lunes, 28 de julio de 2014

#21 Caminos Inesperados

Capítulo 21


Porque simplemente Thiago no entraba en razón y me dejaba sola un momento, quería separarme de él me tenía harta con sus malditas mentiras y ahora para finalizar la historia salía esa tal Florencia que resultaba que era mi abogada a la cual ni siquiera yo conocía. ¿Por qué todo tenía que seguir tan mal? Simplemente en mi tormenta no quería salir el sol

      - Ya dije que no Victoria no insistas no quiero dormir en la misma cama que él –
      - Renata comprende que todo fue pensado para tú bienestar y el de este bebé – puso su mano sobre mi vientre y me estremecí

Todos últimamente pensaban en el bebé y no en mí, estaba siendo egoísta, lo sé. Pero no nadie se detenía a pensar en cómo me sentía. No claro que no todos pensaban en el bebé.

      - Estoy desilusionada, de todos. – aclare. – Por favor déjame sola
      - A no señorita, a mí no me hablas así – reclamo – A mí no me echas, estamos de acuerdo que mi nieto actuó mal. Pero lo hizo pensando en su bienestar
      - Yo no quiero que velen mi bienestar

Me apresure a salir de la cama lo más rápido posible y saque una bolsa de viaje, estaba claro que no tendría ni un segundo de paz tampoco en la casa.
Eche un par de prendas y pretendí salir de la casa cuando el brazo de Thiago tiro de mí.

      - ¿Vas a algún lado? – dijo irónico
      - Pregúntale a Florencia – sise
      - Renata ya no tengo paciencia deja de ser tan cabezota y deja esa bolsa –
      - Mira Thiago, tú no tienes por qué darme órdenes, yo tampoco tengo paciencia. Ya no. No quiero que nadie más se meta en mi vida, me tienes aburrida con tus mentiras. Me voy, no estoy huyendo te lo estoy diciendo. Me voy
      - ¿Me estas dejando?
      - Si – dije al borde de las lágrimas, pero debía ser fuerte, no me podía ver llorar – Te estoy dejando, estoy dando todo esto por terminado
      - ¿Dónde vas princesa? – intervino mi padre
      - Gabriel has entrar en razón a tu hija
      - Papá, me voy. Ya no tengo nada que hacer aquí
      - Hija, pero donde vas a ir. Aquí está tu familia, está tu pareja.
      - Ex pareja – aclare – Yo no puedo estar otra vez en mi vida con un hombre que no me respeta, que me miente constantemente y se escusa con tonteras. No papá.
      - Que dices mi niña, si ustedes se aman
      - No. Yo no puedo amar a un hombre así. – me acerque y le bese una mejilla – Luego te llamo
      - Renata mi amor no te vayas  - pidió Thiago – Hablemos, pero no me dejes
      - Déjame decirte Thiago – respire profundamente para que me salieran las palabras correctas, quería herirlo tanto como él me había herido a mí – El momento de hablar ya fue, preferiste al camino fácil, ahora yo hago lo mismo. Y lo más fácil es dejar todo esto hasta aquí.
      - Amor tendremos un hijo
      - ¡Y es la única mierda que te importa! Todo el tiempo me dices ¡Que no le hace bien al bebé! ¡Qué piensa en el bebé! Y ¿Quién piensa en mí? Está claro que ni tú lo haces, no Thiago ya me aburrí, te mantendré informado, y por ahora lo tengo bajo control
      - ¡Es mi hijo también!

No le conteste nada más y salí de la casa sin mirar atrás, ya no quería seguir con esa absurda lucha, esta era mi manera de vengarme de él. De hacerle entender que no podía pasar por encima de mí, no lo harían nuevamente, ahora ya no tenía miedo. Ya había vivido tanto que esto era una discusión leve comparado con todo lo del pasado.

Thiago no me siguió, pero yo no sabía dónde ir, irónico verdad. Pelee por salir de la casa y ahora que estaba fuera no tenía donde ir. No tenía amigas, no tenía nada.
Pero quería un descanso, quería respirar profundo. Pare un taxi y le pedí que me llevara hasta el aeropuerto. Si todo estaba aclarado podría salir del país tranquilamente y si no, iría a un hotel y mañana temprano sacaría esa demanda para poder largarme de aquí. Poder irme lejos con mi hijo, a buscar la tranquilidad que ambos necesitamos.

Al llegar al mostrador de informaciones y preguntar por algún boleto de regreso a Chile, si era ese lugar el que quería volver, iba marcar un nuevo inicio para mí.

      - Lamento informarle señorita que no hay boletos para hoy. – me dijo con pesar
      - ¿Y con escalas? – indague
      - Tampoco, ¿Mañana?
      - El más temprano posible –
      - A las 9 de la mañana – afirmo - ¿Primera clase?

Y en ese momento me di cuenta que ni siquiera sabía si tenía dinero para poder viajar. Lo había olvidado por completo, siempre había dependido de Ernesto y luego cuando estuve en casa de mis padres fueron ellos lo que corrieron con todos los gastos. ¡Mierda!

      - Espere un momento por favor – dije a la recepcionista

Asintió con la cabeza y me miro con pena, estaba dando pena. Necesitaba un abrazo, una palabra de alivio, necesitaba al que era el amor de mi vida, él hombre que a pesar de sus mentiras me llenaba día a día.

Me fui directo al cajero automático para revisar el saldo de mi tarjeta y ver qué era lo que podía hacer de ahora en adelante. La enorme sorpresa que me lleve me llevo de inmediato a Thiago y como si lo convocara con mis pensamientos mi móvil comenzó a pitar dentro del bolso.
Era él. Dude en contestar, pero lo necesitaba

      - ¿Bueno? – susurre
      - Renata, mi amor. ¿Dónde estás? Te necesito – su voz era una mezcla entre preocupación y temor
      - Estoy bien si eso es lo que te preocupa – suspire – Necesito irme lejos
      - No sin mí, te llevare donde quieras, al fin del mundo si es necesario. Pero no te vayas sin mí
      - Te necesito mi amor – no pude contener las lágrimas y esas palabras que querían salir de mi.
      - ¿Dónde estás? Dime el lugar y me tendrás junto a ustedes en un segundo
      - Estoy en el aeropuerto – dije con mucho pesar.
      - No vayas a cometer una locura, espérame.

Corto la llamada y me quede mirando el vacío, le pedí que me dejara, le pedí que viniera por mí. Estaba con una horrible bipolaridad a causa del embarazo. No bien no era el embarazo eran mis absurdos sentimientos que de la manera que lo extrañaba lo echaba de mi lado.

Estuve por más de dos horas esperando a que llegara a mi lado, en ese transcurso de tiempo pase por todos los estados de emoción. Llore, sonreí y me maldije por pedirle que viniera. No dude más y me volví al mesón, esta vez sí con la decisión de comprar un boleto. No solo compre uno, sino dos.

      - ¿Qué haces? – la voz preocupada de Thiago llego por mi espalda. – No te vayas mi amor
      - No lo hare, no sin ti –

Me volteé y lo enfrente a los ojos, mis brazos se fueron contra él. Lo abrace, y me acurruque en su pecho, era lo que necesitaba sentirme segura, sentirme con él.

      - No, no llores por favor – me pedía mientras acariciaba mi pelo – Nos vamos a ir juntos los tres, lejos de todo el mundo. Donde nadie más pueda dañarte amor, pero por favor no llores más

Sus palabras me hacían que mis lágrimas no cesaran, no paraban de caer por mis mejillas. Tal vez era lo que quería escuchar, tal vez…
Me estaba comportando como una bruja, como una mierda de persona. No merecía a Thiago, no era lo suficientemente valiosa para él, él me amaba y hacia todo por mi yo, yo le pagaba huyendo y tratándolo mal

      - Quiero irme – le pedí besando suavemente sus labios – Llévame lejos mi vida.
      - Donde quieras, pero no podemos irnos ahora mismo. Vamos a la casa
      - No – le contradije – No quiero volver a la casa
      - ¿Dónde vamos a pasar la noche? – Alzo una ceja - ¿Un hotel?
      - En el fin del mundo, quiero que estemos solos.
      - ¿Quién te entiende? – pregunto apretándome contra el – Eres una mujer muy cambiante, amor estas hormonas están jugando con tus emociones y volviéndome completamente loco – alzo mi cara para que quedara a la altura de sus ojos – Siento haberte mentido, siento haber ocultado esas cosas. Necesito tu perdón, eres, son – acaricio mi vientre – Mi razón de vivir.

Si, está claro no merezco a este hombre, como puede ser posible que me diga cosas como esas si yo lo trato de una manera tan mala.

      - No te merezco, soy yo la que no se merece tener a un hombre como tú
      - No digas eso – me corto – El que no te merece soy yo, pero el destino nos juntó Vamos a descansar, vamos a donde pueda besarte y demostrarte mucho más nuestro amor.


***


Después de ese arranque de locura, de hacer aun cuando el medico nos lo prohibió el amor con Thiago, lo sentí nuevamente conmigo, sentí nuevamente su amor. Era el lazo que necesitaba, era lo que me confirmaba que aún estaba conmigo, que nada nos podría separar, ni si quiera mi testarudez, el amor era más fuerte que todo.

Volvía a ver la luz a través de sus ojos, volvía a sentir lo que siempre estuvo pero a veces escondía, que olvidaba.

Le daría la oportunidad, lucharía contra mis instintos y mi cabezonería volvería con él, porque sin el mi vida no tendría el mismo sentido.

      - Te amo tanto Renata – dijo mientras besaba mi cabeza – Que sería mi vida si tú no te hubieras cruzado aquella noche. Haz hecho que todo tenga sentido, me ha enseñado lo que es el amor. Son mi vida ¿Te lo había dicho?
      - Miles de veces
      - Espero y nunca se te olvide…

Nuestro momento de amor fue interrumpido por el sonido de su móvil. Alzo una ceja y miro la pantalla, mi curiosidad gano y mire la pantalla. Ponía el nombre de Florencia automáticamente me trate de zafar de sus brazos pero él me retuvo.

      - Te acabo de decir que son mi vida Renata y no lo dije porque era lo que querías oír, es la verdad. Confía en mí
      - Pero…
      - Yo no te he mentido, si te oculte lo de Florencia, lo de la relación de tu hermana, pero era por tu bien. No seas celosa.
      - No soy celosa – rebatí
      - Eres tú la que está entre mis brazos, eres tú a la que quiero amar el resto de mis días ¿Qué puedo hacer para que me creas que lo que digo es verdad? ¿Qué tengo que hacer para que volvamos a ser la pareja de antes? ¿Quieres hablar tú con ella? Dime y lo que quieras hare.

Que podía rebatir ante esas palabras, pero como no confiar cuando me hablaba de esa manera. Era una maraña de sentimientos, lo amaba pero lo odiaba ¡Dios!

      - Dame tiempo. – Suspire – Déjame asimilar todo lo que ha pasado hoy. Hace unas horas te estaba echando de mi vida, luego te pedí que te quedaras. Dame tiempo por favor
      - No vuelvas a echarme de tu lado, no lo podría soportar. Lo que me recuerda que Florencia me estaba llamando y que debo informar a mi suegro que estás conmigo. Omitiremos la parte que hicimos el amor para reconciliarnos. ¿Está bien nuestro hijo?
      - Perfectamente. Feliz como su mamá
      - Me encanta saber que yo provoco esa hermosa sonrisa, no quiero que desaparezca nunca. Mañana nos vamos a Las Vegas nos casaremos de inmediato. Me importa una mierda la fiesta y los invitados. Necesito hacerte mi esposa
      - Pero…
      - Pero nada. Solo tú, nuestro hijo y yo. Eso es lo único que necesito
      - Lo que quieras mi amor.
      - Te amo, voy a llamar a Florencia. Llama a tu padre
      - Lo hare

Me dio un sonoro beso en los labios y salió de la cama. Me guiño un ojo me derritió nuevamente, por más que trate de escuchar la conversación que llevaban Thiago lo hacía aún más despacio.

      - Papá – dije a penas contesto el móvil
      - Princesa, mi princesa ¿Dónde estás?
      - En un hotel, estoy bien. Estoy con Thiago
      - Me alegra mucho saber eso. Arreglen sus cosas, hija no dejes pasar el amor por unos simples celos, recuerda que estas esperando un hijo de él.
      - Lo sé. Estamos bien. Papá te llamaba para decirte que mañana saldremos del país, nos iremos un par de días
      - ¿Está todo bien?
      - Que sí, solo queremos estar lejos de todo. Pero no te preocupes. Lo siento
      - Siempre me vas a preocupar, tanto tu como tu hermana son lo mejor que me ha pasado en la vida. Mis niñas me han dado guerra pero he sido muy feliz con ustedes.
      - Te amo
      - No más que yo a ti, hija se feliz. Hace feliz a ese hombre que tanto te ama y que tienes a tu lado, disfruta de tu embarazo y por sobre todo disfruta a Thiago. Serán una hermosa familia.
      - Lo sé. Papá te tengo que dejar, te llamare mañana antes de irnos.
      - Vale, cuídense mucho. Cuida a mi nieto
      - O nieta – reí – Que idea la suya de pensar que es un niño
      - Lo que sea lo amaremos igual. Un beso mi amor iré a ayudar a Magda con Carol
      - Dale un beso a mi niña.

Corte la llamada mucho más tranquila, necesitaba llamar a Victoria y pedirle disculpas por cómo me había comportado con ella. No se merecía eso de mi parte, no cuando siempre había estado a mi lado apoyándome desinteresadamente. Pero cuando estaba a punto de marcar mi joven hombre volvió a la cama.

      - Amor Florencia me dijo que… - se acallo y se llevó las manos a la cabeza. – Ernesto me saco del caso argumentando que tenía intereses personales relacionados. Sin mencionar con que mando a decirme que si no me apartaba de ti le haría daño a nuestro hijo. Por eso Florencia tomo el caso sobre el maltrato que habías sufrido, no tenemos nada más que un trato profesional y laboral. Tienes que estar tranquila porque no se me pasaría por la cabeza serte infiel cuando me da todo y más de lo que algún día pensé.
      - ¿Qué te dijo? –
      - Que era una mala idea que nos casáramos tan pronto, si Ernesto quiere puede pedir una prueba de paternidad debido a que el bebé fue concebido cuando aún eras su esposa
      - No fue así
      - Claro que no fue así, tú estabas en Chile cuando hicimos este hijo
      - Si
      - Me recomendó que nos esperáramos unas semanas para cuando esto estuviera solucionado, pero mi amor yo no quiero esperar
      - Pero…
      - No hay peros, mira Renata mañana nos iremos y nos casaremos. Nada de lo que diga me importa, si quiere ese examen se lo damos, pero sin que haya nacido. No lo pondré en riesgo y eso tienes que tenerlo claro. Bueno volviendo al tema, va a utilizar a Cota en nuestra contra
      - ¿Cómo lo sabes?
      - Se lo hizo saber a Florencia, a mí me vale mierda lo que le pase a Cota, ella sabiendo cómo es ese miserable se fue tras él.
      - Es mi hermana
      - Lo sé. Por lo mismo te lo he comentado. ¿Qué quieres hacer?
      - ¿Tengo que elegir? ¿Tú o mi hermana? Eso es lo que me tratas de decir
      - ¡Mierda!
      - ¿Es eso o no?
      - Si Renata. Es eso, tienes que decidir qué quieres hacer, o somos nosotros como familia, como pareja. O es seguir con esto y sacar a tu hermana de la mierda que ella misma se metió.

No lo podía creer cada vez que la luz se acercaba a mí, cada vez que podía pensar en ser feliz algo llegaba y lo mandaba todo a la mierda.

Era mi hermana o yo, era mi felicidad o la vida a la que ella se estaba arrastrando. ¡Dios! ¡Mierda! 

lunes, 21 de julio de 2014

#20 Caminos Inesperados

Capítulo 20


No puedo creer lo desconsiderados que eran todos en esa casa, mira que dejar sola a mi mujer estando tan mal.
Maldito también ese juez que me había sacado del caso, maldito el que le había informado de mi relación personal con Renata, que más si éramos en la actualidad pareja. Solo quería sacarla de toda esta mierda y que pudiera respirar con tranquilidad ella y mi bebé.

Dios en menos de dos horas lo estaría viendo de nuevo y ya las ganas también me consumían. Mi bebé, mi hermosa bebé Quería que fuera una princesa, una niña tan linda como su madre, aunque me gustaba hacerla rabiar diciéndole que era un niño. El sexo me daba igual, lo que fuese lo amaría de la misma intensidad.

Ya había pasado la media hora que le había dado a Renata para llamarme y no lo hacía. Me estaba desesperando. ¿Y si se ha sentido mal?

Marque primero a su móvil tres veces y nada, me decidí por marcar a la casa.

      - Buenos días – contesto amablemente Marion la asistenta de mi Abu
      - Hola Marion, buenos días. Esta la señora Renata
      - Joven Thiago, está en el salón con una visita
      - ¿Quién fue a visitarla? ¿Ha llegado alguien de mi familia?
      - Una señorita que pidió hablar con ella -  suspiro – Y no ha llegado nadie de su familia.
      - Marion llévale el teléfono a Renata de inmediato. Es urgente

Mientras esperaba en línea que le llevaran el teléfono a mi mujer, comencé a caminar por el pasillo en dirección a la salida. No me iba a quedar esperando nada más, luego llamaría a Florencia para saber cómo iba todo.
Florencia, que alegría me había dado re encontrarla, ahora más madura y confiada en sus capacidades, fue una casualidad de la vida llegar hasta su prestigioso despacho.

      - Señor – dijo Marion
      - Aquí estoy
      - La señora dice que se comunica luego con usted. Está ocupada
      - No la pierdas de vista por favor
      - No lo hare

Mierda, una vez y doblemente también. ¿Por qué se negaba a hablar conmigo? Ya me escucharía cuando llegara a la casa. Solo me importaba encontrarla bien. Eso era lo que más quería.

El camino de regreso se me estaba haciendo cada vez más eterno. ¿Cómo puede ser que aun veinticinco minutos después no se haya desocupado?
No quería volver a insistir a la casa, Marion no tenía culpa alguna.

Aparque afuera de la casa y vi que estaba el coche de alquiler de mi casa, eso me hizo respirar un poco más. Pero no del todo, eso lo haría cuando tuviera frente a mí a Renata.

      - ¿Dónde está Renata? – pregunte tan rápido como entre.
      - En el despacho hijo, está hablando con Dani...

No espere que fuera a decir algo más cuando salí corriendo en esa dirección. Al abrir la puerta de golpe me miro con el ceño fruncido.

      - Dani, te contacto luego vale – dijo cuando comencé a andar hacia ella.
      - Cuídate y que te vaya muy bien hoy en el control, mándame una foto del bebé
      - Así lo hare, Adiós –

Cerró la computadora de golpe cuando dijo la última palabra e hizo el gesto con la mano para que me sentara frente  a ella.

      - Hola mi amor – dije cuando me senté frente a ella sin perder ninguno de sus movimientos
      - Hola – dijo seca y tajante - ¿Cómo estuvo tu día y que haces tan temprano en casa?
      - No accediste a hablar conmigo, me preocupe
      - ¿Qué está pasando?
      - No sé de qué hablas – la mire directamente a los ojos
      - No lo sabes – se puso de pie y cogió una carpeta más unos papeles que están a su lado. Camino en mi dirección - ¿Estás seguro que no lo sabes Thiago?
      - Habla claro Renata, ¿Qué es lo que pasa?
      - ¡Que hable claro! ¿Tú me has hablado claro?
      - ¡Claro que sí! – dije ofuscado por la situación
      - ¡Mentiroso!  - grito y lanzo los papeles sobre mí – Me has estado mintiendo todos estos días. ¿Por qué Thiago?

Tome los documentos que me había lanzado y los ordene rápidamente, en ellos estaban todas las pruebas que Ernesto tenía en su contra, fotografías de ella y toda esa mierda que tuvo que pasar

      - ¿De dónde sacaste todo esto? – pregunte intrigado
      - Eso no importa, ¿Por qué no me lo habías dicho? ¿Por qué mierda no sabía nada de esto?
      - ¡¿De dónde sacaste esto Renata?!
      - Mierda Thiago, confié en ti…
      - Mi amor tranquilízate, no le hace bien al bebé.
      - Es la única mierda que te importa, que tu hijo este bien. Claro a la estúpida ocultémosle las cosas. Sigamos haciéndola pasar el papel de idiota
      - Renata por el amor de dios cálmate. –
      - ¡No quiero calmarme! Eres un mentiroso, todos me ocultan las cosas. Es de mi vida de la que se habla
      - ¡Ya basta! – le grite. No podía dejar que se alterara aún más – Por esto no te dije las cosas quería evitar que te pusieras mal. Amor es tu salud lo que más me importa
      - ¿Cuándo pensabas decirme que mi hermana está acostándose con Ernesto?
      - ¿Y eso a ti que te importa?
      - Claro que me importa, es mi ¡Hermana!

En ese momento la puerta del despacho se abrió e ingreso mi madre. Estaba claro que los gritos se escuchaban hasta afuera.

      - ¿Qué está pasando? – pregunto mirando directamente a Renata
      - Tú hijo me miente, todos me mienten

Esta vez grito eso y salió del despacho. Dejándonos a mi madre y a mi tiesos en nuestro lugar

      - ¿Se enteró verdad?
      - Si mamá, está furiosa porque le he ocultado las cosas.
      - Dios – dijo y me tomo del brazo – No la vayas a buscar, deja que se calme
      - Mamá. Le hace daño al bebé
      - Ella lo sabe, déjala un momento. Yo iré

Mi madre salió tras de Renata mientras yo observaba una vez más todo lo que me había lanzado encima, al leer los papeles me di cuenta que eran los que tenía en mi ordenador. Ella estuvo revisando mis cosas. Esto iba de mal en peor.

Media hora después ya trepaba por las paredes, quería saber cómo estaba, quería estar con ella y arreglar las cosas. En un poco tiempo más tendríamos que ir saliendo a ver a nuestro bebé y yo hasta dudaba que quisiera que la llevase.

      - ¿Me vas a acompañar al médico? – pregunto desde la puerta del despacho.

Me quede observándola un momento, para ver si algo había cambiado en ella, tal vez mi madre le había explicado las cosas y todo estaba solucionado. O tal vez solo era para no quitarme el derecho.

      - ¿Quieres que lo haga? – le pregunte a la defensiva
      - Me da igual. – dijo eso y la perdí de vista.

No tarde ni medio segundo en saber que era lo que tenía que hacer. Ir tras ella.
Al llegar al salón estaban todos ahí. Me miraron y mi madre me guiño un ojo, mi padre asintió con la cabeza y Gabriel me sonrío

      - ¿Estas lista? – le pregunte buscando su mano con la mía
      - Si – dijo seca – Nos vemos en un rato

Comenzó a caminar hacia el coche lo más rápido que pudo para dejarme atrás, de solo mirar lo guapa que se ponía día a día con el embarazo y ver lo que este hacía en su cuerpo me excitaba, no podía pasar mucho lejos de ella.

No dijo nada, no dije nada. El viaje a la consulta fue completamente en silencio cada vez que le baja el volumen al radio para hablarle ella lo subía aún más dejando claro que no quería cruzar palabra conmigo. Esto estaba siendo duro. Aún más cuando a reojos miraba sus piernas desnudas y cruzadas.
Sabía lo que hacía, esta mujer me estaba castigando. Pero cuanto la amo.

      - Señorita Renata – la saludo la secretaria del médico.
      - Hola – le sonrió  - El doctor Felipe me está esperando
      - Adelante –

No sabía si debía quedarme o pasar, ósea con la rabia que traía me hacía dudar que me negara estar en ese momento.
Saque esos pensamientos y camine tras ella.

      - Renata, Thiago. – nos saludó el doctor. - ¿Cómo va vuestro embarazo?
      - Fatal – dijo dejándose caer en la silla – Vómitos, mareos, mal genio, horrible

No podían estar más de acuerdo con ella, esos síntomas las tenías cada mañana y cada segundo del día estaba de buen humor

      - Muchacha – río – Es normal.
      - Pero doctor es horrible todo esto
      - Ya cuando tengan a vuestro hijo en sus brazos lo olvidareis, y os aseguro que querrán volver a repetir el proceso. ¿No piensas en tener más hijos?
      - No lo sé – suspiro Renata
      - ¿Qué opina el papá? – me pregunto alzando una ceja. Solo me encoja de hombros. ¿Qué más se supone que podía decir? – Le dejas la decisión a la mujer, te aseguro que tendrás como mínimo tres hijos dando guerra.  – sonreí y Renata resoplo

Mientras le hacia una encuesta y tomaba apunte de todo lo que Renata le relataba yo estaba con la mirada en los cuadros de decoración, que no decoraban si no que horrorizaban. No había pensado nunca pasar por esto, pero ahora que lo estaba no lo cambiaría por nada. Pero pensar en el parto me aterraba y eso era exagerado ya que apenas tenía 10 semanas. Me faltaban unas 28 como dijo mi padre, era un Lackington y no pasaría mucho dentro de su madre.

La pasaron a la sala contigua donde le practicarían los análisis respectivos, de sangre, orina y la esperada ecografía. Mientras ella se preparaba Felipe me contaba que ahora si lo podríamos ver más claro, y que lo más espectacular sería escuchar su corazón.

Desde que me indicaron donde ubicarme puse mi mente en blanco y no separe de vista la pantalla donde se trasmitía el mejor canal de la vida.
Si había algo digno de admirar era mi hijo con sus pequeños 3 centímetros, era tan diminuto, pero era mío.
Tanto el cómo Renata estaban en perfectas condiciones y escuchar su corazón galopar fue una experiencia que me encantaría repetir una y mil veces. Todo ese tiempo tuve su mano firme a la suya y no lo negó.

El medico nos dijo que dado los antecedentes de ella era mejor suspender las relaciones sexuales con penetración hasta ya entrado los 4 meses así nos asegurábamos que el bebé se mantuviera. A regañadientes accedí ya encontraría la manera de estar de igual manera en contacto, no todo era la penetración habían mil maneras de sentirla mía.

Salió con una hermosa sonrisa y aproveche su buen estado de ánimo para llevarla a comer fuera, pero se negó me dijo que estaba cansada y quería volver cuanto antes a la casa.
No me pude negar. Primero ella y mi hijo.

      - ¿Cómo les fue? – pregunto Ian cuando entramos a la casa
      - Bien – contesto buscando en la carpeta las fotografías que nos habían dado. – Aquí lo tienes. Es del porte de una aceituna – y le hizo la seña con la mano – Muy pequeño pero su corazón late muy rápido
      - Que bien – la tomo de la mano y la llevo hacia el salón. Este niño estaba llevándose toda la atención de mi mujer
      - ¿Renata? – la llame antes de que desapareciera y se volteo a mirarme, me guiño un ojo y me dedico una hermosa sonrisa

No me quedo más que resoplar y seguirlos.
Todos estaban emocionadísimos viendo las imágenes y haciéndole todo tipo de preguntas.


***


      - ¡No me pienso ir a dormir a ningún otro lado! –

Hacia media hora que Renata me reclamaba que no quería dormir a mi lado porque estaba muy enojada conmigo. Pero tampoco quería que habláramos las cosas, solo estaba negándose a lo innegable.

      - Si no te vas tú lo hare yo –
      - No pienso permitirte tamaña idiotez
      - Deja de llamarme idiota – me reclamo - ¿Te acuestas con mi nueva abogada? ¿Por qué yo no sabía que te habían sacado del caso? ¿Me vas a seguir mintiendo?
      - Por millonésima vez, que no me acuesto con Florencia
      - Pero la llamas por su nombre
      - Claro que sí, Renata ¿Todo son celos?
      - Deja de decir eso Thiago, tú y tus mentiras me están cansando
      - Y a mí tus peleas sin fundamente. Revisaste mi computadora y yo no te he reclamado, estuviste con alguien que te trajo esas fotos y yo no he opinado en nada. Si no te dije que me habían sacado del caso fue para no preocuparte y si no te dije que Ernesto estaba libre era para que no te estresaras más. ¿Tanto te cuesta entenderlo?
      - ¿Tanto te costaba decirme eso?
      - Pero Renata…
      - Renata nada. Thiago estoy dolida, estoy sumamente dolida contigo y con todos. No he querido decir nada porque a mi hijo…
      - Nuestro – intervine
      - Nuestro – corrigió – le hace daño, pero no quiero dormir contigo
      - Lo lamento, pero no me iré y tú tampoco

La puerta de la habitación se abrió de golpe. Victoria estaba aquí. Mi Abu estaba furiosa lo podía notar en su cara.

      - Ya basta – dijo cerrando la puerta tras ella – Thiago y Renata van a dejar de estar discutiendo, que ninguno de los dos piensa en mi pobre bisnieto que esta absorbiendo todo esto. – Me miro con disgusto – Tú le ocultaste cosas – me apunto – Yo te lo dije, ella se va a enterar y se va a enojar, no me tomaste en cuenta – ahora la apunto a ella – Tú estuviste revisando sus cosas. Los dos hicieron cosas malas, pero ya dejen de pelear. ¿Qué familia le darán a ese bebé si ninguno de los dos da su brazo a torcer?
      - Victoria no puede ser que tú también lo supieras – dijo Renata dolida
      - Claro que si, en parte fui yo la que dije que no se te mencionara que Cota estaba viviendo con ese infeliz. Ella es grande mi vida, sabe lo que hace o al menos eso creemos. No podemos ir y sacarla a la fuerza. La niña está con nosotros y es lo que importa
      - Pero…
      - Pero nada. Thiago vete al cuarto de Ian
      - No – me negué no me iba a ir a dormir a ningún lado.
      - Entonces me iré yo – dijo Renata poniéndose de pie – ¡Tanto te cuesta aceptar que no quiero compartir mi cama contigo!
      - Si – grite ofuscado
      - Thiago no grites – dijo mi Abu
      - Entonces habla con ella. Abu hazla entrar en razón

Dije eso y salí del cuarto ya no podía más.



















lunes, 14 de julio de 2014

#18 & #19 Caminos Inesperados

Capítulo 18


A las seis y treinta sonó la alarma del reloj avisándonos que teníamos un día largo y lleno de más complicaciones. Pero antes de poder procesar algo más, alguien se hizo notar y tuve que correr al baño.
El rápido salir de la casa hizo que Thiago saliera tras de mi inmediatamente, tan preocupado como la mañana anterior. Al decirle nuevamente que era normal, que todo se pasaría en un par de meses y no muy convencido me ayudo a darme un baño.
Mientras nos besábamos y mimábamos nuestros cuerpos el me profesaba el amor que me tenía así como yo lo hacía con él.

Al rato después ya estábamos sentados en el comedor desayunando en silencio con toda la familia.

      - ¿Volverán a salir? – pregunto Ian parándose a mi lado
      - Cariño te hacia durmiendo – le dijo dulcemente su mamá
      - ¿Cómo despertó mi sobrino? – y poso su mano sobre mi vientre
      - Muy bien – le sonreí y bese su cabeza. - ¿Vas a desayunar?
      - Si – dijo y se alejó a su puesto - ¿Esta vez podre ir?
      - No cariño – dijo Victoria – Nos quedamos aquí
      - Renata ¿por qué no te quedas tú también? – Pregunto mi padre – No tienes buena cara cariño
      - No puede faltar – gruño Thiago – Hoy a despertado con vómitos nuevamente
      - Ayer le comentaba a Renata que de ti e Ian fue igual – acoto mi madre
      - ¿Y de Dani? –
      - No – dijo Tío Benja – Mi princesa se portó muy bien estando dentro de su madre
      - Tú princesa – se burló Ian – Mamá quiero llamar a Dani para saber cómo está mi otro sobrino
      - Si, más tarde puedes hacerlo – colocándole un tazón con leche delante el niño hizo una mueca – Toda, toda o no hay llamada
      - Este bien – reclamo

Nos provocó una risotada en ese momento. Ian siempre tenía alguna salida graciosa, y nos hacía olvidar muchas cosas.

      - Ya que nadie me quiere en esta casa – todos nos volteamos a la voz de Cota que llegaba al comedor con la niña en sus brazos – Mi hija y yo nos vamos
      - ¿Dónde vas niña? – Se puso de pie rápidamente Magda – Dame a la niña
      - Que no se te olvide que Carol es mi hija. – Dijo mientras se alejaba de su lado – Ella va donde yo este. Mamá tú al igual que mi padre ya hicieron su elección – dedico su mirada de odio hacia mí – Como siempre lo hiciste, me separas de mis padres. Renata yo no te creo tus mierdas, Eras una puta y como tal he de tratarte.
      - ¡No comiences!  - grito Thiago, mientras yo le agarraba la mano para que se mantuviera al margen y en silencio
      - ¿Podemos hablar un momento? – le pregunte aun sabiendo que ella me odiaba.
      - ¿Para qué? – Le paso la niña a su madre – Nada de lo que digas me hará cambiar de opinión contigo.
      - No quiero que cambies de opinión. Lo que quiero es que no les hagas daño a nuestros padres
      - Nuestro padre – recalco – Mi madre. – Siseo – Tu madre está muerta
      - Cota – le advirtió Thiago
      - Sé que Magda no es mi madre, no necesito que me lo recalces
      - Constanza – llamo Victoria – Sal a dar un paseo, distráete. Yo me quedo con la niña
      - Oh no. – Se burló – Yo me llevo a mi hija, he dicho que nos vamos
      - ¿Y a donde te iras? – pregunto mi papá haciéndose presente
      - ¿Ahora les importa? Nos vamos y punto. Mamá dame a la niña
      - Hija – le pidió Magda
      - ¡Hija nada! Dame a mi hija – Dijo enfurecida. – Yo no pinto en esta familia feliz. Me ocultan cosas, hablan a mis espaldas y por sobre todo me ¡Critican! ¿Cómo pueden ser así conmigo y a Renata no reclamarle nada? ¿No les pesa la conciencia cuando ven lo injustos que son conmigo?
      - Constanza – Esta vez fue mi padre quien alzo la voz.

Cota como siempre lo descolocaba y no se daba cuenta de las cosas que habían hecho por ella en el pasado. Solo sabía hacer daño. No éramos en nada parecidas y fuimos criadas de la misma manera. Su vida, siempre fue mucho más fácil que la mía.

      - No me vengas con que ahora tú quieres hablar conmigo también. Me aburren, me enferman y nada de lo que digan me hará cambiar de opinión.
      - Si tanto quieres irte – dijo Magda – Pues ándate. No te vamos a detener. Pero a Carol me la dejas aquí. Soy yo la que se hace cargo de esa criatura, y no te la llevaras.
      - ¡Es mi hija! –
      - Ya escuchaste a tu madre. – Magda camino hacia su lado y le quito a Carol de los brazos. – Haz lo que quieras con tu vida. Pero a ella no la arrastras.
      - ¡Los odio! A todos, en especial a ti. ¿Qué más quieres quitarme maldita puta? – siseo llegando al frente mío. Thiago jalo mi mano hacia atrás. – Escucha bien Thiago, lo mismo que le hizo a Ernesto te lo puede hacer a ti. No sé qué le viste a esta estúpida.
      - Sal de mi casa – le dijo entre dientes. Thiago se estaba tratando de controlar, por mí. Por mis padres. – Te lo dije en varias oportunidades, no voy a dejar que hables mal de tu hermana. Es mi mujer y merece respeto.
      - ¡Ja! No me extraña que salgan más cosas a la luz del pasado de mi “hermanita” – se dio media vuelta. – Que sepas Pa-pá que no podrás tener mucho tiempo a esa bebé, es mía. Y te la voy a quitar.

Nadie en el comedor podía creer lo que acaba de pasar, todos se miraban y nadie decía nada. ¿Qué podías hacer? Cota estaba furiosa, había lanzado veneno sin mediar hacia mí. ¿Qué daño le había hecho a esa niña? En qué momento dejo de ser la dulce muchacha que me buscaba por la casa para jugar a las muñecas, en que momento dejo de ser mi hermana.

      - No te preocupes cariño. – Dijo al fin Victoria haciéndose presente como siempre – Si Carol está con nosotros que Cota haga lo que quiera.
      - Benjamín, Renata, Thiago y Victoria. – dijo Magda poniéndose de pie. – Renata hija. Perdonen la actitud de Constanza. Estoy muy avergonzada.
      - Magda, no te preocupes. – dijo Tía Nata.

Un ligero mareo me hizo cerrar los ojos y sujetar aún más fuerte la mano de Thiago. Al momento de abrirlos nuevamente ya me encontraba en la cama.
Desorientada y confundida fui a hablar cuando Thiago dulcemente acaricio mi cabello y susurro en mi oído.

      - Vuelve a dormir – rozo su nariz contra mi mejilla. – Lo necesitan, nuestro bebé lo pide a gritos.
      - ¿Qué paso? – pregunte aun confundida. - ¿Cómo llegue a la habitación?
      - Te desmayaste amor. – subió y bajo sus manos por sobre mis brazos, en modo de cariño - ¿Te sientes mejor? O quieres que llame a un médico.
      - Estoy mareada. Thiago – me miro directo a los ojos - ¿Qué paso con Cota?
      - ¿Sabías que te amo? – ronroneo contra mi cuello mientras asentía con la cabeza tanto como esta me lo permitía – Eso es lo único que debe importarte. Ahora duerme mi vida, aquí estoy para velar tus sueños. Los tuyos y los de esta cosita que está aquí.
      - ¿El juicio? ¿Qué paso con eso? – dijo haciendo el esfuerzo de levantar la cabeza.
      - Tranquila, es en una hora. Pero tú no iras. Amor no estás en condiciones. Y no quiero exponerte más.

El saber que el juicio continuaba aun sin poder asistir yo me provoco más nauseas. Sentía que en mi cabeza tenia piedras, pero las piedras más pesadas del mundo, ocupe todas las energías que me quedaban para lograr sentarme. Y no pude contener más la explosión de mi boca.

      - ¡Mierda! – dijo Thiago acudiendo rápidamente a buscar algo con que cubrir el piso de la habitación. - ¡Mamááááá! – grito abriendo la puerta.

No tardo ni cinco segundos en ir y volver a mi lado, este hombre estaba verdaderamente más preocupado que yo.

      - ¿Qué pasa Thiago? – pregunto Tía Nata abriendo la puerta y viendo el desastre que había dentro.
      - Llama de inmediato una ambulancia, un médico que se yo – dijo desesperado.
      - ¡Renata por dios! – Exclamo ella llegando a mi lado. – Ve a la cocina y trae agua cocida. Pero antes pásame algo para que Renata se cambie – le ordeno.

Pero Thiago no tenía intenciones de moverse de mi lado, no me soltaba la mano y me susurraba que todo estaría bien. Que me amaba.

      - ¡Thiago! – Le grito su madre – Reacciona
      - ¿Qué tienes mi amor? – me preguntaba ignorando a su madre. - ¿Quieres seguir vomitando? – Asentí con la cabeza - ¿Quieres que te lleve al baño? – volví a asentir.

Sin importar que lo pudiera manchar o que no alcanzara a llegar al baño, paso un brazo por debajo de mis piernas y automáticamente cuando me levanto yo enrolle los míos en su cuello al mismo tiempo que escondía mi cabeza entre su cuello y su hombro.

Una vez que llegamos al baño, con el pie arrojo el suelo la canasta donde dejábamos la ropa sucia, la hizo un montón y me bajo suavemente sobre ella. Lo más cerca del baño posible.

      - Magda ya llamo a un médico hijo – dijo Tía Nata entrando en el baño - ¿Te sientes mejor?
      - No – y en el momento que abrí mi boca, lagrimas comenzaron a brotar si descanso.
      - ¿Por qué lloras mi vida? – negué con la cabeza incapaz de decir los verdaderos motivos.

Tenía pánico, el miedo podía más. No quería que siguieran saliendo cosas de mi pasado a la luz, mucho menos que Thiago las escuchara, ya había sido bastante humillación el día anterior. Ya no quería nada más. ¿Por qué no se acaba ya esta pesadilla?

Dos horas más tarde ya tenía a todos en la casa revolucionados. No había rastro de que algo hubiera pasado en la habitación. Se habían encargado de limpiar absolutamente todo.
Thiago en ningún momento se apartó de mi lado, cuando el medico llego y les pidió salir a todos, él se negó a pesar de la orden del médico se quedó.

      - Estrés – dijo el médico después de tomarme los signos vitales, y constatar que mi pequeño gusanillo seguía en el mismo lugar sin daños aparentes. - ¿Has estado expuesta a mucha presión?
      - Estamos en medio de un juicio – aclaro Thiago. – Debe ser ese el motivo
      - Comprendo, pero la Señora no puede exponerse a nada que la altere. Su embarazo es mucho más importante en este momento.
      - Lo sé. – concreto Thiago. – Pero es importante que ella asista.
      - Dejare mi parte médico y os aseguro que ningún juez la pondrá en aprietos. Vuestro bebé debe ser prioridad. – volví a su bolso lleno de implementos y saco un bolígrafo – Os ruego que mañana a primera hora cuando ya se sienta mejor acudan a mi consulta para practicarle unos análisis más específicos. Pronostico unos meses de cama y tranquilidad. Tenéis que mantener a ese pequeño dentro de vosotros.
      - ¿Ya escuchaste amor? – asentí
      - Bien. Tomad esto y nos vemos mañana. Cualquier cosa me llamáis, y si encontráis que algo anormal. No dudéis en acudir a emergencias. Yo llegare lo antes posible
      - Muchas gracias doctor – dije mientras Thiago lo acompañaba a la puerta.

Los segundos que alcance a estar sola en la habitación me di cuenta de lo que esta situación estaba provocando, estaba siendo injusta conmigo, con Thiago y por sobre todo con mi bebé. Necesitaba salir luego de todo esto. Accedería a todo lo que Ernesto quisiera con tal de poder estar en paz. De poder mantener a mi bebé.

      - Señorita. – recrimino Thiago cuando se recostó a mi lado – Nada de lágrimas, amor el bebé siente todo. Lo debe estar pasando fatal ahí dentro.
      - Quiero estar sola – susurre mirando hacia el techo.
      - Te dejare descansar – me beso castamente los labios y lo último que escuche fue él cerrando la puerta.

Cuando estuve segura que podría respirar, de la mesita de noche tome mi móvil. Tenía que hacer algo.
Al segundo timbre me contesto y de solo escuchar su voz las náuseas volvieron

      - No me lo puedo creer – dijo claramente sonriendo. Lo conocía, y sabía que esperaba mi llamada.
      - Créelo porque es verdad – trate de ser fría – Necesito hablar contigo
      - Te escucho –
      - ¿Qué es lo que quieren para dejarme tranquila?
      - Por ahora… - se detuvo un momento para pensar - ¿Qué te parece levantar la demanda?
      - ¿Si lo hago me dejan en paz?
      - Puede – río
      - ¡Si o no! Maldita sea. Dime si o no y lo hago de inmediato
      - Este bien. Está bien. – volvió a reír. – Levanta la demanda, que Ernesto salga libre y no volveréis a saber de nosotros.
      - Es un trato. – Dije firme – Si lo rompéis, volveremos a lo mismo, yo no tengo nada que perder.
      - ¿Ni tu bebé? –
      - ¿Cómo sabes eso?
      - Cariño, me admira. Nos conocemos desde hace mucho, lo pase muy bien contigo y tu cuerpo. Aún recuerdo como me... –
      - Cállate – gruño. – El imbécil de Ernesto saldrá esta misma tarde y no quiero volver a saber de ustedes.
      - Enhorabuena por el bebé. Que sea un putita igual a la madre y cuando esté lista…

Le corte la llamada, el desgraciado de su abogado podía llegar a ser más asqueroso que el propio Ernesto. Muchas veces pensé que él era el genio detrás de todo. Y lo sigo pensando.
Ahora debía averiguar cómo salir de la casa sin ser vista, como lograr sin que Thiago se enterara lo que iba a ser. Necesitaba confiar en su palabra. Era eso o bien tomar una decisión que cambiara nuestras vidas para siempre.




Capítulo 19


Me sentía una adolescente en este instante y no sabía por cuando me iba a durar, ni siquiera creía alcanzar a llegar a las escaleras la casa estaba llena de gente imposible que nadie me viera.

      - ¿Dónde vas Renata? – la voz de pequeño Ian me hizo saltar del susto
      - Al jardín. Quiero tomar aire – mentí
      - ¿Puedes salir? – me pregunto alzando una ceja.

Estaba claro que tratar de engañar a un niño de seis años era fácil, pero tratar de engañar a Ian no lo era.

      - No – susurre – Pero es que estoy aburrida en la habitación
      - Dile a Thiago – alzo la voz. – Lo iré a buscar
      - Ian por favor – trate de agacharme a su altura pero me era imposible. – Sabes que Thiago me jalara hasta la habitación nuevamente. ¿Puedes guardarme el secreto por un momento mientras voy a tomar aire?
      - No – me corto y camino hacia las escaleras – Si Thiago se entera yo no te he visto. No quiero que me regañe a mí también.

En ese momento comenzó a descender rápido pero al llegar a la mitad se detuvo y me miro.

      - Pero si vienes por este lugar no llegaras ni al primer peldaño. Usa la escalera de la terraza frente a la piscina.  – Dicho eso termino de bajar.

Mi pequeño me había dado la información necesaria para poder salir a tomar aire, de ahí necesitaba ver como salía de la casa. Y sobre todo como llegaba a los tribunales.
Cada escalón lo sentía eterno, me paraba a cada segundo, el mareo había vuelto, por lo que bajar la escalera era aún más complicado.

      - Hijo por favor – susurre tocando mi vientre – Solo mantente en tu lugar.

Tuve que esconderme por unos minutos dentro de los camarines mientras Thiago hablaba con alguien por el móvil, no podía escuchar lo que decía, pero si podía distinguir lo nervioso que estaba por cómo se tocaba el pelo. Mi amor estaba ofuscado con quien quiera que sea su interlocutor.
Tardo más de lo que yo esperaba en volver a entrar al hogar, en ese momento otra punzada en el vientre me hizo estremecer, mi bebé estaba reclamando mi falta de conciencia, de sensatez.

Lentamente salí de donde estaba y me fui a hacia la puerta que me separaba de mi libertad. Pero todo lo que hacía era en vano con cada paso lo sentía más lejano.

      - ¡Renata! – escuche gritar tras de mí.

¡Mierda! Volteé en ese instante y Thiago corría hacia mí. Escondí mi cara con mis manos mientras lágrimas de frustración derramaba.

      - ¿Dónde mierda crees que vas? – grito cuando me alcanzo. - ¿Te has vuelto loca? ¿Cómo puedes exponer al bebé a esto? ¿A ti?

Thiago estaba completamente fuera de sí. Me gritaba cada vez más fuerte mientras me sujetaba por los codos.

      - ¡Mírame! – exigió.

Cuando nuestras miradas se cruzaron pude notar el temor que estaba sintiendo, la angustia de esta situación.

      - ¿Te ibas a ir sin decírmelo? – Negué con la cabeza - ¿Estas dejándome otra vez? – Volví a negar - ¿Dónde ibas?

No podía enlazar palabras, todo era confuso sentía que mis piernas dejaban de responder. Cubrió con sus brazos mi cuerpo y apoye la cabeza en su pecho.

      - Te llevare dentro – dijo más tranquilo.

Cuando me dejo sobre la cama en silencio me dejo sola en la habitación. ¿Qué iba a hacer ahora? Necesitaba sacar a Ernesto de la cárcel lo antes posible y acabar con esta pesadilla. Volver a sonreír y sentirme libre.

Cogí mi móvil y remarque el último número. El número de Max

      - Renatita – dijo con una melodiosa y odiosa voz.
      - Estoy internada en una clínica – mentí – No puedo ir a tribunales y hacer lo que necesitas
      - Ese no es mi problema, ya sabes las reglas. –
      - Pero Max, no estas escuchando. ¡Estoy en cama!
      - Emm… - río – Eso me trae muy buenos recuerdos.
      - Eres un idiota – grite enojada
      - Y tu una rica puta. Si no has hecho lo que te he pedido no hay trato ¿Lo sabes verdad?
      - ¡No puedo hacer nada! – comencé a llorar
      - Solo porque estoy generoso – se tomó un minuto – Tienes hasta medio día de mañana
      - ¿Medio día?
      - ¿Medio día para qué? – La voz de Thiago me hizo arrojar el móvil al suelo.

Sus ojos furiosos no dejaban los míos. Acorto la distancia para tomar el móvil y al ponerlo en su oído cerró los ojos y con furia lo lanzo contra la muralla
Me tomo por los hombros y me volvió a recostar.

      - No quiero sacar conclusiones apresuradas – dijo de pronto tomando mi mano – No quiero pensar mal de la situación y quiero que seas tú quien me aclare las cosas. Porque lo más importante para mí es el amor que siento por ti, la felicidad de saber que tendremos un hijo fruto de nuestro amor. Hoy… - se calló y bajo la mirada hasta nuestros dedos entrelazados – Está siendo todo esto una mierda y tú no estás ayudando. ¿Qué es lo que pensabas hacer?

Con sus dulces palabras, y con cada segundo recalcarme lo mucho que me amaba ya no podía seguir ocultándole cosas.

      - Necesitaba ir a los tribunales – Fue lo que salió de mi boca cuando tuve el valor. Se lo merecía
      - ¿Para qué? – Thiago estaba tratando de mostrarse tranquilo
      - Para que todo esto acabara de una vez por todas –
      - Esto acabara cuando el idiota que hozo tocarte pague lo que hizo. No lo voy a dejar libre y riéndose de todo. No amor. Preso o muerto
      - ¡Tú no entiendes nada! No quiero que se digan más cosas que no son –
      - ¿Qué más puede salir?
      - Nada – agache la cabeza.
      - Renata ¿Qué más se puede decir?
      - Thiago, la verdad es ya sabes todo lo que pase, pero tengo miedo, miedo a que trate de vengarse de mí y me dé donde más me duele. Tu o mi bebé – lleve ambas manos al vientre y baje mi mirada – Ernesto es un hombre malo mi amor, buscara la manera de cobrarse todo esto. Lo sé su abogado me lo dijo. Yo… Yo también me acosté con Max.
      - Amor, nada nos va a pasar. A penas el juicio termine nos iremos a casa. –
      - ¡Porque no me entiendes!
      - Comprendo que tengas miedo, yo también lo tengo. Él sabe de la existencia de nuestro hijo –
      - Lo sé, y eso me aterra. Sabes que puede hacerlo público y eso alargaría la situación
      - Claro que lo sé. Pero ya estoy ocupándome de eso. Nada te pasara
      - Siento que hablar contigo es hablar con una muralla invencible.
      - Por nuestro amor seré lo que quieras. Ahora dime si hay algo más que deba saber
      - Me obligaba a tener relaciones con todo el mundo, pero eso ya lo sabes, me golpeaba y me hizo abortar. No necesitas más detalles ¿Qué tal si tiene pruebas?
      - Renata, por el amor de Dios, no importa las pruebas que tenga amor. No importa nada, no ganara nada. No puede obligarte a volver con él. Tú divorcio ya es un echo
      - ¿Eso es verdad? – pregunte asombrada
      - Claro mi vida. Falta que firmes los documentos y todo estará terminado ¿Era Max con quien hablabas? – Asentí - ¿Qué quería?
      - Que levantara la demanda
      - ¿Qué te prometió?
      - Dejarme en paz
      - ¿Es lo que quieres hacer?
      - Si – susurre – Quiero que nos larguemos todos de aquí. Quiero ser feliz
      - ¿No eres feliz a mi lado? – pregunto encarándome
      - Claro que lo soy, te lo dije. He sido muy feliz a tu lado este tiempo. Ahora mismo lo soy, no tengo secretos contigo. Ahora no. No tengo dudas de tu amor, no tengo dudas que a tu lado es donde quiero estar siempre
      - Oh mi amor –

Suavemente nuestros labios se conectaron, fueron donde solo estando juntos podíamos llegar. A la gloria. A nuestro propio paraíso.
No merecía el amor de Thiago, no después de todo lo que se decía de mí. No después de saber las cosas horribles que hecho.

Los días fueron pasando y todas las mañanas Thiago se iba a los tribunales, cuando llegaba a casa no me comentaba nada de cómo iban las cosas. Me había prometido que buscaría la manera de dejar el juicio hasta hay. Que no tendría que volver a pisar tribunales.
Max no se había puesto en contacto conmigo nuevamente, bueno tampoco tenía móvil para que lo hiciera. Thiago me había dado uno nuevo, que solo tenía mi familia.

El día lunes teníamos que acudir a la nueva cita con el doctor para saber cómo iba nuestro pequeño gusanillo, moría de ganas de volver a verlo. Algunas mañanas cuando no despertaba con vómitos podía notar un pequeño bulto en mi vientre que se asomaba. Ese era mi hijo o mi hija. Ian seguía hablándole todos los días, ya no nos quedaban películas de dibujos animados que ver. Hablábamos con Dani por Skype todos los días y veníamos como su niña crecía, ya le habían confirmado que tendría una mujer, y ya nos habíamos enterado que vivía con Marcos. Estaban completamente felices.
En la casa todos aparentaban estar bien, mi padre y Magda estaban muy atentos, me mimaban mucho y no hacían preguntas, todo lo del juicio quedo en el pasado.
Mis suegros andaban vueltos locos por las tiendas comprando cosas para bebes, tanto para Dani como para mí.
En momentos me sentía feliz.

Hoy era Domingo, Thiago había insistido en ir a dar un paseo todos juntos pero desistimos y a cambio hicimos una barbacoa en el jardín. Aprovecharíamos el buen día para darnos un baño en la piscina

      - No pienso sacarme la playera – le gruñí a Thiago quien desde la cama me observaba
      - Renata te he dicho miles de veces que estas preciosa
      - Mis caderas crecieron – le dije miraba en el espejo los cambios que producía el embarazo en mi cuerpo – Mis senos también
      - Simplemente me encantas
      - ¿Cómo se te ocurrió comprarme un bikini tan pequeño?
      - Amor basta – se puso de pie y camino a mi lado – Tienes un cuerpo estupendo, apetecible y completamente mío
      - ¡Lo dices solo porque tengo los senos grandes!
      - Veamos – Poso su mano sobre uno de mis pechos – Fantástico
      - Thiago – lo reprendí – Aparta tus manos de mi cuerpo
      - Tienes un imán – dijo con coquetería – Eres adictiva
      - Nos esperan abajo
      - Lo sé. Solo por eso me estoy controlando.

Apretó la parte delantera de su cuerpo contra mi espalda y pude sentir toda su virilidad de hombre como creía ante el contacto.
Tenerlo cerca provocaba olas de calor en mi cuerpo, era también una adicción para mí.
Unos golpes en la puerta nos hicieron separarnos y a él huir al baño. Lo que me provoco un ataque de risa

      - Renata – Ian abrió suavemente la puerta.

El pequeño siempre nos sorprendía en algún momento de intimidad, teníamos que comenzar a pensar en ponerle seguro a la puerta.

      - Adelante – le dije con una sonrisa tomando el pañuelo para cubrir un poco mi cuerpo
      - ¿Estas lista? – me pregunto con una sonrisa enorme. – Vamos que tengo una pelota que me trajo mi papá para jugar con ella en el agua
      - Un minuto – le dije y abrí la puerta del baño. La cerré tan rápido como entre para ver a mi hermoso hombre sentado en el baño con cara de pocos amigos – Me iré con Ian
      - ¿Y qué hago con esto? – pregunto apuntando su pene
      - Apáñatelas solo – me burle y me acerque hasta él y se lo roce por encima del pantalón, estaba igual como me gustaba – Aun que podría hacer algo
      - Desaste de mi hermano – gruño. Asentí y volví a salir del baño
      - Ian, amor ve mientras. Yo voy de inmediato

De malas ganas asintió y salió de la habitación, camine de vuelta al baño, al momento de cerrar la puerta y ponerle seguro Thiago supo que teníamos unos minutos antes que Ian volviera a la carga

      - Prométeme que nuestro hijo no será igual que él –
      - Sera peor – dije y me encamine a su lado. Cuando hizo el amago de ponerse de pie lo detuve. – Dije me qué haría cargo…

Asiento y me regalo una hermosa sonrisa

***

Me desperté sobre las nueve de la mañana, sin Thiago a mi lado. Ya se estaba haciendo costumbre, abrí la puerta de la habitación y la casa estaba en completo silencio. Algo extraño para un lunes en la mañana.
Sin más me fui hacia el baño a darme una ducha, hoy era lunes y vería nuevamente a mi gusanillo.

      - Hola – le conteste alegremente a Thiago cuando llamo al número de la casa
      - Hola mi amor –
      - ¿Cómo estas hoy?
      - Bien, contenta, nerviosa y extrañándote
      - Estamos igual. ¿Paso por ti en dos horas para que nos vayamos a ver a mi bebé?
      - Si – sonríe – Te estaré esperando
      - ¿Mamá esta por ahí? Necesito hablar con ella
      - No amor, no hay nadie en la casa
      - ¿Cómo que no hay nadie?
      - Tranquilo amor. Estoy bien
      - No me gusta que estén solos en la casa
      - Lo sé, pero deben estar por volver. Thiago te dejo que me muero de hambre
      - Me llamas cualquier cosa, llamare a mi madre o a mi Abu para que vayan a estar contigo. ¡Dios! Como te dejan sola si no estás del todo bien
      - Ya tranquilo, que nada nos va a pasar.
      - Prométeme que me llamaras dentro de media hora
      - Que no es para tanto
      - Renata promételo
      - Esta bien – resople – Te llamo en media hora. Te amo.
      - Y yo a ustedes mi vida. Y yo a ustedes

Thiago era un exagerado, nada nos iba a pasar por estar un rato solo en casa. Victoria debería estar por llegar, y tanto mis padres como los de él necesitaban salir y aprovechar el tiempo. Tío Benja tenía asuntos que atender. Aprovecharía este tiempo a solas para hablar con Dani.
Mire la hora y saque el cálculo mental de la diferencia con Chile. 11 de la mañana España. 4 de la tarde Chile.
Me fui hasta el despacho y encendí la computadora de Thiago que estaba allí, no creo que le moleste que la tome, solo voy a abrir el Skype.
Mientras esperaba que encendiera la llame por teléfono al móvil

      - Cuñada – me dijo alegremente
      - ¿Cómo estas gordita?
      - Gordita tú – gruño – Mi princesa se porta de maravilla. Pero si sigo comiendo en estas cantidades y mi querida suegra no deja de hacer dulces me volveré una bola antes de cumplir los 8 meses
      - Exagerada – reí - ¿Cómo está todo por allá?
      - Todo bien cuñada, ¿Mi sobrina? ¿Mi hermano? ¿Mi familia?
      - ¡Ay! Dani –

Antes de que pudiera añadir algo a nuestra pequeña conversación me llamo la atención una carpeta dentro del escritorio.

      - Dani conéctate al Skype, necesitamos hablar –
      - Dame 10 minutos. Un beso.

Corte la llamada e indague un poco más en la carpeta. No podía creer lo que mis ojos veían, Thiago tenía en su poder muchas fotografías mías con otros hombres, también audios y los correos electrónicos que me había enviado Ernesto.
Unos golpes en la puerta me hicieron saltar del asiento

      - Señora – me dijo la asesora domestica
      - ¿Si?
      - La busca una señorita en la puerta –
      - Voy de inmediato
      - ¿La hago pasar a la sala?
      - Si por favor. – le dije mientras cerraba de un manotazo la computadora, luego volvería a ver todo lo que poseía Thiago de mi pasado.

Mientras iba a hacia donde me esperaban pensé en llamarlo e informarle pero no valía la pena.
Al llegar a la sala me encontré con alguien que jamás pensé ver en mi vida.

      - Señora – me saludo sarcástica - ¿Cómo se encuentra?
      - Camila – gruñí - ¿Qué haces aquí?
      - Traigo algo para usted y su… ¿Qué es? ¿Abogado? ¿Novio?
      - Nada de lo que puedas traer me interesa –
      - Claro que sí. Es un mensaje especial de parte de Ernesto
      - ¿Ernesto?
      - Si, el además de mandarle cariños y un presente para vuestro hijo – me extendió una bolsa – Le manda esto

Dejo sobre la mesa un sobre amarillo. Rápidamente lo cogí y vacié el contenido sobre la mesa.
Eran fotografías de él paseándose por la ciudad con Cota. ¿Estaba libre? ¿Qué hacía con Cota?

      - Veo que te sorprende – dijo con una sonrisa en la cara – Ya sabía yo que te habían ocultado esto. La perra de tu hermana se está metiendo donde nadie la llama. Sácala de inmediato de mi casa.
      - Yo…
      - Mira que te quede claro que a ti te aguantaba porque sabía que no podía hacer nada más, y tú no intervenías en mis encuentros sexuales con él. Pero la perra de tu hermana es lo contrario. Mira que creerse la señora de la casa y no es más que una arrimada. ¡Sácala de mi casa!
      - ¿Qué hace Cota con Ernesto?
      - Coger como conejos

No podía creer lo que mis oídos escuchaban, lo que mis ojos veían en esas imágenes. Ahora comprendía muchas cosas, si Cota actuaba de esa manera era porque estaba siendo incentivada por él. No paraba de hacerme daño, y había encontrado una carnada fácil, con todo el dinero y poder con eso la había convencido. ¿Cómo puede ser tan tonta mi hermana? ¿Cómo después de todo lo que había escuchado hacia eso?


      - Mira zorra de cuarta, Quiero que saques a esa perra de la casa lo antes posible. No es una advertencia, es una orden. Yo no te voy a amenazar, yo simplemente voy a cumplir. – dijo caminado hacia la salida. – Por cierto, muy guapa tu nueva abogada, no dudaría que se está liando con tu amante.







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