lunes, 14 de julio de 2014

#18 & #19 Caminos Inesperados

Capítulo 18


A las seis y treinta sonó la alarma del reloj avisándonos que teníamos un día largo y lleno de más complicaciones. Pero antes de poder procesar algo más, alguien se hizo notar y tuve que correr al baño.
El rápido salir de la casa hizo que Thiago saliera tras de mi inmediatamente, tan preocupado como la mañana anterior. Al decirle nuevamente que era normal, que todo se pasaría en un par de meses y no muy convencido me ayudo a darme un baño.
Mientras nos besábamos y mimábamos nuestros cuerpos el me profesaba el amor que me tenía así como yo lo hacía con él.

Al rato después ya estábamos sentados en el comedor desayunando en silencio con toda la familia.

      - ¿Volverán a salir? – pregunto Ian parándose a mi lado
      - Cariño te hacia durmiendo – le dijo dulcemente su mamá
      - ¿Cómo despertó mi sobrino? – y poso su mano sobre mi vientre
      - Muy bien – le sonreí y bese su cabeza. - ¿Vas a desayunar?
      - Si – dijo y se alejó a su puesto - ¿Esta vez podre ir?
      - No cariño – dijo Victoria – Nos quedamos aquí
      - Renata ¿por qué no te quedas tú también? – Pregunto mi padre – No tienes buena cara cariño
      - No puede faltar – gruño Thiago – Hoy a despertado con vómitos nuevamente
      - Ayer le comentaba a Renata que de ti e Ian fue igual – acoto mi madre
      - ¿Y de Dani? –
      - No – dijo Tío Benja – Mi princesa se portó muy bien estando dentro de su madre
      - Tú princesa – se burló Ian – Mamá quiero llamar a Dani para saber cómo está mi otro sobrino
      - Si, más tarde puedes hacerlo – colocándole un tazón con leche delante el niño hizo una mueca – Toda, toda o no hay llamada
      - Este bien – reclamo

Nos provocó una risotada en ese momento. Ian siempre tenía alguna salida graciosa, y nos hacía olvidar muchas cosas.

      - Ya que nadie me quiere en esta casa – todos nos volteamos a la voz de Cota que llegaba al comedor con la niña en sus brazos – Mi hija y yo nos vamos
      - ¿Dónde vas niña? – Se puso de pie rápidamente Magda – Dame a la niña
      - Que no se te olvide que Carol es mi hija. – Dijo mientras se alejaba de su lado – Ella va donde yo este. Mamá tú al igual que mi padre ya hicieron su elección – dedico su mirada de odio hacia mí – Como siempre lo hiciste, me separas de mis padres. Renata yo no te creo tus mierdas, Eras una puta y como tal he de tratarte.
      - ¡No comiences!  - grito Thiago, mientras yo le agarraba la mano para que se mantuviera al margen y en silencio
      - ¿Podemos hablar un momento? – le pregunte aun sabiendo que ella me odiaba.
      - ¿Para qué? – Le paso la niña a su madre – Nada de lo que digas me hará cambiar de opinión contigo.
      - No quiero que cambies de opinión. Lo que quiero es que no les hagas daño a nuestros padres
      - Nuestro padre – recalco – Mi madre. – Siseo – Tu madre está muerta
      - Cota – le advirtió Thiago
      - Sé que Magda no es mi madre, no necesito que me lo recalces
      - Constanza – llamo Victoria – Sal a dar un paseo, distráete. Yo me quedo con la niña
      - Oh no. – Se burló – Yo me llevo a mi hija, he dicho que nos vamos
      - ¿Y a donde te iras? – pregunto mi papá haciéndose presente
      - ¿Ahora les importa? Nos vamos y punto. Mamá dame a la niña
      - Hija – le pidió Magda
      - ¡Hija nada! Dame a mi hija – Dijo enfurecida. – Yo no pinto en esta familia feliz. Me ocultan cosas, hablan a mis espaldas y por sobre todo me ¡Critican! ¿Cómo pueden ser así conmigo y a Renata no reclamarle nada? ¿No les pesa la conciencia cuando ven lo injustos que son conmigo?
      - Constanza – Esta vez fue mi padre quien alzo la voz.

Cota como siempre lo descolocaba y no se daba cuenta de las cosas que habían hecho por ella en el pasado. Solo sabía hacer daño. No éramos en nada parecidas y fuimos criadas de la misma manera. Su vida, siempre fue mucho más fácil que la mía.

      - No me vengas con que ahora tú quieres hablar conmigo también. Me aburren, me enferman y nada de lo que digan me hará cambiar de opinión.
      - Si tanto quieres irte – dijo Magda – Pues ándate. No te vamos a detener. Pero a Carol me la dejas aquí. Soy yo la que se hace cargo de esa criatura, y no te la llevaras.
      - ¡Es mi hija! –
      - Ya escuchaste a tu madre. – Magda camino hacia su lado y le quito a Carol de los brazos. – Haz lo que quieras con tu vida. Pero a ella no la arrastras.
      - ¡Los odio! A todos, en especial a ti. ¿Qué más quieres quitarme maldita puta? – siseo llegando al frente mío. Thiago jalo mi mano hacia atrás. – Escucha bien Thiago, lo mismo que le hizo a Ernesto te lo puede hacer a ti. No sé qué le viste a esta estúpida.
      - Sal de mi casa – le dijo entre dientes. Thiago se estaba tratando de controlar, por mí. Por mis padres. – Te lo dije en varias oportunidades, no voy a dejar que hables mal de tu hermana. Es mi mujer y merece respeto.
      - ¡Ja! No me extraña que salgan más cosas a la luz del pasado de mi “hermanita” – se dio media vuelta. – Que sepas Pa-pá que no podrás tener mucho tiempo a esa bebé, es mía. Y te la voy a quitar.

Nadie en el comedor podía creer lo que acaba de pasar, todos se miraban y nadie decía nada. ¿Qué podías hacer? Cota estaba furiosa, había lanzado veneno sin mediar hacia mí. ¿Qué daño le había hecho a esa niña? En qué momento dejo de ser la dulce muchacha que me buscaba por la casa para jugar a las muñecas, en que momento dejo de ser mi hermana.

      - No te preocupes cariño. – Dijo al fin Victoria haciéndose presente como siempre – Si Carol está con nosotros que Cota haga lo que quiera.
      - Benjamín, Renata, Thiago y Victoria. – dijo Magda poniéndose de pie. – Renata hija. Perdonen la actitud de Constanza. Estoy muy avergonzada.
      - Magda, no te preocupes. – dijo Tía Nata.

Un ligero mareo me hizo cerrar los ojos y sujetar aún más fuerte la mano de Thiago. Al momento de abrirlos nuevamente ya me encontraba en la cama.
Desorientada y confundida fui a hablar cuando Thiago dulcemente acaricio mi cabello y susurro en mi oído.

      - Vuelve a dormir – rozo su nariz contra mi mejilla. – Lo necesitan, nuestro bebé lo pide a gritos.
      - ¿Qué paso? – pregunte aun confundida. - ¿Cómo llegue a la habitación?
      - Te desmayaste amor. – subió y bajo sus manos por sobre mis brazos, en modo de cariño - ¿Te sientes mejor? O quieres que llame a un médico.
      - Estoy mareada. Thiago – me miro directo a los ojos - ¿Qué paso con Cota?
      - ¿Sabías que te amo? – ronroneo contra mi cuello mientras asentía con la cabeza tanto como esta me lo permitía – Eso es lo único que debe importarte. Ahora duerme mi vida, aquí estoy para velar tus sueños. Los tuyos y los de esta cosita que está aquí.
      - ¿El juicio? ¿Qué paso con eso? – dijo haciendo el esfuerzo de levantar la cabeza.
      - Tranquila, es en una hora. Pero tú no iras. Amor no estás en condiciones. Y no quiero exponerte más.

El saber que el juicio continuaba aun sin poder asistir yo me provoco más nauseas. Sentía que en mi cabeza tenia piedras, pero las piedras más pesadas del mundo, ocupe todas las energías que me quedaban para lograr sentarme. Y no pude contener más la explosión de mi boca.

      - ¡Mierda! – dijo Thiago acudiendo rápidamente a buscar algo con que cubrir el piso de la habitación. - ¡Mamááááá! – grito abriendo la puerta.

No tardo ni cinco segundos en ir y volver a mi lado, este hombre estaba verdaderamente más preocupado que yo.

      - ¿Qué pasa Thiago? – pregunto Tía Nata abriendo la puerta y viendo el desastre que había dentro.
      - Llama de inmediato una ambulancia, un médico que se yo – dijo desesperado.
      - ¡Renata por dios! – Exclamo ella llegando a mi lado. – Ve a la cocina y trae agua cocida. Pero antes pásame algo para que Renata se cambie – le ordeno.

Pero Thiago no tenía intenciones de moverse de mi lado, no me soltaba la mano y me susurraba que todo estaría bien. Que me amaba.

      - ¡Thiago! – Le grito su madre – Reacciona
      - ¿Qué tienes mi amor? – me preguntaba ignorando a su madre. - ¿Quieres seguir vomitando? – Asentí con la cabeza - ¿Quieres que te lleve al baño? – volví a asentir.

Sin importar que lo pudiera manchar o que no alcanzara a llegar al baño, paso un brazo por debajo de mis piernas y automáticamente cuando me levanto yo enrolle los míos en su cuello al mismo tiempo que escondía mi cabeza entre su cuello y su hombro.

Una vez que llegamos al baño, con el pie arrojo el suelo la canasta donde dejábamos la ropa sucia, la hizo un montón y me bajo suavemente sobre ella. Lo más cerca del baño posible.

      - Magda ya llamo a un médico hijo – dijo Tía Nata entrando en el baño - ¿Te sientes mejor?
      - No – y en el momento que abrí mi boca, lagrimas comenzaron a brotar si descanso.
      - ¿Por qué lloras mi vida? – negué con la cabeza incapaz de decir los verdaderos motivos.

Tenía pánico, el miedo podía más. No quería que siguieran saliendo cosas de mi pasado a la luz, mucho menos que Thiago las escuchara, ya había sido bastante humillación el día anterior. Ya no quería nada más. ¿Por qué no se acaba ya esta pesadilla?

Dos horas más tarde ya tenía a todos en la casa revolucionados. No había rastro de que algo hubiera pasado en la habitación. Se habían encargado de limpiar absolutamente todo.
Thiago en ningún momento se apartó de mi lado, cuando el medico llego y les pidió salir a todos, él se negó a pesar de la orden del médico se quedó.

      - Estrés – dijo el médico después de tomarme los signos vitales, y constatar que mi pequeño gusanillo seguía en el mismo lugar sin daños aparentes. - ¿Has estado expuesta a mucha presión?
      - Estamos en medio de un juicio – aclaro Thiago. – Debe ser ese el motivo
      - Comprendo, pero la Señora no puede exponerse a nada que la altere. Su embarazo es mucho más importante en este momento.
      - Lo sé. – concreto Thiago. – Pero es importante que ella asista.
      - Dejare mi parte médico y os aseguro que ningún juez la pondrá en aprietos. Vuestro bebé debe ser prioridad. – volví a su bolso lleno de implementos y saco un bolígrafo – Os ruego que mañana a primera hora cuando ya se sienta mejor acudan a mi consulta para practicarle unos análisis más específicos. Pronostico unos meses de cama y tranquilidad. Tenéis que mantener a ese pequeño dentro de vosotros.
      - ¿Ya escuchaste amor? – asentí
      - Bien. Tomad esto y nos vemos mañana. Cualquier cosa me llamáis, y si encontráis que algo anormal. No dudéis en acudir a emergencias. Yo llegare lo antes posible
      - Muchas gracias doctor – dije mientras Thiago lo acompañaba a la puerta.

Los segundos que alcance a estar sola en la habitación me di cuenta de lo que esta situación estaba provocando, estaba siendo injusta conmigo, con Thiago y por sobre todo con mi bebé. Necesitaba salir luego de todo esto. Accedería a todo lo que Ernesto quisiera con tal de poder estar en paz. De poder mantener a mi bebé.

      - Señorita. – recrimino Thiago cuando se recostó a mi lado – Nada de lágrimas, amor el bebé siente todo. Lo debe estar pasando fatal ahí dentro.
      - Quiero estar sola – susurre mirando hacia el techo.
      - Te dejare descansar – me beso castamente los labios y lo último que escuche fue él cerrando la puerta.

Cuando estuve segura que podría respirar, de la mesita de noche tome mi móvil. Tenía que hacer algo.
Al segundo timbre me contesto y de solo escuchar su voz las náuseas volvieron

      - No me lo puedo creer – dijo claramente sonriendo. Lo conocía, y sabía que esperaba mi llamada.
      - Créelo porque es verdad – trate de ser fría – Necesito hablar contigo
      - Te escucho –
      - ¿Qué es lo que quieren para dejarme tranquila?
      - Por ahora… - se detuvo un momento para pensar - ¿Qué te parece levantar la demanda?
      - ¿Si lo hago me dejan en paz?
      - Puede – río
      - ¡Si o no! Maldita sea. Dime si o no y lo hago de inmediato
      - Este bien. Está bien. – volvió a reír. – Levanta la demanda, que Ernesto salga libre y no volveréis a saber de nosotros.
      - Es un trato. – Dije firme – Si lo rompéis, volveremos a lo mismo, yo no tengo nada que perder.
      - ¿Ni tu bebé? –
      - ¿Cómo sabes eso?
      - Cariño, me admira. Nos conocemos desde hace mucho, lo pase muy bien contigo y tu cuerpo. Aún recuerdo como me... –
      - Cállate – gruño. – El imbécil de Ernesto saldrá esta misma tarde y no quiero volver a saber de ustedes.
      - Enhorabuena por el bebé. Que sea un putita igual a la madre y cuando esté lista…

Le corte la llamada, el desgraciado de su abogado podía llegar a ser más asqueroso que el propio Ernesto. Muchas veces pensé que él era el genio detrás de todo. Y lo sigo pensando.
Ahora debía averiguar cómo salir de la casa sin ser vista, como lograr sin que Thiago se enterara lo que iba a ser. Necesitaba confiar en su palabra. Era eso o bien tomar una decisión que cambiara nuestras vidas para siempre.




Capítulo 19


Me sentía una adolescente en este instante y no sabía por cuando me iba a durar, ni siquiera creía alcanzar a llegar a las escaleras la casa estaba llena de gente imposible que nadie me viera.

      - ¿Dónde vas Renata? – la voz de pequeño Ian me hizo saltar del susto
      - Al jardín. Quiero tomar aire – mentí
      - ¿Puedes salir? – me pregunto alzando una ceja.

Estaba claro que tratar de engañar a un niño de seis años era fácil, pero tratar de engañar a Ian no lo era.

      - No – susurre – Pero es que estoy aburrida en la habitación
      - Dile a Thiago – alzo la voz. – Lo iré a buscar
      - Ian por favor – trate de agacharme a su altura pero me era imposible. – Sabes que Thiago me jalara hasta la habitación nuevamente. ¿Puedes guardarme el secreto por un momento mientras voy a tomar aire?
      - No – me corto y camino hacia las escaleras – Si Thiago se entera yo no te he visto. No quiero que me regañe a mí también.

En ese momento comenzó a descender rápido pero al llegar a la mitad se detuvo y me miro.

      - Pero si vienes por este lugar no llegaras ni al primer peldaño. Usa la escalera de la terraza frente a la piscina.  – Dicho eso termino de bajar.

Mi pequeño me había dado la información necesaria para poder salir a tomar aire, de ahí necesitaba ver como salía de la casa. Y sobre todo como llegaba a los tribunales.
Cada escalón lo sentía eterno, me paraba a cada segundo, el mareo había vuelto, por lo que bajar la escalera era aún más complicado.

      - Hijo por favor – susurre tocando mi vientre – Solo mantente en tu lugar.

Tuve que esconderme por unos minutos dentro de los camarines mientras Thiago hablaba con alguien por el móvil, no podía escuchar lo que decía, pero si podía distinguir lo nervioso que estaba por cómo se tocaba el pelo. Mi amor estaba ofuscado con quien quiera que sea su interlocutor.
Tardo más de lo que yo esperaba en volver a entrar al hogar, en ese momento otra punzada en el vientre me hizo estremecer, mi bebé estaba reclamando mi falta de conciencia, de sensatez.

Lentamente salí de donde estaba y me fui a hacia la puerta que me separaba de mi libertad. Pero todo lo que hacía era en vano con cada paso lo sentía más lejano.

      - ¡Renata! – escuche gritar tras de mí.

¡Mierda! Volteé en ese instante y Thiago corría hacia mí. Escondí mi cara con mis manos mientras lágrimas de frustración derramaba.

      - ¿Dónde mierda crees que vas? – grito cuando me alcanzo. - ¿Te has vuelto loca? ¿Cómo puedes exponer al bebé a esto? ¿A ti?

Thiago estaba completamente fuera de sí. Me gritaba cada vez más fuerte mientras me sujetaba por los codos.

      - ¡Mírame! – exigió.

Cuando nuestras miradas se cruzaron pude notar el temor que estaba sintiendo, la angustia de esta situación.

      - ¿Te ibas a ir sin decírmelo? – Negué con la cabeza - ¿Estas dejándome otra vez? – Volví a negar - ¿Dónde ibas?

No podía enlazar palabras, todo era confuso sentía que mis piernas dejaban de responder. Cubrió con sus brazos mi cuerpo y apoye la cabeza en su pecho.

      - Te llevare dentro – dijo más tranquilo.

Cuando me dejo sobre la cama en silencio me dejo sola en la habitación. ¿Qué iba a hacer ahora? Necesitaba sacar a Ernesto de la cárcel lo antes posible y acabar con esta pesadilla. Volver a sonreír y sentirme libre.

Cogí mi móvil y remarque el último número. El número de Max

      - Renatita – dijo con una melodiosa y odiosa voz.
      - Estoy internada en una clínica – mentí – No puedo ir a tribunales y hacer lo que necesitas
      - Ese no es mi problema, ya sabes las reglas. –
      - Pero Max, no estas escuchando. ¡Estoy en cama!
      - Emm… - río – Eso me trae muy buenos recuerdos.
      - Eres un idiota – grite enojada
      - Y tu una rica puta. Si no has hecho lo que te he pedido no hay trato ¿Lo sabes verdad?
      - ¡No puedo hacer nada! – comencé a llorar
      - Solo porque estoy generoso – se tomó un minuto – Tienes hasta medio día de mañana
      - ¿Medio día?
      - ¿Medio día para qué? – La voz de Thiago me hizo arrojar el móvil al suelo.

Sus ojos furiosos no dejaban los míos. Acorto la distancia para tomar el móvil y al ponerlo en su oído cerró los ojos y con furia lo lanzo contra la muralla
Me tomo por los hombros y me volvió a recostar.

      - No quiero sacar conclusiones apresuradas – dijo de pronto tomando mi mano – No quiero pensar mal de la situación y quiero que seas tú quien me aclare las cosas. Porque lo más importante para mí es el amor que siento por ti, la felicidad de saber que tendremos un hijo fruto de nuestro amor. Hoy… - se calló y bajo la mirada hasta nuestros dedos entrelazados – Está siendo todo esto una mierda y tú no estás ayudando. ¿Qué es lo que pensabas hacer?

Con sus dulces palabras, y con cada segundo recalcarme lo mucho que me amaba ya no podía seguir ocultándole cosas.

      - Necesitaba ir a los tribunales – Fue lo que salió de mi boca cuando tuve el valor. Se lo merecía
      - ¿Para qué? – Thiago estaba tratando de mostrarse tranquilo
      - Para que todo esto acabara de una vez por todas –
      - Esto acabara cuando el idiota que hozo tocarte pague lo que hizo. No lo voy a dejar libre y riéndose de todo. No amor. Preso o muerto
      - ¡Tú no entiendes nada! No quiero que se digan más cosas que no son –
      - ¿Qué más puede salir?
      - Nada – agache la cabeza.
      - Renata ¿Qué más se puede decir?
      - Thiago, la verdad es ya sabes todo lo que pase, pero tengo miedo, miedo a que trate de vengarse de mí y me dé donde más me duele. Tu o mi bebé – lleve ambas manos al vientre y baje mi mirada – Ernesto es un hombre malo mi amor, buscara la manera de cobrarse todo esto. Lo sé su abogado me lo dijo. Yo… Yo también me acosté con Max.
      - Amor, nada nos va a pasar. A penas el juicio termine nos iremos a casa. –
      - ¡Porque no me entiendes!
      - Comprendo que tengas miedo, yo también lo tengo. Él sabe de la existencia de nuestro hijo –
      - Lo sé, y eso me aterra. Sabes que puede hacerlo público y eso alargaría la situación
      - Claro que lo sé. Pero ya estoy ocupándome de eso. Nada te pasara
      - Siento que hablar contigo es hablar con una muralla invencible.
      - Por nuestro amor seré lo que quieras. Ahora dime si hay algo más que deba saber
      - Me obligaba a tener relaciones con todo el mundo, pero eso ya lo sabes, me golpeaba y me hizo abortar. No necesitas más detalles ¿Qué tal si tiene pruebas?
      - Renata, por el amor de Dios, no importa las pruebas que tenga amor. No importa nada, no ganara nada. No puede obligarte a volver con él. Tú divorcio ya es un echo
      - ¿Eso es verdad? – pregunte asombrada
      - Claro mi vida. Falta que firmes los documentos y todo estará terminado ¿Era Max con quien hablabas? – Asentí - ¿Qué quería?
      - Que levantara la demanda
      - ¿Qué te prometió?
      - Dejarme en paz
      - ¿Es lo que quieres hacer?
      - Si – susurre – Quiero que nos larguemos todos de aquí. Quiero ser feliz
      - ¿No eres feliz a mi lado? – pregunto encarándome
      - Claro que lo soy, te lo dije. He sido muy feliz a tu lado este tiempo. Ahora mismo lo soy, no tengo secretos contigo. Ahora no. No tengo dudas de tu amor, no tengo dudas que a tu lado es donde quiero estar siempre
      - Oh mi amor –

Suavemente nuestros labios se conectaron, fueron donde solo estando juntos podíamos llegar. A la gloria. A nuestro propio paraíso.
No merecía el amor de Thiago, no después de todo lo que se decía de mí. No después de saber las cosas horribles que hecho.

Los días fueron pasando y todas las mañanas Thiago se iba a los tribunales, cuando llegaba a casa no me comentaba nada de cómo iban las cosas. Me había prometido que buscaría la manera de dejar el juicio hasta hay. Que no tendría que volver a pisar tribunales.
Max no se había puesto en contacto conmigo nuevamente, bueno tampoco tenía móvil para que lo hiciera. Thiago me había dado uno nuevo, que solo tenía mi familia.

El día lunes teníamos que acudir a la nueva cita con el doctor para saber cómo iba nuestro pequeño gusanillo, moría de ganas de volver a verlo. Algunas mañanas cuando no despertaba con vómitos podía notar un pequeño bulto en mi vientre que se asomaba. Ese era mi hijo o mi hija. Ian seguía hablándole todos los días, ya no nos quedaban películas de dibujos animados que ver. Hablábamos con Dani por Skype todos los días y veníamos como su niña crecía, ya le habían confirmado que tendría una mujer, y ya nos habíamos enterado que vivía con Marcos. Estaban completamente felices.
En la casa todos aparentaban estar bien, mi padre y Magda estaban muy atentos, me mimaban mucho y no hacían preguntas, todo lo del juicio quedo en el pasado.
Mis suegros andaban vueltos locos por las tiendas comprando cosas para bebes, tanto para Dani como para mí.
En momentos me sentía feliz.

Hoy era Domingo, Thiago había insistido en ir a dar un paseo todos juntos pero desistimos y a cambio hicimos una barbacoa en el jardín. Aprovecharíamos el buen día para darnos un baño en la piscina

      - No pienso sacarme la playera – le gruñí a Thiago quien desde la cama me observaba
      - Renata te he dicho miles de veces que estas preciosa
      - Mis caderas crecieron – le dije miraba en el espejo los cambios que producía el embarazo en mi cuerpo – Mis senos también
      - Simplemente me encantas
      - ¿Cómo se te ocurrió comprarme un bikini tan pequeño?
      - Amor basta – se puso de pie y camino a mi lado – Tienes un cuerpo estupendo, apetecible y completamente mío
      - ¡Lo dices solo porque tengo los senos grandes!
      - Veamos – Poso su mano sobre uno de mis pechos – Fantástico
      - Thiago – lo reprendí – Aparta tus manos de mi cuerpo
      - Tienes un imán – dijo con coquetería – Eres adictiva
      - Nos esperan abajo
      - Lo sé. Solo por eso me estoy controlando.

Apretó la parte delantera de su cuerpo contra mi espalda y pude sentir toda su virilidad de hombre como creía ante el contacto.
Tenerlo cerca provocaba olas de calor en mi cuerpo, era también una adicción para mí.
Unos golpes en la puerta nos hicieron separarnos y a él huir al baño. Lo que me provoco un ataque de risa

      - Renata – Ian abrió suavemente la puerta.

El pequeño siempre nos sorprendía en algún momento de intimidad, teníamos que comenzar a pensar en ponerle seguro a la puerta.

      - Adelante – le dije con una sonrisa tomando el pañuelo para cubrir un poco mi cuerpo
      - ¿Estas lista? – me pregunto con una sonrisa enorme. – Vamos que tengo una pelota que me trajo mi papá para jugar con ella en el agua
      - Un minuto – le dije y abrí la puerta del baño. La cerré tan rápido como entre para ver a mi hermoso hombre sentado en el baño con cara de pocos amigos – Me iré con Ian
      - ¿Y qué hago con esto? – pregunto apuntando su pene
      - Apáñatelas solo – me burle y me acerque hasta él y se lo roce por encima del pantalón, estaba igual como me gustaba – Aun que podría hacer algo
      - Desaste de mi hermano – gruño. Asentí y volví a salir del baño
      - Ian, amor ve mientras. Yo voy de inmediato

De malas ganas asintió y salió de la habitación, camine de vuelta al baño, al momento de cerrar la puerta y ponerle seguro Thiago supo que teníamos unos minutos antes que Ian volviera a la carga

      - Prométeme que nuestro hijo no será igual que él –
      - Sera peor – dije y me encamine a su lado. Cuando hizo el amago de ponerse de pie lo detuve. – Dije me qué haría cargo…

Asiento y me regalo una hermosa sonrisa

***

Me desperté sobre las nueve de la mañana, sin Thiago a mi lado. Ya se estaba haciendo costumbre, abrí la puerta de la habitación y la casa estaba en completo silencio. Algo extraño para un lunes en la mañana.
Sin más me fui hacia el baño a darme una ducha, hoy era lunes y vería nuevamente a mi gusanillo.

      - Hola – le conteste alegremente a Thiago cuando llamo al número de la casa
      - Hola mi amor –
      - ¿Cómo estas hoy?
      - Bien, contenta, nerviosa y extrañándote
      - Estamos igual. ¿Paso por ti en dos horas para que nos vayamos a ver a mi bebé?
      - Si – sonríe – Te estaré esperando
      - ¿Mamá esta por ahí? Necesito hablar con ella
      - No amor, no hay nadie en la casa
      - ¿Cómo que no hay nadie?
      - Tranquilo amor. Estoy bien
      - No me gusta que estén solos en la casa
      - Lo sé, pero deben estar por volver. Thiago te dejo que me muero de hambre
      - Me llamas cualquier cosa, llamare a mi madre o a mi Abu para que vayan a estar contigo. ¡Dios! Como te dejan sola si no estás del todo bien
      - Ya tranquilo, que nada nos va a pasar.
      - Prométeme que me llamaras dentro de media hora
      - Que no es para tanto
      - Renata promételo
      - Esta bien – resople – Te llamo en media hora. Te amo.
      - Y yo a ustedes mi vida. Y yo a ustedes

Thiago era un exagerado, nada nos iba a pasar por estar un rato solo en casa. Victoria debería estar por llegar, y tanto mis padres como los de él necesitaban salir y aprovechar el tiempo. Tío Benja tenía asuntos que atender. Aprovecharía este tiempo a solas para hablar con Dani.
Mire la hora y saque el cálculo mental de la diferencia con Chile. 11 de la mañana España. 4 de la tarde Chile.
Me fui hasta el despacho y encendí la computadora de Thiago que estaba allí, no creo que le moleste que la tome, solo voy a abrir el Skype.
Mientras esperaba que encendiera la llame por teléfono al móvil

      - Cuñada – me dijo alegremente
      - ¿Cómo estas gordita?
      - Gordita tú – gruño – Mi princesa se porta de maravilla. Pero si sigo comiendo en estas cantidades y mi querida suegra no deja de hacer dulces me volveré una bola antes de cumplir los 8 meses
      - Exagerada – reí - ¿Cómo está todo por allá?
      - Todo bien cuñada, ¿Mi sobrina? ¿Mi hermano? ¿Mi familia?
      - ¡Ay! Dani –

Antes de que pudiera añadir algo a nuestra pequeña conversación me llamo la atención una carpeta dentro del escritorio.

      - Dani conéctate al Skype, necesitamos hablar –
      - Dame 10 minutos. Un beso.

Corte la llamada e indague un poco más en la carpeta. No podía creer lo que mis ojos veían, Thiago tenía en su poder muchas fotografías mías con otros hombres, también audios y los correos electrónicos que me había enviado Ernesto.
Unos golpes en la puerta me hicieron saltar del asiento

      - Señora – me dijo la asesora domestica
      - ¿Si?
      - La busca una señorita en la puerta –
      - Voy de inmediato
      - ¿La hago pasar a la sala?
      - Si por favor. – le dije mientras cerraba de un manotazo la computadora, luego volvería a ver todo lo que poseía Thiago de mi pasado.

Mientras iba a hacia donde me esperaban pensé en llamarlo e informarle pero no valía la pena.
Al llegar a la sala me encontré con alguien que jamás pensé ver en mi vida.

      - Señora – me saludo sarcástica - ¿Cómo se encuentra?
      - Camila – gruñí - ¿Qué haces aquí?
      - Traigo algo para usted y su… ¿Qué es? ¿Abogado? ¿Novio?
      - Nada de lo que puedas traer me interesa –
      - Claro que sí. Es un mensaje especial de parte de Ernesto
      - ¿Ernesto?
      - Si, el además de mandarle cariños y un presente para vuestro hijo – me extendió una bolsa – Le manda esto

Dejo sobre la mesa un sobre amarillo. Rápidamente lo cogí y vacié el contenido sobre la mesa.
Eran fotografías de él paseándose por la ciudad con Cota. ¿Estaba libre? ¿Qué hacía con Cota?

      - Veo que te sorprende – dijo con una sonrisa en la cara – Ya sabía yo que te habían ocultado esto. La perra de tu hermana se está metiendo donde nadie la llama. Sácala de inmediato de mi casa.
      - Yo…
      - Mira que te quede claro que a ti te aguantaba porque sabía que no podía hacer nada más, y tú no intervenías en mis encuentros sexuales con él. Pero la perra de tu hermana es lo contrario. Mira que creerse la señora de la casa y no es más que una arrimada. ¡Sácala de mi casa!
      - ¿Qué hace Cota con Ernesto?
      - Coger como conejos

No podía creer lo que mis oídos escuchaban, lo que mis ojos veían en esas imágenes. Ahora comprendía muchas cosas, si Cota actuaba de esa manera era porque estaba siendo incentivada por él. No paraba de hacerme daño, y había encontrado una carnada fácil, con todo el dinero y poder con eso la había convencido. ¿Cómo puede ser tan tonta mi hermana? ¿Cómo después de todo lo que había escuchado hacia eso?


      - Mira zorra de cuarta, Quiero que saques a esa perra de la casa lo antes posible. No es una advertencia, es una orden. Yo no te voy a amenazar, yo simplemente voy a cumplir. – dijo caminado hacia la salida. – Por cierto, muy guapa tu nueva abogada, no dudaría que se está liando con tu amante.







Estamos a 3 días de cumplir nuestro primer año... Para eso les tenemos sorpresas y cosas nuevas. 
Una de ellas es el comienzo de la nueva historia ALEXANDRA hoy a partir de las 15 hrs. Chile estará disponible el "PRÓLOGO" en 

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