lunes, 26 de mayo de 2014

#12 Caminos Inesperados

Capítulo 12


Como me había pedido a la media noche luego de hablar con mis padres y quedar que lo mejor era reasignar un nuevo abogado al caso, que dejaría mi vida hacer que ella se quedase. Hablar con Alexa por teléfono y decirle que no nos veríamos más, sin darle más explicaciones. Estaba fuera de su casa, como un romeo cualquiera. La diferencia es que este Romeo estaba sobre un taxi, y con un esquincé en el tobillo por la osadía de saltar rejas.

Ninguna señal, ninguna llamada. ¿Cómo se suponía que sabría que la estaba esperando?
Tome el móvil con la intensión de llamarla, pero en lo que buscaba su número me entro un mensaje

“Ya bajo”

Ni un beso, ni una palabra cariñosa, nadan. Ya no estaba esa Renata cariñosa de hace semanas.
Quince minutos después de quebrarme la cabeza buscando una respuesta a lo sucedido durante la noche y madrugada, un golpe en vidrio me saco de mis pensamientos.
Había algo vestido completamente de negro. Lentamente subió sus manos hasta la capucha de su poleron y nos cabellos rubios se asomaron.

      - Retire el seguro por favor – le pedí al taxista amablemente. Quien me obedeció de inmediato, abrí la puerta para que pudiera ingresar.
      - ¿Y tu coche? – pregunto si quiera antes de saludarme
      - En el departamento – aclare - ¿Vamos a mi departamento?
      - Ajá –

Le indique la nueva dirección al taxista, durante el camino hacia mi departamento, hablamos de cosas triviales, nada que nos fuera a comprometer mucho. La hacía reír con mis ocurrencias, ella me contaba de sus cosas en el restaurant y como los echaría de menos a todos.
Cuando trate de preguntarle sobre lo que había hecho toda la noche anterior y durante algunas horas de la mañana, desvió el tema y me beso.
Una hora más tarde ya estábamos en el ascensor de mi edificio, entre besos y caricias. La conversación no tenía cabida.

Nuestra primera parada fue el sofá donde nos saciamos el uno del otro, no dedicamos suaves caricias y nos hicimos el amor tan lento. Como si temiéramos que el día se nos acababa. Luego de una ducha, y una nueva dosis de sexo. Terminamos desnudos sobre mi cama. Nuestra cama.

      - ¡Me haces cosquillas! – Río Renata cuando intentaba darle un masaje en los pies - ¡Para! ¡Thiago!
      - Vale. Pero que quede constancia que pretendía extender el masaje –
      - ¿Podemos hablar? – dijo cubriendo su desnudes con una almohada
      - Todo lo que quieras cariño –
      - Ayer… Bueno en la mañana… Tú dijiste… Ya sabes lo que dijiste –
      - ¿Qué te dije? – pregunte extrañado ¿Qué dije?
      - Ya sabes – dijo sonrojándose completamente
      - Créeme que no lo sé amor – le tome la mano - ¿Qué paso anoche?
      - ¿Amor? – Alzo una ceja – Ves eso me dijiste. ¡Que me quieres!
      - Y mucho – aclare, tire  su mano para atraerla a mi cuerpo – Renata te hice una pregunta

Necesitaba saber que era lo que la hizo no llegar a su hogar la noche anterior, donde había estado y ella simplemente evadía mis preguntas

      - ¿Cómo es posible? ¿Desde cuándo? – pregunto apoyando su cabeza en mi pecho, con una mano acariciaba su cabello y con la otra entrelazaba sus dedos con los míos.
      - Te lo diré si me respondes lo que he preguntado
      - Ya te lo dije necesitaba estar sola, y por favor no me preguntes más – dijo poniéndose a la defensiva.

Estaba más que claro que evadía mis preguntas.

      - Dime desde cuando crees que me quieres
      - Uf! – Bese su cabeza – Mírame – cuando lo hizo deposite un casto beso sobre sus labios dándome la fortaleza para confesarle todo – No sé de cuando, solo sé que sucedió, que un día ya no pude dejar de pensar en ti. Que mi mundo eras tú. No hice las cosas bien, jugué contigo durante nuestro primer mes. Me arrepiento por ello. Creo que no solo te quiero si no que estoy enamorado de ti desde que te conocí hace años en España.
      - Ya me conocías – río en mi pecho
      - En ese momento conocí a la mujer – bese sus labios – Y ella fue quien me enamoro
      - Hablas tan lindo –
      - Esperaba un yo también te quiero – reí
      - mmm… - dijo quitándole importancia – Yo también
      - Vale, mejor no lo digas si no lo sientes.
      - Haber cómo te lo explico – se giró hasta quedar de frente a mí y acuno mi cara entre sus manos.

Besándome lentamente, lleno de sentimientos era su manera de expresar todo.

      - Thiago contigo he sentido cosas inexplicables, tienes el poder de con solo una mirada detener mi corazón. Aumentar mis pulsaciones y descontrolarme. Ni te cuento lo que pasa cuando me tocas o me hablas dulce. Mucho menos con tus besos.
      - Oh, son muchas cosas cariño –

Y sin más preámbulos me acomode entre sus piernas, sin pre eliminares, mis caricias en su rostro la hacían estremecer, el ímpetu al besarme, la manera como se arqueaba su espalda en respuesta a mí.

Nos hicimos el amor lento, pausado y lo más importante con amor, ambos acabábamos de desnudar nuestra alma. De decirnos lo que sentíamos.

Entre arrumacos y besos nos quedamos dormidos con nuestros cuerpos entrelazados, tocándonos, sintiéndonos.

      - Te quiero – fue lo último que le dije besando sus cabellos

Esta noche después de algunas semanas podía decir que era un hombre feliz, tenerla así entre mis brazos. Sentirla y poder decirle que la quería me hacía feliz. Como nunca pensé poder serlo.
Quería velar sus sueños, contener sus miedos. Ayudar a construir sus esperanzas, verla brillar. Ser su hombre, y ella ser mi mujer.

      - Buenos días – susurro entre besos mi ángel, abrí lentamente mis ojos y la vi a mi lado.
      - Buenos días cariño – acune su cara entre mis manos y la bese lentamente. – Que hermoso despertar me he llevado
      - No mejor que el mío entre tú cuerpo –
      - Oh Renata si dices esas cosas será imposible salir de la cama en todo el día
      - Tendrás que hacerlo, creo que hoy nos merecemos un día solo nuestro
      - ¿Solo nuestro?
      - Ajá – me beso dulcemente - ¿Día de campo?
      - Me encanta la idea, pero no puedo conducir – dije apuntando mi pie lesionado
      - Pero si me puedes indicar como hacerlo, vamos no quiero quedarme encerrada
      - Ven acá –

La tire bajo mi cuerpo y lentamente comencé a besar cada parte de su cuerpo, no me saciaría nunca de su cuerpo. De ella, tenerla así tan receptiva, tan mía.

Casi tres horas después íbamos camino algún lugar donde poder pasar la tarde, llevábamos con nosotros una canasta con comida preparada por ella misma.

      - Es tú padre – le indique tomando su móvil.
      - ¡Mierda! Me olvide de él. Eso provocas que me olvide de todo – río.
      - ¿Tomó la llamada? - 
      - No, yo lo haré. – Me arranco el móvil y contesto – Hola, si papá, lo siento… Bien, estoy con Thiago. Si, si todo bien. Papá pasaremos la tarde fuera. Si jajajajaja. Claro que lo sé, un beso y nos vemos en la noche. Si claro que en la noche. Vale.

Una vez que corto la llamada directamente apago el móvil y lo lanzo al piso del auto.

***


Pasamos toda la tarde tirados sobre una manta mirando el mar, con Renata a mi lado todo era aún más hermoso que antes.

      - No sabes cómo me calma el sonido del mar – le dije volteando para mirarla a los ojos
      - Sabes que este lugar es más hermoso en tu compañía, hacía años que no venía.
      - Si quieres nos podemos quedar –
      - No – dijo mirando el horizonte – Me encantaría pero no, nos volvemos
      - Como tú quieras mi amor –

Sin ser consiente de mis palabras acababa de llamarla amor, bueno eso es lo que era. Era mi amor, pero no estaba seguro si era el momento de decírselo, no por como reacciono
Vi como su semblante se endureció, cambio.

      - ¿Qué paso? – pregunte acariciando su mejilla
      - Nada – dijo tratando de ponerse de pie
      - Renata – dije impidiendo que se alejara de mi - ¿Qué paso? ¿Te molesto que te dijera amor? ¿Es eso?
     
Se mantuvo en silencio apreciando el horizonte, sin decir ninguna palabra. Soltó mi agarre, camino hasta la orilla del mar donde lentamente fue caminando hacia las aguas.
En ese momento donde la vi alejarse, algo en mi pecho se recogió y supe que no la podía dejar así, no la podía dejar hundirse en nada. Si mis palabras le habían hecho daño debía saber el porqué.

      - ¡Renata! – grite corriendo hacia ella, cuando el agua ya le llegaba hasta los hombros.

Ella no se detenía y seguía su camino.

      - ¡Renata! – volví a gritar cuando estaba más cerca.

La primera reacción que tuve fue arrastrarla un par de metros más a fuera, y abrazarla tan fuerte como pude. Sentía como su cuerpo temblaba bajo mis brazos, como sollozaba, me partía el corazón verla de esa manera.

Lentamente la voltee para quedar de frente y vi sus lágrimas caer por sus mejillas

      - ¿Qué pensabas hacer? – pregunte una vez que la recosté nuevamente en la manta
      - Lo siento –
      - ¿Por qué? ¿Qué paso Renata? – Negó con la cabeza suavemente, y escondió su rostro en mi cuello

***

      - ¿Estarás bien? – pregunte cuando estacionaba el coche en la entrada de su casa
      - Si –
      - ¿Me llamas luego?
      - No – me beso la mejilla y bajo del auto dejándome completamente desconcertado.

Baje rápidamente del coche, bueno dentro de lo que me dejaba mi lesión del pie, que gritaba de dolor

      - ¡No te atrevas a cerrar esa reja si no quieres que vuelva a saltar! – le dije intuyendo lo que haría
      - Esta bien –
      - ¿Por qué no puedo llamarte, ni tu llamarme a mí? – pregunte llegando hacia ella
      - Thiago, hace las cosas como yo lo digo por favor y ahora vete. –
      - Después de la maravillosa noche, del mejor día de mi vida. Solo me dices que me largué ¿Cómo puedo entenderte?
      - No puedes, solo necesito que sea así.
      - ¿Por qué?
      - ¿Yo te pregunte los por que cuando estabas con Andrea? No. No lo hice. Ahora espero lo mismo de tu parte
      - Si lo hubieras hecho, te lo hubiera dicho
      - No me interesan los motivos que tuviste para que las cosas fueran así. Solo hazme caso y no me llames al móvil, no hasta que yo lo haga. No me busques hasta que yo lo haga. Solo respeta mis reglas.

Sin saber que responder a sus cosas, la atraje hasta mí y la bese.

      - ¡No suéltame! – Dijo mirando hacia todos lados – No lo vuelvas a hacer, ahora vete por favor – suplico
      - Está bien. Quiero verte mañana, y pasado. Todos los días. Quiero que te vayas a vivir conmigo
      - No puedo – dijo agachando la mirada
      - Claro que puedes ¿No quieres?
      - Nada me gustaría más. – Suspiro y me miro a los ojos – Solo no puedo y sabes las razones. No compliques mi vida. Solo eso te pido
      - No quiero complicarte la vida. Quiero hacerte feliz.
      - Solo con saber que me quieres ya me haces feliz.

Me dio un casto roce de labios y huyo dentro.