Capítulo 18
A
las seis y treinta sonó la alarma del reloj avisándonos que teníamos un día
largo y lleno de más complicaciones. Pero antes de poder procesar algo más,
alguien se hizo notar y tuve que correr al baño.
El
rápido salir de la casa hizo que Thiago saliera tras de mi inmediatamente, tan
preocupado como la mañana anterior. Al decirle nuevamente que era normal, que
todo se pasaría en un par de meses y no muy convencido me ayudo a darme un
baño.
Mientras
nos besábamos y mimábamos nuestros cuerpos el me profesaba el amor que me tenía
así como yo lo hacía con él.
Al
rato después ya estábamos sentados en el comedor desayunando en silencio con
toda la familia.
- ¿Volverán a salir? – pregunto Ian
parándose a mi lado
- Cariño te hacia durmiendo – le dijo
dulcemente su mamá
- ¿Cómo despertó mi sobrino? – y poso su
mano sobre mi vientre
- Muy bien – le sonreí y bese su cabeza.
- ¿Vas a desayunar?
- Si – dijo y se alejó a su puesto -
¿Esta vez podre ir?
- No cariño – dijo Victoria – Nos
quedamos aquí
- Renata ¿por qué no te quedas tú
también? – Pregunto mi padre – No tienes buena cara cariño
- No puede faltar – gruño Thiago – Hoy a
despertado con vómitos nuevamente
- Ayer le comentaba a Renata que de ti e Ian fue igual – acoto mi madre
- ¿Y de Dani? –
- No – dijo Tío Benja – Mi princesa se
portó muy bien estando dentro de su madre
- Tú princesa – se burló Ian – Mamá
quiero llamar a Dani para saber cómo está mi otro sobrino
- Si, más tarde puedes hacerlo –
colocándole un tazón con leche delante el niño hizo una mueca – Toda, toda o no
hay llamada
- Este bien – reclamo
Nos
provocó una risotada en ese momento. Ian siempre tenía alguna salida graciosa,
y nos hacía olvidar muchas cosas.
- Ya que nadie me quiere en esta casa –
todos nos volteamos a la voz de Cota que llegaba al comedor con la niña en sus
brazos – Mi hija y yo nos vamos
- ¿Dónde vas niña? – Se puso de pie
rápidamente Magda – Dame a la niña
- Que no se te olvide que Carol es mi
hija. – Dijo mientras se alejaba de su lado – Ella va donde yo este. Mamá tú al
igual que mi padre ya hicieron su elección – dedico su mirada de odio hacia mí
– Como siempre lo hiciste, me separas de mis padres. Renata yo no te creo tus
mierdas, Eras una puta y como tal he de tratarte.
- ¡No comiences! - grito Thiago, mientras yo le agarraba la
mano para que se mantuviera al margen y en silencio
- ¿Podemos hablar un momento? – le
pregunte aun sabiendo que ella me odiaba.
- ¿Para qué? – Le paso la niña a su madre
– Nada de lo que digas me hará cambiar de opinión contigo.
- No quiero que cambies de opinión. Lo
que quiero es que no les hagas daño a nuestros padres
- Nuestro padre – recalco – Mi madre. –
Siseo – Tu madre está muerta
- Cota – le advirtió Thiago
- Sé que Magda no es mi madre, no
necesito que me lo recalces
- Constanza – llamo Victoria – Sal a dar
un paseo, distráete. Yo me quedo con la niña
- Oh no. – Se burló – Yo me llevo a mi
hija, he dicho que nos vamos
- ¿Y a donde te iras? – pregunto mi papá
haciéndose presente
- ¿Ahora les importa? Nos vamos y punto.
Mamá dame a la niña
- Hija – le pidió Magda
- ¡Hija nada! Dame a mi hija – Dijo
enfurecida. – Yo no pinto en esta familia feliz. Me ocultan cosas, hablan a mis
espaldas y por sobre todo me ¡Critican! ¿Cómo pueden ser así conmigo y a Renata
no reclamarle nada? ¿No les pesa la conciencia cuando ven lo injustos que son
conmigo?
- Constanza – Esta vez fue mi padre quien
alzo la voz.
Cota
como siempre lo descolocaba y no se daba cuenta de las cosas que habían hecho
por ella en el pasado. Solo sabía hacer daño. No éramos en nada parecidas y
fuimos criadas de la misma manera. Su vida, siempre fue mucho más fácil que la
mía.
- No me vengas con que ahora tú quieres
hablar conmigo también. Me aburren, me enferman y nada de lo que digan me hará
cambiar de opinión.
- Si tanto quieres irte – dijo Magda –
Pues ándate. No te vamos a detener. Pero a Carol me la dejas aquí. Soy yo la
que se hace cargo de esa criatura, y no te la llevaras.
- ¡Es mi hija! –
- Ya escuchaste a tu madre. – Magda camino
hacia su lado y le quito a Carol de los brazos. – Haz lo que quieras con tu
vida. Pero a ella no la arrastras.
- ¡Los odio! A todos, en especial a ti.
¿Qué más quieres quitarme maldita puta? – siseo llegando al frente mío. Thiago
jalo mi mano hacia atrás. – Escucha bien Thiago, lo mismo que le hizo a Ernesto
te lo puede hacer a ti. No sé qué le viste a esta estúpida.
- Sal de mi casa – le dijo entre dientes.
Thiago se estaba tratando de controlar, por mí. Por mis padres. – Te lo dije en
varias oportunidades, no voy a dejar que hables mal de tu hermana. Es mi mujer
y merece respeto.
- ¡Ja! No me extraña que salgan más cosas
a la luz del pasado de mi “hermanita” – se dio media vuelta. – Que sepas Pa-pá
que no podrás tener mucho tiempo a esa bebé, es mía. Y te la voy a quitar.
Nadie
en el comedor podía creer lo que acaba de pasar, todos se miraban y nadie decía
nada. ¿Qué podías hacer? Cota estaba furiosa, había lanzado veneno sin mediar
hacia mí. ¿Qué daño le había hecho a esa niña? En qué momento dejo de ser la
dulce muchacha que me buscaba por la casa para jugar a las muñecas, en que
momento dejo de ser mi hermana.
- No te preocupes cariño. – Dijo al fin
Victoria haciéndose presente como siempre – Si Carol está con nosotros que Cota
haga lo que quiera.
- Benjamín, Renata, Thiago y Victoria. –
dijo Magda poniéndose de pie. – Renata hija. Perdonen la actitud de Constanza.
Estoy muy avergonzada.
- Magda, no te preocupes. – dijo Tía
Nata.
Un
ligero mareo me hizo cerrar los ojos y sujetar aún más fuerte la mano de
Thiago. Al momento de abrirlos nuevamente ya me encontraba en la cama.
Desorientada
y confundida fui a hablar cuando Thiago dulcemente acaricio mi cabello y
susurro en mi oído.
-
Vuelve a dormir – rozo su nariz contra mi mejilla. – Lo necesitan, nuestro bebé
lo pide a gritos.
- ¿Qué paso? – pregunte aun confundida. -
¿Cómo llegue a la habitación?
- Te desmayaste amor. – subió y bajo sus
manos por sobre mis brazos, en modo de cariño - ¿Te sientes mejor? O quieres
que llame a un médico.
- Estoy mareada. Thiago – me miro directo
a los ojos - ¿Qué paso con Cota?
- ¿Sabías que te amo? – ronroneo contra
mi cuello mientras asentía con la cabeza tanto como esta me lo permitía – Eso
es lo único que debe importarte. Ahora duerme mi vida, aquí estoy para velar
tus sueños. Los tuyos y los de esta cosita que está aquí.
- ¿El juicio? ¿Qué paso con eso? – dijo
haciendo el esfuerzo de levantar la cabeza.
- Tranquila, es en una hora. Pero tú no
iras. Amor no estás en condiciones. Y no quiero exponerte más.
El
saber que el juicio continuaba aun sin poder asistir yo me provoco más nauseas.
Sentía que en mi cabeza tenia piedras, pero las piedras más pesadas del mundo,
ocupe todas las energías que me quedaban para lograr sentarme. Y no pude
contener más la explosión de mi boca.
- ¡Mierda! – dijo Thiago acudiendo
rápidamente a buscar algo con que cubrir el piso de la habitación. - ¡Mamááááá!
– grito abriendo la puerta.
No
tardo ni cinco segundos en ir y volver a mi lado, este hombre estaba
verdaderamente más preocupado que yo.
- ¿Qué pasa Thiago? – pregunto Tía Nata
abriendo la puerta y viendo el desastre que había dentro.
- Llama de inmediato una ambulancia, un médico
que se yo – dijo desesperado.
- ¡Renata por dios! – Exclamo ella
llegando a mi lado. – Ve a la cocina y trae agua cocida. Pero antes pásame algo
para que Renata se cambie – le ordeno.
Pero
Thiago no tenía intenciones de moverse de mi lado, no me soltaba la mano y me
susurraba que todo estaría bien. Que me amaba.
- ¡Thiago! – Le grito su madre –
Reacciona
- ¿Qué tienes mi amor? – me preguntaba
ignorando a su madre. - ¿Quieres seguir vomitando? – Asentí con la cabeza -
¿Quieres que te lleve al baño? – volví a asentir.
Sin
importar que lo pudiera manchar o que no alcanzara a llegar al baño, paso un
brazo por debajo de mis piernas y automáticamente cuando me levanto yo enrolle
los míos en su cuello al mismo tiempo que escondía mi cabeza entre su cuello y
su hombro.
Una
vez que llegamos al baño, con el pie arrojo el suelo la canasta donde dejábamos
la ropa sucia, la hizo un montón y me bajo suavemente sobre ella. Lo más cerca
del baño posible.
- Magda ya llamo a un médico hijo – dijo
Tía Nata entrando en el baño - ¿Te sientes mejor?
- No – y en el momento que abrí mi boca,
lagrimas comenzaron a brotar si descanso.
- ¿Por qué lloras mi vida? – negué con la
cabeza incapaz de decir los verdaderos motivos.
Tenía
pánico, el miedo podía más. No quería que siguieran saliendo cosas de mi pasado
a la luz, mucho menos que Thiago las escuchara, ya había sido bastante
humillación el día anterior. Ya no quería nada más. ¿Por qué no se acaba ya
esta pesadilla?
Dos
horas más tarde ya tenía a todos en la casa revolucionados. No había rastro de
que algo hubiera pasado en la habitación. Se habían encargado de limpiar
absolutamente todo.
Thiago
en ningún momento se apartó de mi lado, cuando el medico llego y les pidió
salir a todos, él se negó a pesar de la orden del médico se quedó.
- Estrés – dijo el médico después de
tomarme los signos vitales, y constatar que mi pequeño gusanillo seguía en el
mismo lugar sin daños aparentes. - ¿Has estado expuesta a mucha presión?
- Estamos en medio de un juicio – aclaro
Thiago. – Debe ser ese el motivo
- Comprendo, pero la Señora no puede
exponerse a nada que la altere. Su embarazo es mucho más importante en este
momento.
- Lo sé. – concreto Thiago. – Pero es
importante que ella asista.
- Dejare mi parte médico y os aseguro que
ningún juez la pondrá en aprietos. Vuestro bebé debe ser prioridad. – volví a
su bolso lleno de implementos y saco un bolígrafo – Os ruego que mañana a
primera hora cuando ya se sienta mejor acudan a mi consulta para practicarle
unos análisis más específicos. Pronostico unos meses de cama y tranquilidad. Tenéis
que mantener a ese pequeño dentro de vosotros.
- ¿Ya escuchaste amor? – asentí
- Bien. Tomad esto y nos vemos mañana.
Cualquier cosa me llamáis, y si encontráis que algo anormal. No dudéis en
acudir a emergencias. Yo llegare lo antes posible
- Muchas gracias doctor – dije mientras
Thiago lo acompañaba a la puerta.
Los
segundos que alcance a estar sola en la habitación me di cuenta de lo que esta
situación estaba provocando, estaba siendo injusta conmigo, con Thiago y por
sobre todo con mi bebé. Necesitaba salir luego de todo esto. Accedería a todo
lo que Ernesto quisiera con tal de poder estar en paz. De poder mantener a mi
bebé.
- Señorita. – recrimino Thiago cuando se
recostó a mi lado – Nada de lágrimas, amor el bebé siente todo. Lo debe estar
pasando fatal ahí dentro.
- Quiero estar sola – susurre mirando
hacia el techo.
- Te dejare descansar – me beso
castamente los labios y lo último que escuche fue él cerrando la puerta.
Cuando
estuve segura que podría respirar, de la mesita de noche tome mi móvil. Tenía
que hacer algo.
Al
segundo timbre me contesto y de solo escuchar su voz las náuseas volvieron
- No me lo puedo creer – dijo claramente
sonriendo. Lo conocía, y sabía que esperaba mi llamada.
- Créelo porque es verdad – trate de ser
fría – Necesito hablar contigo
- Te escucho –
- ¿Qué es lo que quieren para dejarme
tranquila?
- Por ahora… - se detuvo un momento para
pensar - ¿Qué te parece levantar la demanda?
- ¿Si lo hago me dejan en paz?
- Puede – río
- ¡Si o no! Maldita sea. Dime si o no y
lo hago de inmediato
- Este bien. Está bien. – volvió a reír.
– Levanta la demanda, que Ernesto salga libre y no volveréis a saber de
nosotros.
- Es un trato. – Dije firme – Si lo
rompéis, volveremos a lo mismo, yo no tengo nada que perder.
- ¿Ni tu bebé? –
- ¿Cómo sabes eso?
- Cariño, me admira. Nos conocemos desde
hace mucho, lo pase muy bien contigo y tu cuerpo. Aún recuerdo como me... –
- Cállate – gruño. – El imbécil de
Ernesto saldrá esta misma tarde y no quiero volver a saber de ustedes.
- Enhorabuena por el bebé. Que sea un
putita igual a la madre y cuando esté lista…
Le
corte la llamada, el desgraciado de su abogado podía llegar a ser más asqueroso
que el propio Ernesto. Muchas veces pensé que él era el genio detrás de todo. Y
lo sigo pensando.
Ahora
debía averiguar cómo salir de la casa sin ser vista, como lograr sin que Thiago
se enterara lo que iba a ser. Necesitaba confiar en su palabra. Era eso o bien
tomar una decisión que cambiara nuestras vidas para siempre.
Capítulo 19
Me
sentía una adolescente en este instante y no sabía por cuando me iba a durar,
ni siquiera creía alcanzar a llegar a las escaleras la casa estaba llena de
gente imposible que nadie me viera.
- ¿Dónde vas Renata? – la voz de pequeño
Ian me hizo saltar del susto
- Al jardín. Quiero tomar aire – mentí
- ¿Puedes salir? – me pregunto alzando
una ceja.
Estaba
claro que tratar de engañar a un niño de seis años era fácil, pero tratar de
engañar a Ian no lo era.
- No – susurre – Pero es que estoy
aburrida en la habitación
- Dile a Thiago – alzo la voz. – Lo iré a
buscar
- Ian por favor – trate de agacharme a su
altura pero me era imposible. – Sabes que Thiago me jalara hasta la habitación
nuevamente. ¿Puedes guardarme el secreto por un momento mientras voy a tomar
aire?
- No – me corto y camino hacia las
escaleras – Si Thiago se entera yo no te he visto. No quiero que me regañe a mí
también.
En
ese momento comenzó a descender rápido pero al llegar a la mitad se detuvo y me
miro.
- Pero si vienes por este lugar no
llegaras ni al primer peldaño. Usa la escalera de la terraza frente a la
piscina. – Dicho eso termino de bajar.
Mi
pequeño me había dado la información necesaria para poder salir a tomar aire, de
ahí necesitaba ver como salía de la casa. Y sobre todo como llegaba a los
tribunales.
Cada
escalón lo sentía eterno, me paraba a cada segundo, el mareo había vuelto, por
lo que bajar la escalera era aún más complicado.
- Hijo por favor – susurre tocando mi
vientre – Solo mantente en tu lugar.
Tuve
que esconderme por unos minutos dentro de los camarines mientras Thiago hablaba
con alguien por el móvil, no podía escuchar lo que decía, pero si podía
distinguir lo nervioso que estaba por cómo se tocaba el pelo. Mi amor estaba
ofuscado con quien quiera que sea su interlocutor.
Tardo
más de lo que yo esperaba en volver a entrar al hogar, en ese momento otra
punzada en el vientre me hizo estremecer, mi bebé estaba reclamando mi falta de
conciencia, de sensatez.
Lentamente
salí de donde estaba y me fui a hacia la puerta que me separaba de mi libertad.
Pero todo lo que hacía era en vano con cada paso lo sentía más lejano.
- ¡Renata! – escuche gritar tras de mí.
¡Mierda! Volteé en ese
instante y Thiago corría hacia mí. Escondí mi cara con mis manos mientras
lágrimas de frustración derramaba.
- ¿Dónde mierda crees que vas? – grito
cuando me alcanzo. - ¿Te has vuelto loca? ¿Cómo puedes exponer al bebé a esto?
¿A ti?
Thiago
estaba completamente fuera de sí. Me gritaba cada vez más fuerte mientras me
sujetaba por los codos.
- ¡Mírame! – exigió.
Cuando
nuestras miradas se cruzaron pude notar el temor que estaba sintiendo, la
angustia de esta situación.
- ¿Te ibas a ir sin decírmelo? – Negué
con la cabeza - ¿Estas dejándome otra vez? – Volví a negar - ¿Dónde ibas?
No
podía enlazar palabras, todo era confuso sentía que mis piernas dejaban de
responder. Cubrió con sus brazos mi cuerpo y apoye la cabeza en su pecho.
- Te llevare dentro – dijo más tranquilo.
Cuando
me dejo sobre la cama en silencio me dejo sola en la habitación. ¿Qué iba a
hacer ahora? Necesitaba sacar a Ernesto de la cárcel lo antes posible y acabar
con esta pesadilla. Volver a sonreír y sentirme libre.
Cogí
mi móvil y remarque el último número. El número de Max
- Renatita – dijo con una melodiosa y
odiosa voz.
- Estoy internada en una clínica – mentí
– No puedo ir a tribunales y hacer lo que necesitas
- Ese no es mi problema, ya sabes las
reglas. –
- Pero Max, no estas escuchando. ¡Estoy
en cama!
- Emm… - río – Eso me trae muy buenos
recuerdos.
- Eres un idiota – grite enojada
- Y tu una rica puta. Si no has hecho lo
que te he pedido no hay trato ¿Lo sabes verdad?
- ¡No puedo hacer nada! – comencé a
llorar
- Solo porque estoy generoso – se tomó un
minuto – Tienes hasta medio día de mañana
- ¿Medio día?
- ¿Medio día para qué? – La voz de Thiago
me hizo arrojar el móvil al suelo.
Sus
ojos furiosos no dejaban los míos. Acorto la distancia para tomar el móvil y al
ponerlo en su oído cerró los ojos y con furia lo lanzo contra la muralla
Me
tomo por los hombros y me volvió a recostar.
- No quiero sacar conclusiones
apresuradas – dijo de pronto tomando mi mano – No quiero pensar mal de la
situación y quiero que seas tú quien me aclare las cosas. Porque lo más
importante para mí es el amor que siento por ti, la felicidad de saber que
tendremos un hijo fruto de nuestro amor. Hoy… - se calló y bajo la mirada hasta
nuestros dedos entrelazados – Está siendo todo esto una mierda y tú no estás
ayudando. ¿Qué es lo que pensabas hacer?
Con
sus dulces palabras, y con cada segundo recalcarme lo mucho que me amaba ya no
podía seguir ocultándole cosas.
- Necesitaba ir a los tribunales – Fue lo
que salió de mi boca cuando tuve el valor. Se lo merecía
- ¿Para qué? – Thiago estaba tratando de
mostrarse tranquilo
- Para que todo esto acabara de una vez
por todas –
- Esto acabara cuando el idiota que hozo
tocarte pague lo que hizo. No lo voy a dejar libre y riéndose de todo. No amor.
Preso o muerto
- ¡Tú no entiendes nada! No quiero que se
digan más cosas que no son –
- ¿Qué más puede salir?
- Nada – agache la cabeza.
-
Renata ¿Qué más se puede decir?
- Thiago, la verdad es ya sabes todo lo
que pase, pero tengo miedo, miedo a que trate de vengarse de mí y me dé donde más
me duele. Tu o mi bebé – lleve ambas manos al vientre y baje mi mirada –
Ernesto es un hombre malo mi amor, buscara la manera de cobrarse todo esto. Lo sé
su abogado me lo dijo. Yo… Yo también me acosté con Max.
- Amor, nada nos va a pasar. A penas el
juicio termine nos iremos a casa. –
- ¡Porque no me entiendes!
- Comprendo que tengas miedo, yo también
lo tengo. Él sabe de la existencia de nuestro hijo –
- Lo sé, y eso me aterra. Sabes que puede
hacerlo público y eso alargaría la situación
- Claro que lo sé. Pero ya estoy
ocupándome de eso. Nada te pasara
- Siento que hablar contigo es hablar con
una muralla invencible.
- Por nuestro amor seré lo que quieras.
Ahora dime si hay algo más que deba saber
- Me obligaba a tener relaciones con todo
el mundo, pero eso ya lo sabes, me golpeaba y me hizo abortar. No necesitas más
detalles ¿Qué tal si tiene pruebas?
- Renata, por el amor de Dios, no importa
las pruebas que tenga amor. No importa nada, no ganara nada. No puede obligarte
a volver con él. Tú divorcio ya es un echo
- ¿Eso es verdad? – pregunte asombrada
- Claro mi vida. Falta que firmes los
documentos y todo estará terminado ¿Era Max con quien hablabas? – Asentí - ¿Qué
quería?
- Que levantara la demanda
- ¿Qué te prometió?
- Dejarme en paz
- ¿Es lo que quieres hacer?
- Si – susurre – Quiero que nos larguemos
todos de aquí. Quiero ser feliz
- ¿No eres feliz a mi lado? – pregunto
encarándome
- Claro que lo soy, te lo dije. He sido
muy feliz a tu lado este tiempo. Ahora mismo lo soy, no tengo secretos contigo.
Ahora no. No tengo dudas de tu amor, no tengo dudas que a tu lado es donde
quiero estar siempre
- Oh mi amor –
Suavemente
nuestros labios se conectaron, fueron donde solo estando juntos podíamos
llegar. A la gloria. A nuestro propio
paraíso.
No
merecía el amor de Thiago, no después de todo lo que se decía de mí. No después
de saber las cosas horribles que hecho.
Los
días fueron pasando y todas las mañanas Thiago se iba a los tribunales, cuando
llegaba a casa no me comentaba nada de cómo iban las cosas. Me había prometido
que buscaría la manera de dejar el juicio hasta hay. Que no tendría que volver
a pisar tribunales.
Max
no se había puesto en contacto conmigo nuevamente, bueno tampoco tenía móvil
para que lo hiciera. Thiago me había dado uno nuevo, que solo tenía mi familia.
El
día lunes teníamos que acudir a la nueva cita con el doctor para saber cómo iba
nuestro pequeño gusanillo, moría de ganas de volver a verlo. Algunas mañanas
cuando no despertaba con vómitos podía notar un pequeño bulto en mi vientre que
se asomaba. Ese era mi hijo o mi hija. Ian seguía hablándole todos los días, ya
no nos quedaban películas de dibujos animados que ver. Hablábamos con Dani por Skype todos los días y veníamos como su
niña crecía, ya le habían confirmado que tendría una mujer, y ya nos habíamos
enterado que vivía con Marcos. Estaban completamente felices.
En
la casa todos aparentaban estar bien, mi padre y Magda estaban muy atentos, me
mimaban mucho y no hacían preguntas, todo lo del juicio quedo en el pasado.
Mis
suegros andaban vueltos locos por las tiendas comprando cosas para bebes, tanto
para Dani como para mí.
En
momentos me sentía feliz.
Hoy
era Domingo, Thiago había insistido en ir a dar un paseo todos juntos pero desistimos
y a cambio hicimos una barbacoa en el jardín. Aprovecharíamos el buen día para
darnos un baño en la piscina
- No pienso sacarme la playera – le gruñí
a Thiago quien desde la cama me observaba
- Renata te he dicho miles de veces que
estas preciosa
- Mis caderas crecieron – le dije miraba
en el espejo los cambios que producía el embarazo en mi cuerpo – Mis senos
también
- Simplemente me encantas
- ¿Cómo se te ocurrió comprarme un bikini
tan pequeño?
- Amor basta – se puso de pie y camino a
mi lado – Tienes un cuerpo estupendo, apetecible y completamente mío
- ¡Lo dices solo porque tengo los senos
grandes!
- Veamos – Poso su mano sobre uno de mis
pechos – Fantástico
- Thiago – lo reprendí – Aparta tus manos
de mi cuerpo
- Tienes un imán – dijo con coquetería –
Eres adictiva
- Nos esperan abajo
- Lo sé. Solo por eso me estoy
controlando.
Apretó
la parte delantera de su cuerpo contra mi espalda y pude sentir toda su
virilidad de hombre como creía ante el contacto.
Tenerlo
cerca provocaba olas de calor en mi cuerpo, era también una adicción para mí.
Unos
golpes en la puerta nos hicieron separarnos y a él huir al baño. Lo que me
provoco un ataque de risa
- Renata – Ian abrió suavemente la
puerta.
El
pequeño siempre nos sorprendía en algún momento de intimidad, teníamos que
comenzar a pensar en ponerle seguro a la puerta.
- Adelante – le dije con una sonrisa tomando
el pañuelo para cubrir un poco mi cuerpo
- ¿Estas lista? – me pregunto con una
sonrisa enorme. – Vamos que tengo una pelota que me trajo mi papá para jugar
con ella en el agua
- Un minuto – le dije y abrí la puerta
del baño. La cerré tan rápido como entre para ver a mi hermoso hombre sentado
en el baño con cara de pocos amigos – Me iré con Ian
- ¿Y qué hago con esto? – pregunto
apuntando su pene
- Apáñatelas solo – me burle y me acerque
hasta él y se lo roce por encima del pantalón, estaba igual como me gustaba –
Aun que podría hacer algo
- Desaste de mi hermano – gruño. Asentí y
volví a salir del baño
- Ian, amor ve mientras. Yo voy de
inmediato
De
malas ganas asintió y salió de la habitación, camine de vuelta al baño, al
momento de cerrar la puerta y ponerle seguro Thiago supo que teníamos unos
minutos antes que Ian volviera a la carga
- Prométeme que nuestro hijo no será
igual que él –
- Sera peor – dije y me encamine a su
lado. Cuando hizo el amago de ponerse de pie lo detuve. – Dije me qué haría
cargo…
Asiento
y me regalo una hermosa sonrisa
***
Me
desperté sobre las nueve de la mañana, sin Thiago a mi lado. Ya se estaba haciendo
costumbre, abrí la puerta de la habitación y la casa estaba en completo
silencio. Algo extraño para un lunes en la mañana.
Sin
más me fui hacia el baño a darme una ducha, hoy era lunes y vería nuevamente a
mi gusanillo.
- Hola – le conteste alegremente a Thiago
cuando llamo al número de la casa
- Hola mi amor –
- ¿Cómo estas hoy?
- Bien, contenta, nerviosa y extrañándote
- Estamos igual. ¿Paso por ti en dos
horas para que nos vayamos a ver a mi bebé?
- Si – sonríe – Te estaré esperando
- ¿Mamá esta por ahí? Necesito hablar con
ella
- No amor, no hay nadie en la casa
- ¿Cómo que no hay nadie?
- Tranquilo amor. Estoy bien
- No me gusta que estén solos en la casa
- Lo sé, pero deben estar por volver.
Thiago te dejo que me muero de hambre
- Me llamas cualquier cosa, llamare a mi
madre o a mi Abu para que vayan a estar contigo. ¡Dios! Como te dejan sola si
no estás del todo bien
- Ya tranquilo, que nada nos va a pasar.
- Prométeme que me llamaras dentro de
media hora
- Que no es para tanto
- Renata promételo
- Esta bien – resople – Te llamo en media
hora. Te amo.
- Y yo a ustedes mi vida. Y yo a ustedes
Thiago
era un exagerado, nada nos iba a pasar por estar un rato solo en casa. Victoria
debería estar por llegar, y tanto mis padres como los de él necesitaban salir y
aprovechar el tiempo. Tío Benja tenía asuntos que atender. Aprovecharía este
tiempo a solas para hablar con Dani.
Mire
la hora y saque el cálculo mental de la diferencia con Chile. 11 de la mañana
España. 4 de la tarde Chile.
Me
fui hasta el despacho y encendí la computadora de Thiago que estaba allí, no
creo que le moleste que la tome, solo voy a abrir el Skype.
Mientras
esperaba que encendiera la llame por teléfono al móvil
- Cuñada – me dijo alegremente
- ¿Cómo estas gordita?
- Gordita tú – gruño – Mi princesa se
porta de maravilla. Pero si sigo comiendo en estas cantidades y mi querida
suegra no deja de hacer dulces me volveré una bola antes de cumplir los 8 meses
- Exagerada – reí - ¿Cómo está todo por
allá?
- Todo bien cuñada, ¿Mi sobrina? ¿Mi
hermano? ¿Mi familia?
- ¡Ay! Dani –
Antes
de que pudiera añadir algo a nuestra pequeña conversación me llamo la atención
una carpeta dentro del escritorio.
- Dani conéctate al Skype, necesitamos hablar –
- Dame 10 minutos. Un beso.
Corte
la llamada e indague un poco más en la carpeta. No podía creer lo que mis ojos veían,
Thiago tenía en su poder muchas fotografías mías con otros hombres, también
audios y los correos electrónicos que me había enviado Ernesto.
Unos
golpes en la puerta me hicieron saltar del asiento
- Señora – me dijo la asesora domestica
- ¿Si?
- La busca una señorita en la puerta –
- Voy de inmediato
- ¿La hago pasar a la sala?
- Si por favor. – le dije mientras
cerraba de un manotazo la computadora, luego volvería a ver todo lo que poseía
Thiago de mi pasado.
Mientras
iba a hacia donde me esperaban pensé en llamarlo e informarle pero no valía la
pena.
Al
llegar a la sala me encontré con alguien que jamás pensé ver en mi vida.
- Señora – me saludo sarcástica - ¿Cómo
se encuentra?
- Camila – gruñí - ¿Qué haces aquí?
- Traigo algo para usted y su… ¿Qué es?
¿Abogado? ¿Novio?
- Nada de lo que puedas traer me interesa
–
- Claro que sí. Es un mensaje especial de
parte de Ernesto
- ¿Ernesto?
- Si, el además de mandarle cariños y un
presente para vuestro hijo – me extendió una bolsa – Le manda esto
Dejo
sobre la mesa un sobre amarillo. Rápidamente lo cogí y vacié el contenido sobre
la mesa.
Eran
fotografías de él paseándose por la ciudad con Cota. ¿Estaba libre? ¿Qué hacía
con Cota?
- Veo que te sorprende – dijo con una
sonrisa en la cara – Ya sabía yo que te habían ocultado esto. La perra de tu
hermana se está metiendo donde nadie la llama. Sácala de inmediato de mi casa.
- Yo…
- Mira que te quede claro que a ti te
aguantaba porque sabía que no podía hacer nada más, y tú no intervenías en mis
encuentros sexuales con él. Pero la perra de tu hermana es lo contrario. Mira
que creerse la señora de la casa y no es más que una arrimada. ¡Sácala de mi
casa!
- ¿Qué hace Cota con Ernesto?
- Coger como conejos
No
podía creer lo que mis oídos escuchaban, lo que mis ojos veían en esas
imágenes. Ahora comprendía muchas cosas, si Cota actuaba de esa manera era
porque estaba siendo incentivada por él. No paraba de hacerme daño, y había
encontrado una carnada fácil, con todo el dinero y poder con eso la había
convencido. ¿Cómo puede ser tan tonta mi hermana? ¿Cómo después de todo lo que
había escuchado hacia eso?
- Mira zorra de cuarta, Quiero que saques
a esa perra de la casa lo antes posible. No es una advertencia, es una orden.
Yo no te voy a amenazar, yo simplemente voy a cumplir. – dijo caminado hacia la
salida. – Por cierto, muy guapa tu nueva abogada, no dudaría que se está liando
con tu amante.
Estamos a 3 días de cumplir nuestro primer año... Para eso les tenemos sorpresas y cosas nuevas.
Una de ellas es el comienzo de la nueva historia ALEXANDRA hoy a partir de las 15 hrs. Chile estará disponible el "PRÓLOGO" en
https://www.facebook.com/destinoocoincidencia
PRONTO MAS INFORMACIÓN
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