lunes, 23 de febrero de 2015

#39 Caminos Inesperados

Capítulo 39


El tiempo realmente estaba jugando en nuestra contra, la semana que pasamos juntos se había pasado como agua entre nuestros dedos. Cuando desperté la primera mañana después de esa semana, sola en mi habitación no podía creer la fuerza de voluntad que me envió hasta acá. Ni siquiera podía tener una respuesta concreta de porque no me había quedado.

Era lunes de nuevo, hoy Thiago tenía que volver a trabajar. Me había llamado la noche anterior para además de las buenas noches decirme que pasaría a dejar a Adam a mi casa y que luego en la noche nos recogía a ambos para irnos a su casa. Era un buen plan, seguía teniendo el día completo para mí y mi hijo.

Me desperece y casi como instinto estire mi brazo, la mañana anterior habría encontrado a Adam, y a Thiago lo hubiera sentido pegado a mí. El baño de la habitación había sido el testigo más fiel del amor y pasión, el suelo era mucho más cómodo cuando estaba sobre el cuerpo de Thiago. Alcance el móvil y sin pensarlo dos veces marque el número de Thiago.

      - Yo también extrañe tenerte a mi lado – dijo con voz de resignación. Suspire
      - No sé si podré volver a despertar sola en la cama
      - Espero que no. Espera – me quede con el móvil pegado al oído, algo hizo que Thiago abandonara la conversación pero por más que tratara de escuchar algo solo oía murmullos inentendibles – Ya estoy. –
      - ¿Pasa algo? – pregunté
      - Tú hijo – resoplo – La gracia de esta mañana es bajarse de la cama

Podía imaginar a Adam haciendo eso, claro que no de la manera convencional, no. Mi hijo le ponía adrenalina a una acción que para nosotros era tan básica, la primera vez que lo intento aterrizo de cabeza. Fue un horrible descuido de nosotros haber subestimado a Adam y dejarlo sin vigilancia por una ducha juntos.

      - Thiago – dije asustada de que pudiera pasarle algo, la cama de Thiago era más alta que la del hotel – Se puede pegar fuerte
      - Estoy con mil ojos encima de él. Pero ya domina la técnica, le enseñe que se debe deslizar con la cabeza hacia arriba
      - Thiago – reí
      - Ya está aprendiendo. Pero no me puedo duchar tranquilo si está despierto. Te necesito, mi amor
      - En una hora más estoy contigo – salte de la cama – Por favor no lo dejes solo
      - Date prisa. – Río – No quiero llegar tarde.
      - Voy, voy – asegure – Voy a colgar para poder arreglarme
      - Vale, pero no te duches – podía notar su sonrisa picará al otro lado de la línea – Tampoco pienses mal, lo haremos los tres juntos. ¿A que es una buenísima idea?
      - Te veo en una hora
      - Bien, preparé el desayuno. Te esperamos mami
      - Los veo luego
      - ¿Solo eso?
      - ¿Qué más quieres? – fingí no comprender que quería decir
      - Dilo
      - Se me hace tarde
      - Dilo
      - Thiago, voy a colgar. Nos vemos luego
      - Renata. – Suspiró – Te amo.
      - Te amo, Thiago.
      - ¿Por qué te cuesta decirlo?
      - Si sabes que lo hago ¿Para qué quieres escucharlo en todo momento?
      - Necesito estar seguro que es verdad
      - Te he demostrado estos días que es verdad, te amo. Te amaba y te amaré. Ahora te dejo que se me hace tarde.
      - Las palabras y las acciones son la mejor manera de estar seguro de que lo que sientes es verdad. Yo también, te amo, te amaba y te amaré.

***

Thiago era el romántico, amoroso y dedicado de nuestra relación, pero hoy quería sorprenderlo. Como nos habíamos quedado en el departamento y luego de la siesta de Adam habíamos ido al parque, de regreso a casa pasamos por el supermercado compramos todo lo necesario para una cena tranquila en casa. Esperaríamos a nuestro hombre a que volviera del trabajo, cenaríamos y luego una película sería perfecta. Cualquier cosa que nos mantuviera juntos era especial.
Mientras se cocinaban las pastas desarme mi pequeña maleta que contenía un par de vaqueros, poleras, vestidos, ropa interior para cinco días, dos pijamas. No sabía cuánto tiempo me quedaría, pero ya que pasaba mucho más tiempo aquí que en mi apartamento era necesario, había incluido una tenida formal y un vestido para cóctel. Nunca sabía si a Thiago se le ocurría comer afuera y debía estar preparada, deje las cosas en un espacio que me hice en el armario de Adam.

Fue imposible no darme contra la muralla cuando saque pequeñas prendas de algunos cajones, nada de lo que en esos lugares se guardaba lo había elegido yo. La pena y la rabia me inundaron en ese momento, las ganas de llorar y maldecir al mundo fueron más fuertes. Podía arrepentirme el resto de mi vida pero nada cambiaria, ya me había perdido los primeros meses, sus primeras palabras, su primera comida. No necesitaba que nadie me repitiera una y mil veces lo estúpida que había sido, era completamente el peor error de mi vida.
Del mueble saque el álbum de fotografías que si había comprado antes que naciera, era en ese lugar donde iba mes a mes dejando las imágenes de las ecografías. Algunas que nos habíamos tomado con Thiago mientras Adam estaba en mi vientre, era el recuerdo que quería dejarle a mi hijo, para que cuando fuera grande se recordara que lo habíamos amado desde siempre. Hoja a hoja iba viendo el crecimiento de Adam, había incluso una foto de él conmigo en el hospital, de la primera vez que lo amamante. Esa era la única que tenía conmigo. Las treinta hojas restantes eran de mi hijo y Thiago, solo el bebé, sus abuelos, sus tíos e incluso con Carol y Valentina.
Darse cuenta de algunas cosas dolía muchísimo. Mi pequeño hijo, que clase de madre era.

      - ¿Dónde está la mamá?

La voz de Thiago ya casi dentro de la habitación, me saco de esa burbuja de compasión que estaba metida. Adam entraba de la mano de su padre, quien al verme se arrodillo de inmediato a mi lado y tomo mi cara entre sus manos. Sin decirme nada solo me beso.

      - Es parte del pasado, amor. – Susurro separando sus labios de los míos – Estas aquí, ahora. Es lo importante

Adam gateo hasta quedar en mi regazó y acurruco su cabeza en mi pecho

      - Lo ves. – Thiago me volvió a besar – Vamos, sonríe.
      - Es duro –
      - Renata, mi amor, ya pasamos por esto. Creí que estábamos claros en que estábamos juntos.
      - Pero… - solloce – Todo esto…
      - Es parte de nuestra historia, fue una mala decisión – lo mire a los ojos – Una pésima decisión. Asquerosa, todos sufrimos. Pero estamos juntos, ahora. Mañana.
      - Fueron muchos meses, muchas lágrimas
      - Igual estabas con él. – Río – No entiendo como nunca me di cuenta
      - No era ni parecido pasar un par de horas con el miedo a que tu llegaras a estar con él como ahora. Así, abrazarlo, besarlo, acurrucarlo.
      - Ahora puedes hacer eso a diario, amor no te tortures más. Esa parte de la historia es solo un recuerdo, a mí también me dolió todo eso. Pero amor, lo importante es que no nos quedemos en esa parte de la historia, es la que estamos construyendo ahora. Juntos. Los tres.
      - No merezco que me ames, ni mucho menos que me perdones.
      - Yo no soy quien para decir si te merezco o no, lo importante es que seamos buenos padres para este pequeño.
      - Te amo, Thiago. Te amo.
      - Y yo a ti. Vamos deja esto así. Salgamos a dar un paseo.
      - La pasta – me puse de pie de golpe y corrí a la cocina. - ¡Mierda!

Thiago llego tras mío con Adam. Vio el desastre que estaba en la cocina y río.
 
      - Aún es temprano podemos comer fuera
      - No – resople – Preparare nuevamente las pastas, lo siento
      - ¿Qué hicieron en la tarde? – pregunto Thiago claramente para cambiar el tema y el estado de ánimo.
      - Jugar. – Me alce de hombros mientras buscaba nuevamente todos los elementos necesarios – Adam está dando más pasitos solo
      - Mañana podríamos juntarnos a la hora de la comida en el shopping para comprarle uno de esos coches que arrastra para caminar
      - No será necesario
      - ¿Por qué?
      - En casa de mi padre está el que uso Carol. Podría llamarlo mañana para ir a buscarlo
      - ¿Quieres ver los abuelos mañana? – le pregunto a Adam – Si van me avisas y yo los paso a buscar en la tarde.
      - Ya lo llamare más tarde

Nos sentamos a comer una hora más tarde, termino siendo una cena tranquila, en casa con la familia. Adam tomaba las pastas de color verde que habíamos preparado para el a base de espinaca y sacaba la lengua de manera de decirnos que la desaprobaba. Ambos nos reíamos.

      - Amor – me llamo Thiago quien había ido a acostar a Adam en la cuna.

Era un hecho que necesitábamos nuestros momentos a solas, con un niño en medio de la cama nuestros encuentros sexuales iban a ser muy esporádicos. Luego de un momento de debate habíamos decidido que lo mejor era poco a poco ir sacando a Adam de la cama a su cuna. De un comienzo la cuna estaba al lado izquierdo de la cama, a mi lado. Esta noche sería la primera prueba.

      - Lo del shopping tendrá que ir de igual manera – me alzo una prenda de ropa de Adam.- Necesita un par de cosas, estas por ejemplo le quedan muy apretadas para dormir.
      - Buscare unas más grandes.
      - Igual necesitamos ir a comprar ropa para él.
      - Bueno.


***

      - ¿Ya viven juntos? – pregunto Magda muy entusiasmada
      - De comienzo me he quedado estas noches en su departamento. Así que si, ya vivimos juntos
      - Que alegría más grande. Te iba a decir que vinieras a pasar la navidad con nosotros pero seguro que quieren estar solos.
      - No hemos hablado de eso aún.
      - Bueno queda hecha la invitación hija. Solo estaremos tu padre, Carol y yo.
      - ¿No han sabido nada de Cota?
      - No – resoplo – Sé que lo que hizo estuvo mal, que le des tu perdón yo no te lo puedo pedir. Pero me duele saber que Gabriel no quiere verla, que su propio padre le cerró la puerta de la casa.
      - Lo siento. Nunca quise contarle la verdad a mi papá. Magda yo a ti te quiero mucho, eres y fuiste como una madre para mí. Amo a mi sobrina, pero no puedo, de verdad no puedo perdonar a Cota.
      - Y yo a ti te amo, eres mi hija. Eres una hija más para mí.
      - ¿Qué hablan mis mujeres? – pregunto alegre mi padre entrando al salón.

Magda se puso de pie y salió rápidamente sin siquiera saludar a mi padre. Me sentí extraña, con culpa de que ella también sufriera cuando conmigo había sido una madre, la madre que Dios se llevó al cielo siendo yo muy niña.
Mi padre la observo salir y no dijo nada, llego a mi lado y beso mi cabeza como era su costumbre, luego Adam y terminó con Carol en sus brazos haciéndola reír.

      - ¿De que hablaban? -
      - De las navidades.
      - Seguro que estarás con Thiago y su familia ¿Verdad?
      - No lo sé papá – respondí – Aún no hablamos nada.
      - Ya sabes que si lo desean pueden venir a estar con nosotros. Dudo que Renata nos quiera a todos en su casa
      - ¿La tía Renata? – Pregunté asombrada - ¿Están enojados?
      - Esta molesta. – resoplo – Hable con Benjamín hace unos días y me dijo que su mujer estaba molesta con Thiago.
      - No me ha dicho nada
      - Seguro que para no preocuparte. Ya sabes cómo es Thiago.
      - Hablare con el esta noche.
      - Necesito decirte algo hija
      - ¿Qué papá?
      - ¿Podemos vernos mañana en el restaurant?
      - Claro. – Asegure – Pero si necesitas que trabaje
      - No te lo pediría – sonrió – Sé que quieres pasar todo el tiempo con Adam y tu marido, lo entiendo y está bien para mi
      - Gracias –
      - Te confirmo la hora durante el día para que no tengas problemas con quien dejar a tu hijo. Tal vez en la noche cuando ya este Thiago en casa
      - Bueno – suspire, estaba claro que algo le pasaba - ¿Qué sucede, papá?
      - Nada hija  - resoplo - ¿Cómo va Adam con aprender a caminar?
      - Bien, lo vieras se ve demasiado gracioso. Se ha caído un par de veces pero es como Thiago, perseverante
      - Vamos al jardín para que lo pueda ver

Entre Adam y Carol hicieron sonreír a mi padre como hacía mucho tiempo no lo veía, los niños tenían ese efecto. En ningún momento Magda estuvo con nosotros, eso me parecía extraño. Pero tampoco quería preguntar mucho, ya sabía los motivos. Cota y yo éramos sus motivos. Mañana cuando estuviéramos solos con papá hablaría con él.

      - Señor – llamo Ester, las señora encargada del que hacer de la casa y cuidar a Carol cuando ellos están trabajando – Usted me dijo que le avisara si la señorita Constanza venia, está afuera.
      - Gracias – se puso de pie – Quédense aquí, iré a ver que quiere
      - Papá – le llame antes de que se perdiera adentro – Por favor

No podía quedarme con los brazos cruzados, necesitaba yo también saber que era lo que quería.
Tome a Adam y me lleve en una mano a Carol hacía el interior, podía sentir los gritos de mi padre. En la cocina encontré a la señora Ester.

      - Necesito que se quede con los niños. Por favor
      - Si señora.

Casi corrí hasta el salón donde ya estaba Magda al lado de mi padre. No me basto mucho tiempo para saber la situación

      - ¡Pero si es la hija perfecta! – grito Cota - ¡Perfectamente puta!
      - Renata – me llamo mi padre – Ve a ver a los niños
      - Si vete. Para que todos salgan nuevamente detrás de ti.
      - Cota hija. Por favor – le pedía calma Magda – Es tu hermana
      - ¿Y eso que? – Grito – Me ha destruido la vida, no solo ahora. Siempre
      - Jamás te he destruido nada. No podemos decir lo mismo de ti
      - Me quitaste el cariño de mi padre, de mi propia madre. La niña perfecta y huérfana de madre que daba pena en todos lados. Hija de la santa de Carol. Si era como tú, simplemente debe haber sido una ¡P U T A! 
      - A mi madre no – le di una fuerte cachetada – Con ella no. ¿Hasta cuándo tenemos que soportar tus malditos berrinches? ¡Siempre se te dio todo Cota! Una madre que te adora, un padre que daba todo por ti. Nunca te reprocharon nada, ni siquiera cuando llegaste embarazada. Papá siempre fue tan distinto contigo
      - Cuando tú te marchaste te llevaste todo eso
      - Deténganse las dos – nos gritó papá
      - Déjala que se desahogue de una maldita vez, papá. Quiero saber por ella misma su odio hacia mí.
      - ¿Quieres saber? ¿Quieres que te cuente lo penosa que fue mi vida? Bueno entonces siéntense, porque es una gran historia digna de una película.
      - Cota por el amor de Dios
      - Deja el llanto mamá. Si también eres parte de esto – resoplo – Por donde partimos, a sí. Bien, cuando Dios fue grande conmigo y te llevo lejos – río – Bueno no tan grande, porque todo el maldito calvario comenzó en ese momento. Mi papá quedo destruido, ya no jugaba conmigo, ya no iba a mi cama por las noches a leerme cuentos, dejo de ser mi papá. ¿Sabes lo único que hacia? Se iba a llorar con tu fotografía a tu habitación. Pensé que destruyéndola terminaría todo. Bueno no. Conseguí un castigo de un mes por eso. Mi madre, que parecía más tuya que mía, ya no preparaba el pastel de chocolate que tanto hacia. ¿Sabes porque? Porque ya no estaba Renatita para comérselo. Eso fue solo aquí en casa. O solo con esta familia, íbamos a casa de los tan queridos tíos Benjamín y Renata ¡Una mierda!  Ellos te querían a ti, jamás me invitaron a pasar una noche a su casa, jamás me invito de vacaciones con ellos. La estúpida de Daniela no me tomaba en cuenta, el idiota de su hermana jugaba con ella y no conmigo. Marcos era un imbécil que seguía en todo a Thiago. Tu querido Thiago me ignoraba, pero claro que antes no lo hacía. No, porque estaba baboso con tal de llamar tu maldita atención, a ti te seguía, contigo jugaba. A mi ¡Me ignoraba! ¿Te parece poco todo eso?
      - Yo no tengo la culpa
      - Claro que la tienes, estúpida y no comprendes las cosas. Yo no era dulce como tú, yo no hacia lo que me mandaban, yo no tenía el pelo rubio y me dejaba peinar por todos. Incluso la perra de Natalia te invitaba a su casa.
      - Pero…
      - ¿Qué? ¿Pero qué? Nada Renata, todo eso paso cuando te fuiste. Al final no sabía si fue para mejor o no. Crecimos, crecí, siempre bajo la sombra de lo que tú fuiste “No te pareces en nada a Renata a tu edad” ¿Qué querían decir con eso? “Gabriel, porque Constanza no es igual que Renata” Esas palabras nunca se me olvidaron. ¿Sabes cuantas veces me ofrecí a Thiago? – abrí los ojos – Si, a tu maridito, muchas, muchas veces cuando por obligación me llevaban con ellos y se emborrachaban. Nunca me tomo en cuenta, yo veía como Marcos besaba y tocaba a Daniela. ¿Pero porque Thiago no podía hacer lo mismo conmigo? Le decía al idiota lo que le hacían a su hermana y tampoco me tomaba en cuenta. Tan solo basto con que aparecieras tú y le menearas el culo…
      - Ya basta – grito mi padre – Quiero que te calles
      - Me voy a llevar a mi hija y no me volverás a ver más
      - Cállate de una puta vez Constanza por favor – dijo más calmado – Escuchaste todo lo que dijiste
      - Es lo mismo que viví –
      - Renata y Benjamín te quieren, te querían hija.
      - No como a Renata –
      - De alguna manera Renata era especial para ellos. Antes incluso que naciera Thiago
      - ¿Eso la hacía especial? – se secó las lágrimas con la manga de la chaqueta
      - Para ellos sí. No te puedo dar explicaciones del trato que tuvieron ellos con Renata, pero si te puedo decir que yo jamás cambie contigo. Jugaba de la misma manera, eras tú la que te arrancabas de nosotros.
      - Gabriel – intervino Magda – En parte la niña tiene razón. Todos cambiamos con ella, pero no fue porque quisimos, sufrimos con la partida de Renata.
      - Incluso tú mamá, me dejaste
      - Ayude a criar a Renata, era mi hija también
      - ¡No!  Yo era tu hija
      - Fue envidia, celos – susurre - ¿Por qué nunca me dijiste?
      - ¿Qué ganaba? Tus burlas
      - Eras mi hermanita, yo jugaba contigo.
      - Pero me dejaste

La señora Ester entro en el salón seguida de Thiago, quien al ver mis lágrimas camino sin decir nada a mi lado. Me abrazo y me arrastro fuera del salón

      - ¿Estas bien? – me pregunto antes de secar mis lágrimas
      - No – solloce
      - ¿Dónde está Adam?
      - La señora Ester lo tiene
      - Voy a ir por él quédate aquí

Me quede en el mismo lugar, algo así como cinco minutos antes de que Cota pasara por mi lado y se riera

      - Nada puede cambiar lo que hice, ni lo que me hiciste. Solo quiero poder estar con mi hija, así como tú estás con el tuyo. Que mi papá me logre perdonar algún día. Pero sobre todo que tú me logres perdonar.
      - Mantente alejada de mi mujer – gruño Thiago llegando a mi espalda. - ¿No has tenido suficiente? ¿Te queda daño por hacer?
      - El estúpido siempre defendiéndola, no eres más que un hombre patético Thiago. Podríamos haber sido todo tan distinto
      - Nada hubiera sido distinto
      - Cota, hija. Basta – suplico Magda – Por una vez en tu vida has algo bien y deja a tu hermana ser feliz, la vida tampoco le toco fácil.
      - Pero mucho más fácil que la mía, mírala – me apunto – Tiene a su hijo y al imbécil del padre a su lado ¿Qué tengo yo? Dime, mamá ¿Qué tengo yo?
      - Podrías haberlo tenido todo. Tú lo alejas de ti
      - No. Solos se van, todos me dejan

Thiago tiro de mi mano y me saco fuera, me dejo de pie casi sin ser consciente de lo que a mi alrededor pasaba.

      - ¿Te encuentras bien, amor? – Preguntó volviendo a mi lado sin Adam en sus brazos – Vamos a casa
      - Yo no tengo la culpa.
      - ¿De qué?
      - Ella… - solloce – Yo de verdad no tengo la culpa
      - Amor, tú no tienes culpa de nada
      - Ella tiene razón, le destruí la vida a todos
      - Claro que no, amor. Por favor, tranquilízate un poco, estas asustando a Adam
      - Yo no puedo – solloce – Thiago, me culpa de todo y tiene razón
      - ¿En qué tiene razón?
      - Que cuando me fui la primera vez le destruí la vida
      - ¿Cómo puedes pensar así? Tenías quince años, no tenías culpa de nada. Constanza nunca fue buena persona, sola alejo a la gente que la quería, nos hizo mucho daño, se lo sigue haciendo a tus padres, no pienses que tú tienes culpa de algo que no es.



lunes, 16 de febrero de 2015

#38 Caminos Inesperados

Capítulo 38


Sabía de ante mano lo que estaba haciendo Renata. Me provocaba, me excitaba de una manera que debería estar prohibida. Ambos estábamos deseando llegar a la cama, pero con Adam de por medio era un tantito complicado, lo superaríamos.
Desde que volvimos al hotel la veía más distraída, más preocupada de Adam que de mí, no me molestaba. Pero pensé que luego del ataque de celos en la playa cambiaría, se mostraría de otra manera conmigo. Con Renata no podía dar nada por sentado.

      - Es mucho más rápido de esta manera – me dijo sonriente mientras terminaba de lavar su pelo – Aquí le queda un poco
      - Adam quédate un momento tranquilo para que mamá te pueda sacar todo de la cabeza

Pero como Adam era un Lackington, y sobre todo era mi hijo, no se quedaba ni un solo momento tranquilo. Forcejeaba con su cuerpo para que lo soltase, era ver a Renata y querer estar en sus brazos, pero ver sus pechos era querer llevárselos a la boca. Reí al ver como seguía en su lucha por conseguir la atención de su madre y ella negaba con la cabeza y se alejaba cada vez más de su lado.

      - Listo – dijo Renata al cabo de unos minutos - ¿Puedes secarlo mientras me ducho yo?
      - Vale –

Se lo entregue mientras habría el separo y cruzaba una toalla en mi cintura. Saque una gran bata de ducha del colgador y abrí los brazos para recibir a mi niño. Al ver que su madre lo dejaba nuevamente en mis brazos comenzó a llorar.

      - Es solo un momento mi amor – le dijo y beso su boquita chiquitita. – Papi salgo en un segundo.
      - Bueno, mami

Mientras lo secaba en la cama el arrancaba de mi lado, era nuestra rutina de siempre, le encantaba andar desnudo por toda la cama y reía. Renata salió unos minutos después cubierta por la otra bata de baño.

      - Ahora es mi turno – le dije
      - Pero Thiago – río al ver que no estaba ni con pañales
      - Ve si lo logras – me burle
      - Adam ven inmediatamente – le dijo con voz dura, pero Adam simplemente río y trato de bajarse de la cama – Te vas a caer – corrió para evitar la caída.
      - Los dejo solos

Fácilmente me podría acostumbrar a esta situación, a estar todo el día con Renata y Adam, disfrutando de las pequeñas cosas que nos daba la vida. Disfrutando de los dos grandes amores, de la intimidad de mi familia.
Lo que dijeran los demás hoy no me iba a importar, no quería estar peleado con mis padres. Pero si mi madre se cerraba al hecho que era mi vida, mi familia y mi corazón, no podía hacer nada. Había sufrido bastantes meses añorándola y odiándola al mismo tiempo, a toda costa y como cualquier padre que ama por sobre todo a su hijo evitaría que sufriese. ¿Por qué no podía entender eso?
Yo no le pedía que perdonase a Renata, ni que fuese su mejor amiga, yo pedía que me apoyara, que estuvieran conmigo. Por eso le había pedido que nos quedáramos unos días para nosotros, para ablandar el terreno y por fin decirle todo lo que sentía. La amaba, y estaba dispuesto a todo por ella. Incluso volver a casarnos.

      - Thiago – me llamo Renata y podía apreciar que estaba en el umbral de la puerta del baño con Adam sobre su cadera derecha.
      - Dime – corte el agua y abrí la separación, tome una toalla y la anude a mi cintura.
      - Adam tiene hambre –
      - ¿Cenamos en el restaurante o acá?
      - ¿Qué quieres tú? – alzo una ceja de manera sexy
      - Lo que quieras tú. – Le lance un beso – Me visto rapidito
      - Entonces iremos bajando.
      - Bien – pase a su lado y le bese a ambos la cabeza - ¿Te he dicho lo guapa que te ves?
      - Como cien veces – río y me paso la mano por el brazo – Date prisa
      - Usted manda – me beso castamente y se encamino a la salida – Cuida de mamá

A penas salieron de la habitación me vestí en un tiempo record, unos vaqueros y una playera era más que suficiente, poco me importaba estar vestido de mejor manera. Andaba toda la semana con traje. Hoy era un hombre de mi edad, dedicado a disfrutar.


***

      - No quiero que aprenda a caminar – dije resignado
      - Me hace tanta gracia – río al ver como Adam iba de silla en silla dando pequeños pasos solo afirmándose de los bordes – No nos daremos ni cuenta cuando ya esté en el primer día de colegio y luego saliendo de la universidad
      - Saliendo con chicas
      - No – se puso seria y me miro directo a los ojos – No saldrá con ni una sola mujer
      - ¡Renata! – Me reía de ella, de la forma en que decía que nuestro hijo no haría tal cosa, pero ambos sabíamos que no sería así – Las chicas los perseguirán
      - Es mi bebé – se puso de pie, lo tomo y volvió a su silla, dejando a Adam en su regazo
      - Pero crecerá
      - ¿Verdad que no? – lo acuno y comenzó a mecerlo en sus brazos, cada vez que yo le hacía eso a Adam el forcejeaba para dejarlo nuevamente en el piso, con su madre era todo lo contrario, se apretaba más a ella – No crezcas, mi amor.
      - Podríamos tener otro – le dije sin pensarlo.
      - Podríamos –

Se quedó mirando fijamente la cabeza de Adam, tal vez me había pasado con mi comentario sabiendo que solo llevábamos una relación de un par de días. Lo había pensado y planteado el primer día que había dormido en nuestra cama, estaba más que preparado para tener otra parte de ella en este mundo. No sabía en qué momento se lo propondría, pero lo había hecho sin siquiera pensarlo. Yo tampoco quería que Adam creciera, pero no podíamos hacer nada al respecto.

      - No digo que vaya a embarazarte esta noche – aclare – Pero si, podríamos tener otro bebé.
      - Eso quiere decir… -
      - Todo – la corte – Vamos paso por paso, pero si quiero que te vayas a vivir al departamento o con Adam nos mudamos a tú departamento. Si quieres una casa, bien compramos una casa. Podemos solo convivir, o casarnos nuevamente, pero eso si – le apunte – Una gran boda, con invitados, vestidos de novia y todo, absolutamente todo lo que la primera vez nos negamos.
      - Pero…
      - Pero nada, amor – Le tome la mano – No te estoy diciendo que nos casemos mañana. Pero en algún momento, en esta nueva relación u oportunidad podemos hacer todo lo que queramos. Ahora mismo quiero llevarte arriba y hacerte el amor
      - Yo  - le guiñe un ojo - ¿Dónde firmo? – río
      - En ninguna parte – le hice señas al camarero. – Lo primero es dormir a este hombrecito.

En el ascensor se sentía la tensión entre nosotros, ambos esperábamos el momento en que Adam se durmiera y pudiéramos disfrutar el uno del otro. Quería perderme en su cuerpo, poder besarla y tocarla como llevaba mucho tiempo deseando. Ahora mismo me preguntaba porque había acostumbrado a Adam a dormir conmigo, ahora mismo deseaba estar en casa y poder dejarlo en su cuna, en su habitación.

Renata se perdió el baño con Adam, mientras yo pensaba como podía preparar algo especial. El espacio no era mucho, con lo único que contábamos era un sofá pero eso ya me parecía cómodo, esperaba que también a ella.

      - ¿Quieres que pida algo de beber? – le pregunte cuando se recostó en la cama con Adam.
      - No –
      - ¿Quieres algo? – volví a insistir
      - No – se llevó un dedo a la boca para hacerme silencio – Quiero hacer dormir a este jovencito.
      - Vale, los dejo solos


Cuando volví media hora después, abrí suavemente la puerta de la habitación. Había estado dando vueltas por el hotel, mirando el horizonte desde la terraza pensando o más bien buscando la manera de que todo estuviera bien, de poder tener paz con mi familia y con mi mujer. Era inevitable que cuando llegásemos a la casa todo se nublara nuevamente, pero antes necesitaba asegurarme que Renata no huiría y no tomaría a mal las cosas que tenía que decirle.
No iba a ser fácil para ella asumir que nadie apoyaba nuevamente esta relación, yo no lo estaba asumiendo bien. Me ponían entre la espada y la pared, y era lo que a mi madre más le había dolido. Que llegado el momento de elegir, elegiría a Adam, sobre todas las cosas Adam iba primero y Renata venía con él. En su momento Dani eligió a Marcos y a Vale, yo fui el primero en negarme, en montar una escena, dejarles claro que no me parecía. Ahora me encontraba casi en la misma posición y también elegiría a mi familia, a mi hijo, a mi mujer.

Renata no estaba en la cama, pero si el pequeño cuerpo de mi hijo con su pijama de Mickey, ese cabello revuelto y una pequeña sonrisa. Hasta dormido demostraba que era feliz.

      - ¿Renata? – susurre dando unos golpecitos en la puerta del cuarto de baño

Pasado unos segundos la puerta se abrió lentamente y ella asomo la cabeza. Llevaba solo una toalla por debajo de los hombros. Me guiño un ojo y me invito a pasar.

      - Me dijiste que me harías el amor y estas tardando.
      - ¿Aquí? – le pregunte mientras comenzaba a pasar mis manos por sus brazos, arriba y abajo en un movimiento sincronizado
      - La cama está ocupada – me beso castamente – Este lugar me parece perfecto

No la deje decir una palabra más, no dude en que cualquier lugar sería perfecto si ella estaba conmigo. La tome por la nuca y la bese, todos los meses de ausencia y dolor se iban en ese beso. Era nuestra nueva oportunidad, era tal vez la primera vez que hacíamos las cosas bien.

Nos besamos, nos acariciamos y nos perdimos en el cuerpo del otro. Dejamos que la pasión acumulada por el tiempo se desbordara en aquel baño de un hotel. En susurros, con acciones nos demostrábamos el amor que nos sentíamos, no había habido otro hombre que ocupara mi lugar, tampoco otra mujer que la sustituyera. Siempre habíamos sido nosotros.
El destino estaba escrito desde siempre, lo que sentía por esta mujer no podía ser normal, mi corazón se aceleraba con solo tenerla cerca. Y sabía que ella se sentía igual.

Renata había estado siempre a mi lado, de niña como una amiga, una cómplice, una hermana. Gracias al cielo nunca la vi de esa manera.
Mi cuerpo se sacudía con cada embestida, el de ella me recibía gustosa. Los gemidos y la respiración agitada, las miradas a través del espejo. Todo era perfecto. Me deje llevar, llevándome la conmigo al mismo abismo, el que solo cuando estábamos juntos era el mismo paraíso. Ya no podría vivir sin mi dosis de ella, ya no podría volver a pasar un segundo de mi día sin poder estar junto a ella. Mi amor, mi vida y mi alma le pertenecían a Renata.

      - Te amo – me susurro con un último aliento antes de dejarse vencer por el orgasmo.

Perdimos la noción del tiempo abrazados en el frío suelo del cuarto, ninguno decía nada pero tampoco aflojábamos el abrazo. No dejaba de pensar en el “te amo”, hacia tanto que no escuchaba esas palabras, no sabía cuánto había extrañado oírlo de sus labios hasta que salieron, temí preguntar si fue parte de la excitación del momento o porque verdaderamente lo sentía. Ahora yo mismo tenía miedo de volver a pronunciarlo.

      - ¿Thiago? – susurro acariciando mi pecho con sus manos
      - Ajá –
      - Nada. Pensé que te habías dormido
      - No. Estaba disfrutando del momento – asintió en mi pecho - ¿Estas bien?
      - Si – alzo la cabeza – Mejor que nunca

Su boca busco la mía, deslizo su cuerpo sobre el mío hasta que quedamos con las frentes pegadas, con los ojos perdidos en nuestras miradas.

      - Te amo – volvió a decir – Y lo dije en serio
      - Yo también te amo

Nuevos besos, nuevas caricias, nos estábamos entregando nuevamente al placer de tenernos el uno al otro cuando el llanto de Adam la hizo levantarse de golpe.
Coloque mis brazos debajo de la cabeza para mirarla moverse rápidamente por el lugar en busca de ropa. No pude retener una carcajada cuando la vi volver a casi vestirse

      - ¿Qué te hace tanta gracia?
      - Tú – me puse de pie y la tome por las caderas para atraerla hacia mí – Me voy a dar una ducha ¿Me acompañas?

      - Adam está llorando – se zafó y abrió la puerta – Volveré a lavar tu espalda 

martes, 10 de febrero de 2015

#37 Caminos Inesperados

Capítulo 37


Como podía haber cambiado tanto de un día para otro, desde la mañana anterior que todo en esta casa era risas y felicidad. Mi segunda mañana despertando al lado de Renata era maravilloso.
Anoche, anoche simplemente fue perfecto, luego de haberle dicho a Renata que acostara a Adam en su cuna, en su cuna por primera vez. Volvió a salir de la habitación preciosamente vestida. Ese vestido no se lo había visto jamás puesto, el color dorado, era tan dorado como su pelo.
Comimos una exquisitez que ella había preparado, de verdad se había esmerado muchísimo, y había valido la pena, ningún restaurant estaba a la altura de mi mujer en la cocina. Conversamos de todo y nada a la vez, ella me hacía preguntas sobre los primeros meses de Adam, de cómo había hecho para criarlo tan bien y sano como estaba. Me volvía a pedir perdón por todo lo pasado. A si mismo le pregunte detalles de aquel viaje que nos jodió la vida. Con lágrimas en los ojos ella recordó como había sucedido, y para mi desgracia sabía que había sufrido en ese tiempo, tanto por lo que le habían hecho como por saber que la culpable de su sufrimiento eran sus malas decisiones y su hermana.

Miro como duerme con los cabellos esparcidos en la almohada y como Adam tiene una mano sobre su pecho, si este pequeño bribón no estuviera hubiéramos terminado haciendo el amor. Pero lo tenemos y es mi gran alegría. Verlos dormidos juntos, sentir que en la cama estamos los tres, que nuestros corazones están juntos de nuevo

¡Por Dios Thiago te estar volviendo tan romántico! – me había dicho Renata cuando busco un par de piezas suaves para que bailáramos en el salón.
Nos comenzamos a besar a partir del segundo baile, en el tercero ya nos tocábamos lugares más íntimos y cuando estábamos listo para ir a bailar a la cama. Adam despertó llorando.
Ambos nos miramos y sonreímos.

No está acostumbrado ni a la cuna ni a estar solo –Le aclare cuando me beso y fue a ver que le pasaba.
Me alegro de eso – río antes de volver a nuestra habitación con el niño en brazos – Eso me asegura que no ha habido ni una sola mujer en esta cama

Iba a contraatacar sus palabras pero Adam se robó toda nuestra atención, siempre tenía ese efecto. Le preste una mis camisetas a Renata y le dije que se acostara con Adam, estaría más cómoda para darle pecho y así me aseguraba de que no era solo un buen sueño.

Adam despertó, y empezó a trepar por sobre Renata para alcanzar sus senos. No le bastaba con solo tocarlos, no este niño los quería en su boca. Ojo que no lo culpaba.

      - ¿Siempre es así? – Pregunto Renata somnolienta - ¿Nunca duerme un poco más?
      - Dice que le carga la gente perezosa – reí y la bese castamente por encima de Adam
      - Esta claro que eso lo saco de ti – bostezo – Perdón anoche me dormí
      - No importa, yo igual me dormí. Te quedo muy rica la cena anoche – sonreí
      - Me lo dijiste como mil veces – río también - ¿No te cansas he? – dijo mirando a Adam
      - ¿Por qué hace eso? – Negué con la cabeza – Costaba muchísimo que le tomara a Dani, y a ti no te deja ni un solo segundo
      - Debe ser porque sabía que no eran sus pechos.
      - Estos tampoco son de él –
      - ¿De quién son Thiago? – Alzo una  ceja y yo me encogí de hombros en respuesta – Espera hijo ya te voy a dar

Se sentó en la cama, tiro la sabana para cubrir la desnudes de su cuerpo hacia abajo y acomodo a Adam en sus brazos. Me quede en el mismo sitio mirando como el mientras se metía el pecho de su madre a la boca con las manos le acariciaba la cara. Era una hermosa imagen, pero eso ya lo había dicho jajajajaja. Hubiera sido lindo haberlo vivido desde un principio

      - ¿Qué piensas? – me pregunto sonriendo pícaramente
      - En lo lindo que hubiera sido esto de un principio – a penas articule palabras quise enterrarme, agacho la cabeza de inmediato – No quise
      - Esta bien, es lo que sientes. Yo también me lo preguntaba.
      - ¿Desayuno? – dije para distraerla y distraerme a mí también
      - No, aun no. – Me tomo la mano para que no me levantara de la cama – Quédate con nosotros
      - Ayer… Anoche… Yo…
      - Yo también – río – Me gustaría quedarme con Adam algunas noches.
      - Creo que a él también le gustaría
      - ¿Esta noche? – Me alce de hombros - ¿Es un sí o un no?
      - ¿Quieres pasar el día con nosotros?
      - Pensé que nunca lo preguntarías – río – Claro que sí.
      - Bien – me pare de la cama – Entonces a bañarse. Saldremos
      - ¿Dónde?
      - Lo iremos viendo en el camino. Dame a este pequeño y ve a prepararte
      - Hazlo tú primero, así me da tiempo de alistar a Adam
      - Yo puedo hacerlo
      - Sé que puedes, pero yo quiero hacerlo. Esto parece tan normal.
      - Lo sé – le bese castamente los labios – A mí también me lo parece. Podemos bañarnos juntos y luego preparar juntos a Adam. ¿A que no es mejor idea?
      - Ve a ducharte – me ordeno guiñándome un ojo


***

Dos horas más tarde íbamos camino a la playa, Adam dormía en su silla, Thiago concentrado en el tráfico y yo. Y yo mirando el paisaje, a ratos el perfil de mi hombre, los cambios que habíamos tenido en tan poco tiempo. ¿Cómo en un fin de semana podía cambiar todo? Parecíamos una familia, tal vez hasta casi lo éramos.

Cuando aún estábamos en casa, había llamado a mi padre para avisarle que no iría a comer con ellos. Era el más feliz por saber que estaría pasando el día con mis hombres.

Mis hombres, que extraño sonaba decirles así. Pero a Thiago se le había puesto una sonrisa en la cara cuando había preguntado ¿Están listo mis hombres? Me gane varios besos después de eso. Esos besos con los que había soñado por casi diez meses, varias caricias que llevaba esperando la misma cantidad de tiempo.

      - ¿En qué piensas? – pregunto Thiago poniendo su mano sobre la rodilla.
      - En nada – me alce de hombros – Adam ha dormido muchísimo
      - Solo recarga sus energías – río – Ya verás cómo nos dará guerra
      - Thiago – apreté su mano
      - ¿Qué? – tomo mi mano y se la llevo a su boca, besando cada uno de mis nudillos
      - Pasamos por una tienda para comprarme algo más corto. Así poder mojarme en el mar con Adam
      - Te dije que pasáramos por tu departamento para que sacaras ropa.
      - Se nos iba a hacer tarde – le sonreí – Pero me puedo comprar algo.
      - Bien – beso nuevamente mi mano – Te comprare el bikini más lindo que encuentre
      - ¿Qué? – Abrí mucho los ojos – No, ni se te ocurra
      - ¿Por qué?
      - ¿Quieres que haga el ridículo? No, Thiago.
      - ¿El ridículo? ¿Por qué Renata? – Río – No me salgas con que estas gorda, o que te da vergüenza tu cuerpo.
      - Un poco – admití – Pero con un pantalón corto, o una falda estaré bien
      - Renata, preciosa. No estás gorda. Ya me hubiera dado cuenta de eso.
      - No estoy gorda, es solo que mi cuerpo no es el mismo. No quiero un bikini
      - Claro que no es el mismo, tuviste un hijo. Amor, te quiero en un bikini. Te quiero con una sonrisa, te quiero feliz y disfrutando con nosotros.

No pude evitar reír y sentir mariposas en el estómago. Me había dicho amor, no sabía todo lo que esa palabra se significaba para mí. Su móvil sonó, rápidamente contesto con monosílabos. Quería y no quería saber quién era. Su ceño fruncido, su buen humor iba desapareciendo, hasta que unos metros más adelante aparco el coche. Y bajo.

Me quede mirando su rostro y como discutía. No todo podía seguir siendo del todo bien. No podíamos tener un día perfecto. Tampoco aguantaba más mirándolo desde arriba, así que decidí bajar. Al llegar a su lado corto la llamada. Se llevó las manos al pelo y suspiro con frustración

      - ¿Quieres que volvamos? – le abrace por la espalda y bese su omoplato.
      - No. – Giro en mis brazos y me beso la cabeza – Estaremos bien
      - ¿Paso algo malo? – pregunte temerosa
      - No – resoplo. Apoyo su frente en la mía – Estaremos bien
      - Si, Thiago – le bese castamente – Estaremos bien
      - Te quiero, Renata. – Me devolvió el beso – Quedémonos unos días
      - ¿Dónde?
      - Donde quieras. – Me beso - ¿Quieres que pasemos unos días solos?
      - ¿Qué pasa? – mire dentro del auto y vi que a Adam le estaba llegando mucho sol en su pequeño cuerpito - ¿Seguimos?
      - No me dijiste si querías que nos quedáramos.
Le volví a besar y me solté de sus brazos, era un buen espectáculo el que estábamos montando en plena carretera pero debíamos continuar.
Thiago siguió mi ejemplo y cuarenta y cinco minutos después rondábamos algunos departamentos en renta. Era temporada alta y no encontrábamos lugar. Thiago ya harto de todo decidió dirigirse a un hotel.
Pidió una habitación con vista al mar y un joven nos acompañó hasta la puerta.

      - Si necesita cualquier cosa, nos llama. – amablemente dijo y nos dejó solo en la habitación

Camine hacia la ventana, mientras sostenía a mi hijo sobre mi cadera derecha. Thiago me abrazo por detrás y apoyo su cabeza en mi hombro.

      - Esperaba un departamento con un poco de comodidades – me beso el cuello - ¿Quieres comer algo?
      - Estaremos bien aquí – le sonreí - ¿A que si mi amor?
      - Si – río Thiago – Si estamos los tres, estaremos más que bien.

Thiago nos dejó solos un momento mientras iba al coche a buscar el bolso con las cosas de Adam. Aproveche ese momento a solas para llamar a papá y saber cómo estaban las cosas en casa.

      - Hola papá – le salude muy alegre
      - Mi vida – sabía que estaba sonriendo - ¿Ya llegaron?
      - Si –le hice cosquillas a Adam, quien río a carcajadas – Estamos en un hotel. Tal vez nos quedemos a pasar la noche
      - ¿Entonces está todo bien?
      - Todo perfecto –
      - Me alegra muchísimo mi vida. Pásalo muy bien y disfruta a tu familia.
      - Gracias papi
      - De nada. – Río – Ahora ve y disfruta

Mientras escuchaba a mi padre contarme cosas sobre Carol, la puerta de la habitación volvió a abrirse. Le hice señales a Thiago para que se diera cuenta que estaba al teléfono. Me sonrió y dejo caer en la cama la bolsa y comenzó a sacar un par de cosas.

      - Te dejo papá – guiñe un ojo a Thiago
      - ¿Todo bien? – pregunto cuando lance el móvil sobre la cama
      - Sip – sonreí – Todo bien.
      - ¿Qué hacemos?
      - Vamos a almorzar, luego podemos ir a la playa
      - Me parece estupendo.

Y ahí estábamos tres horas después recostados unas reposeras mirando el mar con Adam entre nosotros riendo arrojándose arena en la cabeza. Pero ninguno de los dos era capaz de decirle que parara, no cuando lo veíamos reír, cuando lo veíamos estar tan feliz.
Thiago se había salido con la suya y debajo de la playera estaba ese bikini que me había regalado. Por Adam y nada más que por él me había sacado el pantalón. Pero no sería capaz de la playera.

      - Renata –

Mire a Thiago que se ponía de pie sin quitarme los ojos de encima y me estiraba la mano. Le alce una ceja y negué con la cabeza.

      - Vamos –

Volvió a insistir y tomo a Adam en sus brazos. Volví a negar cuando tenía clara sus intenciones.

      - Solo hasta la orilla –

Negué con la cabeza nuevamente. Pero con la sonrisa pegada a mis labios. Adam apuntaba el agua y era donde su padre lo llevaba y quería arrastrarme con ellos.

      - Vamos Renata, no seas aburrida.
      - Bueno vamos

Le tome la mano y caminamos a la orilla. La gente nos miraba, no había mucha, pero éramos una pareja joven y con un pequeño, sobre todo cuando el hombre que llegaba al niño tenía un cuerpo casi hecho a mano. A pesar de todo el tiempo que conocía a Thiago no comprendía como podía mantener ese cuerpo. Iba al gimnasio, pero no todos los días o se mataba en el para tener ese cuerpo. La genética era muy amable con él.

¿Iría a ser Adam de la misma manera? ¿Andaría por ahí en unos años más robando todas esas miradas? Mire a mi hijo y a su padre al mismo tiempo, tenían un parecido. Era indiscutible que era suyo.

      - Deja de comernos con los ojos mujer – se burló – Sabemos que estamos guapos, pero no necesitamos que mamá nos mire así
      - Se parecen mucho – sonreí y moví las manos para que Adam pidiera mis brazos
      - Es guapo como tú – me lo tendió – Es perfecto como la mamá

Con Adam en mis brazos levante el pie lo bastante fuerte para salpicar de agua a Thiago. Me volteé rápidamente para huir o terminaríamos todos mojados. Mi niño reía a carcajada con cada gota que nos alcanzaba de las que Thiago nos tiraba.

      - Ya para Thiago – pedía, cada vez estaba más mojada mi playera. A pesar del sol, corría viento en la orilla
      - Dejen de huir – pidió – Te puedes caer con el niño

Me detuve en ese momento y Thiago se paró por delante y me beso.

      - Tus labios saben a sal – río y me volvió a besar
      - Los tuyos a labial de fresa – le di un nuevo choque de labios y me deje caer en la orilla con Adam.

Puse a Adam entre mis piernas mientras el mar le mojaba su traje de baño del ratón Mickey que le había regalado su Abuela Renata en su cumpleaños. Se veía completamente adorable.
Cada vez que llegaba el agua a sus piernas el movía sus pequeñas piernas y reía. Trataba de tomar el líquido salado con sus manos y llevárselo a la boca. Se frustraba cada vez que no lo conseguía. Thiago reía a mi lado. Con sus manos hizo un pequeño agujero, donde Adam chapoteaba sus piececitos.

La tarde se iba apagando a nuestro alrededor y nosotros estábamos demasiado felices para que todo esto fuera verdad. Desde la reposera con mi hijo envuelto en una gran toalla para que no cogiera frio veía como el hombre de mis sueños, el amor de mi vida se lanzaba una y otra vez bajo las olas del mar. Era todo un espectáculo, no tan solo para mí, sino para el grupo de chicas que estaban a un par de metros de distancia.
Las podía escuchar hablar de lo guapo, de su cuerpo. No era algo que me gustaba escuchar, pero saber que ese hombre era complemente mío me llenaba de orgullo.
Una de ellas la del bikini rojo con unos pechos diez veces más grandes que los míos en el mejor momento después del parto se metió al mar demasiado cerca de donde Thiago estaba.
Cada vez que la chica miraba hacía sus amigas las veía a las malditas alentarla a que se acercara, le levantaban el pulgar y le hacían señas con las manos.
Eso ya era ir demasiado lejos. Pero tampoco podía yo aventurarme e ir a su lado y hacerles saber que era mío.
No me quedaba más que hacer que mirar la reacción de Thiago desde lejos y apretar más a Adam contra mí.  

Cuando Thiago volteo y me saludo con la mano, yo le devolví el saludo ganándome todas esas miradas del grupo. Incluyendo a la del bikini rojo que solo se acercó aún más a mi hombre.
Thiago me regalo una sonrisa y comenzó a retroceder, podía imaginar que se había dado cuenta de la situación o simplemente quiso hacerlo. No sabía que podía ser, pero salió del agua corriendo y llego a nuestro lado.
Se sentó tras de mí y me abrazo todo mojado, el frio del agua traspasaba mi playera, pero el calor de su cuerpo era el mejor contraste.

      - Puede tener los pechos al aire – me susurro – Pero no mi atención.
      - ¿De qué hablas? – me hice la inocente y puse de pie sobre la reposera a Adam quien estaba con la mayor intensión de aprender a caminar. – Ya quiere hacerlo solo
      - No me cambies el tema, amor – me beso la mejilla y me abrazo aún más fuerte, solo un poco más de presión y me rompía las costillas – Mis ojos solo te ven a ti, a tu cuerpo, a tus pechos.
      - Mira – volví a insistir, mientras Adam daba un par de pasitos afirmado de mis manos en dirección a nosotros
      - Mi atención es de ustedes, amor. Ni esa chica, ni las otras me gustan como lo haces tú ¿Vale?
      - Vale –
      - Aparte – subió sus manos desde mi estómago hasta mis pechos, por reflejo y vergüenza apreté el cuerpo de Adam hacia mí, para que no se viera lo que su padre hacia conmigo – Estos – me los apretó con la fuerza justa para acelerarme la respiración y contraer mi cuerpo – Son míos – rozo el pezón con el pulgar. – Vámonos de aquí – susurro

No me dio tiempo para reaccionar y saco a Adam, y lo dejo sentado sobre la arena mientras él se ponía su playera negra y yo era una espectadora desde la reposera sin ser capaz de reaccionar. Este hombre me tocaba con cientos de personas alrededor y no le afectaba en nada.

      - Si me afecta – respondió como si pudiese leer mis pensamientos
      - No lo parece – reaccione y me puse de pie al tiempo que subía mi nueva falda
      - Ya te mostrare que si lo hace. Vamos mujer apresúrate que Adam necesita una ducha, una cena y dormir. Su padre necesita a su madre.
      - Thiago – lo reprendí. Su tono de voz no era nada silencioso y podía jurar que toda la playa escucho eso.

Mientras me acomodaba la ropa Thiago guardo las toallas y los juguetes de Adam dentro del bolso. Me agache a tomar a mi hijo cuando sin ningún motivo este hombre del que estaba completamente enamorada me dio un nalgazó que me hizo saltar de la impresión, no por el acto en sí, sino por la poca vergüenza que estaba mostrando.

Al llegar al hotel pocos minutos después, entramos en nuestra pequeña pero acogedora habitación. Me lleve a Adam directamente a la ducha, mientras Thiago me traía todas sus cosas personales para esta misma. Lo deje un momento en el suelo mientras yo me sacaba la ropa.
Era más rápido y simple ducharme con él. En casa tenía su bañera, acá no. Pondría en práctica mis dotes de madre que Magda me había enseñado.
Una vez desnuda, hice lo mismo con Adam y lo cargué hasta la ducha, regule la cantidad de agua y cerré el separador para que no cogiera frio mientras esperábamos que su padre llegara con las cosas.
Ni tres minutos más tardes Thiago corrió el separador y me miro con una ceja alzada.

      - ¿Qué haces? – le dije cuando no reaccionaba a dejar nada, ni apartarse
      - ¿Qué haces tú? – pregunto tragando saliva
      - Tratando de bañar a Adam, anda Thiago pásame sus cosas
      - Ah eso – se rasco la cabeza y me tendió una botella – Estas guapísima

Me sonroje ante su comentario, caí en cuenta que lo que hacía era mirar mi cuerpo desnudo, eso era lo que le parecía extraño. No que estuviera en la ducha.

      - Cierra eso que le entra aire al hijo

Thiago cerró, puse a Adam de pie, y me agache para estar a su altura, mientras que con una mano lo sujetaba, con la otra le sacaba una cantidad enorme de arena de la cabeza. Thiago volvió a abrir el separador, esta vez entrando desnudo junto a nosotros.
      - Mujer – resoplo al verme en esa posición con el culo en punta – Eres un maldito pecado. Dame al niño, yo lo afirmo y tú lo lavas


Creo que en el mundo solo hay una persona que encuentra atractivo mi cuerpo y ese era Thiago, me levante con la intensión de provocarlo, ya se había comportado durante estos días y no habíamos llegado a estar juntos de la manera en que lo deseaba. Pero esta noche lo haríamos de alguna manera nos las arreglaríamos. Tenía que arreglarlo de alguna manera o me moriría. Lo necesitaba, y mirarlo desnudo a mi lado no ayudaba en nada.