jueves, 5 de marzo de 2015

#40 Caminos Inesperados

Capítulo 40


Renata estaba hecha un mar de lágrimas, nada la hacía salir de su estado. Cuando llegamos a la departamento se escondió en el baño a llorar, yo no quería verla así. No sabía completamente todo lo que Cota le había dicho, pero no podía culparla de las cosas del pasado, se la llevaron siendo una niña, esas fueron cosas de sus abuelos y su padre, pero no era culpa de ella.
Al hablar con su padre me contó que le había culpado que nadie la quisiera, que todos la habíamos dejado de lado, en parte podía ser culpa de nosotros, de todos haber provocado esto. Pero ella misma era la sola culpable, siempre tuvo un maldito carácter que nos hacía mantener nuestra distancia, nada tenía que ver con Renata.

¿Pero cómo podía hacerla ver eso?

Me había destrozado los nudillos golpeando la puerta para que saliera, en un momento de desesperación incluso pateado la puerta, nada. Mi preciosa mujer estaba sufriendo y yo no podía ayudarla.

El teléfono del departamento sonó, era el conserje para avisar que mi hermana venia subiendo. La estaba esperando con la intensión de que se llevara a Adam a dormir con ella, no podía cuidarlo como se merecía y su madre tampoco

      - ¿Qué fue lo que paso? – dijo al tiempo que abría la puerta
      - Renata discutió con Cota, la culpa de cosas del pasado. Quedo mal, está encerrada y no quiere salir, lleva una hora en eso
      - Nunca me ha caído bien esa estúpida
      - Lo sé. Necesito que te lleves a Adam, por favor
      - Claro – sonrió - ¿Dónde está?
      - En su habitación. Estaba rezando para que se quedase dormido un rato

La seguí hasta la habitación de Adam, donde lo saco de la cuna y lo acuno en sus brazos, como siempre mi niño se dejó querer por su tía.

      - Thiago – me llamo Dani - ¿La ropa? ¿Algún bolso?
      - Lo siento, verdad.

Fui a mi habitación y saque mi bolso de deporte.

      - ¿Qué es lo que necesita?
      - Pijama, pañales, mamadera, algún juguete, ropa de cambio y ropa interior adicional
      - Adam no usa ropa interior
      - Me refiero a pantis, bodis. Thiago, siendo padre hace un año no sabes que la ropa que va por debajo, es ropa interior – río – Yo lo preparo todo
      - Dani debes dormir con él. Y cuidarlo mucho, si no fuera una urgencia de verdad que no te lo pediría
      - ¡Oye! – Se burló – Tengo una hija de la misma edad de Adam, se hacerme cargo. A demás…
      - Ya lo has hecho antes
      - Así es.

Media hora después ya iban saliendo del departamento, volví a mi antigua posición delante de la puerta.

      - Amor por favor, abre la puerta

Espere, espere y espere. Mi paciencia también tenía un límite, hablarle a una puerta de madera no era que digamos uno de mis pasatiempos favoritos. Ella sabía que estaba aquí, que la apoyaría en todo. Tenía miedo, miedo de que cuando saliera me dijera que no podía seguir con esto, que tomara sus cosas y volviera a marcharse, que nos dejase a Adam y a mí parados mirando a la nada.
Esta vez no lo iba a soportar, tampoco lucharía contra la corriente, dejaría que tomara su decisión pero no estaría ahí para verla irse. No estaría esperando que volviese.
No podía explicar todo lo que estaba sintiendo miedo, angustia, tristeza y en Adam. Todos los planes, lo bien que habíamos estado estas semanas, lo feliz que nos hacía, que me hacía.
Con un nudo en la garganta me aparte de la puerta y me fui a la cocina, sirviéndome una copa de vino, necesitaba estar preparado.

Era la tercera copa, era la décima vez que me ponía de pie para ir a mirar aquella puerta. Todo seguía igual. El reloj seguía su curso normal. Tome mi móvil y marque el número de Dani.

      - Está bien – fue lo primero que dijo cuándo descolgó.
      - ¿Comió?
      - Si, y ya está acostado.
      - Gracias.
      - ¿Cómo esta Renata?
      - Aun no sale
      - Vamos hermano haz algo, no puedes seguir así. Lleva mucho tiempo
      - Pero…
      - Puede que no salga porque se ha desmayado
      - No me asustes
      - Entonces usa tu cerebro, a veces eres tan brillante y otras
      - Lo sé.
      - Vale. No me vuelvas a llamar idiota que el niño está bien. Mi cuñado me está ayudando y Marcos también.
      - Gracias. No sabes lo que significa para mí que te hagas cargo de Adam
      - No hay problema. Lo amo, a ti igual idiotita. Ahora buenas noches y me avisas cualquier cosa. Ve con tu mujer
      - Besa a Adam de mi parte. Buenas noches.

Dani había logrado inquietarme aún más. Dios, era un hombre pero demasiado preocupado en estos momentos. Volví al baño, toque dos veces, nadie respondió. Estaba seguro que no tenía llaves, entonces las opciones no eran muchas. Si le comenzaba a dar patadas hasta que se abriese o rompiese, tal vez la asustaría. Baraje nuevamente las opciones y de mi cartera saque la tarjeta de créditos la introduje por el marco de la puerta hasta llegar en la unión con el seguro.
En el primer intento solo logre que la tarjeta se quebrara en dos partes. Golpee fuertemente mi cabeza contra la puerta, estaba frustrado.

      - Renata abre la maldita puerta. Mierda mujer – volví a gritar – No me pienso quedar aquí esperando por ti. Haz lo que quieras.

Salí de la habitación dando un portazo, con paso enojado entre en la habitación de Adam y me deje caer en su cama. ¡Maldita mujer! Me hacía perder los estribos, nada podía ser tan terrible para que llevara todas esas horas encerradas. ¿Qué si estaba Adam? ¿Tampoco pretendía ocuparse de él?

Con el antebrazo me cubrí los ojos.

***

Dentro del tormentoso sueño sentía a lo lejos el sonido de mi móvil. Estaba pensando cual era la mejor opción, si despertar y volver a la realidad o seguir soñando que estábamos en la playa, claro que eso me atraía muchísimo más, hasta que recordé a Adam. Trate de levantar el tronco aun sin abrir los ojos pero mi cuerpo se sentía más pesado que de costumbre. Al tratar de mover mi brazo derecho el peso en el hombro me hizo abrir los ojos.
Renata estaba acunada en mi pecho. Dormía plácidamente a mi lado, con su pierna puesta sobre la mía, dejaba ver parte de su muslo a través de la tela de la bata. En perfecta sinfonía y armonía nuestros cuerpos se encontraban, se unían perfectamente.

      - Amor – susurre, besando su cabello.

Solo conseguí que se apretara más a mi cuerpo, eso de inmediato hizo que todas las terminaciones de mi cuerpo despertaran aún más. No era el momento adecuado, no cuando necesitaba saber cómo se sentía, como estaba.
Mi móvil volvió a sonar, esta vez me moví más bruscamente en la cama. Haciendo que Renata despertara de un salto. Miro inmediatamente a la cuna y al no ver ese pequeño cuerpecito me miro con los ojos llenos de lágrimas.

      - ¿Dónde está Adam? ¿Dónde está mi hijo?
      - Dani se lo llevo ayer
      - ¿Por qué? ¿Por qué hiciste eso?
      - De verdad quieres una respuesta – Alce las cejas y ella agacho la mirada – Lo siento no quise
      - Vale, me lo merecía. Me comporte como una idiota. De verdad perdóname amor.
      - Esta bien, luego hablamos de eso. ¿A qué hora te metiste en la cama?
      - Poco.
      - No lo vuelvas a hacer nunca más. Me asustaste muchísimo.
      - Perdóname amor. No quise hacer eso.
Tome su cara en mis manos y la bese, lenta y pausadamente entregando en ese beso no tan solo el amor, sino también el miedo que había sentido.

      - Tú móvil – entre succión y succión del labio inferior ella me recordaba que alguien necesitaba comunicarse conmigo.

La lleve de la mano hasta nuestra habitación dejándola sobre la cama y llenándola aún más de besos, de caricias. Necesitaba sentir sus labios, acariciar su piel, sentirla que estaba conmigo.

      - Thiago – gimió
      - Te amo

Nos entregamos a la pasión, al amor, a nosotros. Como era posible que todo lo que había pensado, imaginado se desvaneciera con solo un beso, con solo estar a su lado. Me había dicho a mí mismo que no iba a hacer esto, pero era débil, la escuchaba respirar agitadamente y ya estaba perdido. Me rendía ante ella. Tenerla sobre mí con su espalda tan arqueada, gimiendo mi nombre, pidiéndome más me hacía débil.
Ese momento en que solo éramos uno, en que no había más mundo que nuestros cuerpos sudados, en que todo lo que salía de su boca era provocado por mí. Que en medio de la bruma creada por la pasión no habían problemas, no habían preocupaciones, ni Cota’s ni nada que empañaba nuestro amor. Todo era perfecto en esa fracción de tiempo.

Después de poco más de una hora estábamos en la cocina con una taza de café cada uno, nuestras miradas cargadas de deseo decían más que nosotros mismos con palabras.

      - ¿Qué me dices? –
      - Perdón, no estaba escuchando – me disculpe
      - Thiago – río – Te decía que voy a entregar el apartamento
      - Me parece perfecto. – Le tome la mano – Podemos buscar una casa. No sé.
      - Me encanta esa idea.
      - Hablare con mi mamá. Seguro que la constructora sabe de algún buen proyecto.
      - Claro, nos dará ideas. Espero no te moleste, pero no quiero una casa enorme. Me conformo con 3 habitaciones y 2 baños. No se algo donde podamos estar cómodos, pero no exagerado
      - ¿Me hablas enserio?
      - Claro que sí. Crecí en una casa enorme, no quiero eso para mis hijos.
      - Ya te haces la idea que tendremos más – reí – Veamos que nos ofrecen. Por un tiempo estaremos cómodos aquí
      - ¿Puedo ir a buscar a mi bebé?
      - Claro. – La bese – Pero ¿Puedo hacerle el amor nuevamente a mi mujer?
      - Claro – río, y me beso – Pero ¿No tienes que ir al despacho?
      - No te pongas aburrida. Ven vamos a la cama
      - ¿A la cama? – Alzo una ceja – Bésame Thiago.
      - ¿Qué si no quiero? – Me burle de ella en su boca - ¿Qué si prefiero otra cosa?
      - Te daré todo, absolutamente todo lo que quieras pero bésame. ¡Ya!

Juegue con sus labios, con su lengua, con sus pechos. Me encantaba provocarla de esa manera. Cuando pensaba llevarla a la cama, volvió a sonar mi móvil.
Deje los labios de Renata con la intensión de contestar la llamada.

      - No – se quejó.
      - Déjame ver quien es
      - Te espero en el cuarto

Mientras contestaba no dejaba de mirarla, de ver como se contorneaba de manera sensual.

      - Buenos días –
      - Thiago, buenos días. Gracias a Dios que me contestas, llevo llamando toda la mañana
      - Estaba ocupado, Carmen ¿Qué sucede?
      - Se suponía que hoy volvías a trabajar, tenemos cosas pendientes
      - Tal vez vaya en la tarde. Tengo cosas que hacer
      - ¿Todo bien con Adam?
      - Si, mi hijo está muy bien. Gracias por preguntar.
      - ¿No tienes con quien dejarlo? Sabes que yo no tengo problemas en ocuparme de él mientras tú trabajas
      - Lo sé, gracias nuevamente. Renata se ocupa muy bien de él. Mejor que nadie, pero no es por Adam que no voy.
      - ¿Qué hago entonces?
      - Las cosas urgentes, pero muy urgentes, envíalas a mi mail. Lo demás lo vemos mañana, o en la tarde.
      - Bien – resoplo – Siento decirte esto, de verdad sé que no me corresponde, pero por culpa de esa mujer estas dejando de lado las cosas importantes. Tu reputación como abogado está en juego Thiago. Y todo por ella, plantéate todo lo que has postergado por ella estas últimas semanas. 
      - Carmen. – Dije serio – No te permito, ni a ti, ni a nadie. Renata es mi mujer le guste a quien le guste. Mi trabajo es una cosa y mi vida personal es otra. Para mí lo primero es mi familia, ni siquiera sé porque te doy explicaciones de mi vida. Atiende lo pendiente y me mandas lo urgente al mail. Ese es tú trabajo
      - Lo siento Thiago no quise
      - Pero lo hiciste. Cualquier cosa referente a la oficina me lo comunicas.

Solté una bocanada de aire y mire el pasillo, ya no podía volver donde Renata. En parte algunas cosas que me había dicho Carmen eran ciertas, lo que me molestaba era que me las dijera. Sabía que era lo mismo que había conversado con mi madre y aun no era capaz de decirle a Renata. Era lo mismo que yo no quería ver.
Pero si no me iba a trabajar era porque nosotros teníamos una conversación pendiente, y además… Bueno no quería ir.

      - ¿Todo bien? – pregunto Renata volviendo al salón
      - Si – respondí suavemente – Si – volví a decir más fuerte. Cosas de la oficina
      - Ya – camino a mi lado y paso sus brazos alrededor de mi cuello -  Ve tranquilo, amor. No necesitas quedarte aquí. Estoy bien
      - ¿Qué si yo quiero quedarme?
      - Por favor – hizo puchero – Sabes perfectamente que solo te quedas por lo que paso ayer, pero de verdad amor. Estoy bien. Cuando vuelvas podemos hablar.
      - Mejor me quedo – le guiñe un ojo y la bese castamente – Vamos por nuestro hijo
      - Thiago enserio, yo voy por Adam y tú a trabajar. Estaremos bien, de verdad que ya me siento bien. Lo de ayer, como te lo explico… - me beso – fue un lapso, deje que sus palabras me hirieran. No volverá a suceder
      - Quiero que me digas todo lo que paso, necesito saberlo.
      - Te contare todo en la noche, pero no dejes de trabajar por mí. Te oí amor, y te amo por ponernos en primer lugar.
      - Siempre. – La bese - ¿Me prometes contarme todo?
      - Todo, todo.
      - Ok, entonces iré a trabajar.
      - Yo iré por Adam. Ve a ducharte mientras te preparo algo de desayunar.


***

Al salir de casa lo primero que hice fue avisarle a Dani que Renata iría por Adam, que por favor hablar con ella y no se dejara llevar por los dichos de mi madre. Pero de Dani verdaderamente a veces no que pensar, bien podía sentir lo mismo que el resto, pero no lo decía. Simplemente me había dicho que no era asunto de ella y que me apoyaba en todo. La amaba más por eso.

Conduje hasta el despacho y al entrar Carmen me siguió de inmediato a mi oficina, sin decir nada. Y por primera vez me sentía incómodo a su lado, podría ser por lo que me dijo aquella vez que salimos o por lo último en la llamada.

      - Thiago – dijo mientras se sentaba frente a mí. – Primero necesito pedirte disculpas
      - No. – La corte – Primero necesitas recordar que eres mi secretaria.
      - Lo sé, no necesito que me recuerdes cual es mi lugar. Sé que me pase con mi comentario. Entiendo que ella es tu mujer y…
      - ¿Cuáles son las citas urgentes?
      - Ah, sí. La señora Rebeca Hill, vendrá a las dos. Tienes una reunión en la constructora Lackington, también en la agencia, eso para mañana a primera hora. Dos clientes más para esta tarde y revisar esos documentos que Antonio necesita llevar a los tribunales.
      - Ok. Comenzare por los documentos y a penas los termine llamas a Antonio. Necesito que me comuniques con el contador y con el agente inmobiliario de la constructora.
      - ¿Cuál primero?
      - Contador.
      - ¿Quieres un café o algo?
      - No, estoy bien. Gracias.
      - ¿Almorzaremos juntos?
      - No – la corte – Volveremos al trato inicial, solo laboral
      - ¿Por favor?
      - Carmen…
      - Perdón, si no estás a gusto con mi trabajo. Tienes derecho a sustituirme
      - Porque estoy contento con lo que haces es que no te despido. Solo no te metas en mi vida.
      - Lo siento, perdóname. Creí que teníamos la confianza para poder darte mi punto de vista. También es el de tu madre.
      - ¿Mi mamá?
      - La Sra. Lackington estuvo aquí. Dimos la imagen equivocada y ella pensaba que estábamos saliendo.
      - ¿Qué te dijo mi madre?
      - Básicamente lo mismo que te dije yo, ya te lo dije pensó que salíamos y vino a decirme que estabas con ella.
      - ¿Por qué mi madre se mete? Y encima en plan de víbora
      - Por favor no le digas que te dije eso. No me gustaría tener problemas con ella.
      - Retírate por favor
      - Estaré en mi escritorio.

Ok, mi mamá en plan de víbora. Esto no era algo me hubiera imaginado jamás. No estaba resultando nada. Tome el teléfono de la oficina e incluso antes de abrir el primer documento, marque el número de su móvil

      - Apareció mi bebé – dijo sonriente como siempre - ¿Cómo están mis hombres favoritos?

      - ¡oh! Mamá tenemos que hablar.