Capítulo 1
Después de cinco horas llorando por fin mi nena se dormía,
en su estado debía descansar mucho más, como mi corazón que ya estaba cansado,
cada día más cansado.
A 18 años de la partida de mi única hija y su marido todo
había cambiado, la pequeña Isamar. Bueno ya no tan pequeña estaba pasando según
ella el peor momento de su vida. No lo dudaba, claro que no. Para todo hay una
edad y un momento, pero ¿El error lo habré cometido yo?
Mi nombre es Alexandra tengo ya 83 años y un pasado, una historia
y por sobre todo una familia por la que luchar. Una familia que iba creciendo
día a día dentro de mi Isamar. No sabía si llegaría a conocer a esa pequeña
cosita, ya casi ni podía salir de la cama, mi cuerpo estaba viejo y los años me
pasaban la cuenta.
El mayor de mis miedos era dejarla sola en este momento,
como tuvo miedo su madre el día de su muerte. Le jure que nunca la dejaría
sola, que haría de su hija una buena persona. A estas alturas no sabía si lo
había logrado cumplir, ¿Pero que podía hacer? Ahora nada más que apoyarla y
aconsejarla para que hiciera de su hijo o hija una persona de bien. Para que
luchara por encontrar el amor de su vida, su príncipe azul.
Toda mi vida creí en las novelas rosas, y no fue fácil, la
vida me dio muchas desilusiones pero si fui feliz al lado de mi amado. Esperaba
que ella encontrara ese hombre especial en algún momento, que cuidara de ella y
de su bebé sin importarle nada.
Recuerdo las palabras cuando me dijo que estaba saliendo con
un chico “Mama soy tan feliz, creo que
Felipe si es el hombre de mi vida, me quiere, me respeta, y lo más importante
quiere salir adelante al igual que yo. Lo amo.” Todo eso no fue más que una farsa para poder
acostarse con ella, y una vez que lo consiguió la desecho como si fuera un
envase que ya no servía. Pero al ser tan inmaduros y al haber cometido el error
de nunca hablar de sexo con ella. <Si
fue mi error por no saber educarla sexualmente. > No se cuidó, no se
cuidaron y un bebé viene en camino. Cuando ella se lo comento, simplemente él
desapareció.
Y así de la misma manera lleva mi niña 2 semanas en las que
se la pasa llora que llora, lamentando el hecho de que ese hombre no la supo
valorar, no la supo respetar y ella no lo hizo consigo misma.
Mi corazón se parte cada vez que la veo de esa manera, cada
vez que la veo llorar. Se va deteriorando al igual que mi cuerpo.
La semana pasada había asistido al doctor y él me había
dicho que con mucho reposo y cuidados todo iba a estar bien
- ¿Me dormí
mucho tiempo? – pregunto mi Isamar
- No cariño – le
acaricie sus cabellos – Vuelve a dormir
- Mama – me
llamo y la mire a los ojos - ¿Te encuentras bien?
- Si mi cielo.
Vuelve a dormir
- Me iré a mi
cama para que estés más cómoda –
En ese momento hizo el intento de levantarse pero no la
deje. No quería que se separara de mí, y siempre se lo decía, quería que pasara
el mayor tiempo posible a mi lado para así estar segura que no seguía llorando
por los pasillos de nuestra casa
- Duerme
conmigo, como cuando eras una niña
- Necesitas
descansar y solo te haré pasar una mala noche
- Contigo a mi
lado jamás será una mala noche
- Mama, tengo
miedo
Puso nuevamente su cabeza sobre mi pecho y comenzó a
sollozar.
- No será fácil
mi amor, pero te aseguro que te graduaras con nota sobre saliente de todo esto
- ¿Tú crees?
- No lo creo,
estoy segura que así será.
- Tienes tanta
confianza en mí. Que tengo miedo a defraudarte
- Lo harías si
no lucharas por ser feliz y por tu bebé. De lo contrario siempre estaré
orgullosa de ti.
- Tienes un
corazón enorme
- Es enorme
porque la vida me enseño que fuera así. Pero tú también lo tienes de mayor
tamaño. Eres como tu madre
- Y mi madre era
como tú
- Así es. Mi
vida.
- ¿Por qué
Felipe no podía ser como el abuelo?
- Si lo fuera me
habría enamorado yo de él
- Cuéntame cómo
lo conociste, nunca lo has hecho
- Lo hare mi
vida, pero ahora descansa. Mañana cuando llegues de la universidad te contare
como nos conocimos, y por sobre todo, te daré una guía para que aprendas a
salir adelante.
- ¿Promesa?
- Promesa. Ahora
a dormir.
Mientras mi niña se iba entregando a los brazos de Morfeo,
una espina clavo mi corazón. Recordar ya era difícil, pero era mi manera de
enseñarle las cosas. No tenía más tiempo. Era el momento de sacar todo lo que
por años guarde y enseñárselo. Habían cosas que me hubiera gustado olvidar, le
iba a manchar la imagen de su abuelo. Pero si con eso la ayudaba a que buscara
la luz al final del túnel lo haría. Mi princesa se merecía ser feliz, la vida
le había tocado dura y yo… y yo era la única que podía ayudarla, no le dejaría
dinero, pero si una gran enseñanza
A la mañana siguiente como era costumbre y antes de irse a
la universidad subió mi desayuno. Nunca se iba sin hacerlo. A pesar de que diez
minutos después que ella se iba llegaba la señora que preparaba la comida y
limpiaba un poco el departamento, para que cuando Isamar llegara no tuviera que
hacerlo. Su vida ya era muy pesada como para hacerlo aún más.
Poco tiempo más iba a poder seguir con su ritmo de vida,
entre su carrera de teatro y su trabajo de medio tiempo llegaba agotada a la
casa, pero era parte del 70% de los ingresos que teníamos, el otro 30% era de
los ahorros que nos quedaban tras la muerte de sus padres y la muerte de su
abuelo a los pocos años después.
Puntual como siempre llego Carmencita, directo a mi
habitación.
- ¿Cómo se
siente señora Alexandra?
- Igual que
todos los días –
- ¿Esta de mal
humor esta mañana?
- No, solo estoy
preocupada por Isamar
- ¿Qué le pasa a
la nena?
- Esta sobre
cargada de cosas. Que ganas de levantarme de esta cama y ayudarla un poco, mi
niña esta sobre cargada de cosas –
- Mejor quédese
donde está, y así le hace compañía. Si se sobre exige no le durara nada y solo
le dará más preocupación.
- Mi corazón no
me acompaña
- Señora
Alexandra, mejor quede quietecita que terminara en el hospital nuevamente
Gruñí a su reclamo, no quería volver a un hospital nunca más,
en el último año había pasado más tiempo en ese lugar que en mi propia casa, y
en estos momentos tenía que ser fuerte.
Carmencita se fue a hacer sus cosas, y aproveche de
levantarme para ir a buscar algo que iba a necesitar para poder contarle las
cosas a Isamar.
Mientras releía el diario que por años he guardado
sagradamente le fui arrancando páginas. Isamar aún no estaba preparada para
todo. Unas fotos cayeron de entre las hojas, unas fotos donde se veía a una
sonriente Luz María con su pequeñita en brazos, a su lado un joven guapo, pero
que le hizo mucho daño con sus mentiras y sus engaños. Volví a meter esa
fotografía en el cofre del cual nunca debía salir.
Mientras pasaba las hojas, iba sintiendo lo mismo que hace muchísimos años cuando lo escribía,
una vez mi madre me dijo “Alex, toma
dentro de esas hojas en blanco escribe tu historia, y en esos días que veas
todo negro, sácalo léelo, y recuerda que no siempre todo es malo” Desde ese
momento comencé a escribir mi propia historia. Al igual como lo escribía iba
maldiciendo mi propia vida por ser más infeliz que feliz.
Solo pensaba en darle el mismo consejo a mi niña, para que
viera que podía ser feliz. Y escribiera su propia historia.
***
- Mama, porque
me pasas esto – dijo Isamar cuando puse sobre sus manos mi diario.
- Quiero que lo
leas, quiero que veas que no siempre en la vida es todo tan malo
- Pensé que tú
me contarías la historia
- Y lo hare mi
vida – suspire cansada – Pero puede que llegue un momento en que yo no este
para poder terminarla
- No digas eso.
Mama, tú no me puedes dejar
- Nunca te
dejare, estaré siempre en tu corazón
- Me da tanto
miedo cuando hablas de esa manera – recostó su cabeza sobre mi pecho, sin saber
lo que me costaba respirar en estos momentos
- En la vida
todo tiene su fecha de caducidad, cielo la mía está por llegar –
- No mama – a
través de la tela de mi camisa de dormir sentía como sus lágrimas la mojaban
Mi corazón con cada movimiento se resentía aún más.
- Isamar, debes
prometerme una cosa
- Las que
quieras
- Tú… - Un
fuerte pinchazo me hizo contraer la cara – Nunca juzgues nada sin saber los
verdaderos motivos. Tú madre, tú padre y yo siempre quisimos lo mejor para ti
mi vida.
- ¿De qué
hablas?
Mire por última vez sus hermosos ojos, esos ojos que eran
iguales a los suyos. Los cuales llevaron a la muerte a todo lo que algún día
ame.
Mi nena se quedaba sola en este mundo para construir su
historia, para aprender lo más difícil, aprender a vivir, a superar el dolor y
levantarse.
Mi corazón dijo basta un día 29 de marzo, mis ojos se
cerraron para siempre y con ello mi boca se llevó secretos que prometí jamás
revelar.