Capítulo 35
- Hola –
Era
una mañana muy linda, además de ser día viernes y tener muchos planes con mi
niño. Thiago se estaba duchando cuando entre en la habitación y Adam esperaba
por mi sentado en la cama viendo los dibujos.
- Hola bebé – le dije dejándome caer en
la cama a su lado.
Adam sonrió y se tiró a mis brazos, comenzó como todos los días con sus balbuceos. ¡Lo amaba! Le subí la camisa de dormir que llevaba para hacerle cosquillas y era la mejor melodía. Mi niño reía y eso ya me hacía sentir feliz.
- Buenos días Renata –
Thiago
salió de la ducha con la toalla anudada en la cintura mostrando lo guapo que
estaba y lo buen trabajado que tenía el cuerpo.
Dios.
Como me moría por volver a besar esa pecho y pasar mis manos por su espalda.
Era un maldito pecado. Pasó besando mi cabeza y se volvió a la ducha con la
ropa que usaría para su trabajo.
Me
lleve a mi niño a desayunar mientras esperábamos a su padre. Hoy quería salir y
llevarlo a donde sus abuelos. Poder pasar tiempo con él en mi espacio. Pero por
sobre todo estar con él.
- ¿Ya comió? – pregunto Thiago
- Sí. ¿Quieres café? –
- Gracias – asintió – Renata necesito
hacerte una pregunta
- Dime Thiago – susurre con miedo.
¡Mierda!
Hoy era el día que me decía que no me quería más cerca de ellos. ¡Pero que
había dicho o hecho!
- No te molestaría ir a dejar a Adam a
casa de mis padres
- Claro que no – resople aliviada – Puedo
preguntar ¿porque?
- La verdad es que voy a llegar más tarde…
- Yo puedo quedarme hasta más tarde
- Sé que podrías – tomo el último sorbo
de su café – Pero no sé a qué hora voy a llegar
- No tengo problema, de verdad que no lo
tengo. Pero si quieres lo llevo
- Gracias. Si no te molesta quedarte
- Claro que no. – Sonreí y tome al niño –
Yo feliz de poder estar más tiempo con mi bebé. Además, tendrías que sacarlo
tarde y se puede enfermar. Te quería preguntar si puedo sacarlo hoy
- ¿Dónde? – Alzo la ceja – Perdón. Sí.
Claro que puedes sacarlo
- Solo iremos a la casa de mis padres, al
parque. Nada de otro mundo
- Te dejo dinero por si lo necesitas –
dejo sobre la mesa un par de billetes – Me llamas por si necesitas cualquier
cosa.
- Estaremos bien Thiago. – Le devolví los
billetes – No los necesito
Salí
de la cocina casi arrancando de Thiago, no quería escuchar nada más de su cita
y si yo podía quedarme con Adam nada más me importaba.
¡Era
un maldito!
Necesitaba
ahorrarse los motivos de su llegada tarde. ¿Por qué tenía que preguntar?
- Renata – me llamo siguiéndonos al salón
Lo
ignore, puse a Adam en el sofá y me senté a su lado mientras le con el control
de la televisión buscaba el canal de los dibujos animados que veía él
- ¡Hey! Te estoy hablando
- Dime
- dije indiferente
- No quería ofenderte con lo del dinero,
si es que fue eso lo que te molesto
- No estoy molesta – mentí
- Te conozco – toco mi nariz – ¿Me
llamas?
- ¿Para qué?
- Si necesitan algo. ¿Me llamaras verdad?
- Si – mentí
- Me voy. Te amo hijo – y beso a Adam en
la cabeza y seguido me beso a mí en la cabeza – Nos vemos en la noche
Fue
cerrar la puerta y mis lágrimas comenzaron a salir, no quería pensar en que
estaría compartiendo noche con otra mujer, tal vez no era la primera vez. Adam tomo mi cara entre sus manos, y me empezó
a dar besitos.
-
mamamama – repetía
- ¿Qué paso mi amor? Mamá está bien – lo
mecí en mis brazos – Eres el verdadero amor de mi vida, papá en algún momento
tenía que salir con otras mujeres. Este momento tenía que llegar. No estaba
preparada para que fuera tan rápido. Pensé que podíamos volver a ser una
familia mi amor. Pero la mamá siempre, siempre seré yo. Y sobre todo siempre
estaré a tu lado.
- mamamamamamama –
- Si mi amor, la mamá
***
Mi
papá había llamado al taxi para que nos llevara nuevamente a la casa de Thiago,
ya eran las ocho de la noche. Habíamos pasado un día espectacular, después de
las lágrimas de la mañana.
No,
no quería volver a pensar en eso, sobre todo cuando por la hora ya debería
estar con ella.
- Me encanta verte así de feliz hija.
- Es que lo estoy papá. Tengo a mi hijo,
y míralo, esta grande y hermoso y tan inteligente.
- Trata de venir más seguido
- Lo haré. Ahora nos vamos porque este
campeón tiene que llegar a bañarse y dormir.
- ¿Mañana que harás?
- ¡Uf! No lo sé, tal vez Thiago necesite
que me quede con Adam un rato. O tal vez no.
- Vente a comer. Luego pensamos que hacer
en la tarde. Pero no te quedes encerrada en tu departamento
- Ni me digas, que tengo que hacer un
aseo general. Paso tan poco tiempo en ese lugar.
- Hija, el taxi llego – nos interrumpió
Magda – Te traje esto de Carol por si se queda dormido en el camino
- Gracias. Ya está más fresco y seguro
llegara dormido.
-
Me llamas cuando llegues
- A penas llegue te llamo. – Tomé a Adam
– Besos a los abuelos. Diles Adiós mi amor.
Tras
unos balbuceos más de Adam, nos subimos en el taxi con el mejor de los ánimos.
No iba a volver a pensar en Thiago y al igual que él volvería a hacer mi vida.
También tenía derecho.
Llegamos
hasta el departamento con Adam dormido en mis brazos, el conserje me acompaño
hasta el departamento y abrió la puerta para mí.
- Gracias – le sonreí.
- De nada Señora. – me sonrió
A
besos desperté al pequeño señor Lackington para que despertara con buen genio,
en este poco tiempo ya lo iba conociendo, necesitaba darle un baño y
alimentarlo. Había jugado en el jardín con Carol y hasta con lodo. No tuve
corazón para decirle que no. Se reía de una manera demasiado hermosa.
No
sabía a qué hora llegaría Thiago, pero debía estar preparada también para
cuando eso pasara, a penas lo hiciese me iría. No le preguntaría nada, no le
comentaría nada. Solo tomaría mi bolso y me marcharía.
***
Si
Adam tenía un año, llevaba mucho más que eso sin irme de copas con mis amigos.
Había logrado juntar por lo menos a Mau, Nacho y Marcos esta noche, sin
mencionar a las chicas. Carmen y Rebeca, tanto Nacho como Marcos andaban solos.
Ambas chicas estaban en casa con sus hijas.
- Nunca se me habría imaginado que tenías
una ahijada.
- Si, bueno tengo dos en realidad. Mi
hermano Ian y la pequeña Triny.
- Ósea te gustan los niños – afirmo
Carmen
- Se podría decir que sí.
- Thiago – me llamo Nacho – Creo que fue
una excelente idea salir, entre tantos pañales y esas cosas ya estaba ¡Harto!
- ¿Tú también cuidas a tu hija? –
pregunto Carmen
- No, de eso se encarga mi novia. Pero es
lo mismo – río
- Thiago se encarga todo el tiempo de
Adam, no es lo mismo – defendió Carmen
- Dejemos de hablar de pañales y
biberones. Por más que amo a mi Valentina, creo que salimos a que nuestro amigo
y cuñado se distraiga.
- Siiii – grito Carmen – Thiago se merece
descansar unos días.
- Gracias. Pero ya son cerca de las nueve
y debería irme
- No seas aburrida, la noche recién
comienza – ronroneo Carmen en mi hombro – Falta ir a bailar un poco
- Yo no me sumo – Dijo Nacho – Lo siento
amigo, pero yo si debo irme
- Si, yo te llevo Nacho. Dani me mata si
llego demasiado tarde
- Si no lo hace mi hermana lo hago yo
cuñado.
- Sera que nos vamos los dos solamente a
bailar
Marcos
y Nacho me miraron al mismo tiempo sin entender que era lo que pretendía, y no
era nada. Solo pasarlo bien. Aunque fuera un momento desconectarme de todo y
pensar en mí y en el hombre que era. Pero eso no era posible al 100%, mi Adam
siempre estaba en mi cabeza y en mi corazón, esa parte de mi vida no la
cambiaría por nada del mundo.
- ¿Nos vamos? – pregunto Carmen y todos
asintieron
A
la salida del bar cada uno tomo el rumbo por el que había venido quedando para
el día siguiente con Nacho y Marcos a juntarnos con nuestros niños en la
piscina de la casa de los papas de Nacho.
- Me cayeron muy bien tus amigos – dijo
coqueta Carmen.
Debía ser el alcohol que la hacía estar de esa manera. Yo también había bebido, pero nada que me fuera a perjudicar o a impedir manejar más tarde.
- Nos conocemos de toda la vida, más que
amigos ya ves somos como hermanos
- Uno es el novio de tu hermana ¿Verdad?
- Marcos – respondí – Se van a casar muy
pronto.
- Deben hacer una muy linda pareja, he
visto las fotos de tu hermana en tu oficina y es una chica muy guapa. Al igual
que la bebé
- Dani y Valentina. Mi hermana y mi
sobrina. Son preciosas. Claro que eso lo saco mi sobrina de mi hermana.
- Marcos es un chico guapo, Thiago
- Si tú lo dices – reí
- Pero no más guapo que tu
- Oye…
- No. Vamos quiero bailar
Caballerosamente
le abrí la puerta del coche, estaba consciente de sus intenciones pero no la
dejaría avanzar, no sabiendo que me estaba esperando en casa Renata con mi
hijo. ¿Qué estarán haciendo? ¿Me extrañara mi bebé?
Al
subir al coche le pedí con la mano que mantuviera silencio, no aguantaba más
sin saber de ellos y tal vez escuchar su voz. Le había pedido que me llamara y
no lo había hecho.
Al
tercer tono contesto
- Hola – susurro ella
- Hola – dije con la alegría que sentía
en ese momento. – ¿Cómo están?
- Adam está dormido – dijo bajito - ¿Ya
te vienes?
- No. – Lo lamente – Voy a un bar con los
chicos. Me llamas si pasa algo
- Estaremos bien. Diviértete – dijo con
pesar – Hasta más tarde
- Hasta más tarde – corte y mire a Carmen
que me tenía la mirada fija
- ¿Era Renata? – Alcé una ceja – Era ella
no digas nada. ¿Por qué le dijiste que iban los chicos? No los veo en ningún
lado
- Yo… -
- Pensé que era una buena idea salir
contigo, no tengo que decirte con muchas palabras que me gustas Thiago.
- Carmen, yo… -
- No, no me digas nada. Sabía que tendría
que lidiar con el fantasma de Renata. Ahora ya no es el fantasma es ella. ¿Por
qué no intentas volver con ella?
- Yo no he dicho que quiero volver con
ella
- Pero si tus actitudes. Llamaste a casa
porque te mueres por estar con ellos.
- Quería saber cómo está mi hijo. No
había salido desde hace mucho. – Suspire – No sé ni siquiera porque tenemos
esta conversación.
- Disculpa, pero no me andaré con rodeos.
Me gustas. Me gustas mucho y desde hace tiempo. ¿Tengo alguna posibilidad
contigo? Tú dices que no quieres volver con ella. Tus actitudes dicen lo
contrario. Pero si me dieras la oportunidad…
- Calla, calla por favor.
- ¿Por qué no quieres? ¿No te gusto? ¿Es
por eso?
- Eres una mujer muy guapa, una muy buena
empleada
- Pero no me vez de otra manera. Es
simple Thiago dilo y dejamos esto de una vez
- ¿Quieres que te lleve a casa?
- Anda llévame. No te quiero tener
obligado a mi lado. Ya dejaremos esta conversación para otro momento.
Conduje
en silencio hasta su casa en el otro extremo de la ciudad, ella llevaba el
mando del radio. Con eso no volvimos a tener que conversar nuevamente. Aunque
sinceramente Carmen me parecía muy atractiva y en otro tiempo no hubiera dudado
ni un nanosegundo meterme entre sus piernas. Ahora era distinto, yo era
distinto. Sabía lo era estar enamorado, sabía lo que era hacer el amor y no
solo tener sexo. Tenía un hijo, y si quería meter a una nueva mujer en mi vida
¡Dios que estoy pensando! No me había planteado si quiera tener a otra mujer,
está bien un hombre tienen necesidades, y no es nada parecido con masturbarse
en la ducha, nada es lo mismo que estar con tu mujer, con mi Renata. Me
faltaban las caricias, los besos y sus palabras. Mi mano a veces no era
suficiente y…
Aparte
todos esos pensamientos de mi cabeza, no quería cagarla, no quería hacer algo
con Carmen de lo que después me arrepentiría. No con ella.
- Te veo el lunes ¿Verdad? ¿Aún tengo un
trabajo?
- Claro que si Carmen. Nos vemos el
lunes.
Un
par de besos en la mejilla y entro en su casa. Por un momento me quede
observándola y pensar como sería estar con ella. ¿Ella quería a Adam? Eso
parecía, por lo menos en este tiempo no le era indiferente ¿Mis padres la
aprobarían? ¿Dani estaría de acuerdo? ¿Por qué me importaba? ¿Por qué me hacía
estas estúpidas preguntas?
Llegue
al departamento pasado las diez de la noche, traía conmigo sushi y una botella
de vino blanco helada, esperaba poder compartirla con ella mantener una
conversación sana y así poder definirme.
- Llegue – dije cuando entre en la cocina
y todo estaba a oscuras. La televisión del salón estaba encendida, pero no
había rastro de Renata. Las opciones no eran muchas, en el baño o comprobando a
Adam.
Suavemente
abrí la puerta de la habitación, estaba completamente a oscuras, pero tanto
Renata como Adam estaban allí, ambos profundamente dormidos. Me acerque
lentamente a su lado.
- Llegue – le susurre.
Ella
en respuesta hizo eso que tan loco me volvía antes, asintió lentamente con la
cabeza pegada a la almohada, sin abrir los ojos. ¡Preciosa!
Era
como si nada hubiera pasado, estaba en mi cama, con nuestro hijo, dormida. Mi
Renata y mi Adam, mis amores.
Encendí
la luz de la mesita de noche y me senté a su lado en la cama. Adam dio un par
de patadas y ella se incorporó de golpe.
- Llegue – volví a decir al sentirme
pillado de haberlos estado observando mientras dormían.
- ¿Cómo te fue? – susurro acariciando la
cabecita del niño
- Bien – me encogí de hombros – Traje
comida
- Creo que me tengo que ir – se sentó
suavemente en la cama
No
quería que se fuera, yo quería compartir la comida con ella, quería que
estuviera en la habitación como ahora.
- Vamos a comer y luego te llevo – volví
a insistir
- Es tarde – debatió Renata
- Entonces quédate – dije seguro
- Thiago debo irme
Paso
sobre mí para salir de la cama sin ningún cuidado provocando el roce de mi
cuerpo. Despertando algunas partes de mi cuerpo. Pero principalmente
despertando a nuestro hijo.
- Shh -
lo recostó Renata nuevamente y ella se recostó también, - Sigue
durmiendo, mi amor. Sigue durmiendo
Los
deje solos, mientras me iba a preparar la mesa para que comiéramos, iba a hacer
una cena especial esta noche, romántica y hasta soñadora. Puse las velas, copas
y todo lo necesario, estaba contento conmigo mismo por haber dejado todo tan
lindo. Solo ella sacaba este lado de mí.
Paso
medía hora y ella no salía ¿Tanto se tardaba en volverse a dormir Adam? Cuando
volví a entrar a la habitación estaban nuevamente los dos profundamente
dormidos.
Negué
con la cabeza y me provoco unas ganas terribles de reír, eran iguales para
dormir.
Me
acerque a la cama, acomode a Adam más al centro de la cama para evitar alguna
caída imdeciada. Con mucho cuidado le desabroche el jean y le baje el cierre.
Esperaba alguna reacción de su parte pero nada. Renata parecía como estar
dentro de un coma. Tal maniobra no fue buena para mi salud, quedo solo en
bragas y unas muy lindas.
Tome
su cuerpo y la puse dentro de las sabanas, cubrí su cuerpo y me di media vuelta
hacia mi lado.
Sentía
el calor que emanaban ambos cuerpos, nos separaba un niño de un año de edad.
Nuestro niño. Aquel que habíamos hecho en esta misma cama.
Podía
sentirme un hombre pleno, un hombre feliz. Tenía a mi mujer, a mi hijo en medio
nuestro. Era tan fácil como estirar el brazo y tocarla, acariciarle sus
cabellos rubios que tanto me gustaba.