viernes, 2 de enero de 2015

#31 Caminos Inesperados

Capítulo 31

En mi mente las palabras Renata y hospital era lo único que resonaba, no escuchaba a mi Abuela lo que me decía, simplemente había quedado en blanco y no podía respirar correctamente.

      - Thiago no me asustes dime algo – pidió
      - Yo… - no sabía que decir, era mi orgullo y mi preocupación mezcladas
      - No sé bien lo que paso, solo lo que el taxista me dijo. Ella le dijo que la esperara que saliera de inmediato. Pero al paso de unos minutos el llamo a la puerta y al no salir nadie llamo a la policía, entonces dice que solo escucho un disparo y luego cogió la bolsa que le entregaron y me llamo. Estoy con ella en el hospital. Le dispararon hijo – me dijo entre sollozos.

Le había disparo, y simplemente no tenía nada claro en mi cabeza. Afirme el móvil entre la oreja y el hombro y tome a mi bebé apretándolo contra mí, sintiéndole más cerca que nunca. Lo necesitaba.

      - Hijo por favor dime algo – pidió mi Abu. - ¿Vendrás? ¿Qué hago? Esta grave mi vida
      - No puedo – dije simplemente – No puedo dejar a Adam. Ella busco eso. Yo… Simplemente cuídala y les avisare a sus padres
      - ¿Estas bien mi vida? –
      - No. – Fui sincero – Pero no voy a dejar a mi hijo solo por ir a buscarla, no lo abandonare.
      - Avísale a sus padres. Yo te mantendré informado
      - No es necesario Abu. Te dejo que Adam ha despertado

No podía seguir haciéndome el fuerte, no podía aguantar las lágrimas. Pero tampoco podía y debía dejar a mi hijo. Yo no era como ella, no lo sería tampoco. Tenía el corazón destrozado, pero ¡Dios! Ella se lo había buscado. Si se hubiera quedado con nosotros, nada de esto estaría pasando. Nada de esto habría pasado.

Adam comenzó a llorar y yo con él. Nos mecimos durante un rato por todo el departamento, sin ser consciente de que el móvil sonaba. Se alternaba con el teléfono de la casa. Pero simplemente nada me importaba, no quería nada, no quería saber de nadie.

      - Thiago abre puerta – la voz de mi madre provenía del otro lado de la puerta principal.

Pero no la quería aquí, camine con mi bebé hasta escondernos en su habitación donde me deje caer en aquella silla mecedora que tanto había querido Renata para él, para ayudarle a dormir.
Adam me miraba con sus ojos ya casi cerrándose por el esfuerzo de llanto y una mezcla de sueño. Yo solo podía acariciarle la carita y llorar, llorar por la manera que tendría que crecer, por la manera en que había perdido a su madre, en que solo me tenía mí.

      - Duerme pequeño mío, duerme que papá está contigo. Duerme y quédate a ajeno a todo este sufrimiento a la ausencia de tu madre. Siempre me tendrás a mi hijo. Cuando el doctor me diga que podemos salir lo primero que haremos será irnos lejos, solo tú y yo. Veremos el mar y disfrutaremos haciendo castillos con la arena. Te lo pasaras bomba conmigo hijo, nunca nada te faltara y eso te lo aseguro.

No había marcha atrás, y solo a Dios le pedía que Renata se pusiera bien y saliera de eso, que hiciera lo que creía que era mejor para ella. Pero mi decisión estaba tomada y en dos meses, cuando Adam estuviera fuerte no iríamos.


***

Me dolía muchísimo la cabeza, sentía voces a lo lejos pero no lograba identificar de quien eran, me dolía el cuerpo. No lograba poder moverme para sacar ese incomodo malestar en las piernas. Y tampoco podía abrir mis ojos, quería hacerlo.

Una punzada en el corazón me hizo recordar esa carita rosadita, con unos ojos preciosos y sin rastro de pelo que me miraban fijamente mientras se alimentaba de mi pecho. Junto a él la imagen de Thiago mirándonos fijamente con una sonrisa en la cara. Era mi familia, la misma que había dejado atrás por hacer algo que creí bien. Ya lo no lo creía.

Seguía en mi afán de abrir mis ojos, y verlos a ellos a mi lado. Era lo que Thiago haría apenas se enterara de lo que había pasado. En el forcejeo por no entrar en la habitación.

“Te he dicho que no te voy a seguir – cuando me sentí con el valor para negarme a hacer las cosas que Ernesto decía fue cuando lo peor paso. Yo baje tan rápido como pude hacia la puerta, sabía que al otro lado estaba la policía que venía por mí, Victoria me había dicho que lo haría y estaba agradecida de eso.
Camila que no se podía mantener al margen de nada fue contra mí y me provoco nuevamente una caída, esta vez aterrice con mis manos, evitando que mi cara tocara el suelo. Me di la vuelta y vi como bajaba Ernesto tan raído que me dio miedo. Pero no me iba a quedar así. No esta vez no.
Como pude y con fuerzas de donde yo no sabía llegue a la mesa de adornos que estaba a un costado derecho de la entrada tome lo primero que encontré y lo lance contra él. Por primera vez quería celebrar mi buena puntería y haberle dado fuertemente en la cabeza, haciéndole caer al suelo.
Me lleve las manos a la boca y me centre en el gritando de dolor, por primera vez me alegraba de ver sufrir a otra persona.
      - Ni se te ocurra moverte – me había dicho Camila apuntándome con el arma directo a la cara.
      - No hagas esto, no te metas en algo que no tienes nada que ver. Camila por favor. Tengo un hijo
      - Uno que no dudaste en dejar por venir por mi hombre. – reclamo
      - Yo vine por mi hermana, sabes que no me interesa él. Yo solo quiero salir de aquí.
      - ¿Tu hermana? Ella te vendió para hacerte venir, ella ya no está en el país. Yo misma la deje en el aeropuerto cuando confirmo que tú estabas acá
      - Eso no es verdad. Cota esta acá
      - No. Cuando llamaste ella estaba a punto de subir al avión. Ella negocio esto, ella te trajo a él para poder irse.
      - Mientes –
      - Eres tan estúpida Renata. Dejaste a tu marido y a tu hijo por volver a ser la puta de Ernesto. Pero esta vez no lo voy a permitir y la única manera de que eso pase es matándote.
      - No lo hagas, déjame ir. No me volverás a ver nunca más
      - Eso dijiste tantas veces y aquí estas de nuevo. No voy a fallar y seré la única mujer de Ernesto. Siempre he sido la única.

Y no lo dudó ni un segundo más, eso fue lo último que recuerdo.

Volví a mi intento por abrir mis ojos, pero inútil. Una nube se iba cerniendo sobre mi cada vez se hacía más espesa hasta caer en un sueño. Era un sueño y lo sabía.

Thiago y Adam estaban sentados en el césped jugando con unos coches, riendo mientras yo arrullaba a una bebe en mis brazos, era tan parecida a Thiago, en sus ojos, en el color de su pelo. No como Adam mi pequeño precioso de ya 3 años tenía el pelo aún más rubio que el mío, brillaba al sol haciéndose casi blanco.

      - Mami, mami. – me llamo mi hijo. – Mi papi está haciendo tampa – reclamaba porque Thiago llevaba más coches que él – Mami, mami dile que no lo haga

Mire a Thiago y él se alzó de hombre y reía abiertamente mientras sacaba otro coche de los que Adam tenia, esto provoco que mi pequeño llorará desconsoladamente y se viniera a mi lado.

      - No llores mi amor – le dije acariciando la cabecita – Es solo un juego todos los coches son tuyos
      - No quedo juga con mi papi – su pequeña boquita hacia pucheros y se veía tan adorable
      - Ven acá bebé – lo llamo Thiago – Ven acá que te como a besos
      - No – Adam se apretó aún más a mí provocando que la niña se pusiera a llorar – Mami no quedo
      - Thiago – lo llame – Ven por tu hija que yo veo a Adam
      - No – rio acostándose en el césped con las manos detrás de la nuca de manera relajado
      - Thiago – volví a decir, necesitaba su ayuda. Cuando Victoria lloraba, lo hacía de verdad y llegaba el punto en que ponía nerviosa.
      - Adam ven con papá – lo llamo Thiago – ¿Jugamos a volar?

Aquel juego era el favorito de mi pequeño y corrió hasta su padre, solo en ese momento pude sacar mi pecho y hacer que la niña se callara, tenía un serio problema con ella. No había otra manera, o era el pecho o su padre. Veía nuevamente a mis chicos reír y disfrutarse.

Cuando intente ponerme de pie para ir con ellos, todo comenzó a ser borroso. Las risas se hacían lejanas y yo no quería eso, quería seguir ahí con ellos.

      - Doctor – una voz demasiado conocida para mí se escuchó cada vez más cercana, podía sentir como tomaban mi mano y yo no quería. En ese momento estar en aquel sueño lo era todo. – Está reaccionando, sus ojos se mueven

      - ¿Papá? – el dolor en mi garganta se hizo fuerte cuando dije esa palabra, sí en que en verdad lo dije.
      - Hija, mi vida, mi niña, estoy aquí. No hables, pero no vuelvas a irte. Quédate conmigo mi cielo

De ese momento en adelante y hasta que fui consciente nuevamente de todo lo que a mí alrededor pasaba, me revisaron un par de veces la herida. Mientras el doctor me contaba que me habían operado para extraer la bala que había estado alojada en alguna parte de mi estómago.

      - Está todo bien. – dijo el médico pasado un rato mirando a mi padre – Nada de qué preocuparse por el momento, la herida está sana y no tiene ningún problema la señora. Esperemos que siga evolucionando de esa manera y en cosa de unos días ya podrá ir a casa. Claro que manteniendo reposo.
      - Doctor – le llamo mi padre – Nosotros no somos de acá. ¿Me la puedo llevar a nuestra casa?
      - ¿De dónde son?
      - Chile.
      - ¡Hala! Compatriotas de Claudio Bravo el portero de Barcelona
      - Si – reí – Y Alexis Sánchez también. Tengo un hijo recién nacido
      - Ya me lo dijo tú papá y enhorabuena. Tú esposo es un afortunado eres muy guapa. Pero lamento decirte que aún no puedes volar. Es demasiado pronto para tu recuperación
      - Tranquila hija que pronto estarás en casa con tu bebé – mi padre fue tan poco convincente para decirme eso que ni siquiera me miro a la cara. Es más lo dijo mirando al doctor

Al rato que se fue el doctor nos quedamos con mi padre, el me comenzó a contar las cosas que habían sucedido durante la semana que estuve inconsciente. ¡Una semana! Me había perdido siete días de mi vida, siete nuevos días de la vida de mi pequeño. Al preguntarle por Thiago, por el verdadero amor de mi vida no dijo nada, solo se quedó en silencio pensativo.

      - No está aquí – le afirme a mi padre
      - No mi vida – dijo con lamento – Esta con Adam
      - Mi pequeño – no pude controlar mi sollozó - ¿Esta bien él?
      - Precioso – sonrió – Estuve con él antes de viajar.
      - Muero de ganas de tenerlo en mis brazos –
      - Tengo que decirte algo hija – me tomo la mano – Pero para eso necesito que me prometes que estarás tranquila
      - ¿Algo anda mal con Adam? ¿Están bien Thiago y mi hijo? –
      - Si no te calmas no podré decirte nada. El médico me dijo que no puedes alterarte
      - ¡Dime de una vez!
      - Thiago comenzará los trámites de divorcio apenas salgas de aquí – suspiro – Se irán de la ciudad con Adam y comenzaran una nueva vida
      - No me puede hacer eso

Thiago no me podía hacer eso, no podía decidir llevarse a nuestro hijo lejos de mí. Soy su madre, soy su mujer. Yo lo amaba, el me ama. Podía entender que estaba dolido conmigo por lo que había hecho pero su decisión no era más que una manera de vengarse de mí, de hacerme pagar por haberlos dejado.

      - Papá – dije entre lágrimas, era lo único que podía hacer – No… No puede hacerme eso
      - Lo sé, está dolido. Sé que no cumplirá su palabra, te amaba demasiado como para dejarte ir. Pero lo que tú les hiciste a ellos.
      - ¿Has hablado con Cota? – pregunte pasando a otro tema, hablar de Thiago me dolía demasiado
      - No, cuando Thiago me ha llamado tome el primer vuelo. Se por Magda que esta con ella y está bien. Gracias por salvar a tu hermana
      - Yo solo caí en su trampa papá. – me miró fijamente a los ojos y supe que era el momento de contarle toda la verdad – Me llamo la noche antes de que Adam saliera del hospital, estaba tan nerviosa por el examen de mi hijo que no podía conciliar el sueño. Me dijo que Ernesto la estaba maltratando y abusando de ella, tal y como lo hacía conmigo.
      - No – se llevó las manos a la cara y se las froto para que no pudiera ver esas lágrimas que aguantaba
      - Le creí, me costó mucho tomar la decisión más difícil de mi vida. Papá deje a mi hijo solo por ayudarla y sacarla de la mierda en que ella se había metido. Llame a Victoria, ella me recibió pero más no me ayudo, no le gusto saber que había dejado a Thiago. Claro es su nieto. No me lo perdonara nunca.
      - Tiempo al tiempo  - me interrumpió
      - No papá, me lo merezco, Cota me había vendido. A penas entre en esa casa supe que ella ya estaba en un vuelo de 12 horas rumbo a casa. Todo lo planeo junto con Ernesto para terminar conmigo, para tenerme aquí. Para que volviera a ser su puta y todo lo que había sido antes.
      - Eso no puede ser posible
      - Me negaba yo también a aceptarlo, pero es la verdad. La culpa de que esto pasara es de ella.
      - ¡No Renata! Es tu hermana, no puede tener la culpa de que esto pasará. Ella no tomo la decisión por ti
      - ¡Pero me hizo venir creyendo que estaba padeciendo todo eso!
      - Es tu hermana. Renata, sabemos que Cota es totalmente distinta a ti, pero no es mala y tampoco te haría poner tu vida en peligro por que sí.
      - Es lo que hizo. Y lo siento por ti y por Magda, pero esa hija vuestra es horrible. Todo es su culpa, yo… yo la odio por lo que me hizo


Mi padre no aguanto mucho más y salió de la habitación dejándome sola con mis pensamientos, era duro para él saber que su hija, que la que era mi hermana me había mandado a la boca del lobo.