Ahora si le damos fin a esta historia. Les dejo el epilogo. Espero y les guste. Gracias por la paciencia, la espera y las ganas de seguir leyendo.
El lunes nos encontraremos nuevamente, pero ahora con una historia distinta. Espero y tenga la misma aceptación que esta. Caminos Inesperados comenzara su proceso de maquetación para las que así lo quieran puedan tenerlo en Pdf. Estaré dando esa información a medida que vaya maquetando. (eso lo hago yo misma ya que soy diseñadora)
MUCHAS GRACIAS.
Epilogo
Cuando
acepte ser por segunda vez ser la única mujer en la vida de Thiago jamás pensé
que llegaríamos tan lejos con nuestro amor y nuestras ganas de formar familia.
Pero así fue.
Fueron
más de 60 años juntos, 60 años donde pasamos altos, bajos y medios. En mi mente
y a pesar de los años logro recordad algunos de los momentos más felices y
tristes que pasamos.
***
Despertar
con los besos de mi marido y de mi hijo al mismo tiempo era algo impagable la
risa de Adam era lo más maravilloso que vivíamos diariamente, ya no era un
bebé, era el niño más inteligente que había en la tierra, Thiago siempre me
decía que éramos unos padres afortunados de tener a la perfección misma entre
nosotros.
Un
día como hoy nos unimos para toda la vida, y como lo había prometido Thiago
estábamos juntos en el mismo Hotel donde lo hicimos la primera vez, estábamos
juntos disfrutando de los bellos paisajes del sur de Chile, sin duda el mejor
regalo de aniversario que mi marido me podría dar. Pero él no sabía la sorpresa
que yo también le tenía. Me había costado mucho mantener el secreto, sobre todo
cuando algunas mañanas despertaba con unas horribles ganas de vomitar.
En
esos momentos me tenía que mantener en la cama por un tiempo y al salir dar el
agua de la ducha para que no se diera por enterado. Costo, pero lo logre.
- Hoy y hace un año que mi vida es muy
feliz – dijo Thiago besándome por encima de él cuerpo de Adam que estaba sobre
mí
- Shale papá – reclamo Adam
- ¡Hey! – Thiago comenzó a hacerle
cosquillas a Adam provocando aún más carcajadas en él. – Nos duchamos y salimos
a desayunar.
- Me parece perfecto – dije sentándome
lentamente en la cama – Te tengo un regalo amor.
-
Yo también – sonrió - ¿Quieres que te lo de ahora?
- ¿Tú quieres el tuyo ahora? –
- Sabes lo que quiero – acaricio el
cabello de Adam y me miro. Alce una ceja – Sé que es muy pronto y me pediste
terminar la carrera antes. Pero me encantaría tener otro bebé.
- Lo sé, amor – dije resoplando – Yo no
sabía que quería otro hijo hasta ahora.
- Mamá – llamo Adam saltando en la cama –
Mirra
- Cuidado saltamontes – reí.
Me
puse de pie y fui hasta el armario donde busque en mi maleta el regalo de
Thiago, encontré la carpeta que llevaba tiempo escondida y se la entregue al
tiempo que atrapaba a mi bebé para ponerlo en mis brazos de modo de escudo.
Thiago
admiro la carpeta por unos segundos, luego sus ojos se centraron en mi al tiempo
en que una lagrima caía en sus ojos.
Sin
decir media palabra se acercó a nosotros y nos abrazó.
Estuvimos
por mucho tiempo de esa manera hasta que Adam comenzó a inquietarse, Thiago lo
quito de mis brazos y lo dejo sobre la cama para volver a mí. Se puso de
rodillas y comenzó a besar mi vientre plano hasta ahora.
- Ya te amo, ya no concibo mi vida sin
ustedes. – Al tiempo que comenzaba a subir sus labios hasta encontrarse con los
míos – Te amo. Gracias. Es el mejor regalo, el más importante en mi vida, es
invaluable lo que me das.
- No – reclamaba Adam al ver a su padre
devorándome los labios – No papá
- Uno más – suplico Thiago mirando a Adam
- No – negaba con la cabeza mientras
volvía a estirar los brazos para que lo cargara
- Si – dijo Thiago y me volvió a besar –
Mía – le decía y pasaba sus manos por mi estomago
Al
momento en que Adam iba a comenzar con el berrinche de siempre que nos veía
dándonos alguna demostración de amor Thiago me soltó y lo lanzo al aire consiguiendo
que se olvidara que segundos antes iba a llorar.
***
Fueron
tiempos felices, aún recuerdo la felicidad de toda la familia cuando volvimos
de esas vacaciones con la noticia de que en 6 meses más tendríamos otro pequeño
revoloteando en casa.
Pero
los primeros meses en casa fueron un tiempo difícil para Thiago y para mí, él
se oponía a que siguiera asistiendo a la universidad en mi estado porque ponía
en peligro a nuestro bebé. Pero yo quería seguir estudiando, la carrera también
me llenaba la vida, quería ser enfermera, me gustaba estar en compañía de
algunas buenas amigas que ya había hecho y que hasta el día de hoy lo son. Al
principio fue un poco complicado por la diferencia de edad, claro yo una mujer
casada y con un hijo. Ellas chicas entre los 18 y los 20 años que lo único que
querían era pasarlo bien.
Lo
recuerdo y me vuelve la risa, la primera noche que le dije a Thiago que no
llegaría a dormir porque al otro día tenía un examen muy complicado de
anatomía.
Al
terminar mi primer año de Enfermería yo ya estaba con ocho meses de embarazo y
sabíamos que esperábamos una niña. Mi preciosa Mia que llego a nuestras vidas
el cinco de enero a las cuatro de la madrugada con su precioso y relajante
llanto a poner nuestras vidas un poco más caóticas. Las primeras noches en vela
y los celos de Adam. A pesar de que Mia no dormía en nuestra cama pero si en
nuestra habitación Adam se empeñaba noche a noche en dormir en medio.
Al
comienzo solo nos reíamos y lo dejábamos pero con el paso de los meses nuestro
matrimonio se debilitaba por la falta de intimidad, la falta de poder
demostrarnos que aún nos amábamos. Ni hablar de tener sexo, el periodo de
abstinencia para nosotros fue un poco más largo que los cuarenta días que
prescribe el médico.
Una
noche Thiago se impuso como hombre y padre y saco la cuna de Mia de la
habitación así como también puso a Adam en su cama. Fue la primera vez después
del nacimiento de Mia que logramos dormir abrazados, que logramos besarnos y
logramos volver a ser solo uno.
Las
clases comenzaron y yo las retome aun en contra de mi marido y mi padre, pero
una vez cuando comencé a estudiar me dije a mi misma que no renunciaría a ser
mujer por ser madre. Y así lo hice.
Tres
años después me graduaba de Enfermera, y entre la cara de los invitados a la
ceremonia podía ver a mi marido con nuestros hijos orgullosos y felices. Mia ya
tenía 3 años y Adam cinco. Podía mirar hacia atrás y darme cuenta que a pesar
del sacrificio de dejar a mis hijos al cuidado de mi suegra o de Magda ellos eran
felices también. No me había perdido ni un solo momento de su vida y los había
visto crecer, dar sus primeros pasos y sus primeras palabras.
Era
feliz como cada noche los llevaba a sus habitaciones y ellos me decían cuanto
me amaban, cuando llegaba a mi habitación y mi marido, mi amigo, mi amante y
compañero de estudio me decía que me amaba y cuan orgulloso estaba de mí.
Daniela
ya a la fecha tenía 3 hijos, dos niñas maravillosas y un pequeño que era el más
fiel reflejo de su padre. Las reuniones familiares ahora eran un completo
circo. Pero eran los ojos de sus abuelos.
Pero
las reuniones con los antiguos amigos de Thiago que ahora también eran los míos
eran donde volvíamos a ser una pareja joven y siempre terminábamos en algún
hotel pasando la noche. Ian nos hacía siempre de niñera. Mi pequeño cuñado se
hacía grande y adoraba a sus sobrinos.
Pasaba
los fines de semana en nuestra casa donde le enseñaba distintas cosas a mis
hijos, algunas eran constructivas, otras simplemente travesuras.
Así
pasaron los años y un día desperté dando me cuenta que ya mis hijos estaban
grandes, que Adam tenía casi diez años, que Mia ya no era una bebé que lloraba
por estar en mis brazos, que mi vida como profesional de la salud iba en
aumento, que mi matrimonio estaba cerca de cumplir 10 años y lo más importante
que yo me hacía cada día más mayor esa noche cuando me acosté en la comodidad
de los brazos de mi marido le pregunte si estaba preparado para tener un
miembro más. Que si le hacía ilusión volver a pasar nuevamente por lo que era
tener un bebé, por hacer crecer nuestra familia a un número más. Esa noche me
respondió haciéndome el amor como solo él podía demostrándome en cada caricia
que aun con los años la pasión y el amor no se extinguía entre nosotros.
Pero
los meses pasaban y a pesar que nuestras ganas no mermaban Dios decía otra cosa
y mes a mes nos dábamos cuenta que no podíamos cumplir ese sueño. Veía en mis
sueños otra niña con los hermosos ojos de su padre, con esa sonrisa que sabía
que a pesar de todo robaría mi corazón, pero no pasaba.
***
- Tranquila amor. – susurro Thiago
mientras yo lloraba en su pecho cuando otro test de embarazo salía negativo –
Yo también me muero de ganas de ser padre nuevamente debemos seguir
intentándolo
- Estoy cansada de intentarlo, todos los
meses pasa lo mismo.
- Tenemos muchas ganas de tener otro bebé
son nuestros nervios y la presión lo que hace que no podamos fecundar.
- Sabes que no es eso Thiago. Soy yo,
estoy poniéndome vieja y mi cuerpo se rehúsa a tener otro bebé.
- Mañana pediremos hora con tu
ginecólogo. ¿Te parece?
- Ya he ido varias veces Thiago. Siempre
es lo mismo.
- Ves amor, son solo los nervios.
- Deje pasar muchos años. Debería haberme
embarazado antes. Pero fui egoísta quería trabajar y ahora…
- Esta bien, amor. Tenemos dos niños
maravillosos, tal vez Dios quiere que solo los tengamos a ellos para entregarle
todo nuestro amor.
- Perdóname. Sé que también querías otro
hijo.
- Me diste dos. Y para mi buena suerte un
niño y una niña. ¿Qué más puedo pedir? Soy igualmente feliz con ustedes.
- Te amo. – le bese los labios y volví a
poner mi cabeza en su pecho. – Te amo por lo buen padre que eres, por lo mucho
que quieres a nuestros hijos, por lo dedicado que eres en ayudarlos en sus
tareas y lo mucho que los conscientes.
- Yo también te amo, por haberme dado la
dicha de ser su padre, de ser tu marido y poder disfrutar de estar contigo día
y noche. Eres la mejor madre, enfermera y esposa del mundo.
- El mes que viene cumpliremos diez años
de casados.
- ¡Diez años a tu lado! - exclamo besando mi cabeza – Aprovecharemos
nuestras dos semanas en España para visitar los países alrededor.
- Todo lo que quieras mi vida. Los niños
están felices de pasar unos días con sus abuelos.
- Ian tiene la culpa, ya imaginas cuando
lleguemos las cosas que aprenderán.
- Tengo que hablar con él antes de irnos
– alce la vista y le bese los labios - No
quiero llegar y ver a Mia con pelos de color o diciendo malas palabras.
- No será capaz – rio besándome – Les
enseña estupideces pero nunca alcanzaría ese nivel. Mis padres no lo
permitirían. Aparte hablaremos a diario con ellos así le podrás ver el cabello
por si se hace algo.
- Me hubiera gustado llevarlos como
cuando eran unos niños.
- Ni me lo recuerdes. – Río – Fueron unas
bonitas vacaciones y mi Abu alcanzo a sostener en sus brazos a Mia. Sé que se
fue feliz.
- Aprovecharemos de ir a visitarla todas
las veces que podamos. No comprendo porque se quiso ir a morir a España, al
menos acá podríamos ir a visitarla al cementerio.
- Quería estar con mi Abuelo, la
comprendo. Si tu quisieras que tus restos los lleváramos a la China, a la China
tendrían que llevarme a mí también.
- La China es muy lejos.
Antes
de viajar a España visitamos juntos a mi ginecólogo, donde me dio un par de
vitaminas y me dijo que devuelta del viaje fuera a visitarlo para comenzar a un
tratamiento para la fertilidad en el caso que ese fuera el problema, pero el
solo creía que era debido al mucho trabajo, a las ganas de que ambos teníamos
por tener otro hijo. Según el eran muchos los aspectos que podían fallar, pero
para eso necesitábamos pruebas más exhaustivas.
Las
vacaciones fueron inolvidables, como lo habíamos predicho visitamos a Victoria
muchas veces en su tumba, también hablábamos a diario con los niños quienes
estaban felices de pasar tiempo con sus abuelos y primos.
Para
nosotros más que vacaciones fueron una segunda luna de miel, donde nos
rectificamos ese amor que nació en este lugar y que también fue acá donde más
sufrí, pero ahora. Años después era el lugar donde estaba siendo feliz con el
hombre que amaba.
En
ese viaje también comprobé que no importaba los cambios físicos que sufriéramos
que nuestro amor iba más allá de eso.
Cuando
volvimos pasamos una noche más solos en nuestra casa como hacía años no lo
hacíamos y aun parecíamos ese par de insaciables el uno por el otro, recorrimos
esos lugares los cuales ya no puedes utilizar teniendo un par de niños
revoltosos que llegan incluso a la cama de sus padres sin ser invitados.
Un
año después y tras mucho tratamiento logre concebir, a pesar de que los
primeros cuatro meses los pase en cama y con mucho cuidado traje al mundo a mis
mellizas. Victoria y Carolina.
Y
así pasaron los años. Nuestros hijos se hicieron grandes, Adam fue quien más
problemas nos dio a lo largo de los años y también fue el que primero nos hizo
abuelos tan solo teniendo 18 años. En ese tiempo Thiago no quería saber nada de
él y eso me partía el corazón se fue a vivir por un tiempo con sus Abuelos
paternos quienes trataron de ayudar en que la relación padre e hijo se
fortaleciera, en ese tiempo fue cuando vi mi matrimonio al borde del quiebre.
Thiago
me ponía en contra la espada y la pared, si me acercaba a Adam y a mi nieta
tenía problemas con él. Fue entonces donde la relación se puso en jaque y aún
recuerdo la acalorada discusión y los meses que lo siguieron.
***
- Mamá, no creo que sea prudente que
vayas a ver a Adam. – Dijo Victoria entrando a la cocina con sus libros –
Discutirán nuevamente y ya estoy harta de escucharlos pelear.
- Estoy de acuerdo con mi hermana – acoto
Mia – Adam eligió su vida. ¿Por qué sigues ayudándolo? Nosotras no lo mandamos
a andar de cama en cama y que terminara teniendo un hijo quien sabe con quien
- No te permito que hables así de tu
hermano.
- Todas sabemos que es tu preferido por
eso hace lo que quiere contigo y ahora que no está en la casa no dejas de
llorar e ir a verlo.
- Es mi hijo al igual que ustedes.
- El preferido – dijo riendo Mia – Pero
es tu decisión madre, si quieres seguir teniendo problemas con papá por su
culpa hazlo. ¿Qué importamos nosotras?
- Me importan – me vi en la necesidad de
defenderme – Son mis hijas, Dios me dio cuatro hijos, a los cuatro los quiero
por igual.
- ¿Qué hacen tres de mis cuatro mujeres
en la cocina? No me digan que se les dio por aprender a cocinar – se burló
Thiago de sus hijas.
- Papá – Mia corrió hasta él y se aferró
a su cuello - ¿Podemos ir este fin de semana a la playa? Por favor, se vienen
los exámenes en la escuela y creo que nos hemos portado muy bien y lo merecemos
¿Di que sí?
- ¿Qué dice mi princesa? – le pregunto a
Victoria cargándola en sus brazos.
- Que sí. Yo también quiero ir.
- ¿Y qué dice la mamá?
- Tengo turno en la clínica este fin de
semana. Puedes ir con las niñas si lo deseas.
- ¿Podrían ir a la habitación? – pidió
Thiago a las niñas.
Ambas
acataron la orden de su padre no sin antes mirarme con sus caritas suplicantes.
Yo también estaba harta de discutir con Thiago pero no concebía mi vida sin mis
cuatro hijos. Mucho menos si uno de ellos no estaba pasando por un buen
momento, lo veía como vi a Thiago cuando yo lo deje con Adam siendo un bebé.
- ¿Desde cuándo tomas turnos los fines de
semana? Habíamos quedado en que no harías eso para poder estar con la familia
- Lo decidí cuando mi marido hecho de la
casa a mi hijo
- Él se fue por voluntad propia.
- Lo obligaste a hacer eso Thiago.
- Ósea no tenía derecho a decirle nada
por lo irresponsable que fue. Dejo embarazada a una niña. Tiene 18 años mujer.
¿Quieres entender eso?
- Y necesita nuestro apoyo. Es nuestro
hijo.
- Que se hizo grande y necesita aprender
que las cosas cuestan en esta vida.
- ¡Por Dios! Thiago. Hizo las cosas mal
pero míralo, sigue siendo nuestro hijo. No te da pena saber que está haciendo
lo mismo que tú con él cuándo yo los deje.
- No saques ese tema. No compares las
cosas. La historia de nosotros fue mucho más compleja que una simple calentura
de adolescente
- ¿Cuál es la diferencia Thiago? ¡Dímela!
– Grite fuera de sí – Tú hijo, ese mismo que cuidaste y mimaste con tanto amor
está solo. Maribel lo dejo con una niña recién nacida.
- ¡Que asuma su irresponsabilidad!
- Ya no quiero seguir con esto. No quiero
que cada vez que hablemos de ¡NUESTRO! Hijo, porque es nuestro terminemos
peleando. Me canse de tratar de hacerte cambiar de opinión. Jamás pensé que le
darías vuelta la espalda a tu propio hijo. ¿Si hubiera sido Mia? ¿Qué pasa si
hubiera sido nuestra hija? ¿La hubieras dejado sola?
Dicho
eso y lo deje solo en la cocina y subí a la habitación, esperaba que los meses
lo trataran de hacer cambiar de opinión, necesitaba creer que volvería a ser la
familia que fui, el hombre que había luchado con su hijo. ¿Cómo se podría haber
olvidado de eso?
-
¿Qué estás haciendo? – pregunto mientras yo sacaba algunas cosas del armario
- Me voy. – dije secamente tratando de
controlar el llanto. – Mi hijo me necesita.
- ¿Y tus hijas? – me quito las prendas de
las manos - ¿Ellas no te necesitan?
- Te tienen a ti. Vendré a hacerme cargo
de ellas. A menos que se quieran ir conmigo.
- No sacaras a mis hijas de su casa.
- Tú sacaste a mi hijo.
- ¿Qué es lo que quieres?
- Quiero a nuestro hijo, quiero a nuestra
nieta. ¿Cómo no puedes verlo?
- Deja de hacer esa maleta, Renata. – Se sentó
en la cama – Si alguien se tendría que ir ese debo ser yo. Trae a tu hijo y a
tu nieta a vivir a esta casa. – Resoplo – No voy a ser yo quien te siga
poniendo entre la espada y la pared.
- No quiero que te vayas de la casa. Quiero
que aceptes que nuestro hijo tiene una hija. Que cometió un error, pero es el
error más lindo que nos pudo haber dado. Tenemos una nieta maravillosa. Ni
siquiera la has ido a conocer.
- Yo te sigo amando como el primer día.
- No me hables de amor, porque al parecer
el que sientes por mi no es el mismo que sientes por tus hijos.
- Yo amo a mis hijos, sabes que los amo,
daría mi vida por ellos.
- Adam te necesita amor, necesita que le
muestres que se puede salir adelante. Que puede seguir estudiando y que puede
criar a su hija con la ayuda de nosotros. – le tome las manos – Yo te amo, te
amo más que a mi vida, pero son mis hijos, nuestros, también los amo. Daría mi
vida porque ellos no sufran y no cometan erros. Pero ¿Quiénes somos nosotros
para decirles eso? Cometimos el error de enamorarnos siendo yo una mujer
casada. Te deje un año a cargo de nuestro Adam, el mismo que ahora nos
necesita. Fuiste su padre y madre. Las niñas siempre han sentido celos de ese
amor incondicional que sientes por él ¿Pero cómo no sentirlo si fueron ustedes
dos por un año? Amor por favor, no es necesario que te vayas, ve, habla con él.
Dile que cuenta con su padre, que lo amas, que lo perdonas.
***
Esa
discusión tuvo un antes y un después en nosotros a pesar que esa tarde Thiago
se fue de la casa, pasando los siguientes 3 meses separado de mí y que las
mellizas no lograban comprender porque un día su papá se iba y su hermano volvía
con su sobrina. Estaban felices pero añoraban a ese viejo que llegaba del
despacho a ayudarlas con las tareas, a jugar con ellas a las muñecas. Mia
simplemente había decidido hacerme la ley del hielo y me hablaba para cosas
puntuales. No quería saber cómo podía haber echado de la casa a su padre y
haber traido a su hermano. No es que no quisiera a Adam, lo adoraba pero también
a su padre. Fueron tres meses duros para todos.
Todo
llego a su fin la noche de navidad. La noche en que por primera vez la familia
no estaba completa.
***
- Lo siento mamá, yo me iré a la casa de
los Abuelos hoy. – dijo Mía mientras le daba la leche a la pequeña Bárbara. –
Quiero estar con mi papá
- Mia por favor.
- No, ya lo decidí. Voy a llamar a papá
para que venga por mí.
- Tus abuelos vendrán esta noche.
- Bien, yo me iré de todos modos. Te
quedas con las Mellis, Adam, Bárbara, los abuelos y Carol.
- Pero tú eres mi hija. Debemos estar
juntos.
- ¿Puede venir mi papá?
- Claro que sí. Thiago siempre es
bienvenido en esta casa, amor.
- Voy a llamarlo. – se dio media vuelta
pero cambio de parecer y me extendió su móvil – Mejor llámalo tú.
Respire
dos veces antes de marcar de memoria el número de Thiago.
- Hola, mi vida.
- Hola soy Renata
- ¡Ah! Hola. ¿Todo bien?
- Si, los niños están bien. Te llamaba
porque necesito preguntarte algo.
- Tú dirás.
- Mia quería irse a pasar la noche buena
contigo, pero yo sinceramente no estoy aun preparada para… - me aleje de Mia
para poder ser sincera con Thiago – Es una noche para estar en familia,
necesito que mi familia este completa por lo menos esa noche.
- ¿Qué quieres decir? Por favor, amor.
- ¿Quieres venir a pasar la noche buena
con nosotros? Estarán nuestros hijos y mis padres.
- Claro que sí.
Esa
noche llego Thiago cargado de regalos para todos, incluyendo Bárbara. Esa noche
cuando dieron las doce y antes de abrir los presentes nos abrazamos y
perdonamos. Esa noche mí marido volvió a ocupar su lugar en nuestra cama, esa
noche nos hicimos el amor después de mucho tiempo.
***
Hoy estoy aquí sentada
mirando a la misma niña que un día rechazaste y hoy es la que más te añora
amor, mi vida a tu lado fue perfectamente imperfecta. Con nuestros altos y
bajos puedo decir que fui feliz, a pesar de todo, a tu lado siempre fui feliz.
La vida fue
justa, nos dio cuatro hijos, nos dio una nieta a temprana edad, luego llegaron
más, esos mismos que hoy son los que más sufren haber perdido a su yayo. No me
siento preparada para dejarte ir, no quiero tener que venir a visitarte a un
frio cementerio.
Muchas veces
conversamos este momento, era yo la que debía partir primero. No tu mi vida, mi
compañero de vida, mi amor, mi amante, mi mejor amigo.
Descansa mi
amor, esa maldita enfermedad te llevo perdiéndote el momento de ver a nuestra
primera nieta casarte, pero sé que estas aquí. En este día tan especial para
ella. Cada vez que miro a nuestros hijos vives. Mis ojos ya están cansados de
llorarte y mi cama, mi cama es muy grande para mí. Mi corazón cada día late más
despacio sin el tuyo a mi lado. Creo que pronto te seguiré porque ya mi vida está
completa en esta tierra. Cumplí mis metas y sueños a tu lado. Te amé, te amo y
te amare hasta mi último suspiro.
Fin.