lunes, 19 de mayo de 2014

#11 Caminos Inesperados

Capitulo 11

      - No quiero volver a discutir lo mismo mamá. ¡Yo no le hice nada a Daniela! Ella comenzó a insultarme y gritarme muchas cosas. Además ya es tarde y estoy ocupando.
      - Para mí nunca estás ocupado ¡Me oíste! Tienes media hora para estar aquí y si no lo haces iré a tu casa y te acordaras quien es tu madre
      - Mamá basta. No le pienso pedir disculpa
      - ¿Por qué se supone que tu hermana te ataco de esa manera?
      - Ya te lo dije ¡No lo sé!
      - Algo me ocultan y que sepas que lo averiguare
      - Vale mamá, lo entiendo ¿Podemos hablarlo mañana?
      - ¡Que no! Media hora Thiago Lackington

¿Algo más para esta noche? Soy un completo idiota nunca debí acceder ir a ese maldito bar, sabía lo que hacían y quienes estaban. Pero mi idiotez fue mayor y no solo al ir sino también al haber invitado a Alexa, “Mi amiga con beneficio” Si hasta yo no podía creer que se auto proclamara de esa manera.
Luego me quejaría de no poder sacar a Alexa de mi vida. Pero con ella no sentía tanta la necesidad de Renata. ¡No te mientas a ti mismo! Si siempre tenía a Renata presente.
Mañana se iba y la volvería a perder, no había parado los trámites como ella me lo exigió, tenía la esperanza en que recapacitara. Aunque yo la había arrojado a ir mas allá. Quería que sintiera la necesidad de buscarme, al igual que lo había hecho yo. Pero en dos malditas semanas nunca lo hizo, mi idea de darle celos nada había sacado y ya estaba más que desesperado. O iba yo o me caía al acantilado por idiota. ¿Por qué le habré hecho caso a Joe? ¿Por qué necesitaba buscar algún culpable que no fuera yo? Solo para poder sentirme bien, cosa que en estos minutos era imposible.

      - Cariño – llamo Alexa desde el cuarto de baño
      - Voy – dije frustrado por toda esta situación

Cuando llegue al cuarto, verla desnuda con el agua que cubría su vientre y me daba una buena vista de ese par de siliconas que tenía. Mi polla reacciono de inmediato, no podía negar que esta mujer me calentaba, pero solo era sexo. Solo sexo. A que hombre no lo calentaría una mujer como ella.

Tenía cuerpo de modelo, pero no cerebro, tenía culo y tetas pagadas, pero no corazón y sentimientos como mi Renata, mi pequeño ángel rubio era perfecta.

Mi ángel que furiosa se fue del local, moría de ganas por salir tras ella y secuestrarla. Llevarla lejos de aquí, estar ella y yo solos. Malditas mis neuronas que funcionaron en ese momento y me lo impidieron.

      - Ven necesitas un masaje – dijo seductoramente, invitándome a entrar en la bañera con ella.
      - Lo siento, tengo que salir –

Y no era una excusa para no acostarme con ella, era porque sabía que si no vendría mi madre y Arde Troya si la encuentra aquí. Esa Renata sí que estaba furiosa, y yo sí que conocía el carácter de mi madre.

      - ¿Cómo? – pregunto asombrada
      - Debo ir donde mis padres – explique, aunque no debía – Dani se puso mal y…
      - Vale, lo entiendo – sonrió – Te esperare aquí mismo solo no tardes
      - Preferiría llevarte a tu casa –
      - Oh – exclamo – No Thiago, te espero aquí mismo.
      - Enserio pasare la noche allí –
      - Vale pues cojo un taxi
      - ¿Segura?
      - Termino de darme el baño y me voy ¿Te veo mañana?
      - Te llamo
      - La esperare ¿Sabes eso?
      - Lo sé. – Le guiñe un ojo y salí del baño.

***

Al entrar en casa de mis padres al primero que vi fue a Tío Gabriel y Magda. Quien solo al verme se puso a llorar desconsoladamente en el hombro de su marido.
Mi padre camino hacia mí sujetándome firmemente el hombre como si lamentara algo.

      - ¿Qué pasa? – Pregunte algo extrañado - ¿Dani está bien? – ya más angustiado

En ese instante bajo mi madre ayudando a Dani y sentí algo de alivio al verla bien. Nadie decía nada, todos se miraban y eso me estaba cabreando

      - ¿Qué pasa? – volví a preguntar, esta vez Cota quien salía de la cocina con Carol entre sus brazos se dignó a hablar.
      - Renata no ha llegado a casa, no coge el móvil y vez como los tiene a todos – dijo despreocupada.
      - ¿Cómo no ha llegado? – Pregunte mirando a Daniela – Estaba contigo
      - Lo que oyes, ya les he dicho a todos que tal vez este con algún hombre en un hotel pero nadie quiere tomarme en cuenta – se adelantó en decir Cota
      - Tú hermana no es como tú – le reclamo su madre – Dani dice que se fue del local en que estaban, dice que se fue sola hace ya más de dos horas y tres cuartos. Thiago no aparece.

Mi mundo se paralizo en ese segundo, tuve que afirmarme bien en el sofá para no caerme, para poder asimilar lo que me estaban diciendo ¿Cómo que no aparecía? ¿Cómo nadie sabía nada?

      - Thiago – habló mi papá
      - Yo no la he visto – confirme – Estaba en mi casa, yo no tengo nada que ver con esto
      - Eso lo sabemos – dijo Daniela enojada – Todo esto es tú culpa idiota
      - No lo es hija – dijo mi mamá tratando de calmarla
      - Claro que si – gruño – Si el idiota de tú hijo no hubiera llegado con esa perra, ella no se hubiese ido de esa manera
      - ¿Qué tienes que ver Thiago? – pregunto mi padre
      - Nata – dijo tío Gabriel – Nuestros hijos estaban saliendo
      - ¡Que! ¿Thiago?
      - Si mamá – confirme – Lo dejamos hace más de dos semanas, pero si estábamos juntos. Prefirió al idiota de su marido
      - ¿Por qué no me lo dijiste?
      - ¿Sabes que todo esto es tú culpa verdad? – ataco mi papá
      - ¿Hablaron con todos los que estaba en el local? ¿Daniela constataste que no estuviera con esos imbéciles con los que trabajaba? – pregunte obviando la pregunta de Dani, ya que tenía razón en lo que decía. Todo esto era mi culpa
      - Si, no soy tan estúpida como tú. Nadie sabe nada.
      - Que esta con un chico – volvió a insistir Cota quien era la única tranquila de toda la casa – O buen es su manera de llamar la atención de Thiago nuevamente. Ya saben que le gusta que todos estén pendientes de ella
      - ¡Hija por dios! – Dijo mi madre asombrada de todas las estupideces que salían de su boca - ¡Me doy cuenta que no conoces en nada a tú hermana!
      - ¿Puede ser eso verdad? – le pregunte directo a Dani, quien últimamente era su mejor amiga
      - Cállate si no vas a decir algo importante, con el único que Renata se arrancaría sería contigo, como eres tan idiota para siquiera pensar en eso

¿Verdaderamente lo había pensado? No claro que no, mi Renata no era así

      - Yo apoyo a Thiago con lo que piensa – ataco Cota – Mamá no me mires con esa cara, que bien puede ser verdad
      - No lo es, yo la críe.
      - A mí también – río Cota
      - ¡Dios! – Volvía a intervenir mi madre – No puedo creer que pienses eso Constanza
      - Perdón – dijo sin pesar – Lo siento por bajar del pedestal a la señora. Pero es una posibilidad. Pero me doy cuenta que aquí está lleno de fans de ella.
      - ¡Ya Basta! – Grito tío Gabriel – Mejor ve a hacer dormir a tú hija. Y déjate de hablar mal de tú hermana

Salió del salón hecha una furia, estaba claro que nadie creía en su teoría y solo lo decía para dejar por el suelo la reputación de Renata, como estaba la de ella.

      - Papá por favor – pidió Dani – Déjame ir a buscarla, en algún lugar debe estar
      - Yo me hare cargo – dijo poniéndome de pie
      - Cagandola mas – susurro Dani
      - Quiero que la cortéis ustedes también. Daniela si no vas aportar algo importante te pediría que te fueras a tu cuarto. Ya basta con las agresiones. Necesitamos encontrar a Renata.  – aclaro mi padre con su voz de mando.
      - No harán nada hasta 48 horas Benjamín, los llame antes de venir para acá – dijo Magda
      - Si, eso es verdad. – Dije confirmando – Incluso es difícil que hagan algo. Dentro de 48 horas. Papá – me miro - ¿Tienes contactos en el aeropuerto?
      - Tengo que hacer un par de llamadas –
      - Hazlas, es lo primero. Si acaso adelanto su viaje… - mi voz se fue apagando
      - Están todas las cosas en la casa Thiago. No se iba a ir sin despedirse de mí
      - Es una opción. Nada perdemos

O por lo menos eso esperaba, esperaba que en el aeropuerto nos dijeran que esta había tomado un vuelo, solo con eso por el momento me conformaba. Con eso estaba seguro que ella estaría bien.
Los minutos mientras mi padre se comunicaba se me hacían eternos, había llamado más de mil veces a su móvil y nada. Buzón de voz. No me podía quedar más aquí, tenía que salir a buscarla a algún lugar.

Sin saber, ni esperar nada tome las llaves de mi coche y salí escuchando las suplicas de mi madre que no hiciera nada estúpido. Pero que más estúpido que haberla herido y ahora saber que la puedo perder. Eso era el colmo de la estupidez. í escuchando las suplicas de mi madre que no hiciera nada estúpido. Pero que más estúpido que haberla herido y ahora saber que la puedo perder. Eso era el colmo de la estupidez.

Tenía que encontrarla, como diera lugar

Luego de más de dos horas recorriendo las calles de Santiago y no dar con ella, entrar en algunos bares, recepciones de hotel y nada. Decidí que era momento de marcar nuevamente su número.

Primer intento fallido.
Segundo intento fallido.

Antes de llamar por tercera vez me entro una llamada de mi padre.

      - Thiago, nada. No ha salido del país –
      - ¡Mierda! – Exclame - ¿Qué hacemos?
      - ¿Dónde estás?
      - Estoy recorriendo la ciudad papá. Pero nada.
      - Vuelve a la casa, necesitas descansar. –
      - No puedo papá, no sin ella.
      - Son casi las cinco de la mañana, necesitas descansar.
      - Sabes que no lo podré hacer hasta saber dónde está. Papá cualquier cosa me llamas.

Como mierda todo esto nos estaba pasando, como mierda las cosas llegaron al punto de no saber dónde estaba. Mi reloj ya marcaba las siete de la mañana, estaba hace media hora haciendo guardia en la entrada de su casa. Nada. Ni una maldita llamada de nadie. La angustia podía conmigo y deje escapar esas lagrimas que se reusaban a salir. Esas lágrimas que me decían que la necesitaba más que nunca.
Apoye mi cabeza contra el volante y le pedí a Dios que donde sea que estuviera se encontrara bien, que nada malo le haya pasado.
Cerré mis ojos por un momento, necesitaba descansar como mi padre me había dicho hace unas horas, pero nada era posible sin saber dónde estaba. Estaba perdido en mis pensamientos hasta que me tocaron la ventana del coche.

      - vamos cariño – llamaba Renata quien con su pequeña barriga donde cargaba a mi bebé, no quería darse un baño en el amor.
      - No amor, que estamos bien aquí – respondió
      - Vamos no seas floja, que mi bebé esta dormidita ahí dentro. Además le hará bien
      - Si claro, el abogado con especialidad en pediatría – río. Oh su risa, como amaba escucharla reír a diario.

Camine hacia donde ella, tenía que lograr meterla al mar o de que valía haber elegido este hermoso lugar como luna de miel.

      - Sra. Renata Lackington – dije arrodillándome a la altura de su barriga y depositando unos suaves besos sobre mi hija. – Te amo pequeña  – le susurre. Subí lentamente hasta llegar a sus labios y también se los bese profundamente, dándole mi alma en aquel beso como siempre lo hacía –Te amo amor mío
      - Y yo a ti mi vida, pero no quiero mojarme – alce una ceja y ella río. Estaba claro que no lo había hecho con la doble intensión pero así quise escucharlo yo en ese momento – Con agua amor, eso quería decir.
      - ¿Por qué? – hice un puchero
      - Estoy gorda y tú… y tú me quieres de pie, ya me hiciste poner este bikini. Ya te di en gusto con eso. Ahora déjame tomar sol y leer.
      - Uno – dije haciendo énfasis con los dedos – No estas gorda, estas preciosamente embarazada. Dos – levante un nuevo dedo – No puedes tomar mucho sol y tres…

La levante entre mis brazos haciéndola chillas y reír al mismo tiempo ganándonos las miradas de todos los que estaban en la orilla de la playa…

Era ella, ella estaba aquí. Pero en ese momento pensé que nuevamente estaba soñando con ella. No era algo extraño verla en mis sueños, siempre encontraba la manera de colarse en ellos.

      - ¿Thiago estas bien? – su suave voz a través del cristal me hizo frotarme los ojos para estar seguro que no era un sueño. - ¿Estas bien? – volvió a preguntar.

Le hice señas para que se apartara de la entrada y baje, sin pensarlo dos veces me abalance sobre su pequeño cuerpo tembloroso y la abrace, no necesite palabras en ese momento, nada. Con solo verla a mi lado y sana era la alegría que necesitaba mi corazón.

      - ¿Dónde estabas? – pregunte pasado unos minutos cuando pude separarme de ella
      - ¿Qué haces aquí? – rebatió
      - Por favor… ¿Dónde estabas?  -
      - Por ahí – dijo agachando la cabeza
      - Renata por el amor de Dios responde a mi pregunta
      - Thiago no me molestes y dime ¿Qué haces aquí?
      - Te estaba esperando mi amor
      - ¿Por qué? –
      - Renata, como me preguntas eso. No cogiste el móvil en toda la noche, nadie sabía nada de ti. Y tú quieres saber ¿qué hago aquí? Estaba preocupado por ti mi amor, todos lo estamos.
      - Estoy bien, solo necesitaba estar sola –
      - Mírame por favor
      - ¿Para qué? Thiago por favor no hagas más difícil esto
      - ¿Esto? ¿Qué es esto? – susurre
      - Esto, tú y yo. Tú sales con alguien y yo… yo me voy. ¿Es necesaria más explicación?
      - ¡¿Quiero saber dónde mierda estabas Renata?! – dije haciendo evidente mi molestia
      - ¡No te lo voy a decir! ¡No a ti! –
      - ¡No a mí! – Grite separándome de ella - ¿Y a quién? Nos tuviste toda la maldita noche en vela, preocupados por ti y tú no me piensas decir ¡Donde mierda estabas!

Se dio media vuelta evitando mi contacto, físico y visual. Como mierda era posible que no fuera capaz de decirme donde mierda había estado. Necesitaba avisarles a todos que estaba bien. Sin importarme que volviera al interior de la casa abrí mi coche y saque el móvil, al primer tono mi padre contesto

      - Papá, Buenos días. Renata está entrando en casa de Tío Gabriel, los espero acá.

Tan solo esas palabras eran suficientes para que ellos se vinieran enseguida. Si no me quería decir a mí, se lo tendría que decir a su padre.

Fui abrir la verga de la casa y se encontraba cerrada, comencé a tocar el timbre y nada.
      - Maldita seas Renata – gruñí – Si esperas que me quede con los brazos cruzados estás loca.

Apreté el mando a distancia del coche, y me volví a la reja. Mire todas las opciones que tenía en este momento y la más importante era entrar a como diera lugar.
Un bloque de cemento era el primer lugar donde debía llegar. Luego de eso lograr pasar los barrotes de metal sin lastimarme para por ultimo buscar la manera de entrar a la casa.

El primer pie arriba y todo estaba dicho, ingresaría como un vulgar ladrón a la casa de esa mujer. Al estar sobre el bloque busque donde hacer el peso de mis brazos para poder cruzar al otro lado.

Al saltar dentro del jardín delantero el cálculo me fallo y termine revolcado en el suelo con tobillo doblado. En ese momento que me trate de poner de pie el dolor fue tan fuerte que no pude aguantar el grito que salió de mi garganta

      - ¡Que haces! – Grito Renata abriendo la puerta de entrada y corriendo a mi lado - ¡Estas completamente loco!

Al llegar a mi lado paso mi brazo por su cuello para ayudar a sostener mi peso, incruste mi cabeza en sus cabellos absorbiendo su olor, su maravilloso olor.

      - ¡Estás loco! Pudiste haber caído peor
      - Necesito respuestas Renata
      - Y yo terminar mi maleta
      - No te vas a ir, no lo harás
      - No quiero discutir contigo. Por qué no me dejas tranquilo y te vas donde la chica con la que estabas anoche
      - Lo siento por eso – dije con pesar, cosa que si era verdad, de verdad lo sentía
      - Ya es tarde, el daño ya está hecho, y el dolor que me causaste también
      - ¿Y el que tú me causaste a mí? ¿Ese no vale?
      - ¿De qué dolor me hablas? Eso solo se siente si me quisieras de verdad, y cosa que no lo es. Para ti soy un simple polvo, un polvo que te duro más de una noche nada más
      - ¡No hables cosas que no sabes! Nunca pienses que fuiste un polvo de una noche, Renata lo que siento por ti es muy fuerte. Yo creo que te quiero
      - ¡No! – dijo horrorizada como si mis palabras fueran las más terribles del mundo - ¡No me puedes querer! ¡No sabes nada!
      - ¡Dímelo! – Exigí – Dime lo que ocultas, las cosas que te hacen huir, lo que te hace volver a él
      - No puedo. No puedo decirte.
      - ¿Por qué? Dime el maldito motivo
      - Porque…

Y en el momento en que iba a hablar, que se iba a abrir conmigo hicieron entrada sus padres. Corrieron hacia ella, quien se levantó y se dejó abrazar.
Miles de lágrimas corrieron por sus ojos.

      - Thiago vamos a la casa. Necesitas descansar tú también. – dijo mi padre ayudándome a ponerme de pie.
      - Papá necesito hablar con Renata -  le dijo mirando la escena de ella con sus padres
      - Ya lo harás luego. Ahora vamos

Renata se separó de su padre, para abrazar a Magda. Ese abrazo fue más corto que el anterior. Cuando se separó completamente de ellos, camino hacia mí.

      - Ve a descansar luego hablamos – susurro
      - ¿No pretendes decirme dónde estabas? –

Se empino para llegar a mi altura y beso mi mejilla rosando suavemente mi oído dijo Te llamo más tarde, No trates de comunicarte tú conmigo.

Sus palabras retumbaron en mi cabeza por unos segundos y supe que no me tenía que ir así, no de esa manera. Le extendía la mano para acercarla aún más a mí, y sin importar quién nos estuviera mirando.
Acune su cara entre mis manos, y me acerque lentamente a sus labios. Primero mordisque el inferior y luego introduje mi lengua sin ningún decoro, como llevaba días añorando hacerlo. Fui pausando aquel contacto hasta pequeños roces de nuestros labios.

      - Te veo más tarde Thiago – río ella
      - Creo que no hay otra opción. Te llamo vale
      - No – dijo angustiada – Pasa a la casa cerca de la media noche. Y trata que nadie te vea – susurro en mi oído.
      - Pero…
      - Por favor y no me llames
      - Vale. Como tú lo quieras ¿Te puedo besar?
      - Lo acabas de hacer – rio – El último
      - Nunca habrá un último – le guiñe un ojo
      - Thiago te tienes que ir, tus padres te esperan

La bese esta vez lentamente, saboreando su boca.

Ahora toca esperar la media noche para poder estar con ella nuevamente, esta vez sí sería un para siempre. Iba a ser lo posible por que todos esos sueños que tenía con ella se hicieran realidad. Estaba seguro que ella también sentía algo por mí, que se abriría para mí, que me contaría que es eso que la hace querer volver.