Capítulo 22
Nadie
dijo que sería fácil, que se me darían las cosas en bandeja. Pero ya no podía
posponer más en mi vida.
Al
otro día esa conversación y luego de haber pasado la noche en vela dándole
vueltas a la situación decidí irme con Thiago a las Vegas, yo… yo tenía el
futuro de mi hermana en mis manos pero… Ella se había metido en eso sola, solo
esperaba que algún día mi padre y Magda pudieran perdonarme
Por
esta vez estaba yo y mi hijo primero, Thiago no esperaba mi respuesta, su cara
de sorpresa y felicidad fue lo que más me emociono. No pregunto nada solo me
tomo la mano y me guio a nuestra felicidad.
Dos
días después ya estábamos de vuelta en España como el señor y la señora
Lackington, estaba feliz, y esperaba con todas mis fuerzas que todos lo
estuvieran de la misma manera. Por sobre todo mi padre cuando supiera las
ultimas noticias.
- ¿Quieres volver al hotel?
- No, quiero ir a la casa y contarle a
todo el mundo que ya soy la señor Lackington – le mostré el hermoso y simple
anillo que me había regalado horas después de que nos uniéramos para siempre
- Eso haremos entonces mi señora Lackington
– me beso castamente en los labios – pero luego y sin reclamos se irán a
descansar. Y no quiero reclamos
- No haré ninguno solo si prometes que
estarás a nuestro lado
- Eres una tentación muy grande, en la
que no debo caer amor. No puedo hacerte el amor.
- Pero…
- No, no hay peros, ya te lo dije. Amor
no podemos.
- Nada nos pasara
- ¿Y si pasa? Como crees que me sentiré
si algo les pasa
-
Eso no lo pensaste la noche en que llegaste al aeropuerto y tampoco después de
darte el si
- La primera fue para asegurarme que era
cierto que estabas conmigo de nuevo y la segunda para… bueno para consumar
nuestro matrimonio. Bueno el primero de dos más que nos quedan
- ¿Dos más? Pero si ya soy tu mujer
- Nos volveremos a casar cuando lleguemos
a Chile. Quiero verte entrar con tu vestido blanco y nuestro hijo de tu mano.
Aparte de por las leyes también. No me conformo con uno
-
¿De blanco?
- Claro, es el sueño de toda mujer, con
nuestras familias presentes, con una iglesia llena de flores. Como en las
películas.
- Ya lo hicimos como en las películas.
- Lo quiero de esa manera
- Pero no de blanco Thiago.
- Sí. Sera de blanco y ¿Sabes que porque?
- No – le bese los labios. – De blanco es
pureza y yo me case una vez de ese tono, no quiero hacerlo de nuevo
- Lo harás mi vida, porque para mí eres
la mujer más pura que hay. Olvida todo lo que paso antes de que yo llegara en
tu vida. Antes de que me dieras el sí. Nada de eso importa
- ¿Nada?
- Bueno, este cosito – toco mi vientre –
Se hizo antes de eso, pero podemos hacer que supimos recién qué se yo. Te
quiero de blanco y entrando a la iglesia del brazo de tu padre
- Como tú quieras será, solo si me
prometes que estarás esperándome al otro lado del pasillo
- Siempre
Sellamos
ese nuevo pacto con un beso, me hacía ilusión todo lo que decía Thiago, entrar
en la iglesia con mi bebé de la mano y con mi padre del brazo, era como todas
lo soñamos alguna vez. Yo lo viví, pero ahora era si con mi verdadero amor.
La
llegada a la casa estuvo llena de abrazos y besos, todos estaban felices por
nuestro regreso, y por sobre todo de las novedades que traíamos con nosotros.
Mi padre no dejaba de llorar cuando supo que nos habíamos casado de esa manera
en Estados Unidos pero tampoco reclamo nada, lo único que le importaba era que
estuviéramos juntos y felices. Me veía feliz, claro porque yo lo estaba, con
Thiago siempre lo estaba.
Pero
faltaba la peor parte
- Papá me gustaría hablar contigo y con
Magda – le dije sin más, no podía ocultárselo y mucho menos posponerlo.
-
¿Qué pasa hija?
- Tío Benja, Tía Renata me gustaría que
fuera en privado
- Si mi vida, no te compliques por
nosotros. Vamos a buscar a Victoria y a Ian a la casa de María José.
Todos
asintieron y nos dejaron solos en el salón, ahora me faltaba la parte más
difícil que Thiago también accediera a dejarnos solos.
- Thiago – me miro - ¿Puedes dejarnos
solos?
- Pero amor…
- Necesito hacer esto sola – a regaña
dientes asintió, me beso en los labios y nos dejó solos
Era
el momento de decirles todo a mis padres y tenía que hacerlo sola, tenía que
encontrar la fuerza para decirles que había decidido mi vida primero.
- ¿Qué pasa Renata? ¿Todo bien con el
bebé?
- Sí.
El bebé está bien
- ¿Entonces qué es?
- Papá, yo elegí casarme con Thiago a
pesar de todo
- Y estamos muy felices por eso, no tiene
nada de malo que re hagas tu vida
- Espero que sigas pensando eso cuando te
cuente que lo elegí por sobre mi familia, por sobre mi hermana
- ¿Qué quieres decir? Thiago es tu
familia, él y tu hijo son tu familia, ellos son primero ahora y siempre
- Ustedes, Cota y Carol también lo son.
Pero fui egoísta, puse mi felicidad ante todo
- Es lo correcto. – Acoto Magda – Tú
felicidad y de tu familia es ante todo, nosotros desde el momento en que
comenzaste tu relación con Thiago pasamos a ser familiares. Él es tu familia,
el, tu hijo y los que vendrán. No te sientas mal por haberlos elegido.
- ¿Aun cuando de eso dependiera la
libertad de Cota? – solté sin mas
- ¿Por qué dices eso? ¿La libertad de
Cota? ¿Qué pasa con ella? – pregunto Magda poniéndose nerviosa.
- Yo los amo, los quiero mucho, son mi
vida. Pero… Ernesto tiene a Cota, mando a decir con su abogado que…
- Hija por favor –
- Él no va a dejar a Cota hasta que
Thiago no esté lejos de mí, pero papá yo no puedo estar sin Thiago. Él es mi
vida, con el soy feliz. Cota eligió irse con él. Nadie la obligo
- Eso lo sabemos. – Dijo Magda comenzando
a llorar – Yo hable con ella, ella me dijo que amaba a Ernesto que él era el
hombre de su vida.
- No sabe lo equivocada que esta
- Renata no te podemos culpar ni de
egoísta, ni de mala persona, tú tienes un hijo al que proteger.
- Perdónenme, de verdad perdónenme. Yo
estoy poniendo en peligro a mi hermana con mi matrimonio, con mi felicidad.
Ernesto no nos dejara ser feliz nunca.
- Hija – hablo mi papá – Hace algunos
años, yo preferí proteger a mi familia de la mejor manera en que encontré en
ese momento, no pensé en lo que pudiera pasar con el tiempo, solo en ese minuto
y en lo mejor para ti. Creí que con separarte de nosotros podrías encontrar tu
felicidad, tus abuelos no eran malas personas, ellos te adoraban y como no si
eras la jovencita más linda del mundo, aun lo eres. Eras el sueño de todo
padre. Tú madre te amaba, eras su vida, prometí siempre cuidarte y protegerte
le falle, le falle a Carol cuando te deje irte, cuando tome la decisión de
poder ver a mi otra hija crecer. Te deje ir por no dejar a Cota y a Magda. Te
separe de los que te querían por ellas. No sé si sea el mejor momento para
contarte esto… - suspiro y le tomo la mano a Magda – ¿Quieres escucharlo?
- Gabriel, es bien momento, es importante
que Renata sepa que no está siendo egoísta, que los egoístas fuimos nosotros
con ella. Es ella la que tiene que perdonarnos muchas cosas.
- ¿Qué quieren decir? – Pregunte
intrigada – Papá ¿Pasa algo más?
- Cuando tu madre murió eras una niña,
eras una bebé. Tan pequeña y tan bonita. Yo te amaba, aun te amo. Eres lo mejor
que me dejo Carol junto a nuestros buenos recuerdos, fui inmensamente feliz
junto a ella.
- Eso lo se siempre me lo dices
Recordar
a mi madre siempre había sido muy doloroso, sobre todo porque era muy poco lo
que me recordaba de ella, bueno casi nada. Todos mis recuerdos eran cosas que
durante los años en los que fui creciendo mi padre, Magda o mis tíos me
contaron. Yo amo a mi madre, Dios se la llevo de mi lado, pero me envió a
Magda, ella fue como una madre. Estuvo conmigo en los momentos más importantes
de mi vida, fue mi amiga, mi confidente y por sobre todo la figura a seguir.
- Era la primera vez que veníamos a Chile
luego de nuestro matrimonio y de tu nacimiento. Fue reencontrarme con Renata lo
que nos incentivó a volver y en ese momento creímos que mi madre ya me había
perdonado el haberme enamorado de una muchacha Española que no tenía la
posición económica que ella esperaba. Tú abuela, mi madre no era un ejemplo de
mujer, siendo una niña Renata sufrió mucho por su culpa, el motivo de que yo
estudiara fuera del país fue ella, a toda costa quería evitar que nosotros
pudiésemos enamorarnos. Éramos unos niños, un par de adolescentes, pero Renata
no tenía nada sus padres habían muerto. ¿Te preguntaras porque te cuento esto?
– Asentí – Ese año tú abuela te conoció, te amo en ese momento, pero no así a
tu madre. Le hizo la vida imposible mientras estuvimos en su casa del sur. ¿La
recuerdas? – me pregunto
- Poco
- Nunca volvimos a ese lugar después que tú
cumpliste 12 años y tus abuelos vinieron desde España a verte, en ese momento
ellos aún no se reponían de la muerte de su hija. ¿Cómo iban a hacerlo? Si salió
de España una joven llena de vida y volvió dentro de un ataúd.
- Papá – lo detuve, no sé si quería
escuchar lo que tenía que decirme.
- Calla hija – me ordeno – Una tarde
salimos a montar, tu madre nunca lo había hecho. Pero se le veía feliz arriba
del caballo contigo entre sus brazos. En un momento ella te paso a Renata, no
lo recuerdo bien porque todo fue muy rápido. El caballo corrió, corrió… - se
detuvo y las lágrimas no paraban de correr por los ojos de él. Le dolía hablar
de esto, y me estaba doliendo a mi escucharlo – Se cayó del caballo, se golpeó
la cabeza. Quedo muy grave.
- Por favor… - suplique, quería que se
callara, no quería saber más.
- En el hospital solo quería estar con
mis dos mujeres, Renata se quedó contigo mientras eso pasara. Creo que fuiste
el motivo para que ellos decidieran tener a Thiago. – Sonrió – Le prometí
tantas cosas en ese momento a Carol, sobre todo protegerte. Nos fuimos a España
estuvimos un par de meses en ese lugar. Cuando decidí volver contigo tus
abuelos hicieron la guerra, no querían perderte a ti también, fuimos a juicio.
Pero yo era tu padre, volvimos. Comencé el restaurant que era el sueño de tu
madre y mío. Pero al poco tiempo ya no tenía con quien dejarte, fue en ese
momento que llego Magda a nuestras vidas, ella necesitaba un trabajo y yo
alguien que te cuidara y se preocupara de ti, no podía seguir abusando de
Renata. Ella tenía sus propios problemas con Benjamín como para darles más. Me
enamore, volví a sonreír, Magda lleno ese espacio que tu madre dejo pero
siempre fue consiente y tú lo sabes que tu madre si existió en nuestras vidas.
- Gracias – dije porque fue lo único que
me salió
- Eso no es todo, tu abuela se molestó
mucho cuando a los años decidimos casarnos, fue cuando quedo embarazada de Cota
que ella volvía y estaba vez venía con una horrible noticia.
Por
un momento no podía concentrarme en nada, era tan duro lo que mi padre me
contaba, volver a recordar la muerte de mi madre, no era algo fácil.
- La muerte de tu madre no fue un
accidente, nada de lo que paso esa tarde lo fue. Bastaron 12 años para que
saliera a la luz lo que había sucedido realmente.
- ¿Cómo que no fue un accidente? ¿Qué me
dices papá? Esto no puedo ser – me puse de pie y comencé a caminar por el
salón.
No,
no esto no era verdad. ¿Quién iba a querer matar a mi mamá? ¿Por qué alguien
iba a querer hacerle tanto daño?
- No lo fue, y eso fue lo que partió mi
corazón. Esa noche cuando tu abuela entra en mi casa y me hace elegir entre tú
o mi madre enferma, Creo que esa noche supe que te iba a perder. Fui egoísta,
fui hasta un mal papá
- Eso nunca – acote
- Fue mi madre la que modifico la montura
del animal para que alguien cayera, no era para tu madre. Era a Renata a la que
quería matar. ¡Dios! Aun cuando han pasado tantos años no he tenido la valentía
para decirle a Renata que mi madre la odiaba a tal punto que la quería matar.
- ¡Pero fue mi madre la que murió! – dije
fuera de si
Mi
abuela, aquella persona que se mostraba tan dulce conmigo había querido matar a
la que ahora es mi suegra. Sin embargo me había dejado huérfana de madre.
- Fue mi esposa. Mi madre ya en ese
entonces estaba enferma, no podía pasar ni un mes en la cárcel. No lo iba a
resistir. A cambio de que nada de eso pasara, debía enviarte cuando cumplieras
16 años a España ¿Por qué esa edad? No lo sé. Ese fue el día más triste de mi
vida, verte partir. Podía haberme ido contigo, pero ya tenía otra familia. Tú abuela
lo sabía, ella quería que yo te perdiera a ti para que sufriera lo que era
perder un hijo.
- No… - me lleve las manos al cabello y
escondí la cabeza entre mis piernas
- Si, fue tu abuela la que mato a tu
madre, fui yo quien los prefirió a ellos. Eres tú la que tiene todo el derecho
a ser feliz.
Era
horrible todo lo que había escuchado, no podía creer nada de todo esto. ¿Qué conseguía
con esto? ¿Sentirme menos culpable? No, no me sentía menos culpable. Si no
hubiera sido mi madre, hubiera sido tía Renata, pero mi madre estaría viva,
conmigo. Pero no tendría al amor de mi vida, ni al fruto de este.
- Se feliz mi vida, te lo mereces. – me
dijo Magda tomando mi hombre.
Mi
padre se agacho a mi lado mientras me susurraba palabras de aliente y de
cariño. Era un momento agridulce.
- Ahora que sabes toda la verdad no debes
sentirte culpable por lo que mi hija ha decidido – hablo Magda – Ella tuvo a tu
padre, tuvo felicidad y todo para ser feliz, decidió mal una vez. No la
juzgamos nos dio una gran alegría al traer a Carol al mundo, bien lo sabes que
esa pequeña es parte de nuestra vida. Vamos a sacarla de donde ella se metió
pero sin poner en riesgo tu felicidad. Tanto tú como Thiago ya nada tiene que
hacer en este país. Váyanse, formen su hogar, termina tu embarazo en un lugar
donde sean felices.
- No puedo –
- Si, si puedes, si pueden. Y lo harán –
dijo mi padre muy decidido. – Yo quiero que tú y tú marido se vayan.
- Papá –
- Tú padre tiene razón mi amor – levante
la cabeza ante las palabras de Thiago quien entraba al salón – Mañana arreglare
todo para poder irnos.
- Yo no me voy sin mi hermana, no la
puedo dejar con ese animal.
- Y yo no te voy a poner en peligro a ti,
mucho menos a mi hijo. Renata no vamos a discutir esto, ya es una decisión
tomada, nos iremos.
Cuando
iba a debatir la decisión de Thiago la puerta se abrió y entro Ian corriendo
hacia nosotros, quien al verme llorar se detuvo frente a mí.
- ¡Que le hiciste Thiago! – Grito
enojadísimo a su hermano - ¡Siempre la haces llorar!
- Ian – lo regaño Thiago
- ¡Deja de hacer llorar a Renata!
- Ian – le volvió a decir
- ¡Déjala sola! ¡Sal!
Mi
pequeño cuñado me defendía ante su hermano con mucha fuerza, le reclamaba mis lágrimas
y mi hombre solo lo miraba. Mis padres estaban con la boca abierta y mis
suegros muertos de la risa ante la reacción del pequeño
Estire
mis brazos hasta que lo alcance y lo abrace tan fuerte contra mi pecho
- Gracia – le susurre.
Thiago
se agacho hasta estar a su altura y le revolvió los cabellos, luego me guiño un
ojo y se fue a abrazar a su abuela.
- Felicidades mi bebé – dijo Victoria a
Thiago cuando le susurro sobre nuestro matrimonio. – Ian – le llamo y el niño
lo miro – Serás un gran hombre y un muy buen compañero cuando elijas a la mujer
de tu vida, pero a esa que abrazas es la esposa de tu hermano
- ¿Esposa? – Alzo una ceja y me miro -
¿Te casaste con este?
- Si – dijo Thiago desde atrás – Es mi
esposa
- ¿Por qué no me invitaste a la boda?
- Ya lo haremos enano cuando nazca tu
sobrino
- ¿Entonces?
- Solo por las leyes, ya lo haremos en
una iglesia como tú dices.
- ¿Por qué haces llorar a tu esposa? – Le
pregunto alzándole una ceja – Eso no está bien
- No es de tristeza cuñado – dije
interviniendo por mi esposo – Son de felicidad, le estaba contando a mi papá
que ya me case
El
pequeño sonrió y fue a abrazar a su hermano.
***
Cuando
Thiago dijo que nos iríamos de vuelta a Chile, nunca pensé que lo haríamos tan
rápido esa misma tarde hablo con Florencia para que tuviéramos una última
reunión y dejar todo tal y como estaba, mi amor me había prometido una vida de
felicidad y sabíamos que seguir en Barcelona no lo íbamos a conseguir. Mis
padres ya habían contactado a Cota para comunicarles que también se irían y que
la dejarían seguir con su vida tal como ella lo quisiera pero la niña se iba
con ellos. Por lo que necesitaban que ella les firmara un permiso para sacarla
del país. Se había negado, obvio la quería con ella. Pero había accedido a
juntase a conversar. Una cena a la cual yo no estaba invitada.
Los
primeros en partir y lo harían al día siguiente eran mis suegros, ya las
vacaciones de Ian en el colegio habían terminado y no podía seguir sin estudiar
podía perder el año y también extrañaban a su hija. Dani estaba sola.
Mi
cuñada al otro lado de la pantalla gritaba eufórica cuando le comunicamos de
nuestra boda y le enseñamos los anillos. Y le decía a Marcos que se apresurara
en poner la piedra en sus dedos.
Victoria
por fin después de tantos años había decidido marcharse con nosotros, no quería
perderse el nacimiento de sus dos bisnietos, aun no creía que fuera a tener
dos. Aquellas pequeñas cosas que crecían dentro de nuestros vientres habían
conseguido lo que sus nietos no. Sacarla de su querida España.
Para
poder viajar nosotros a parte de la cita con Florencia nos faltaba el permiso médico,
esperábamos que fuera tan rápido como estaba siendo todo en nuestra vida.
Esa
noche mientras descansaba mi cabeza en el pecho de Thiago no podía creer todas
las cosas que habían pasado en tan pocos días, mi madre asesinada, yo con un
nuevo esposo, mi abuela una asesina. Gracias al cielo la señora estaba muerta porque
si no viajaba hasta su querida casa a decirle lo mucho que la despreciaba.
- Mi amor – me llamo Thiago.
- Dime –
- En unos días estaremos en nuestro
departamento, solos y tranquilos
- Aun no lo creo, no quiero estar feliz
hasta estar arriba de ese avión
- Mañana en la reunión con Florencia le
diremos que pare la demanda que ya nos vamos, que no queremos seguir las
acciones. No hemos conseguido nada.
- Si mi amor.
No
era mentira, no habíamos conseguido nada, el maldito no había estado nada en
prisión y…
- Hey – me llamo – No le des más vueltas
- Perdón, es que tengo muchas cosas en la
cabeza
- Solo debo estar yo dentro de esa cabeza
– me dijo colocándome bajo su cuerpo. – En esa cabeza, en ese cuerpo y en tu
vida. Solo yo
- Solo tú.
Abrazados
y dándonos mimos nos quedamos dormidos. Eran nuestros últimos días en este
país. En esta cama, en esta casa.
Pero
como le había dicho a Thiago no quería estar feliz hasta ir volando a mil pies
de altura con destino Chile. Tampoco podía hacer como si nada pasara,
necesitaba ayudar a mi hermana de alguna manera, no sabía el daño que se estaba
haciendo quedándose con ese desgraciado.
- Despierta mi amor –
No
había mejor manera de despertar en este mundo que con un beso del hombre que
uno más ama, mi Thiago me despertaba con sus labios sobre los míos, con sus
manos sobre mi cuerpo, con su amor, simplemente con él a mi lado.
- Vamos mi vida, tenemos cosas que hacer
– me susurro en el oído mientras le dedicaba amor a nuestro hijo.
- Tengo sueño – le dije en respuesta
afirmando sus cabellos para hacerlo subir hacia mi boca. - ¿Puedo dormir unos
minutos más?
- No perezosa, son nuestros últimos días
y debemos dejar todo en orden
- ¿Medio minuto? – pedí juguetonamente
- Ni dos segundos, vamos que mis padres
quieren desayunar con todos antes de irse
- Va a ser extraño no tenerlos aquí
- Serán unos pocos días y volveremos a
estar todos juntos. Pero no vamos a vivir con ellos
- Lo sé.
- ¡Hey! – Me regaño - ¿No quieres vivir
conmigo?
- Claro que si amor. – Le mostré mi mano
– Soy tu esposa, donde tú estés yo estaré.
- ¿Preferirías quedarte en casa de mis
padres? – alzo una ceja mientras con sus hábiles manos encontraba el elástico
de mi pantalón de pijama. – Si quieres eso – comenzó a bajarlos lentamente –
Podemos hacerlo. Pero… -
Cuando
los tuvo a la altura de los tobillos comenzó a subir lentamente con suaves
besos por mis piernas hasta llegar al cruce de mis muslos, donde se encontraba
albergado todo mi deseo por él.
- Thiago – gemí ante el deseo que me
había creado
- Silencio amor – me pidió, y con su
hábil boca hurgo entre mis piernas – Tengo planes para cuando estemos solos en
nuestro departamento. Quiero que vivamos solos tú y yo. Podría hacer esto todo
el día, podría hacer mucho más amor, solos tú y yo.
No
había y no hay mejor manera en la que me podía demostrar cuanto le importaba
que estuviéramos solos en una casa, donde podíamos declararnos nuestro amor en
cada segundo, en cada momento del día.
Toc. Toc. Unos golpes en
la puerta nos trajeron de vuelta de nuestro momento de placer.
- Sr Thiago, Sra. Renata – la voz de
Marion al otro lado de la puerta nos hizo saber que ya estamos retrasando el desayuno
aun más.
- Ya bajamos Marion – informó Thiago
aguantando una carcajada. – Por eso y más quiero que estemos solo los dos
Reí
mientras salía de la cama de la mano de mi hombre en dirección al baño.
Cuando
bajamos ya estaban todos sentados esperándonos, por sus caras claramente sabían
que nos había detenido en nuestra habitación. Éramos insaciables aunque no
debíamos.
El
desayuno paso entre risas y buenos momentos, mi querida suegra, me dijo que lo
primero que haría llegando a Chile sería mandar a redecorar nuestro
departamento. Que necesitaba ser un lugar más acogedor y familiar.
Thiago
gruñía ante todas las cosas que le decían, él no quería que se moviera nada y
en realidad a mí no me importaba. Mientras se cambiara su cama todo lo demás no
me importaba. Y ante ese pensamiento sacudí rápidamente la cabeza, no, no debía
pensar en cuantas mujeres habían estado en la cama de Thiago, no lo debía
porque yo era la única y la definitiva.
- Cielo – me llamo mi padre - ¿Ya sacaron
sus boletos?
- No, estamos esperando el parte médico y
luego de eso lo haremos – le dije con sinceridad - ¿Y ustedes?
- Esperamos que hoy nos vaya bien con
Cota y luego de eso directo al aeropuerto
- Les ira bien – dijo mi suegro – Ya
sabes lo que tienes que hacer Gabriel y sabes también que cuentas con todo
nuestro apoyo, aterrizando inmediatamente me pongo en contacto para que me
digas como salió todo
- Yo también espero que todo salga bien –
acoto Magda – Solo quiero que nos deje llevar a la niña con nosotros.
- Dejemos el tema por favor – pidió
Thiago – No le hace bien a Renata
- Me da igual – mentí para que Thiago no
comenzara a pasar un mal rato como era costumbre para él – Papá cuando estemos
allá quiero llevarme a Carol unos días a la casa antes de retomar mi trabajo en
el restaurant
- ¿Trabajo? – pregunto Thiago
- Sí. – Le sonreí – Quiero volver a la
cocina antes que nazca tu hijo, luego me dedicare a él o ella, y cuando ya esté
en edad volver
- Pero amor debes cuidarte
- Y lo haré, claro que lo haré. Pero
quiero trabajar
- Si tú quieres estará tu trabajo en el
restaurant – acoto mi padre – Pero primero debes cuidarte y si el medico te
dice que no puedes hacerlo, no lo haces.
- Ya, ya. No quiero discutir con ustedes
– sonreí – Pero quiero trabajar
- Yo también dije lo mismo – dijo mi suegra
– Quería seguir trabajando estaba feliz con eso, pero luego, cuando tuve a
Benja conmigo – le sonrió a su marido – Quería estar con el todo el día – río –
Pero cuando tuve a Thiago en mis brazos nada más importo. Quería estar con mi
bebé todo el día, era el niño más lindo del mundo. Aún lo es, me dedique a solo
ser mamá.
- Que mentirosa – se mofo Benja – Siempre
seguiste ligada a la empresa. Ibas con Thiago a la oficina
- Eso era porque no podía dejar el
negocio así sin más, Naty se hacía cargo de muchas cosas pero era yo la
presidenta y dueña.
- Ves entonces no te desligaste
completamente
- Bueno fui madre y seguí con la empresa,
pero cuando quede embarazada de Dani
- Eso da igual, Renata no va a trabajar
estando embarazada – intervino Thiago y cuando yo pensaba rebatirle entonces el
agrego – Luego que nazca el bebé puede elegir. Sabes que te apoyare siempre mi
amor.
- Gracias – me reí porque sabía que no
era del todo honesto conmigo.
Pero
ya habría momento y lugar de hablar de eso. Era algo que retomaríamos en otro
momento.
***
Mientras
Thiago conducía hacia la oficina de Florencia miles de ideas fueron pasando en
mi mente, era la primera vez que la vería y si a eso le sumábamos que había
demostrado que tenía celos de ella, si la verdad la sangre me hervía solo
quería conocerla y saber si encontraba algo raro en su actitud
- ¿Qué pasa, amor? – pregunto Thiago
apretando mi mano que llevaba sobre su regazo
- Nada – mentí
- Te conozco vida y sé que te pasa algo
- Tengo curiosidad – le dije al final, no
sacaba nada con ocultarle las cosas, siempre terminaba enterándose de todo
- ¿De qué? – Me miro con el ceño fruncido
- ¿De lo que puede pasar? ¿De Florencia?
- Un poco de las dos cosas
- De Florencia no tienes que preocuparte,
ella es una mujer normal y tu abogada. De lo que pueda pasar – me beso la mano
– Mucho menos, en cualquier caso nos vamos dentro de a lo mucho dos o tres días
- Mañana es la cita con el médico – le
dije cambiando de tema
- Estoy ansioso porque llegue ese
momento. Quiero volver a ver al poroto
- Yo también, si yo también
Hablar
de muestro hijo siempre lograba arreglar mi humor, siempre, siempre. Y eso era
lo mejor del mundo. Y con esa buena chispa que se había creado seguimos el
recorrido hasta el despacho.