Capítulo 34
Dar
mi brazo a torcer para que Renata viera a Adam con mi consentimiento no fue
nada fácil, a pesar de decir que si lo dudaba cada vez que la veía rondar por
mi departamento, cada vez que la veía acostada al lado de mi hijo en la que
había sido nuestra cama.
Despertar
y verla, llegar del trabajo y verla. No eso no era nada bueno para mi salud. Me
había dado cuenta que por mucho que dijera que no la amaba lo seguía haciendo.
Pero no estaba dispuesto a perdonarla. No aun.
Adam
estaba muy encariñado con ella y cada vez que la veía cerca quería estar en sus
brazos o que le diera pecho. Ver esa sonrisa en mi hijo era por lo que no la
echaba de mi casa. Solo por esa sonrisa. La que mañana a mañana iluminaba mis
días. Gracias al cielo la enfermedad de Adam duro muy poco, eso y los cuidados
de Renata. Llevábamos un mes enredados en este juego y por las tardes cuando yo
llegaba Adam lloraba para que ella no se fuera. Habíamos acordado que se
quedaría hasta hacerle dormir, y eso si funcionaba.
Mi
madre no comprendía lo que hacía, Daniela estaba furiosa por haberle permitido
entrar de nuevo a nuestra vida. Ambas me habían dicho que en cualquier momento
ella se volvería a marchar, que se daría cuenta que estaba mejor antes de
nosotros y nos dejaría. A veces lo dudaba, podía pasar eso. Pero la veía con él
y sabía que esta vez no sería capaz. O por lo menos yo quería creer en eso.
Nuestra
relación… no había una relación, simplemente cruzábamos palabras con referencia
a Adam. Nada fuera de eso hablábamos.
- Thiago – me llamo Carmen por el
intercomunicador de la oficina. Descolgué de inmediato
- Dime Carme
- ¿Vamos a comer?
- ¿Ya es la hora? – estaba sumergido
entre papeles y mis propios pensamientos que me había olvidado incluso de la
hora de comida
- Claro. ¿O prefieres que lo pida acá en
la oficina?
- No. Vamos. Necesito salir
A
los cinco minutos abrió la puerta del despacho con una enorme sonrisa. Carmen
era mi secretaría hacia poco tiempo, menos de seis meses en eso transcurso de
tiempo había hecho un excelente trabajo, además de ser una persona esplendida y
muy simpática. No me molestaba para nada que me llamara por mi nombre.
- ¿Dónde quieres ir? – le pregunte
abriéndole la puerta del coche
- No me importa mucho, de verdad que con
la compañía me parece suficiente
- Me alagas con tus palabras – me reí y puse
en marcha el coche. – Antes debemos pasar por una farmacia y luego me acompañas
a casa.
- ¿Esta bien tu hijo? – me pregunto
- Perfectamente – sonreí al recordar su
carita de esta mañana – Solo que necesita pañales
- Ah ok. Comprendo – río
Carmen
se apodero del radio del coche y eso nos dejó en completo silencio, tampoco
sabía de qué más hablarle que no fueran cosas con referencia al despacho.
Nuestra relación a pesar de ser muy buena solo era laboral.
Al llegar al departamento la invite a pasar, y nos encontramos de frente con Renata y Adam que estaban sentados en la alfombra de la sala jugando con los cubos. El niño fue solo verme y comenzar a balbucear y pedir mi atención. Renata volteo para mirarme, no sin antes percatarse de la hora.
- Hola – dije pasando por su lado para
tomar a mi bebé - ¿Cómo te has portado esta mañana?
- Muy bien papi – me respondió Renata –
Ya está almorzado ¿Quieres almorzar?
- No, solo pasaba a dejaros los pañales –
le apunte el paquete que estaba en el sofá, y solo entonces vio a Carmen que
había estado al margen – Carmen ella es Renata, Renata ella es Carmen
- Buenas Tardes Renata – le dijo Carmen
muy profesional y le tendió la mano
- Hola – contesto Renata.
Renata
se puso de pie, y comenzó a recoger los juguetes de la sala, su cara ya no era
la misma, ya no estaba sonriente como cuando llegue.
- Pero que guapo esta este niño, se
parece muchísimo a su padre –
Carmen
se puso a hacerle gracias al niño y este feliz de tener más atención que la de
su madre se puso a reír. Tal acto no gusto a Renata, lo pude notar en sus ojos
en sus acciones. En su manera de desaparecer del salón de inmediato.
- Pero mira si está jugando con los cubos
que le mande por su cumpleaños –
- Le encantan – afirme – Se llevan horas
jugando con Renata. Las torres son sus favoritas. – Sonrió – Pero si no le
resultan…
- Los tira – termino la oración Renata –
Le toca su siesta
- Claro, claro – respondió Carmen – Thiago
vamos. Aún nos queda mucho trabajo y un almuerzo por delante
- Que les entre en provecho
- Nosotros ya nos vamos, pueden seguir
jugando. – intervine mirando la mala cara de Renata.
- Vale – respondió Renata y me estiro los
brazos para que le devolviera a nuestro hijo
- Un gusto Renata. Adiós pequeño Adam
A
penas le entregue a Adam se fue con el hacia mi habitación sin decir nada, sin
siquiera responder. Algo le pasaba y no me podía ir y dejarla así. Con la
mirada le pedí un momento a Carmen y los seguí.
Estaba
sentada a mi lado de la cama dando la espalda a la puerta, deduje de inmediato
que le estaba dando pecho al niño. Ya era una costumbre de ambos. Mi asombro
fue mayor cuando al llegar al frente de ella le vi esas lágrimas.
- ¿Estas bien? – susurre. No sabía si
estaba bien meterme en su vida privada. Pero me preocupaba dejarla mal con el
niño - ¿Te sientes bien?
- Si – sollozo – Adam me mordió
Esa
era una vil escusa, estaba seguro que el motivo de sus lágrimas no era ese.
Había cambiado cuando vio a Carmen, tal vez solo eran sus celos. Me había
dejado claro que aún estaba enamorada de mí.
- ¿Qué le hiciste a mamá? – me arrodille
a su lado y bese la cabeza de Adam.
Eran
uno de los mayores acercamientos que habíamos tenido en meses, en casi un año.
Tenía su pecho tan cerca de mí, me removí incómodo. No podía pensar de esa
manera. Sacudí la cabeza y la mire, ella observaba cada uno de mis movimientos.
- ¿Necesitas algo? – volví a preguntar
sacando de mi mente todas y cada una de las imágenes que me pasaban por la
cabeza.
Podía
imaginar besando ese pezón, tocando sus grandes pechos, besándolos,
lamiéndolos. Haciéndole el amor por cada rincón de este lugar. En cada espacio
donde me la he imaginado, entre las sabanas, en la ducha.
- No – susurro entre sollozos – Ya pasare
yo a comprar algo
- Si quieres te lo traigo. De verdad no
me molesta.
- Gracias. Pero no. Ve tu amiga te espera
– aparto bruscamente a Adam del pecho y acomodo la ropa privándome de la vista.
- Carmen – susurre
La
deje sola con el niño, nada podía hacer para que dejara de llorar. Ella misma
se estaba provocando los malestares, a pesar de que me la imaginaba desnuda no
la tendría y ella debería pensar lo mismo y sacarme de su corazón. Era lo mejor
para ella y para todos.
***
- Quedaste muy callado –
Ya
íbamos de vuelta de un almuerzo que ni siquiera había podido disfrutar, no
dejaba de pensar en Renata y sus lágrimas. La conversación con Carmen había
sido sin ningún sentido o con monosílabos. Cuando quiso saber quién era la
guapa mujer que cuidaba a mi hijo… lo de guapa fueron palabras de ella… Le
comente sin ningún problema que era Renata la madre de mi hijo, en ese mismo
momento me comento que hace algunos días había llamado a la oficina.
- Lo siento Thiago, no te pase la
llamada. Era lo que habíamos acordado
- Sí – afirme – No te había dicho nada
acerca de que era ella quien cuidaba al niño.
- Es tu vida privada. Y lo entiendo
- Llamo porque Adam estaba enfermo – dije
con pesar – La verdad es que no se si lo estoy haciendo bien teniéndola en mi
casa todos los días, verla a penas despierto. Carmen no lo he hablado con nadie
más que mis amigos y ellos aun así no lo comprenden. No puedo permitir que en
algunos años mi hijo me recrimine por haberlo apartado de su madre, sé que
nuestra separación fue algo que tal vez estaba predestinados. Comenzamos mal
nuestra relación desde un comienzo fue complicada, Renata estaba casada cuando
empezamos a salir, estaba casada cuando quedo embarazada de Adam
- Wow – dijo sorprendida - ¿Aun estás
enamorado de ella?
- Para serte completamente honesto no
estoy seguro lo que siento por ella en estos momentos. Todo es muy confuso, la
veo y siento ganas de besarla, pero no puedo olvidar que nos dejó cuando Adam
más la necesitaba.
- Eso te acompañara el resto de tu vida,
siempre. Siempre le recriminaras que haya hecho eso.
- Le he dicho que le he perdonado.
- ¿Pero aun así no están juntos?
- No. No quiero volver a entregarle mi
corazón y me lo devuelva pisoteado. Es todo muy complicado
- Yo sé lo que tú necesitas – alce las
cejas – Si, no me mires así Thiago. Que nos conocemos. Poco pero llegue en un
momento complicado de tu vida. Te ayude a cargar tu bebé mientras solucionabas
cosas importantes. Te recordaba las citas médicas y he estado al tanto de cada
cosa de tu hijo desde que nació
- Gracias por eso
-
No me las des porque es mi trabajo – río – Mañana es viernes, terminamos de
trabajar temprano. Te propongo que luego de la oficina nos vamos a algún bar. Aprovechamos
de conversar, tal vez conocernos más
- Sería estupendo. – fui sincero – Pero
no puedo. Renata no se queda por las noches.
- ¡Vamos Thiago! – me animo – No tendrá
problema por quedarse unas horas más. Que no te estoy proponiendo pasar la
noche afuera
- Esta bien –
- ¡Genial! – aplaudio – Eso es lo que
necesitas, salir. Tienes que retomar tu vida, que ser padre no te corte. ¿Hace
cuando que no sales con una mujer?
Bien,
hace más de un año. Pero no se lo diría eso ya era ir demasiado lejos. No
quería salir con otras mujeres. Ya me lo habían sugerido los chicos pero aun no
estaba preparado para eso.
- Disculpa, creo que me pase con mi
pregunta
- No está bien. Mañana iremos a ese bar.
***
Llevaba
media hora escuchando como Marcos le había pedido la mano a mi hermana, como
ella contaba lo que quería en su boda. Y todos sus hermosos planes. Estaba
feliz por ella, por verla así de feliz. Me alegraba que alguien además de Ian
sonriera en casa de mis padres. Había esquivado quedarme a solas con mi madre,
no estaba en condiciones de escuchar sus preguntas indiscretas. Mi Abu como
siempre lo hacía un día estaba y otro día no. Había decidido que era nuevamente
buen momento para volver a España, mi padre no estaba de acuerdo. Sabía que
algún día no muy lejano nos llamarían para informar que ya no estaba en el
mundo con nosotros. ¿Pero quién hacía que la Señora Victoria Lackington entrara
en razón?
- ¿Adam ya está mejor? – pregunto Tía
Naty.
-
Sí. Ya da guerra como siempre
- Cuando Marcos me dijo que el niño
estaba enfermo quise ir a verte. Pero luego…
- Tía no se preocupe. El campeón ya está
bien.
- Renata – llamo a mi madre que estaba
con Vale en brazos – Estaba pensando que para que los chicos se vayan de luna
de miel un par de días – tomo un sorbo de agua - ¿Qué te parece que nos vamos a
la casa de campo que tienes unos días con los niños?
- Sería estupendo, Vale y Adam no conocen
los caballos, a Ian y David les encantará la idea.
- Mamá – tome su atención – Yo creo que
Adam no ira contigo
- Claro que sí. Thiago el niño pasa todos
los días dentro del departamento. Casi ni lo traes y ya dije me lo llevare
- Renata lo lleva casi todos los días la
parque. Y tengo que preguntarle a ella antes de tomar una decisión
- No debes preguntarle nada – me miro
furiosa – Eres tu quien está a cargo de él.
- Es su madre
- Debió pensarlo antes – alzo la voz – Es
mi ahijada y la quiero, quiero a Gabriel y Magda, a la pequeña Carol. Amo a mi
nieto. Pero no voy a consentir que me aparte del niño.
- Mamá – la cortó Dani
- ¡Ni mamá ni leches! – Grito furiosa
poniendo a la niña en brazos de la otra abuela – Desde que apareció lo único
que ha hecho es… es… ¡Molestar! Thiago estabas tan bien sin ella.
- Me voy –
No
quería comenzar una discusión sin sentido con mi madre, mucho menos por
defender a Renata de algo que tal vez tuviera razón. ¿Qué estaba haciendo?
Tome
a Adam de los brazos de Ian y le bese la cabeza a mi hermano
- Beso al tío Ian – le dije a Adam quien
baboseo la mejilla – Te quiero Enano
- ¿Ya se van? ¿Tan pronto?
- Si, mañana tengo que ir a trabajar y
Adam está cansado
Volví
al comedor para despedirme del resto de la familia, besando la mejilla de todos
y cada uno de ellos. Cuando era el turno de mi madre, lo hice. No podía no
hacerlo
- Adiós mamá – puse al niño por delante –
Dile adiós a la abuela
Recalque
la palabra abuela, para que se diera cuenta que era el único que tenía derecho
sobre mi hijo, era yo quien decidía si el niño se quedaba o no en otro lugar.
Igual y nunca me había separado de él, solo para ir a trabajar. Tampoco era
fácil para mí dejarlo irse con ella una o dos semanas lejos. Donde lo podría
acunar en mis brazos a la hora de dormir.
- Lo siento – le dije a Dani besando su
cabello – Te llamo mañana
- Me llamas ¿Vale? – Asentí – Besos
pequeño mío
Al
llegar al departamento me fui directo a la habitación para ponerle el pijama a
Adam y hacerlo dormir. Yo necesitaba lo mismo. Necesitaba dejar de pensar en
Renata, en como lo haríamos ahora. En poco más de un mes era Nochebuena y tal
vez ella quería estar con él, teníamos que conversar algunas cosas. La manera
en la que estábamos haciendo las cosas no funcionaba, o ya no estaban
funcionando para mí.
- Adam, ven con papá – el enano gateaba a
toda velocidad por la habitación evitando que lo cargara – Es hora de dormir –
le volví a decir.
Mientras
el reía y huía de mí, deje sobre la cama todo lo necesario para cambiarle ropa.
Su pañal limpio, su pijama con la pelota en el frente, su biberón con leche
caliente y el chupete para una vez que estuviera listo para dormir. La mayoría
de los días era Renata la que se preocupaba de esto, era ella quien durante la
semana se recostaba a su lado hasta que se dormía.
- Mira que tengo – le mostré el biberón.
Pero fue inútil, para él era la hora de jugar – Juguemos sobre la cama – volví
a insistir – Adam, campeón. Ven con papá
- papapapapapapa - aplaudía – mamamama
El
pequeño bribón sabio como tenerme comiendo de su mano, era mi alegría verlo
así. Pero yo debía trabajar mañana y ya eran cerca de las once la noche. Adam jamás
se dormía tan tarde. Aun en contra de su voluntad lo tome en mis brazos y lo
lleve a la cama. Mientras lo dejaba sobre la cama movía sus piernas en forma de
enojo. Era su manera de mostrarme que no era lo que él quería hacer. Mi Adam y
su carácter Lackington