Maldito
el destino, y la vida que nos volvió a juntar en este despacho, y ahí estaba yo
parado como un idiota sin decir ni media palabra, estaba claro que verla me
había impactado, pero hasta el punto de dejarme mudo.
- Buenas tardes Renata – fue lo único que
pude articular - ¿Para qué me necesitaba Tío? – pregunte volviendo a mi modo
profesional, porque ya parecía un estúpido niño.
- Hijo, es un tema bastante complicado y
serio – me dijo indicándome que me sentara en el sofá cercano.
- Papá. – hablo ella – Me podrías dejar
hablar sola con Thiago.
- Claro nena. – se puso de pie –
Estaremos fuera
Cuando
vi a mi padre y a Gabriel salir del despacho, mis nervios se volvieron a mil,
ahora venían los reclamos, claro esta si es que me había reconocido.
Pasaron
un par de minutos antes de que ella tomara asiento a mi lado en el sofá y
comenzara a hablar
- ¿Cómo estas? – me pregunto pareciendo
calmada
- Bien – le conteste en seco.
- Thiago yo… -
- No. – le corte - ¿Qué es lo que
necesitabas hablar conmigo a solas?
- ¿Por qué no me dijiste tu verdadero
nombre aquella noche? –
- Eso ya no importa – me rasque la
cabeza, ¡Mierda! Ella aun se acordaba de aquella noche, no tal solo era yo. –
Eso paso hace años, yo era un adolescente y tu bueno tampoco me dijiste el
tuyo. Y ahora estas casada. ¿Qué mas da lo que sucedió?
- Es verdad. – agacho la cabeza – Thiago
esto aun mas complicado sabiendo que tendré que contarte muchas cosas
- Renata yo no soy tu amigo para que me
cuentes tus cosas. –
- Necesito que tramites mi divorcio. – me
quede con la boca abierta ante sus palabras, ella había decidido eso antes o
después de haberme visto – Necesito que me ayudes
- ¿Divorcio? – dije aun incrédulo en sus
palabras
- Si. Yo no puedo seguir con ese hombre –
comenzó a llorar – mato a mi hija – escondió su cabeza entre sus piernas y
lloraba aun mas fuerte.
Mi
primera reacción fue quedarme en mi lugar, pero algo en mi me llevo a tomarla
por los brazos y acunarla en mi pecho, se sentía tan bien tenerla en ese lugar.
Fueron años los que anhele volver a verla, volver a hacerle el amor y ahora… Y
ahora la tenia en mis brazos, pero todo era distinto ya no era un niño. Mi
teléfono comenzó a vibrar dentro del bolsillo de mi pantalón, lo ignore. Solo
me preocupaba ella y la manera en la cual lloraba me hacia darme cuenta que
nada bueno estaba pasando.
Lloro
por mas de media hora tal vez, o un poco mas de tiempo en el que me mantuve en
completo silencio de vez en cuando le hacia algún cariño el pelo. Nadie toco la
puerta durante ese tiempo, nada interrumpía su llanto y este tampoco cesaba.
- Perdón – fue lo primero que hizo cuando
se encontró mejor. – Yo debería irme
- ¿Por qué? Renata necesitas mi ayuda,
para eso me hicieron venir. ¿Qué es lo que pasa? –
- Necesito que me divorcies lo antes posible.
– Se puso de pie y comenzó a caminar por la oficina – No puedo seguir casada
con ese hombre –
- Este bien. Si eso es lo que quiere. –
Me pare y me fui hacia ella. La tome por las manos y la lleve nuevamente al
sillón – Necesito él porque
- Porque mato a mi bebé –
- Renata no te entiendo nada –
- Thiago es difícil para mí recordar
cinco años de un horrible matrimonio. Esto es muy difícil –
En
ese momento su móvil comenzó a sonar sobre la mesa del escritorio, pude sentir
el temor de Renata a través de sus manos que aún estaban sobre las mía, se tensó.
Cuando me fui a parar para acercarle el móvil ella me retuvo.
- Déjalo – me pidió
- Ni siquiera has visto quien es –
- Por favor –
La
puerta del despacho sonó y seguido de eso entro tío Gabriel
- Magda quiere saber si les trae algo de
beber o de cenar –
- Yo nada gracias – dije
- ¿Hija? – le pregunto, ella negó con la
cabeza. Tío Gabriel me miro por un segundo estudiando mi mirada, y al verme tan
confuso como cuando ingrese decidió hablar – Ernesto la golpeo, la golpeo hasta
hacer que perdiera al bebé que esperaba.
- ¿¡Que hizo que!? – dije incrédulo ante lo
que había escuchado.
- No bastarle con eso. – Se aclaró la
garganta Renata – Me dejo en encerrada en la habitación –
- No lo puedo creer – dijo atónito por lo
que escuchaba - ¿lo denunciaste?
- No. ¡Me escape! – grito y volvió a
llorar
- Hijo. Es importante tu ayuda, Renata
paso siete días escondida en casa de Victoria – abrí los ojos – Si donde tu
Abuela. Ella le dio el dinero para que viniera a buscarme. Pero yo te necesito
como profesional.
- Yo lo mato – fue lo único que pude
decir - ¿Cuántas veces lo hizo?
Me
arrodille frente a ella para poder escucharla hablar, necesitaba saber su
versión. Ella no levanto la cabeza, no me miraba, no paraba de llorar.
- Necesito que nos deje solos – le dije a
Gabriel – Ella debe confiar en mí y contarme todo, lo vamos a hundir. Te lo
prometo preciosa. Pero necesito que me mires y me cuentes todo.
- No puedo. – fue lo que dijo
- Gabriel. – lo mire – Nos puedes dejar a
solas. - no fue una pregunta mas bien fue una orden
- Yo tengo que escuchar todo – dijo con
un tono que se notaba que no estaba feliz por ser apartado de la historia – Es
mi hija
- Por favor – dijo en un susurro Renata
haciéndose presente
Cuando
Gabriel salió me quede en la misma posición tome sus manos entre las mías,
dándole la confianza que tal vez necesita algo importante para ayudarla en el
caso, y poder conseguir el divorcio y hacerlo pagar, era que ella me contara
todo y poder buscar las pruebas necesarias para sacarla de ese temor, de ese
horror de hombre que eligió.
- Todo lo que tú me digas – me aclare la
voz – Sera nuestro secreto. Es importante que me digas que paso y por qué paso.
Después
de un momento donde le infundí seguridad incluso mirándola a los ojos ella
comenzó con su relato
- “Mis abuelos buscaron a Ernesto para mí,
hijo de un prestigioso médico. Era un buen partido para su nieta huérfana, mi
verdadera familia, la que siempre tuve a mi lado estaba lejos. Me sentía sola. Él
era atento, amoroso y me hacia sentir bien. Yo estaba enamorada o bueno eso
creía. A los meses fue el primer golpe, me prometió y me juro nunca mas volver
a hacerlo y le creí. Pasaron meses en que volvió a ser tan atentó como lo fue
cuando éramos novios. Cuando mi abuela murió, me volvió a golpear, esa vez yo
reaccione y lo deje. Me refugie en casa con mi Abuelo estuvimos dos meses
separados. Incluso mi abuelo me hacia la guerra porque nunca supo el motivo que
tuve para irme. Me he guardado todos estos años sus golpes, los cubría con
maquillaje y delante de la gente, su familia o sus amigos yo era feliz. Me
mostraba con una sonrisa, jamás se darían cuenta. Aguante mucho Thiago. Cosas
que nunca te podrías imaginar. Cuando le dije que estaba embarazada yo tenía
tres meses. Mi bebé tenía tres meses dentro de mí, se volvió como loco. No tuvo
piedad de mí, mucho menos de mi bebé. Lo perdí en el instante, estuve dentro de
la bañera hasta que por forma natural expulse el cuerpecito de mi bebé. Dios se
apiado conmigo y me dejo vivir, no tuve atención médica. Y cada vez que lo
veía, no tuve la valentía para matarlo aunque las ganas no me faltaron.
El
día que hui, no tenía a donde ir, todas las amigas que había tenido cuando
estudiaba o donde vivía, todas las había perdido por su culpa. Mi familia no me
apoyaría, eran felices con las atenciones de Ernesto y también con su dinero.
No tenía a quien acudir, pero recordé a tu Abuela, Victoria es una buena mujer,
ella me ayudo, me llevo a un centro de salud y me cuido por siete días. Una
tarde llego a casa y me entrego un pasaje, me dijo que en este lugar estaría
bien y protegida. E confiado en ti. Thiago sabes mucho mas de lo que pensé que
te contaría mi vida es una verdadera mierda. Soy una mierda de mujer. Y no
quiero que mi padre ni nadie mas sepa todo lo que he tenido que pasar por
cubrir las apariencias.”
Escuche
atento cada una de sus palabras, mi mente a pesar de escuchar cientos de
historias distintas no llegaba a dimensionar todo lo que Renata había pasado
durante estos años, no estaba casada con un hombre, estaba con un animal, su
vida no era una mierda, la habían hecho una mierda.
No
sabía que decir, no sabía cómo ayudarla en estos momentos, tenía mis puños
apretados. Sentía rabia, también sentía pena. Como podía haber gente que
viviera y gozara haciéndole mal a las personas.
Me
debatía conmigo mismo, una parte de mi me decía que necesitaba ayudarla, pero
otra también me decía a gritos que era un terreno peligroso.
- Thiago dime algo por favor – me suplico
– Dime que te doy asco, dime que soy una mierda y que me merecía todo eso… - la
calle colocando un dedo sobre sus labios
- No digas eso. No te merecías nada de lo
que te paso. Te voy a ayudar. –
Me
sentí como un idiota, necesitaba hacer algo por ella. Su móvil volvió a sonar y
como un imán me puse de pie, lo tome entre mis manos y al leer Ernesto lo
estrelle contra el suelo.
Sus
ojos parecían que se le iban a salir, pero aun así no decía nada.
- Renata, yo te voy a ayudar – le aclare
– Vamos a salir de esto sin necesidad de que lo vuelvas a ver y que lo vuelvas
a escuchar
Trato
de sonreír, sus ojos brillaron y lágrimas rodaron por sus mejillas. La abrace y
le prometí que todo iba a estar bien. De mi dependía que todo estuviera bien.
Cuando
estuvo más tranquila le explique cómo abordaríamos el tema. Aun siendo abogado
necesitaba hacer unas consultas para llevar el divorcio. Tal vez a ser de otro
país, tal vez tendríamos que ir a España e iniciar los trámites en ese lugar.
- Vamos donde los demás – le dije cuando
la vi mas tranquila – Esa es mi tarjeta – se la extendí – Cualquier cosa me
llamas y en minutos estoy contigo.
- Gracias – la guardo en su bolsa – No
sabes lo bien que me hizo contarle a alguien lo que me paso.
- No soy un alguien – Aclare – Soy tu
amigo, y puedes contar conmigo
- ¿Quieres quedarte a cenar?
- Vamos –
Cuando
llegamos al comedor principal los dos nos encontramos con la sorpresa que mi
madre e Ian ya estaban ahí. El pequeño se lanzo a mis brazos apenas me vio, le
sonreí y acorte la distancia que nos separaba.
Aun con Ian en mis brazos bese la cabeza de mi madre, quien al ver a Renata no contuvo el impulso de abrazar a Renata como si fuera una hija mas.
Tengo
recuerdos vagos de mi infancia cuando pasaba mucho tiempo jugando en los
jardines de la casa con ella, o escondiéndonos bajo las mesas del primer
restaurant de su padre. Las travesuras que hacíamos los fines de semana cuando
ella se quedaba en casa o las películas de princesas que veíamos en la
habitación de mis padres hasta quedarnos dormidos.
- Estas hermosa – le dijo mi madre entre
lagrimas y sin romper el abrazo – Mira la mujer en la que te haz convertido.
Hija mía. Estoy feliz de tenerte nuevamente con nosotros, con tu familia.
- Gracias tía – le dijo. – Yo también
estoy feliz de estar con mi familia otra vez
- Vamos a comer – dijo tío Gabriel
rompiendo el momento - ¿Y Daniela?
- La voy a llamar –le dije poniendo en el
suelo a mi hermanito – Ya vuelvo
Me
aparte un poco de las lagrimas y el momento de reencuentro para sacar el móvil
de mi chaqueta. 10 llamadas perdidas de Andrea ¡Dios! Esta mujer era sofocante
a veces.
Mire
la hora y recordé que tenia que ir a cenar con su familia. Pero ahora justo
ahora también tenia una cena con mi familia. Marque el numero de Dani.
- No vienes a cenar – me dijo apenas
contesto
- No. – le dije entre risas – Peque ven
al local nuevo de tío Gabriel
- A no, no, no. Thiago no estoy para
cenas familiares y escuchar a mamá reclamando en mi contra. Me niego.
- ¿Por mi? –
- Traidor. –
- Es importante, mamá esta feliz Renata
esta aquí –
- ¿Renata? –
- Si la hija de tío Gabriel. Llego esta
mañana de España y están todos felices. Hermanita por favor. –
- Esta bien cariño por ti, solo por ti.
Porque a esa tal Renata ni la conozco –
- Apresúrate –
Volví
a la mesa donde todos ya estaban sentados, Ian como un verdadero Lackington
estaba sentado en medio de mamá y Renata, a la que le tocaba el cabello. Me
senté al frente para poder verla.
Una
hora después mientras conversábamos y escuchábamos las ocurrencias de Ian y
como le contaba cosas de su colegio. Dani
llego en ese momento y comenzamos a cenar.
La
comida estaba exquisita, pero como no todo podía ir tan bien mi móvil sonó. Me
disculpe de todos y me aparte un poco para poder contestar tranquilo. Y nadie
escuchara los gritos de Andrea.
- Hola –
- ¿Hola? – pregunto furiosa - ¿Dónde
demonios estas?
- En una cena de negocios – mentí en
parte
- Thiago eres un maldito ¡Vente! Dile a
quien mierda sea que tienes otro compromiso –
- Te veo luego – le corte el rollo
- Y una mierda – grito – Vete a la mierda
Me
corto la llamada, camine al baño y me lave la cara, porque tenia que estar con
una loca- Y me debatía con mis dos conciencias la buena me gritaba que corriera
donde Andrea y arreglara mi relación. Sin embargo, la mala me enviaba donde
Renata tomarla y cogerla como lo había soñado por años.
- ¿Qué voy a hacer? –
Pero
que mierda estoy pensando, claro que se lo que tengo que hacer. Mi vida había
girado por años en torno a una aventura de una noche y ahora, ese sueño estaba
cerca de mi. Pero incluso si intentara estar con ella. Ella estaba tan rota,
tan sola que lo ultimo que haría sería meterse en mi cama para una nueva
aventura.
Entonces
solo tenia a Andrea, solo estaba ella quien durante años me aguantaba mi falta
de compromiso y aun así me amaba. Era mi novia de toda la vida, crecimos
juntos. Pero Renata…
- Perdón – dije cuando volví donde estaba
toda mi familia. Me afirme en el respaldo de la silla de mi madre. – Me tengo
que retirar
- Esta bien hijo. – dijo mi padre
- Pueden llevar a Dani al departamento –
pregunte – Yo la veré allá en un rato
- Claro – dijo mi padre – Ve tranquilo
- Gracias – le dije.
Me
acerque a Ian quien no soltaba los cabellos de Renata, le bese su cabecita
antes de acercarme mi boca a su oído.
- Eres todo un galán campeón – le susurre
– Luego me enseñas tus trucos con las chicas
El
pequeño me sonrió y río a carcajada antes de soltar una de las suyas
- Te enseñare a tener novias guapas como
la mía – río e hizo reír a toda la mesa
- ¿Tienes novia? – le pregunto mi madre
fingiendo enojo
- Dos – aclaro
- ¿Dos? – pregunte - ¿Cuáles?
- La del cole y Renata –
Todos
nos volvimos a reír y Renata le beso la mejilla haciéndolo sonrojar en ese
momento. Este enano simplemente era como yo físicamente, pero con una
personalidad única.
- ¿Ya somos novios? – le pregunto Renata
- ¿Tú quieres? – dijo el enano
- Claro – respondió ella, besando
nuevamente su mejilla - ¿Me llevaras al cine?
- ¿Me dejas papá? –
- Solo si sacas buenas notas en el
colegio – dijo entre risas
- Va – reclamo el enano – Siempre con las
calificaciones del cole.
- Bueno me voy – dije interrumpiendo al
enano – Disculpen y gracias. Buenas noches
Salí
del local en busca de mi coche cuando una mano sujeto mi brazo. Me voltee a ver
quien me detenía. Cuando vi a Renata. Ella
me miraba confusa y aflojo su mano hasta que la retiro.
- Perdón – me dijo – No me dijiste cuando
nos veríamos
Al
decir esas palabras trague en seco, al mirar esos labios tuve que contener mis
impulsos por besarla en ese momento. No sería apropiado. Y no sabia si ella
quería lo mismo que yo.
- Digo… Vernos para… - no le salían las
palabras
- Te programare una cita, cuando tenga
todos los datos para iniciar el proceso
- Claro me llamaras – dijo algo desilusionada por mis palabras – Bueno nos vemos entonces
-
También puedes hacerlo tu – le aclare – Ya tienes mi numero. Recuerda que
también somos amigos
- Thiago – ambos nos volteamos a la vez
que nos interrumpieron - ¿Puedes acercarnos a casa? -pregunto Cota con Carol
en sus brazos cubierta con una frazada rosa.
- Lo siento, pero ando sin coche – dije –
Me vine con mi padre
- Ah –
- Vamos, compartimos taxi – me guiño un
ojo en forma de aprobación
- Adiós hermanita – dijo con sarcasmo
- Buenas noches a ambos – Fue lo ultimo
que dijo Renata antes de ingresar nuevamente al local
- ¿Nos vamos? –
- Vamos –
En
el camino a casa, Cota no daba por perdido el tiempo. Posaba disimuladamente su
mano en mi muslo y lo acariciaba, todo mi autocontrol. Estaba jugando un juego
sumamente peligroso, era una niña. Simplemente esto estaba mal.
Le
pare en seco y fui sumamente claro con ella.
- Para con tu coqueteo – dije algo
enojado – Cota eres como una hermana para mi. Además yo estoy en una relación
- ¿Y eso que? – alzo una ceja – No te voy
a mentir, me calientas Thiago. No te quiero como mi novio, ni mucho menos como
padre de mi hija. Te quiero como hombre
- Pero eso nunca va a pasar –
- Eso lo veremos – contesto - ¿Qué le
pasa a Renata? – dijo cambiando de tema drásticamente
- ¿Qué quieres decir? –
- Yo no me trago eso de que nos extrañaba
y que vino a pasar una temporada. Se que algo me ocultan
- ¿Qué tiene de extraño? Cota, es tu
hermana de la que estamos hablando, tiene todo el derecho de estar con su
familia
- Y sabes que tiene un marido rico – dijo
muy segura
- Claro que lo se – resople - ¿Qué
quieres decir con eso?
- Vi como la mirabas. Estuvieron mucho
tiempo encerrados en el despacho. Tonta
no soy
- Se que no lo eres. Pero solo
conversábamos –
- ¿De que? –
- Del pasado, del presente –
- ¿De que? –
- La conozco de todo la vida, hicimos
muchas travesuras juntos, incluso antes de que tu nacieras. -
- Llegamos – corto el chófer – Es aquí
- Espéreme por favor – indique al chófer
Me
baje y ayude a bajar a Cota con la niña, no la deje decir nada. Bese la cabeza
de Carol, seguida de la de ella y me subí al taxi sin mirar atrás. Preparándome mentalmente para una furiosa Andrea.
Golpe
tres veces la puerta de entrada del departamento de los padres de Andrea, hasta
que Juanita la señora que los ayudaba con el que hacer me abrió con una enorme
sonrisa
- Hola – me saludo alegre
- ¿Cómo está? –
- Bien hijo gracias. Pasa –
- Gracias –
Antes
siquiera de llegar al salón apareció Andrea frente a mi. Su cara me decía todo,
si estaba furiosa nivel Dios. Esto me iba a me iba a costar cara, en el caso de
que yo quisiera arreglar la situación.
- Dijiste que llegarías hace horas – dijo
con los dientes apretados de rabia y conteniéndose de gritar como era su
costumbre
- Me retrase. – dije lo mas calmado
posible
- Luego conversaremos Thiago. Pero esta
no se va a quedar así, lo tienes claro. –
Me
tomo de la mano y me llevo al salón donde ya llevaba su mejor sonrisa fingida.
Cada
minuto que pasaba estaba mas incomodo en la velada, todos hablaban de
matrimonio y bebes. Yo aun no estaba ni preparado para ninguna de las dos, o
tal vez si. Pero claro estaba que no seria precisamente con Andrea.
Estaba
claro que tanto los padres como los abuelos me querían amarrar a su familia,
simplemente pensando en el mejor futuro de su hija. Andrea conversaba animada
de los temas, con mucha soltura de cosas que simple. ¡No van a pasar! Pero
ellos ¡Tenían la boda organizada por completo!
Miraba
mi reloj sabiendo que aun me esperaba una conversación con Dani y un sinfín de
gritos de Andrea, pasada las doce de la noche me puse de pie.
- Andrea me puedes acompañar un momento –
- Claro mi amor. – Dijo muy sonriente –
Ya volvemos
Me
encamine hacia el pasillo que daba a la cocina para que sus gritos, que esta
vez iban a venir no los escuchara nadie dentro del salón.
- Me tengo que ir – dije cuando estuvimos
lo mas alejado
- Bien voy por mi bolsa y nos vamos –
- Daniela esta en el departamento –
aclare – Necesito hablar con mi hermana
- Y conmigo también – grito
- Lo se ¿Te llamo mañana? –
- ¡Que! – volvió a gritar – Ni lo sueñes.
Tu te vas conmigo
- Por favor. Prometo compensarte –
- Y una mierda – volvió a gritar – Te vas
y termina esta relación. Thiago te lo advierto
- Cariño no grites – trate de cortar
nuestra distancia – Mañana te lo compensare. Podemos estar todo el día junto y
luego me acompañas a las charlas de Nacho.
- ¡El bautizo! – Resoplo – Necesito un
vestido
- Te lo regalo – le tome la cara entre
mis manos y la bese.
Si
había algo que nunca fallaba con Andrea, era esa técnica comprarle algo,
besarla o cogerla. Con el poder que tenía sobre su cuerpo la hacía siempre
ceder en mi voluntad. Sabía que con ella me comportaba con un cabron sin
corazón. Pero era mi manera de hacer las cosas
- Está bien – me dijo cuándo recobro el
aliento aun con mis labios cerca de los de ella. La volví a besar
-
Te llamo mañana –
Dicho
eso le di un último toque en sus labios y Salí de esa casa sin pasar por el
salón a despedirme.
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PRÓXIMO CAPITULO #4 LUNES 24 DE MARZO
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