lunes, 23 de febrero de 2015

#39 Caminos Inesperados

Capítulo 39


El tiempo realmente estaba jugando en nuestra contra, la semana que pasamos juntos se había pasado como agua entre nuestros dedos. Cuando desperté la primera mañana después de esa semana, sola en mi habitación no podía creer la fuerza de voluntad que me envió hasta acá. Ni siquiera podía tener una respuesta concreta de porque no me había quedado.

Era lunes de nuevo, hoy Thiago tenía que volver a trabajar. Me había llamado la noche anterior para además de las buenas noches decirme que pasaría a dejar a Adam a mi casa y que luego en la noche nos recogía a ambos para irnos a su casa. Era un buen plan, seguía teniendo el día completo para mí y mi hijo.

Me desperece y casi como instinto estire mi brazo, la mañana anterior habría encontrado a Adam, y a Thiago lo hubiera sentido pegado a mí. El baño de la habitación había sido el testigo más fiel del amor y pasión, el suelo era mucho más cómodo cuando estaba sobre el cuerpo de Thiago. Alcance el móvil y sin pensarlo dos veces marque el número de Thiago.

      - Yo también extrañe tenerte a mi lado – dijo con voz de resignación. Suspire
      - No sé si podré volver a despertar sola en la cama
      - Espero que no. Espera – me quede con el móvil pegado al oído, algo hizo que Thiago abandonara la conversación pero por más que tratara de escuchar algo solo oía murmullos inentendibles – Ya estoy. –
      - ¿Pasa algo? – pregunté
      - Tú hijo – resoplo – La gracia de esta mañana es bajarse de la cama

Podía imaginar a Adam haciendo eso, claro que no de la manera convencional, no. Mi hijo le ponía adrenalina a una acción que para nosotros era tan básica, la primera vez que lo intento aterrizo de cabeza. Fue un horrible descuido de nosotros haber subestimado a Adam y dejarlo sin vigilancia por una ducha juntos.

      - Thiago – dije asustada de que pudiera pasarle algo, la cama de Thiago era más alta que la del hotel – Se puede pegar fuerte
      - Estoy con mil ojos encima de él. Pero ya domina la técnica, le enseñe que se debe deslizar con la cabeza hacia arriba
      - Thiago – reí
      - Ya está aprendiendo. Pero no me puedo duchar tranquilo si está despierto. Te necesito, mi amor
      - En una hora más estoy contigo – salte de la cama – Por favor no lo dejes solo
      - Date prisa. – Río – No quiero llegar tarde.
      - Voy, voy – asegure – Voy a colgar para poder arreglarme
      - Vale, pero no te duches – podía notar su sonrisa picará al otro lado de la línea – Tampoco pienses mal, lo haremos los tres juntos. ¿A que es una buenísima idea?
      - Te veo en una hora
      - Bien, preparé el desayuno. Te esperamos mami
      - Los veo luego
      - ¿Solo eso?
      - ¿Qué más quieres? – fingí no comprender que quería decir
      - Dilo
      - Se me hace tarde
      - Dilo
      - Thiago, voy a colgar. Nos vemos luego
      - Renata. – Suspiró – Te amo.
      - Te amo, Thiago.
      - ¿Por qué te cuesta decirlo?
      - Si sabes que lo hago ¿Para qué quieres escucharlo en todo momento?
      - Necesito estar seguro que es verdad
      - Te he demostrado estos días que es verdad, te amo. Te amaba y te amaré. Ahora te dejo que se me hace tarde.
      - Las palabras y las acciones son la mejor manera de estar seguro de que lo que sientes es verdad. Yo también, te amo, te amaba y te amaré.

***

Thiago era el romántico, amoroso y dedicado de nuestra relación, pero hoy quería sorprenderlo. Como nos habíamos quedado en el departamento y luego de la siesta de Adam habíamos ido al parque, de regreso a casa pasamos por el supermercado compramos todo lo necesario para una cena tranquila en casa. Esperaríamos a nuestro hombre a que volviera del trabajo, cenaríamos y luego una película sería perfecta. Cualquier cosa que nos mantuviera juntos era especial.
Mientras se cocinaban las pastas desarme mi pequeña maleta que contenía un par de vaqueros, poleras, vestidos, ropa interior para cinco días, dos pijamas. No sabía cuánto tiempo me quedaría, pero ya que pasaba mucho más tiempo aquí que en mi apartamento era necesario, había incluido una tenida formal y un vestido para cóctel. Nunca sabía si a Thiago se le ocurría comer afuera y debía estar preparada, deje las cosas en un espacio que me hice en el armario de Adam.

Fue imposible no darme contra la muralla cuando saque pequeñas prendas de algunos cajones, nada de lo que en esos lugares se guardaba lo había elegido yo. La pena y la rabia me inundaron en ese momento, las ganas de llorar y maldecir al mundo fueron más fuertes. Podía arrepentirme el resto de mi vida pero nada cambiaria, ya me había perdido los primeros meses, sus primeras palabras, su primera comida. No necesitaba que nadie me repitiera una y mil veces lo estúpida que había sido, era completamente el peor error de mi vida.
Del mueble saque el álbum de fotografías que si había comprado antes que naciera, era en ese lugar donde iba mes a mes dejando las imágenes de las ecografías. Algunas que nos habíamos tomado con Thiago mientras Adam estaba en mi vientre, era el recuerdo que quería dejarle a mi hijo, para que cuando fuera grande se recordara que lo habíamos amado desde siempre. Hoja a hoja iba viendo el crecimiento de Adam, había incluso una foto de él conmigo en el hospital, de la primera vez que lo amamante. Esa era la única que tenía conmigo. Las treinta hojas restantes eran de mi hijo y Thiago, solo el bebé, sus abuelos, sus tíos e incluso con Carol y Valentina.
Darse cuenta de algunas cosas dolía muchísimo. Mi pequeño hijo, que clase de madre era.

      - ¿Dónde está la mamá?

La voz de Thiago ya casi dentro de la habitación, me saco de esa burbuja de compasión que estaba metida. Adam entraba de la mano de su padre, quien al verme se arrodillo de inmediato a mi lado y tomo mi cara entre sus manos. Sin decirme nada solo me beso.

      - Es parte del pasado, amor. – Susurro separando sus labios de los míos – Estas aquí, ahora. Es lo importante

Adam gateo hasta quedar en mi regazó y acurruco su cabeza en mi pecho

      - Lo ves. – Thiago me volvió a besar – Vamos, sonríe.
      - Es duro –
      - Renata, mi amor, ya pasamos por esto. Creí que estábamos claros en que estábamos juntos.
      - Pero… - solloce – Todo esto…
      - Es parte de nuestra historia, fue una mala decisión – lo mire a los ojos – Una pésima decisión. Asquerosa, todos sufrimos. Pero estamos juntos, ahora. Mañana.
      - Fueron muchos meses, muchas lágrimas
      - Igual estabas con él. – Río – No entiendo como nunca me di cuenta
      - No era ni parecido pasar un par de horas con el miedo a que tu llegaras a estar con él como ahora. Así, abrazarlo, besarlo, acurrucarlo.
      - Ahora puedes hacer eso a diario, amor no te tortures más. Esa parte de la historia es solo un recuerdo, a mí también me dolió todo eso. Pero amor, lo importante es que no nos quedemos en esa parte de la historia, es la que estamos construyendo ahora. Juntos. Los tres.
      - No merezco que me ames, ni mucho menos que me perdones.
      - Yo no soy quien para decir si te merezco o no, lo importante es que seamos buenos padres para este pequeño.
      - Te amo, Thiago. Te amo.
      - Y yo a ti. Vamos deja esto así. Salgamos a dar un paseo.
      - La pasta – me puse de pie de golpe y corrí a la cocina. - ¡Mierda!

Thiago llego tras mío con Adam. Vio el desastre que estaba en la cocina y río.
 
      - Aún es temprano podemos comer fuera
      - No – resople – Preparare nuevamente las pastas, lo siento
      - ¿Qué hicieron en la tarde? – pregunto Thiago claramente para cambiar el tema y el estado de ánimo.
      - Jugar. – Me alce de hombros mientras buscaba nuevamente todos los elementos necesarios – Adam está dando más pasitos solo
      - Mañana podríamos juntarnos a la hora de la comida en el shopping para comprarle uno de esos coches que arrastra para caminar
      - No será necesario
      - ¿Por qué?
      - En casa de mi padre está el que uso Carol. Podría llamarlo mañana para ir a buscarlo
      - ¿Quieres ver los abuelos mañana? – le pregunto a Adam – Si van me avisas y yo los paso a buscar en la tarde.
      - Ya lo llamare más tarde

Nos sentamos a comer una hora más tarde, termino siendo una cena tranquila, en casa con la familia. Adam tomaba las pastas de color verde que habíamos preparado para el a base de espinaca y sacaba la lengua de manera de decirnos que la desaprobaba. Ambos nos reíamos.

      - Amor – me llamo Thiago quien había ido a acostar a Adam en la cuna.

Era un hecho que necesitábamos nuestros momentos a solas, con un niño en medio de la cama nuestros encuentros sexuales iban a ser muy esporádicos. Luego de un momento de debate habíamos decidido que lo mejor era poco a poco ir sacando a Adam de la cama a su cuna. De un comienzo la cuna estaba al lado izquierdo de la cama, a mi lado. Esta noche sería la primera prueba.

      - Lo del shopping tendrá que ir de igual manera – me alzo una prenda de ropa de Adam.- Necesita un par de cosas, estas por ejemplo le quedan muy apretadas para dormir.
      - Buscare unas más grandes.
      - Igual necesitamos ir a comprar ropa para él.
      - Bueno.


***

      - ¿Ya viven juntos? – pregunto Magda muy entusiasmada
      - De comienzo me he quedado estas noches en su departamento. Así que si, ya vivimos juntos
      - Que alegría más grande. Te iba a decir que vinieras a pasar la navidad con nosotros pero seguro que quieren estar solos.
      - No hemos hablado de eso aún.
      - Bueno queda hecha la invitación hija. Solo estaremos tu padre, Carol y yo.
      - ¿No han sabido nada de Cota?
      - No – resoplo – Sé que lo que hizo estuvo mal, que le des tu perdón yo no te lo puedo pedir. Pero me duele saber que Gabriel no quiere verla, que su propio padre le cerró la puerta de la casa.
      - Lo siento. Nunca quise contarle la verdad a mi papá. Magda yo a ti te quiero mucho, eres y fuiste como una madre para mí. Amo a mi sobrina, pero no puedo, de verdad no puedo perdonar a Cota.
      - Y yo a ti te amo, eres mi hija. Eres una hija más para mí.
      - ¿Qué hablan mis mujeres? – pregunto alegre mi padre entrando al salón.

Magda se puso de pie y salió rápidamente sin siquiera saludar a mi padre. Me sentí extraña, con culpa de que ella también sufriera cuando conmigo había sido una madre, la madre que Dios se llevó al cielo siendo yo muy niña.
Mi padre la observo salir y no dijo nada, llego a mi lado y beso mi cabeza como era su costumbre, luego Adam y terminó con Carol en sus brazos haciéndola reír.

      - ¿De que hablaban? -
      - De las navidades.
      - Seguro que estarás con Thiago y su familia ¿Verdad?
      - No lo sé papá – respondí – Aún no hablamos nada.
      - Ya sabes que si lo desean pueden venir a estar con nosotros. Dudo que Renata nos quiera a todos en su casa
      - ¿La tía Renata? – Pregunté asombrada - ¿Están enojados?
      - Esta molesta. – resoplo – Hable con Benjamín hace unos días y me dijo que su mujer estaba molesta con Thiago.
      - No me ha dicho nada
      - Seguro que para no preocuparte. Ya sabes cómo es Thiago.
      - Hablare con el esta noche.
      - Necesito decirte algo hija
      - ¿Qué papá?
      - ¿Podemos vernos mañana en el restaurant?
      - Claro. – Asegure – Pero si necesitas que trabaje
      - No te lo pediría – sonrió – Sé que quieres pasar todo el tiempo con Adam y tu marido, lo entiendo y está bien para mi
      - Gracias –
      - Te confirmo la hora durante el día para que no tengas problemas con quien dejar a tu hijo. Tal vez en la noche cuando ya este Thiago en casa
      - Bueno – suspire, estaba claro que algo le pasaba - ¿Qué sucede, papá?
      - Nada hija  - resoplo - ¿Cómo va Adam con aprender a caminar?
      - Bien, lo vieras se ve demasiado gracioso. Se ha caído un par de veces pero es como Thiago, perseverante
      - Vamos al jardín para que lo pueda ver

Entre Adam y Carol hicieron sonreír a mi padre como hacía mucho tiempo no lo veía, los niños tenían ese efecto. En ningún momento Magda estuvo con nosotros, eso me parecía extraño. Pero tampoco quería preguntar mucho, ya sabía los motivos. Cota y yo éramos sus motivos. Mañana cuando estuviéramos solos con papá hablaría con él.

      - Señor – llamo Ester, las señora encargada del que hacer de la casa y cuidar a Carol cuando ellos están trabajando – Usted me dijo que le avisara si la señorita Constanza venia, está afuera.
      - Gracias – se puso de pie – Quédense aquí, iré a ver que quiere
      - Papá – le llame antes de que se perdiera adentro – Por favor

No podía quedarme con los brazos cruzados, necesitaba yo también saber que era lo que quería.
Tome a Adam y me lleve en una mano a Carol hacía el interior, podía sentir los gritos de mi padre. En la cocina encontré a la señora Ester.

      - Necesito que se quede con los niños. Por favor
      - Si señora.

Casi corrí hasta el salón donde ya estaba Magda al lado de mi padre. No me basto mucho tiempo para saber la situación

      - ¡Pero si es la hija perfecta! – grito Cota - ¡Perfectamente puta!
      - Renata – me llamo mi padre – Ve a ver a los niños
      - Si vete. Para que todos salgan nuevamente detrás de ti.
      - Cota hija. Por favor – le pedía calma Magda – Es tu hermana
      - ¿Y eso que? – Grito – Me ha destruido la vida, no solo ahora. Siempre
      - Jamás te he destruido nada. No podemos decir lo mismo de ti
      - Me quitaste el cariño de mi padre, de mi propia madre. La niña perfecta y huérfana de madre que daba pena en todos lados. Hija de la santa de Carol. Si era como tú, simplemente debe haber sido una ¡P U T A! 
      - A mi madre no – le di una fuerte cachetada – Con ella no. ¿Hasta cuándo tenemos que soportar tus malditos berrinches? ¡Siempre se te dio todo Cota! Una madre que te adora, un padre que daba todo por ti. Nunca te reprocharon nada, ni siquiera cuando llegaste embarazada. Papá siempre fue tan distinto contigo
      - Cuando tú te marchaste te llevaste todo eso
      - Deténganse las dos – nos gritó papá
      - Déjala que se desahogue de una maldita vez, papá. Quiero saber por ella misma su odio hacia mí.
      - ¿Quieres saber? ¿Quieres que te cuente lo penosa que fue mi vida? Bueno entonces siéntense, porque es una gran historia digna de una película.
      - Cota por el amor de Dios
      - Deja el llanto mamá. Si también eres parte de esto – resoplo – Por donde partimos, a sí. Bien, cuando Dios fue grande conmigo y te llevo lejos – río – Bueno no tan grande, porque todo el maldito calvario comenzó en ese momento. Mi papá quedo destruido, ya no jugaba conmigo, ya no iba a mi cama por las noches a leerme cuentos, dejo de ser mi papá. ¿Sabes lo único que hacia? Se iba a llorar con tu fotografía a tu habitación. Pensé que destruyéndola terminaría todo. Bueno no. Conseguí un castigo de un mes por eso. Mi madre, que parecía más tuya que mía, ya no preparaba el pastel de chocolate que tanto hacia. ¿Sabes porque? Porque ya no estaba Renatita para comérselo. Eso fue solo aquí en casa. O solo con esta familia, íbamos a casa de los tan queridos tíos Benjamín y Renata ¡Una mierda!  Ellos te querían a ti, jamás me invitaron a pasar una noche a su casa, jamás me invito de vacaciones con ellos. La estúpida de Daniela no me tomaba en cuenta, el idiota de su hermana jugaba con ella y no conmigo. Marcos era un imbécil que seguía en todo a Thiago. Tu querido Thiago me ignoraba, pero claro que antes no lo hacía. No, porque estaba baboso con tal de llamar tu maldita atención, a ti te seguía, contigo jugaba. A mi ¡Me ignoraba! ¿Te parece poco todo eso?
      - Yo no tengo la culpa
      - Claro que la tienes, estúpida y no comprendes las cosas. Yo no era dulce como tú, yo no hacia lo que me mandaban, yo no tenía el pelo rubio y me dejaba peinar por todos. Incluso la perra de Natalia te invitaba a su casa.
      - Pero…
      - ¿Qué? ¿Pero qué? Nada Renata, todo eso paso cuando te fuiste. Al final no sabía si fue para mejor o no. Crecimos, crecí, siempre bajo la sombra de lo que tú fuiste “No te pareces en nada a Renata a tu edad” ¿Qué querían decir con eso? “Gabriel, porque Constanza no es igual que Renata” Esas palabras nunca se me olvidaron. ¿Sabes cuantas veces me ofrecí a Thiago? – abrí los ojos – Si, a tu maridito, muchas, muchas veces cuando por obligación me llevaban con ellos y se emborrachaban. Nunca me tomo en cuenta, yo veía como Marcos besaba y tocaba a Daniela. ¿Pero porque Thiago no podía hacer lo mismo conmigo? Le decía al idiota lo que le hacían a su hermana y tampoco me tomaba en cuenta. Tan solo basto con que aparecieras tú y le menearas el culo…
      - Ya basta – grito mi padre – Quiero que te calles
      - Me voy a llevar a mi hija y no me volverás a ver más
      - Cállate de una puta vez Constanza por favor – dijo más calmado – Escuchaste todo lo que dijiste
      - Es lo mismo que viví –
      - Renata y Benjamín te quieren, te querían hija.
      - No como a Renata –
      - De alguna manera Renata era especial para ellos. Antes incluso que naciera Thiago
      - ¿Eso la hacía especial? – se secó las lágrimas con la manga de la chaqueta
      - Para ellos sí. No te puedo dar explicaciones del trato que tuvieron ellos con Renata, pero si te puedo decir que yo jamás cambie contigo. Jugaba de la misma manera, eras tú la que te arrancabas de nosotros.
      - Gabriel – intervino Magda – En parte la niña tiene razón. Todos cambiamos con ella, pero no fue porque quisimos, sufrimos con la partida de Renata.
      - Incluso tú mamá, me dejaste
      - Ayude a criar a Renata, era mi hija también
      - ¡No!  Yo era tu hija
      - Fue envidia, celos – susurre - ¿Por qué nunca me dijiste?
      - ¿Qué ganaba? Tus burlas
      - Eras mi hermanita, yo jugaba contigo.
      - Pero me dejaste

La señora Ester entro en el salón seguida de Thiago, quien al ver mis lágrimas camino sin decir nada a mi lado. Me abrazo y me arrastro fuera del salón

      - ¿Estas bien? – me pregunto antes de secar mis lágrimas
      - No – solloce
      - ¿Dónde está Adam?
      - La señora Ester lo tiene
      - Voy a ir por él quédate aquí

Me quede en el mismo lugar, algo así como cinco minutos antes de que Cota pasara por mi lado y se riera

      - Nada puede cambiar lo que hice, ni lo que me hiciste. Solo quiero poder estar con mi hija, así como tú estás con el tuyo. Que mi papá me logre perdonar algún día. Pero sobre todo que tú me logres perdonar.
      - Mantente alejada de mi mujer – gruño Thiago llegando a mi espalda. - ¿No has tenido suficiente? ¿Te queda daño por hacer?
      - El estúpido siempre defendiéndola, no eres más que un hombre patético Thiago. Podríamos haber sido todo tan distinto
      - Nada hubiera sido distinto
      - Cota, hija. Basta – suplico Magda – Por una vez en tu vida has algo bien y deja a tu hermana ser feliz, la vida tampoco le toco fácil.
      - Pero mucho más fácil que la mía, mírala – me apunto – Tiene a su hijo y al imbécil del padre a su lado ¿Qué tengo yo? Dime, mamá ¿Qué tengo yo?
      - Podrías haberlo tenido todo. Tú lo alejas de ti
      - No. Solos se van, todos me dejan

Thiago tiro de mi mano y me saco fuera, me dejo de pie casi sin ser consciente de lo que a mi alrededor pasaba.

      - ¿Te encuentras bien, amor? – Preguntó volviendo a mi lado sin Adam en sus brazos – Vamos a casa
      - Yo no tengo la culpa.
      - ¿De qué?
      - Ella… - solloce – Yo de verdad no tengo la culpa
      - Amor, tú no tienes culpa de nada
      - Ella tiene razón, le destruí la vida a todos
      - Claro que no, amor. Por favor, tranquilízate un poco, estas asustando a Adam
      - Yo no puedo – solloce – Thiago, me culpa de todo y tiene razón
      - ¿En qué tiene razón?
      - Que cuando me fui la primera vez le destruí la vida
      - ¿Cómo puedes pensar así? Tenías quince años, no tenías culpa de nada. Constanza nunca fue buena persona, sola alejo a la gente que la quería, nos hizo mucho daño, se lo sigue haciendo a tus padres, no pienses que tú tienes culpa de algo que no es.