martes, 27 de enero de 2015

#33 Caminos Inesperados

Capítulo 33

No sabía si alegrarme o llorar, era de alguna manera una sensación un tanto extraña. Thiago había accedido de buena manera a mi petición.

Apenas salió del departamento abrace a Adam y llore con él. Podíamos estar juntos, lo estaríamos todo los días, todo el día, poco a poco me ganaría nuevamente la confianza de Thiago para poder pasar algunas noches con mi niño.
Mi padre no lo podía creer, no sabía si era el regalo de cumpleaños de mi niño o mío, lo que yo si sabía que era que Thiago le había ganado solo con saber que no le haría daño a Adam, no sería capaz nunca de contarle nada que lo hiciera sufrir entre ellos que lo abandone.

      - Dios hija, Thiago estará furioso conmigo - decía una y otra vez Victoria desde la cocina
      - Solo querrá hablar, querrá saber porque me ha ayudado.
      - Yo no podía permitir que mi bisnieto creciera sin estar al lado de su madre. Thiago no quería entender que aunque el niño nos tuviera a él, a mí y a todos los que lo queremos te necesitaba y mucho
      - Yo también lo necesitaba a él
      - Estoy feliz por ti. ¿Podrás ir al cumpleaños?
      - No subestimare mi buena suerte. Mañana lo veré de igual forma, y te puedes ir, si lo quieres.
      - Ósea que ya no veré a mi cariño todos los días con lo bien que nos la pasábamos
      - Claro que podrás venir todos los días. Recuerda que solo pasaba unas horas con él. No sabría qué hacer con algunas cosas
      - Eres su madre. Siempre sabrás que hacer. A ver si ahora puedes reconquistar a mi nieto
      - Yo...
      - En este año la última mujer con la que estuvo fuiste tú, se ha dedicado por completo a Adam. Ya lo enamoraste una vez, bien puedes hacerlo de nuevo. Prepárale la cena, llega antes de que despierte. No dudo de tus capacidades como mujer

Y yo no dudaba con que lo podía reconquistar, pero no podía ponerme en eso de inmediato ya vería como iba el transcurso de los días. No me quería ni ilusionar, ni mucho menos esperanzar con eso. Había ganado algo, no lo echaría a perder, si se daba cuenta de mis intenciones simplemente me echaría de su lado.

Mi pequeño ya estaba bañado, lo había vestido. Lo tenía listo para cuando llegara su padre por él. Habíamos jugado, cantado y reído. Tal y como lo hacíamos todos los días, la diferencia la hacía que no tenía que salir de casa porque Thiago fuera a llegar.
Victoria se había marchado hacia una hora, aprovecharía este tiempo para ir al salón y ponerse guapa para la celebración de un año de sus dos bisnietos.

      - ¿Qué quieres precioso? – le pregunte a Adam cuando lanzo sus cubos y estiraba sus bracitos para que lo cogiera
      - mamamamamamama – repetía una y otra vez
      - Mi vida, espera un momento. – Le dije mientras terminaba de recoger lo que ya no estaba utilizando – Ya te cojo
      - mamamamamamama – seguía reclamando

Deje lo que estaba haciendo y lo tomé, se acurruco entre mis brazos y apoyo su cabeza en mis pechos.
Trate de imaginar su intención, con su pequeña boquita buscaba mi pecho. Pero ya había comido. Hacía meses que no le daba pecho, desde que me había marchado.
Adam comenzó a llorar desesperadamente y no encontré otra opción que ponerme en el sofá y darle lo que buscaba.

      - Ya mi vida, mamá te dará lo que quieres. Pero mi niño despacio ¿Vale? Hace tiempo que no lo hacemos.

Temerosa con la reacción de Adam saque mi pecho, y él lo metió en su boca. Inconscientemente comencé a mecernos, mientras con una mano le hacía cariños en su espalda, cabeza y brazos.
Este contacto tan piel con piel no lo había tenido desde que me marche hace ya muchos meses, cuando comencé a venir era un bebé, pero no era capaz de decirle a Victoria si podía o no hacerlo así que simplemente no lo hice. Algunos días en momentos en que nadie se daba cuenta dejaba algún biberón en el refrigerador para que luego se lo dieran.

      - Ya llegue – grito Thiago al abrir la puerta

Con mis manos le hice callar y mostrarle que el pequeño estaba con los ojos cerrados, afirmado en mi pecho y con su manito sujetando mi ropa.

      - Se ha dormido – susurre
      - ¿Qué hace tomando pecho? – pregunto asombrado
      - Estaba jugando y comenzó a llorar. Disculpa si te molesta
      - Da igual. Ponlo en la cama y puedes irte ya me hare cargo de él
      - Si quieres date una ducha primero
      - No. Deja a Adam en su cama y vete. Puedes volver mañana a las ocho

No quise discutir con él, con muchísimo cuidado me puse de pie y me encamine a la habitación. Thiago abrió la puerta para nosotros, lo deje suavemente sobre la cama mientras él ordenaba los almohadones a su alrededor.
Al sacarle la mano de mi ropa, el niño abrió sus ojos y comenzó a succionar nuevamente mi pecho. Thiago resoplo y nos dejó solos.

      - Mami ya se tiene que ir. Pequeño – le bese su cabecita – Sigue durmiendo que ya vendrá papá a estar contigo. Nunca más estarás solo
      - Nunca ha estado solo – susurro Thiago. – ¿Se durmió?
      - No. Y creo que no lo hará, me puedes traer su chupete del salón.

A los pocos minutos volvió con el chupón y lo intercambie por mi pecho. Me tape y me levante rápidamente, le bese la cabeza a mi hijo y salí.


***


Había pasado la peor noche, estaba demasiado ansiosa por volver al lado de mi hijo. Por mi papá había visto algunas fotografías del cumpleaños. Se veía guapísimo con esos jeans oscuros y su pequeña camisa, su hermosa sonrisa en los brazos de su padre. En los brazos de mi padre, estaban todos con él. Todos menos yo.

Había prometido no volver a llorar por lo mismo, había prometido que ahora todo sería bueno y que pondría todo de mi parte, que me ganaría a Thiago.

Ya estaba duchada, y arreglada. Debía esperar hasta las ocho de la mañana, eran las seis. Baje a la cocina a prepararme un café. ¡Lo necesitaba!

      - ¿Qué haces despierta tan temprano?  - me pregunto Magda, ella traía el biberón de Carol
      - Iba a desayunar – no pude evitar la boba sonrisa en mi – Tengo que ir a donde mi hijo
      - Ya me dijo Gabriel ayer. Felicidades por ese gran pasó mi niña. Te lo tenías merecido
      - Bueno no todos piensan igual.
      - ¿Qué tal las cosas con Thiago? Gabriel no supo darme razón de eso
      - Nada. Ósea entre nosotros no hay nada. Solo espero llevarme bien con él porque así me permite ver a mi hijo.
      - Eso es lo único que importa.

Y si eso era lo único que importaba. No quería repetir el mismo tema mil veces más. Así que le bese la mejilla y me salí al patio trasero. Había decidido quedarme a dormir, no estaba segura el motivo pero lo había hecho. Cota no estaba viviendo aquí, les traía de vez en cuando a Carol para poder salir y seguir siendo la misma perra de siempre. No le había visto desde que volví de España donde ella quiso disculpase pero de mi parte solo se ganó una bofetada y gritarle unas mil veces que la aborrecía y que la odiaba.

El taxi me dejo afuera del edificio de Thiago, aquel edificio que había sido mi hogar, donde había pasado momentos hermosos y cargados de amor desde que puse el primer pie en él.

      - Buenos días – dije al conserje
      - Buenos días señora – respondió tan educado como cada mañana – El señor Lackington aún se encuentra en casa y la señora Victoria no ha llegado
      - Lo sé – le dije de manera amable – Me está esperando

Confirme mi hora una vez más y aún faltaban 30 minutos para la hora pactada pero tal vez necesitaba salir antes o se había dormido y no se había dado cuenta. Podía estar apurado y no tenía que hacer a Adam si es que había despertado, me valía ser precavida

Golpee dos veces la puerta y no respondió, ¿Tal vez tenía razón y se había dormido? No podía llamarle a su móvil puesto que no lo tenía. ¡Dios tenía que pedírselo! Debía encontrar la manera de ubicarle por si ocurría algún percance.
Volví a intentarlo y un Thiago solo con toalla me abrió la puerta, estaba recién duchado y tal guapo como la primera vez que lo había visto salir de esa manera. Pudo descontrolar mis pensamientos igual que como lo había hecho siempre. Estaba guapísimo.

      - Disculpa – dije cuando trague en seco y deje de recorrer su cuerpo con la mirada
      - ¿Son las ocho? – pregunto asombrado
      - No, me adelante por si necesitabas algo
      - Pasa, pasa. Adam está dormido aún

Pase directo a la cocina donde me serví un vaso con agua, era la manera de apartar esos pensamientos lujuriosos que tuve. Las ganas de echarme sobre él y cruzar mis piernas en su espalda. Besarle y susurrarle al oído cuanto lo había extrañado, sentir sus manos acariciando mi cuerpo. El mismo que tuvo su última caricia hacía meses atrás, el mismo que a veces lo necesitaba por las noches.

      - ¿Quieres que prepare el café? – pregunte cuando sentí su presencia
      - No. Tomare el desayuno en la oficina. Me iré a vestir, si despierta Adam te avisare

Se dio vuelta para salir de la cocina, cuando lo que menos quería era dejar de ver su magnífico cuerpo, podía seguirle a la habitación con alguna escusa pero tal vez no era lo mejor para él. ¿Sería ir demasiado deprisa?

No había pasado ni siquiera diez minutos cuando las risas de Adam inundaron todo el departamento, quería ir hacia él pero no sabía si Thiago estaba listo. Pero esas risas se transformaron en llanto. En tres largas zancadas ya estaba en la puerta, no toque, abrí la puerta, el llanto de Adam se hizo más fuerte.

Thiago se paseaba con él por toda la habitación solo con un pantalón negro de traje puesto, lo mecía y le susurraba cosas en el oído. Al verme entrar se paró en seco, me miro y dijo

      - No sé qué le pasa – me lo tendió – Cambió de la risa al llanto
      - ¿Qué pasa bebé? – Le acaricie - ¿Tomo su leche?
      - No – sacudió la cabeza – Siempre espera a que me termine de arreglar
      - Tal vez comió algo en el cumpleaños y le duele la guatita
      - Puede que sean las golosinas de ayer
      - Vamos bebé, mamá te dará una rica leche –
      - ¿Si le llevo al médico?
      - No creo que sea necesario – Adam comenzó a escarbar con sus manitos entre mi escote hasta casi descubrir mi pecho, de esa manera con su boquita a buscar por donde sale la leche – Voy a prepararle un biberón, tiene hambre
      - Ya veo – sonrió sinceramente – Me terminare de vestir en la habitación de Adam para que le puedas alimentar tranquilamente
      - No creo que sea necesario, solo le daré un poco de pecho. Sigue en lo tuyo que nosotros nos iremos a la otra habitación. ¿Aun tienes la silla mecedora?
Pase toda la mañana con Adam pegado a mi pecho, cada vez que lo trataba de dejar un segundo volvía a llorar. Estaba claro que algo tenía mi pequeño. Thiago se había marchado hacia horas y me antes de salir me pidió que le avisara como seguía Adam. Solo me había apuntado el número de la oficina, así que no lo dude y marque. Quería avisarle que lo llevaría a un médico, tal vez tenía algo pegado en su guatita y por eso estaba así, no había querido comer, no quería beber agua, solo era mi pecho lo que había comido todo el día y me tenía preocupada. Mi instinto de madre me decía que no era nada, solo me quería asegurar

      - Buenas tardes – contesto la secretaria – Despacho del Señor Lackington ¿En qué puedo ayudarle?
      - Buenas tardes – dije cordial – Necesito hablar con Thiago por favor
      - En estos momentos Thiago está ocupado, si desea me deja su nombre y luego le indico que la llame a donde usted guste

El tono en que dijo Thiago y no el señor Lackington no me gustó nada, no era una manera profesional de tratar a su jefe.

      - Dígale al señor – recalque la palabra señor – Que se comunique con Renata apenas esté disponible es urgente
      - Claro – dijo con burla – ¿Renata cuánto?
      - Renata Lacki… - me calle hacía meses que ese no era mi apellido, pero era costumbre seguir utilizándolo. Pero tal vez a Thiago no le parecería apropiado – Renata Gonzales
      - ¿Renata, la ex esposa? – pregunto
      - Si – afirme – Necesito hablar con Thiago de manera urgente
      - Creo haberte dicho que está ocupado y lo estará el resto de la semana, año y tal vez vida

Su tono de burla no me hizo nada gracia, mucho menos que hablara con tal confianza ¿Estaba al tanto de nuestra relación? ¿Estaba saliendo con él?
No me dejo decirle ni una palabra más y corto la llamada, necesitaba informarle a Thiago que el niño no estaba bien. Aun con el aparato del teléfono en la mano comencé a pensar en mis posibilidades.
Pero mi mente estaba bloqueada, mi hijo lloraba. Y no pensé en nada más, tenía que llevarlo al médico, no podía esperar un segundo más.   

Le vestí y mientras me daba un segundo de tregua busque entre algunos documentos de Thiago la identificación y acta de salud. Con esos documentos y la bolsa del bebé salí a tomar un taxi.

      - Señora Renata – me llamo el conserje al verme salir con el niño
      - Necesito dejarle un mensaje a Thiago – le indique – Me facilita un papel y lápiz
      - Claro – me entrego lo que le pedí – Si gusta lo puedo llamar al móvil
      - Lo haré yo, me facilita su número

Antes de que terminara de completar la frase, el mismo marcó y me lo tendió al tercer tono descolgó
      - Lackington – serio, brusco y profesional
      - Thiago – susurre – Soy Renata
      - ¿Renata? – Dudo - ¿Pasa algo?
      - Es Adam –
      - ¿Qué tiene mi hijo?
      - No deja de llorar, no quiere recibir alimento y estoy muy preocupada
      - Quédate en el departamento llego en unos minutos
      - Juntémonos en la urgencia, voy de salida
      - ¿Tienes coche? – Pregunto - ¿En que se irán?
      - He pedido un taxi. No te preocupes y nos encontramos en ese lugar

Le corte antes de que pudiera decir algo, el conserje me tendió un papel con el número de Thiago por si lo necesitaba nuevamente, me acompaño hasta el taxi deseándome suerte.

En el camino Adam no dejo de llorar un solo segundo, le subía la temperatura y tenía sus pequeños ojitos hinchados. Estábamos envueltos en un pequeño atocha miento de tráfico.
Con una manta de tela que llevaba para cubrir a Adam, tape mi pecho. ¡La mejor solución! El niño dejo de llorar de inmediato e incluso se durmió por un momento.


***

      - Es muy pequeño para tener gastritis, pero si ese es su diagnóstico. La diferencia es que al ser un bebé no sabe explicarlo.
      - Ayer fue su cumpleaños y comió golosinas, entre otras cosas.
      - Renata lo mejor para estos casos es el medicamento que te di, mucho mimo, paciencia que estará muy mañoso. Otra cosa, sigue dándole solo pecho, si es lo único que quiere comer bien, lo mantendrá hidratado y alimentado. En cualquier caso, una dieta liviana tal y como dice aquí – me extendió un papel – Por lo demás Adam es un niño sano. Control en siete días con su pediatra
      - Muchas gracias Doctor, me deja muchísimo más tranquila
      - Es normal que se asusten por estas cosas, pero ya saben no más golosinas

Al salir de la consulta lo primero que veo en la sala de espera es a un angustiado Thiago que tan solo al cruzar mirada camino hacia nuestro lado arrebatándome al niño de los brazos. Le bese en las mejillas, en su cabecita y lo toco por todos lados solo para constatar que estaba bien.

      - Tenlo – me lo volvió a pasar – Ya vuelvo

Se perdió entre las puertas, sabía a donde iba y que haría. No lo culpaba, era el mejor padre que mi hijo pudo tener, preocupado y dedicado a él
Quince minutos después salió, me ayudo a ponerme de pie con el niño en mis brazos y sin decir ni una sola palabra me guio hasta su coche. Iba tan concentrado en el tráfico, pero a reojos miraba como se encontraba Adam dormido en su silla.

      - ¿Te dio alguna receta médica?
      - Si – conteste en un susurro con el temor de despertar al niño – Las tengo en el bolso de Adam
      - ¿No hay que comprarle nada?
      - Nada – revise los documentos y las cajas para estar segura – No, nada.
      - Bien, te pasaré a dejar a tu casa. Yo me ocupo de él

Pero no era lo que yo quería hacer, no quería dejar a mi hijo solo y enfermo. No esta vez. Thiago no podía comprender lo que esto se sentía ya lo había hecho una vez y no estaba dispuesta a volver a hacerlo aunque esto me trajera consecuencias con él

      - Puedo quedarme un rato más – dije y el busco mi mirada a traves del espejo retrovisor
      - No es necesario, me se ocupar perfectamente de él
      - Sé que puedes Thiago, no dudaría jamás de eso. Eres un padre excelente si mi niño esta tan grande y sano es gracias solo a ti. Sé que no soy lo que esperabas como madre, la vida me ha hecho pagar mis errores. Te perdí ¿Qué más grande prueba que esa?
      - Renata… - me cortó, no estaba cómodo con el tema
      - El médico dijo que necesitaba leche materna – me excuse -  Aprovechare de dejarte un poco para la noche. Esas cosas están en casa

No tuvo como rebatir mis palabras, si el médico le había dicho lo mismo que a mí, no me lo inventaba para quedarme más tiempo, bueno no en parte. Era parte de mis cartas, de las únicas que tenía y estaba dispuesta a utilizar para recuperar a mi familia.

A penas había dejado a Adam dentro de la cuna cuando despertó, Thiago corrió hasta alcanzarlo y mecerlo en sus brazos. Pero el niño no cedía un poco, por mucho mimo o todo lo que Thiago le dijera, Adam seguía llorando. No quería ser una espectadora en la historia, quería ayudarle, mostrarle que también podía con mi hijo.

      - ¿Quieres que lo intente yo? – le pregunte caminando a su lado
      - Vamos campeón. No llores más – me ignoraba - ¿Quieres ver los dibujitos? ¿Quieres que papá juegue contigo?

Pero nada, Adam seguía llorando. Con la impotencia que sentía al no poder acercarme a ellos, me fui al salón. Tenía un nudo en la garganta, mi niño me necesitaba. ¿Por qué Thiago no lo podía ver? ¿Por qué aun estando a su lado no me dejaba de ser de ayuda? El llanto del niño era mi propio llanto, de la misma manera que le caía lágrimas a él me caían a mí. ¿Cuántas veces en estos meses el niño había pasado por lo mismo? ¿Cuántos llantos podrían haber sido solucionado con mi presencia? ¿Por qué tuve que dejarlo alguna vez?

      - Renata – me saco Thiago de mi burbuja – ¿No será hora de medicamentos? – preguntó con una cara de angustiado
      - Creo que no – me paré rápidamente al bolso donde había dejado los medicamentos para revisar su horario. - ¿Quieres que lo vea yo un momento? – dije tímidamente, esperando su negativa
      - Vale – me lo tendió – Me iré a dar una ducha

Mientras Thiago se perdía en la habitación aproveche de darle pecho a Adam y como si eso fuera lo que reclamaba se quedó en silencio. Al poco rato ya estaba dormido en mis brazos. No dejaba de mirarlo y ver como habían cambiado las cosas en tan pocos días. Ahora ya no necesitaba estar escondida para verle un momento. Lo alimentaba y mimaba aun en presencia de Thiago.

Solo esperaba que con el tiempo él cambiara conmigo, dejara de ser tan distante y pudiéramos tener un poco más de comunicación. ¿Pedía mucho?