias – mire a ambos lados de la calle - ¿Podemos ir otro lado?
      - Dos calles más abajo ahí un bar, vamos. Lo necesitaras

Caminamos en silencio el trayecto, de reojos lo miraba teclear en su móvil. Llegamos a un pequeño local que más que bar, parecía un local donde las mujeres iban a tomar un té cuando no tenían nada que hacer en sus casas.

      - En la mañana – me limpie las lágrimas con rabia de las mejillas – Quedamos en almorzar juntos, me tuve que ir a una reunión urgente. Le dije a Carmen que le avisara. No sé más
      - Pasaron a mi oficina, se veía feliz. Incluso me conto que ya estaban casi todas las cosas en la nueva casa. Estuvimos con mi mamá y cuando se fue. – Resopló – Pasaron no sé, diez minutos a lo mucho veinte y llego llorando con el niño en brazos.
      - ¿Con quién se encontró? Marcos tu sabes que yo no he estado con ninguna mujer que no sea ella.
      - Porque lo sé y te creo es que te voy a contar aunque quede con una vieja de esas que les gusta el chisme
      - Gracias –
      - En la oficina no dejaba de decir que la habías engañado y que le estabas viendo la cara, bueno fue Carmen la que le dijo que no habías ido a trabajar en todo el día, que te estabas acostando con ella y otras mujeres más.
      - Eso le dijo – me tape con ambas manos la cara – No puedo creer que le dé más crédito a ella que a mí.
      - Las cosas se dieron para que Renata creyera todo eso. No la culpo, ósea se recuerda que una vez tú llegaste con ella al departamento y como Adam se iba a su lado
      - Y fue la peor cosa que he hecho, salí con Carmen una vez cuando Renata estaba recién llegada. Pero te juro que no pasó nada.
      - Eso es lo que paso, ahora Dani te odia, tú madre esta podemos decir contenta con lo sucedido y…
      - Renata estuvo en el departamento, hablamos a media, me reclamo, me grito que era mi manera de vengarme, se fue
      - ¿Y la dejaste ir sin decirle la verdad?
      - Estaba tan segura de que tenía la verdad, ni siquiera me dijo que había sido Carmen quien la estaba envenenado en mi contra.
      - No soy el más indicado para darte un consejo cuando mi mujer me pidió que no me metiera en nada. Pero creo que… No se la verdad, si fuera Dani yo… No ni loco la dejo que se vaya del departamento con Vale, no podría vivir sin mi hija y sin ella.
      - Adam no se va con ella. – Me pase las manos por el pelo – No sé, no sé cómo hacerlo, no sé qué hacer. No quería que se fuera, pero estaba tan decidida. ¿Cómo la viste cuando vino por mi hijo?
      - Más tranquila. Pero no estuvo mucho tiempo, tomo al niño y le dijo a Dani que luego la llamaba. La verdad es que cree que yo estaba al tanto de todo, y tú hermana también.
      - Voy a subir a hablar con ella, pero si no me cree se puede ir a la mierda. No quiero tener que estar en todos lados entregando pruebas que me libren de esto.
      - Te encuentro la razón, si Dani no quiere creerte – rio – Ya la hare entrar en razón mas tarde
      - Asqueroso saber eso. –

Nos pusimos de pie y media hora después estaba en el salón de su casa con mi pequeña sobrina en mis piernas, ella me enseñaba sus diferentes muñecas y trataba de que le tomara completamente atención.

      - Ya Dani – le dijo Marcos volviendo a la sala con ropa deportiva – Creo que Thiago no necesita más
      - Tienes que despedir a esa zorra de inmediato – me dejo un vaso con agua sobre la mesa – No puedo creerlo, pero por el amor de Dios, está completamente loca.
      - Déjalo de verdad –
      - Claro que no, hasta yo misma creí. Es que hermano – se arrodillo delante de mí – Ver a Renata de esa manera me cegó, lo lamento por haber dudado de ti
      - Yo también lo lamento – suspire – Ya nada puedo hacer
      - Claro que sí, tienes que ir a hablar ahora mismo con ella. Oblígala a que diga la verdad.
      - ¿Para qué? Le dije a Renata que si salía del departamento yo no la buscaría, ni siquiera puso en duda la palabra de Carmen
      - Fue un golpe duro, yo misma me creería si alguien viene a decirme que Marcos me está poniendo los cuernos
      - ¡He! – Gruño Marcos – No me pongas como ejemplo
      - Cariño, sé que no haces eso. Porque si lo hicieras ya no tendrías pene, te lo cortaría y no verías nunca más a nuestra hija
      - Da igual – dije ayudándola a ponerse de pie y entregándole a mi ahijada – Me voy
      - ¿Iras por Adam?
      - Claro que si – le dije besando a Valentina – Es mi hijo
      - Deberías dejárselo esta noche, tú no estás bien
      - Lo único que necesito es meterme en la cama con Adam.
      - ¿No crees que es lo mismo que ella quiere? Sera la última noche que pase con su hijo.
      - Debió pensarlo antes – gruñí
      - Bebé – la llamo Marcos – Es mejor que no te metas en eso. Thiago sabe perfectamente lo que hace
      - No me gusta que Adam este en medio de todo esto, odiaría tener que poner a mi Valentina en esta situación. Jamás te dejaría que me separaras de ella
      - Tampoco intentaría hacerlo, bebé – se acercó a mi hermana y tomo a su hija entre sus brazos. – Pero…
      - No – lo corte – Eso ya paso, es parte del pasado. No quiero ni recordar todo eso, solo me abre aún más la herida
      - Lo siento – me beso – Esperare que me llames cuando ya estén en casa.
      - Lo haré