jueves, 29 de enero de 2015

#34 Caminos Inesperados

Capítulo 34

Dar mi brazo a torcer para que Renata viera a Adam con mi consentimiento no fue nada fácil, a pesar de decir que si lo dudaba cada vez que la veía rondar por mi departamento, cada vez que la veía acostada al lado de mi hijo en la que había sido nuestra cama.
Despertar y verla, llegar del trabajo y verla. No eso no era nada bueno para mi salud. Me había dado cuenta que por mucho que dijera que no la amaba lo seguía haciendo. Pero no estaba dispuesto a perdonarla. No aun.

Adam estaba muy encariñado con ella y cada vez que la veía cerca quería estar en sus brazos o que le diera pecho. Ver esa sonrisa en mi hijo era por lo que no la echaba de mi casa. Solo por esa sonrisa. La que mañana a mañana iluminaba mis días. Gracias al cielo la enfermedad de Adam duro muy poco, eso y los cuidados de Renata. Llevábamos un mes enredados en este juego y por las tardes cuando yo llegaba Adam lloraba para que ella no se fuera. Habíamos acordado que se quedaría hasta hacerle dormir, y eso si funcionaba.

Mi madre no comprendía lo que hacía, Daniela estaba furiosa por haberle permitido entrar de nuevo a nuestra vida. Ambas me habían dicho que en cualquier momento ella se volvería a marchar, que se daría cuenta que estaba mejor antes de nosotros y nos dejaría. A veces lo dudaba, podía pasar eso. Pero la veía con él y sabía que esta vez no sería capaz. O por lo menos yo quería creer en eso.

Nuestra relación… no había una relación, simplemente cruzábamos palabras con referencia a Adam. Nada fuera de eso hablábamos.

      - Thiago – me llamo Carmen por el intercomunicador de la oficina. Descolgué de inmediato
      - Dime Carme
      - ¿Vamos a comer?
      - ¿Ya es la hora? – estaba sumergido entre papeles y mis propios pensamientos que me había olvidado incluso de la hora de comida
      - Claro. ¿O prefieres que lo pida acá en la oficina?
      - No. Vamos. Necesito salir

A los cinco minutos abrió la puerta del despacho con una enorme sonrisa. Carmen era mi secretaría hacia poco tiempo, menos de seis meses en eso transcurso de tiempo había hecho un excelente trabajo, además de ser una persona esplendida y muy simpática. No me molestaba para nada que me llamara por mi nombre.

      - ¿Dónde quieres ir? – le pregunte abriéndole la puerta del coche
      - No me importa mucho, de verdad que con la compañía me parece suficiente
      - Me alagas con tus palabras – me reí y puse en marcha el coche. – Antes debemos pasar por una farmacia y luego me acompañas a casa.
      - ¿Esta bien tu hijo? – me pregunto
      - Perfectamente – sonreí al recordar su carita de esta mañana – Solo que necesita pañales
      - Ah ok. Comprendo – río
Carmen se apodero del radio del coche y eso nos dejó en completo silencio, tampoco sabía de qué más hablarle que no fueran cosas con referencia al despacho. Nuestra relación a pesar de ser muy buena solo era laboral.

Al llegar al departamento la invite a pasar, y nos encontramos de frente con Renata y Adam que estaban sentados en la alfombra de la sala jugando con los cubos. El niño fue solo verme y comenzar a balbucear y pedir mi atención. Renata volteo para mirarme, no sin antes percatarse de la hora.

      - Hola – dije pasando por su lado para tomar a mi bebé - ¿Cómo te has portado esta mañana?
      - Muy bien papi – me respondió Renata – Ya está almorzado ¿Quieres almorzar?
      - No, solo pasaba a dejaros los pañales – le apunte el paquete que estaba en el sofá, y solo entonces vio a Carmen que había estado al margen – Carmen ella es Renata, Renata ella es Carmen
      - Buenas Tardes Renata – le dijo Carmen muy profesional y le tendió la mano
      - Hola – contesto Renata.

Renata se puso de pie, y comenzó a recoger los juguetes de la sala, su cara ya no era la misma, ya no estaba sonriente como cuando llegue.

      - Pero que guapo esta este niño, se parece muchísimo a su padre –

Carmen se puso a hacerle gracias al niño y este feliz de tener más atención que la de su madre se puso a reír. Tal acto no gusto a Renata, lo pude notar en sus ojos en sus acciones. En su manera de desaparecer del salón de inmediato.

      - Pero mira si está jugando con los cubos que le mande por su cumpleaños –
      - Le encantan – afirme – Se llevan horas jugando con Renata. Las torres son sus favoritas. – Sonrió – Pero si no le resultan…
      - Los tira – termino la oración Renata – Le toca su siesta
      - Claro, claro – respondió Carmen – Thiago vamos. Aún nos queda mucho trabajo y un almuerzo por delante
      - Que les entre en provecho
      - Nosotros ya nos vamos, pueden seguir jugando. – intervine mirando la mala cara de Renata.
      - Vale – respondió Renata y me estiro los brazos para que le devolviera a nuestro hijo
      - Un gusto Renata. Adiós pequeño Adam

A penas le entregue a Adam se fue con el hacia mi habitación sin decir nada, sin siquiera responder. Algo le pasaba y no me podía ir y dejarla así. Con la mirada le pedí un momento a Carmen y los seguí.
Estaba sentada a mi lado de la cama dando la espalda a la puerta, deduje de inmediato que le estaba dando pecho al niño. Ya era una costumbre de ambos. Mi asombro fue mayor cuando al llegar al frente de ella le vi esas lágrimas.

      - ¿Estas bien? – susurre. No sabía si estaba bien meterme en su vida privada. Pero me preocupaba dejarla mal con el niño - ¿Te sientes bien?
      - Si – sollozo – Adam me mordió

Esa era una vil escusa, estaba seguro que el motivo de sus lágrimas no era ese. Había cambiado cuando vio a Carmen, tal vez solo eran sus celos. Me había dejado claro que aún estaba enamorada de mí.

      - ¿Qué le hiciste a mamá? – me arrodille a su lado y bese la cabeza de Adam.

Eran uno de los mayores acercamientos que habíamos tenido en meses, en casi un año. Tenía su pecho tan cerca de mí, me removí incómodo. No podía pensar de esa manera. Sacudí la cabeza y la mire, ella observaba cada uno de mis movimientos.

      - ¿Necesitas algo? – volví a preguntar sacando de mi mente todas y cada una de las imágenes que me pasaban por la cabeza.

Podía imaginar besando ese pezón, tocando sus grandes pechos, besándolos, lamiéndolos. Haciéndole el amor por cada rincón de este lugar. En cada espacio donde me la he imaginado, entre las sabanas, en la ducha.

      - No – susurro entre sollozos – Ya pasare yo a comprar algo
      - Si quieres te lo traigo. De verdad no me molesta.
      - Gracias. Pero no. Ve tu amiga te espera – aparto bruscamente a Adam del pecho y acomodo la ropa privándome de la vista.
      - Carmen – susurre

La deje sola con el niño, nada podía hacer para que dejara de llorar. Ella misma se estaba provocando los malestares, a pesar de que me la imaginaba desnuda no la tendría y ella debería pensar lo mismo y sacarme de su corazón. Era lo mejor para ella y para todos.


***


      - Quedaste muy callado –

Ya íbamos de vuelta de un almuerzo que ni siquiera había podido disfrutar, no dejaba de pensar en Renata y sus lágrimas. La conversación con Carmen había sido sin ningún sentido o con monosílabos. Cuando quiso saber quién era la guapa mujer que cuidaba a mi hijo… lo de guapa fueron palabras de ella… Le comente sin ningún problema que era Renata la madre de mi hijo, en ese mismo momento me comento que hace algunos días había llamado a la oficina.
  
      - Lo siento Thiago, no te pase la llamada. Era lo que habíamos acordado
      - Sí – afirme – No te había dicho nada acerca de que era ella quien cuidaba al niño.
      - Es tu vida privada. Y lo entiendo
      - Llamo porque Adam estaba enfermo – dije con pesar – La verdad es que no se si lo estoy haciendo bien teniéndola en mi casa todos los días, verla a penas despierto. Carmen no lo he hablado con nadie más que mis amigos y ellos aun así no lo comprenden. No puedo permitir que en algunos años mi hijo me recrimine por haberlo apartado de su madre, sé que nuestra separación fue algo que tal vez estaba predestinados. Comenzamos mal nuestra relación desde un comienzo fue complicada, Renata estaba casada cuando empezamos a salir, estaba casada cuando quedo embarazada de Adam
      - Wow – dijo sorprendida - ¿Aun estás enamorado de ella?
      - Para serte completamente honesto no estoy seguro lo que siento por ella en estos momentos. Todo es muy confuso, la veo y siento ganas de besarla, pero no puedo olvidar que nos dejó cuando Adam más la necesitaba.
       - Eso te acompañara el resto de tu vida, siempre. Siempre le recriminaras que haya hecho eso.
      - Le he dicho que le he perdonado.
      - ¿Pero aun así no están juntos?
      - No. No quiero volver a entregarle mi corazón y me lo devuelva pisoteado. Es todo muy complicado
      - Yo sé lo que tú necesitas – alce las cejas – Si, no me mires así Thiago. Que nos conocemos. Poco pero llegue en un momento complicado de tu vida. Te ayude a cargar tu bebé mientras solucionabas cosas importantes. Te recordaba las citas médicas y he estado al tanto de cada cosa de tu hijo desde que nació
      - Gracias por eso
      - No me las des porque es mi trabajo – río – Mañana es viernes, terminamos de trabajar temprano. Te propongo que luego de la oficina nos vamos a algún bar. Aprovechamos de conversar, tal vez conocernos más
      - Sería estupendo. – fui sincero – Pero no puedo. Renata no se queda por las noches.
      - ¡Vamos Thiago! – me animo – No tendrá problema por quedarse unas horas más. Que no te estoy proponiendo pasar la noche afuera
      - Esta bien –
      - ¡Genial! – aplaudio – Eso es lo que necesitas, salir. Tienes que retomar tu vida, que ser padre no te corte. ¿Hace cuando que no sales con una mujer?

Bien, hace más de un año. Pero no se lo diría eso ya era ir demasiado lejos. No quería salir con otras mujeres. Ya me lo habían sugerido los chicos pero aun no estaba preparado para eso.

      - Disculpa, creo que me pase con mi pregunta
      - No está bien. Mañana iremos a ese bar.


***

Llevaba media hora escuchando como Marcos le había pedido la mano a mi hermana, como ella contaba lo que quería en su boda. Y todos sus hermosos planes. Estaba feliz por ella, por verla así de feliz. Me alegraba que alguien además de Ian sonriera en casa de mis padres. Había esquivado quedarme a solas con mi madre, no estaba en condiciones de escuchar sus preguntas indiscretas. Mi Abu como siempre lo hacía un día estaba y otro día no. Había decidido que era nuevamente buen momento para volver a España, mi padre no estaba de acuerdo. Sabía que algún día no muy lejano nos llamarían para informar que ya no estaba en el mundo con nosotros. ¿Pero quién hacía que la Señora Victoria Lackington entrara en razón?

      - ¿Adam ya está mejor? – pregunto Tía Naty.
      - Sí. Ya da guerra como siempre
      - Cuando Marcos me dijo que el niño estaba enfermo quise ir a verte. Pero luego…
      - Tía no se preocupe. El campeón ya está bien.
      - Renata – llamo a mi madre que estaba con Vale en brazos – Estaba pensando que para que los chicos se vayan de luna de miel un par de días – tomo un sorbo de agua - ¿Qué te parece que nos vamos a la casa de campo que tienes unos días con los niños?
      - Sería estupendo, Vale y Adam no conocen los caballos, a Ian y David les encantará la idea.
      - Mamá – tome su atención – Yo creo que Adam no ira contigo
      - Claro que sí. Thiago el niño pasa todos los días dentro del departamento. Casi ni lo traes y ya dije me lo llevare
      - Renata lo lleva casi todos los días la parque. Y tengo que preguntarle a ella antes de tomar una decisión
      - No debes preguntarle nada – me miro furiosa – Eres tu quien está a cargo de él.
      - Es su madre
      - Debió pensarlo antes – alzo la voz – Es mi ahijada y la quiero, quiero a Gabriel y Magda, a la pequeña Carol. Amo a mi nieto. Pero no voy a consentir que me aparte del niño.
      - Mamá – la cortó Dani
      - ¡Ni mamá ni leches! – Grito furiosa poniendo a la niña en brazos de la otra abuela – Desde que apareció lo único que ha hecho es… es… ¡Molestar! Thiago estabas tan bien sin ella.
      - Me voy –

No quería comenzar una discusión sin sentido con mi madre, mucho menos por defender a Renata de algo que tal vez tuviera razón. ¿Qué estaba haciendo?
Tome a Adam de los brazos de Ian y le bese la cabeza a mi hermano

      - Beso al tío Ian – le dije a Adam quien baboseo la mejilla – Te quiero Enano
      - ¿Ya se van? ¿Tan pronto?
      - Si, mañana tengo que ir a trabajar y Adam está cansado

Volví al comedor para despedirme del resto de la familia, besando la mejilla de todos y cada uno de ellos. Cuando era el turno de mi madre, lo hice. No podía no hacerlo

      - Adiós mamá – puse al niño por delante – Dile adiós a la abuela

Recalque la palabra abuela, para que se diera cuenta que era el único que tenía derecho sobre mi hijo, era yo quien decidía si el niño se quedaba o no en otro lugar. Igual y nunca me había separado de él, solo para ir a trabajar. Tampoco era fácil para mí dejarlo irse con ella una o dos semanas lejos. Donde lo podría acunar en mis brazos a la hora de dormir.
      - Lo siento – le dije a Dani besando su cabello – Te llamo mañana
      - Me llamas ¿Vale? – Asentí – Besos pequeño mío

Al llegar al departamento me fui directo a la habitación para ponerle el pijama a Adam y hacerlo dormir. Yo necesitaba lo mismo. Necesitaba dejar de pensar en Renata, en como lo haríamos ahora. En poco más de un mes era Nochebuena y tal vez ella quería estar con él, teníamos que conversar algunas cosas. La manera en la que estábamos haciendo las cosas no funcionaba, o ya no estaban funcionando para mí.

      - Adam, ven con papá – el enano gateaba a toda velocidad por la habitación evitando que lo cargara – Es hora de dormir – le volví a decir.

Mientras el reía y huía de mí, deje sobre la cama todo lo necesario para cambiarle ropa. Su pañal limpio, su pijama con la pelota en el frente, su biberón con leche caliente y el chupete para una vez que estuviera listo para dormir. La mayoría de los días era Renata la que se preocupaba de esto, era ella quien durante la semana se recostaba a su lado hasta que se dormía.

      - Mira que tengo – le mostré el biberón. Pero fue inútil, para él era la hora de jugar – Juguemos sobre la cama – volví a insistir – Adam, campeón. Ven con papá
      - papapapapapapa -  aplaudía – mamamama

El pequeño bribón sabio como tenerme comiendo de su mano, era mi alegría verlo así. Pero yo debía trabajar mañana y ya eran cerca de las once la noche. Adam jamás se dormía tan tarde. Aun en contra de su voluntad lo tome en mis brazos y lo lleve a la cama. Mientras lo dejaba sobre la cama movía sus piernas en forma de enojo. Era su manera de mostrarme que no era lo que él quería hacer. Mi Adam y su carácter Lackington