lunes, 17 de marzo de 2014

#3 "Caminos Inesperados"

Maldito el destino, y la vida que nos volvió a juntar en este despacho, y ahí estaba yo parado como un idiota sin decir ni media palabra, estaba claro que verla me había impactado, pero hasta el punto de dejarme mudo.

      - Buenas tardes Renata – fue lo único que pude articular - ¿Para qué me necesitaba Tío? – pregunte volviendo a mi modo profesional, porque ya parecía un estúpido niño.
      - Hijo, es un tema bastante complicado y serio – me dijo indicándome que me sentara en el sofá cercano.
      - Papá. – hablo ella – Me podrías dejar hablar sola con Thiago.
      - Claro nena. – se puso de pie – Estaremos fuera

Cuando vi a mi padre y a Gabriel salir del despacho, mis nervios se volvieron a mil, ahora venían los reclamos, claro esta si es que me había reconocido.
Pasaron un par de minutos antes de que ella tomara asiento a mi lado en el sofá y comenzara a hablar

      - ¿Cómo estas? – me pregunto pareciendo calmada
      - Bien – le conteste en seco.
      - Thiago yo… -
      - No. – le corte - ¿Qué es lo que necesitabas hablar conmigo a solas?
      - ¿Por qué no me dijiste tu verdadero nombre  aquella noche? –
      - Eso ya no importa – me rasque la cabeza, ¡Mierda! Ella aun se acordaba de aquella noche, no tal solo era yo. – Eso paso hace años, yo era un adolescente y tu bueno tampoco me dijiste el tuyo. Y ahora estas casada. ¿Qué mas da lo que sucedió?
      - Es verdad. – agacho la cabeza – Thiago esto aun mas complicado sabiendo que tendré que contarte muchas cosas
      - Renata yo no soy tu amigo para que me cuentes tus cosas. –
      - Necesito que tramites mi divorcio. – me quede con la boca abierta ante sus palabras, ella había decidido eso antes o después de haberme visto – Necesito que me ayudes
      - ¿Divorcio? – dije aun incrédulo en sus palabras
      - Si. Yo no puedo seguir con ese hombre – comenzó a llorar – mato a mi hija – escondió su cabeza entre sus piernas y lloraba aun mas fuerte.

Mi primera reacción fue quedarme en mi lugar, pero algo en mi me llevo a tomarla por los brazos y acunarla en mi pecho, se sentía tan bien tenerla en ese lugar. Fueron años los que anhele volver a verla, volver a hacerle el amor y ahora… Y ahora la tenia en mis brazos, pero todo era distinto ya no era un niño. Mi teléfono comenzó a vibrar dentro del bolsillo de mi pantalón, lo ignore. Solo me preocupaba ella y la manera en la cual lloraba me hacia darme cuenta que nada bueno estaba pasando.

Lloro por mas de media hora tal vez, o un poco mas de tiempo en el que me mantuve en completo silencio de vez en cuando le hacia algún cariño el pelo. Nadie toco la puerta durante ese tiempo, nada interrumpía su llanto y este tampoco cesaba.

      - Perdón – fue lo primero que hizo cuando se encontró mejor. – Yo debería irme
      - ¿Por qué? Renata necesitas mi ayuda, para eso me hicieron venir. ¿Qué es lo que pasa? –
      - Necesito que me divorcies lo antes posible. – Se puso de pie y comenzó a caminar por la oficina – No puedo seguir casada con ese hombre –
      - Este bien. Si eso es lo que quiere. – Me pare y me fui hacia ella. La tome por las manos y la lleve nuevamente al sillón – Necesito él porque
      - Porque mato a mi bebé –
      - Renata no te entiendo nada –
      - Thiago es difícil para mí recordar cinco años de un horrible matrimonio. Esto es muy difícil –

En ese momento su móvil comenzó a sonar sobre la mesa del escritorio, pude sentir el temor de Renata a través de sus manos que aún estaban sobre las mía, se tensó. Cuando me fui a parar para acercarle el móvil ella me retuvo.

      - Déjalo – me pidió
      - Ni siquiera has visto quien es –
      - Por favor –

La puerta del despacho sonó y seguido de eso entro tío Gabriel

      - Magda quiere saber si les trae algo de beber o de cenar –
      - Yo nada gracias – dije
      - ¿Hija? – le pregunto, ella negó con la cabeza. Tío Gabriel me miro por un segundo estudiando mi mirada, y al verme tan confuso como cuando ingrese decidió hablar – Ernesto la golpeo, la golpeo hasta hacer que perdiera al bebé que esperaba.
      - ¿¡Que hizo que!? – dije incrédulo ante lo que había escuchado.
      - No bastarle con eso. – Se aclaró la garganta Renata – Me dejo en encerrada en la habitación –
      - No lo puedo creer – dijo atónito por lo que escuchaba - ¿lo denunciaste?
      - No. ¡Me escape! – grito y volvió a llorar
      - Hijo. Es importante tu ayuda, Renata paso siete días escondida en casa de Victoria – abrí los ojos – Si donde tu Abuela. Ella le dio el dinero para que viniera a buscarme. Pero yo te necesito como profesional.
      - Yo lo mato – fue lo único que pude decir - ¿Cuántas veces lo hizo?

Me arrodille frente a ella para poder escucharla hablar, necesitaba saber su versión. Ella no levanto la cabeza, no me miraba, no paraba de llorar.

      - Necesito que nos deje solos – le dije a Gabriel – Ella debe confiar en mí y contarme todo, lo vamos a hundir. Te lo prometo preciosa. Pero necesito que me mires y me cuentes todo.
      - No puedo. – fue lo que dijo
      - Gabriel. – lo mire – Nos puedes dejar a solas. - no fue una pregunta mas bien fue una orden
      - Yo tengo que escuchar todo – dijo con un tono que se notaba que no estaba feliz por ser apartado de la historia – Es mi hija
      - Por favor – dijo en un susurro Renata haciéndose presente

Cuando Gabriel salió me quede en la misma posición tome sus manos entre las mías, dándole la confianza que tal vez necesita algo importante para ayudarla en el caso, y poder conseguir el divorcio y hacerlo pagar, era que ella me contara todo y poder buscar las pruebas necesarias para sacarla de ese temor, de ese horror de hombre que eligió.

      - Todo lo que tú me digas – me aclare la voz – Sera nuestro secreto. Es importante que me digas que paso y por qué paso.

Después de un momento donde le infundí seguridad incluso mirándola a los ojos ella comenzó con su relato

      - “Mis abuelos buscaron a Ernesto para mí, hijo de un prestigioso médico. Era un buen partido para su nieta huérfana, mi verdadera familia, la que siempre tuve a mi lado estaba lejos. Me sentía sola. Él era atento, amoroso y me hacia sentir bien. Yo estaba enamorada o bueno eso creía. A los meses fue el primer golpe, me prometió y me juro nunca mas volver a hacerlo y le creí. Pasaron meses en que volvió a ser tan atentó como lo fue cuando éramos novios. Cuando mi abuela murió, me volvió a golpear, esa vez yo reaccione y lo deje. Me refugie en casa con mi Abuelo estuvimos dos meses separados. Incluso mi abuelo me hacia la guerra porque nunca supo el motivo que tuve para irme. Me he guardado todos estos años sus golpes, los cubría con maquillaje y delante de la gente, su familia o sus amigos yo era feliz. Me mostraba con una sonrisa, jamás se darían cuenta. Aguante mucho Thiago. Cosas que nunca te podrías imaginar. Cuando le dije que estaba embarazada yo tenía tres meses. Mi bebé tenía tres meses dentro de mí, se volvió como loco. No tuvo piedad de mí, mucho menos de mi bebé. Lo perdí en el instante, estuve dentro de la bañera hasta que por forma natural expulse el cuerpecito de mi bebé. Dios se apiado conmigo y me dejo vivir, no tuve atención médica. Y cada vez que lo veía, no tuve la valentía para matarlo aunque las ganas no me faltaron.
El día que hui, no tenía a donde ir, todas las amigas que había tenido cuando estudiaba o donde vivía, todas las había perdido por su culpa. Mi familia no me apoyaría, eran felices con las atenciones de Ernesto y también con su dinero. No tenía a quien acudir, pero recordé a tu Abuela, Victoria es una buena mujer, ella me ayudo, me llevo a un centro de salud y me cuido por siete días. Una tarde llego a casa y me entrego un pasaje, me dijo que en este lugar estaría bien y protegida. E confiado en ti. Thiago sabes mucho mas de lo que pensé que te contaría mi vida es una verdadera mierda. Soy una mierda de mujer. Y no quiero que mi padre ni nadie mas sepa todo lo que he tenido que pasar por cubrir las apariencias.”

Escuche atento cada una de sus palabras, mi mente a pesar de escuchar cientos de historias distintas no llegaba a dimensionar todo lo que Renata había pasado durante estos años, no estaba casada con un hombre, estaba con un animal, su vida no era una mierda, la habían hecho una mierda.
No sabía que decir, no sabía cómo ayudarla en estos momentos, tenía mis puños apretados. Sentía rabia, también sentía pena. Como podía haber gente que viviera y gozara haciéndole mal a las personas.
Me debatía conmigo mismo, una parte de mi me decía que necesitaba ayudarla, pero otra también me decía a gritos que era un terreno peligroso.

      - Thiago dime algo por favor – me suplico – Dime que te doy asco, dime que soy una mierda y que me merecía todo eso… - la calle colocando un dedo sobre sus labios
      - No digas eso. No te merecías nada de lo que te paso. Te voy a ayudar. –

Me sentí como un idiota, necesitaba hacer algo por ella. Su móvil volvió a sonar y como un imán me puse de pie, lo tome entre mis manos y al leer Ernesto lo estrelle contra el suelo.
Sus ojos parecían que se le iban a salir, pero aun así no decía nada.

      - Renata, yo te voy a ayudar – le aclare – Vamos a salir de esto sin necesidad de que lo vuelvas a ver y que lo vuelvas a escuchar

Trato de sonreír, sus ojos brillaron y lágrimas rodaron por sus mejillas. La abrace y le prometí que todo iba a estar bien. De mi dependía que todo estuviera bien.

Cuando estuvo más tranquila le explique cómo abordaríamos el tema. Aun siendo abogado necesitaba hacer unas consultas para llevar el divorcio. Tal vez a ser de otro país, tal vez tendríamos que ir a España e iniciar los trámites en ese lugar.

      - Vamos donde los demás – le dije cuando la vi mas tranquila – Esa es mi tarjeta – se la extendí – Cualquier cosa me llamas y en minutos estoy contigo.
      - Gracias – la guardo en su bolsa – No sabes lo bien que me hizo contarle a alguien lo que me paso.
      - No soy un alguien – Aclare – Soy tu amigo, y puedes contar conmigo
      - ¿Quieres quedarte a cenar?
      - Vamos –

Cuando llegamos al comedor principal los dos nos encontramos con la sorpresa que mi madre e Ian ya estaban ahí. El pequeño se lanzo a mis brazos apenas me vio, le sonreí y acorte la distancia que nos separaba.

Aun con Ian en mis brazos bese la cabeza de mi madre, quien al ver a Renata no contuvo el impulso de abrazar a Renata como si fuera una hija mas.

Tengo recuerdos vagos de mi infancia cuando pasaba mucho tiempo jugando en los jardines de la casa con ella, o escondiéndonos bajo las mesas del primer restaurant de su padre. Las travesuras que hacíamos los fines de semana cuando ella se quedaba en casa o las películas de princesas que veíamos en la habitación de mis padres hasta quedarnos dormidos.

      - Estas hermosa – le dijo mi madre entre lagrimas y sin romper el abrazo – Mira la mujer en la que te haz convertido. Hija mía. Estoy feliz de tenerte nuevamente con nosotros, con tu familia.
      - Gracias tía – le dijo. – Yo también estoy feliz de estar con mi familia otra vez
      - Vamos a comer – dijo tío Gabriel rompiendo el momento - ¿Y Daniela?
      - La voy a llamar –le dije poniendo en el suelo a mi hermanito – Ya vuelvo


Me aparte un poco de las lagrimas y el momento de reencuentro para sacar el móvil de mi chaqueta. 10 llamadas perdidas de Andrea ¡Dios! Esta mujer era sofocante a veces.
Mire la hora y recordé que tenia que ir a cenar con su familia. Pero ahora justo ahora también tenia una cena con mi familia. Marque el numero de Dani.

      - No vienes a cenar – me dijo apenas contesto
      - No. – le dije entre risas – Peque ven al local nuevo de tío Gabriel
      - A no, no, no. Thiago no estoy para cenas familiares y escuchar a mamá reclamando en mi contra. Me niego.
      - ¿Por mi? –
      - Traidor. –
      - Es importante, mamá esta feliz Renata esta aquí –
      - ¿Renata? –
      - Si la hija de tío Gabriel. Llego esta mañana de España y están todos felices. Hermanita por favor. –
      - Esta bien cariño por ti, solo por ti. Porque a esa tal Renata ni la conozco –
      - Apresúrate –

Volví a la mesa donde todos ya estaban sentados, Ian como un verdadero Lackington estaba sentado en medio de mamá y Renata, a la que le tocaba el cabello. Me senté al frente para poder verla.

Una hora después mientras conversábamos y escuchábamos las ocurrencias de Ian y como le contaba cosas de su colegio. Dani llego en ese momento y comenzamos a cenar.
La comida estaba exquisita, pero como no todo podía ir tan bien mi móvil sonó. Me disculpe de todos y me aparte un poco para poder contestar tranquilo. Y nadie escuchara los gritos de Andrea.

      - Hola –
      - ¿Hola? – pregunto furiosa - ¿Dónde demonios estas?
      - En una cena de negocios – mentí en parte
      - Thiago eres un maldito ¡Vente! Dile a quien mierda sea que tienes otro compromiso –
      - Te veo luego – le corte el rollo
      - Y una mierda – grito – Vete a la mierda

Me corto la llamada, camine al baño y me lave la cara, porque tenia que estar con una loca- Y me debatía con mis dos conciencias la buena me gritaba que corriera donde Andrea y arreglara mi relación. Sin embargo, la mala me enviaba donde Renata tomarla y cogerla como lo había soñado por años.

      - ¿Qué voy a hacer? –

Pero que mierda estoy pensando, claro que se lo que tengo que hacer. Mi vida había girado por años en torno a una aventura de una noche y ahora, ese sueño estaba cerca de mi. Pero incluso si intentara estar con ella. Ella estaba tan rota, tan sola que lo ultimo que haría sería meterse en mi cama para una nueva aventura.
Entonces solo tenia a Andrea, solo estaba ella quien durante años me aguantaba mi falta de compromiso y aun así me amaba. Era mi novia de toda la vida, crecimos juntos. Pero Renata…

      - Perdón – dije cuando volví donde estaba toda mi familia. Me afirme en el respaldo de la silla de mi madre. – Me tengo que retirar
      - Esta bien hijo. – dijo mi padre
      - Pueden llevar a Dani al departamento – pregunte – Yo la veré allá en un rato
      - Claro – dijo mi padre – Ve tranquilo
      - Gracias – le dije.

Me acerque a Ian quien no soltaba los cabellos de Renata, le bese su cabecita antes de acercarme mi boca a su oído.

      - Eres todo un galán campeón – le susurre – Luego me enseñas tus trucos con las chicas

El pequeño me sonrió y río a carcajada antes de soltar una de las suyas

      - Te enseñare a tener novias guapas como la mía – río e hizo reír a toda la mesa
      - ¿Tienes novia? – le pregunto mi madre fingiendo enojo
      - Dos – aclaro
      - ¿Dos? – pregunte - ¿Cuáles?
      - La del cole y Renata –

Todos nos volvimos a reír y Renata le beso la mejilla haciéndolo sonrojar en ese momento. Este enano simplemente era como yo físicamente, pero con una personalidad única.

      - ¿Ya somos novios? – le pregunto Renata
      - ¿Tú quieres? – dijo el enano
      - Claro – respondió ella, besando nuevamente su mejilla - ¿Me llevaras al cine?
      - ¿Me dejas papá? –
      - Solo si sacas buenas notas en el colegio – dijo entre risas
      - Va – reclamo el enano – Siempre con las calificaciones del cole.
      - Bueno me voy – dije interrumpiendo al enano – Disculpen y gracias. Buenas noches

Salí del local en busca de mi coche cuando una mano sujeto mi brazo. Me voltee a ver quien me detenía. Cuando vi a Renata. Ella me miraba confusa y aflojo su mano hasta que la retiro.

      - Perdón – me dijo – No me dijiste cuando nos veríamos

Al decir esas palabras trague en seco, al mirar esos labios tuve que contener mis impulsos por besarla en ese momento. No sería apropiado. Y no sabia si ella quería lo mismo que yo.

      - Digo… Vernos para… - no le salían las palabras
      - Te programare una cita, cuando tenga todos los datos para iniciar el proceso
      - Claro me llamaras – dijo algo desilusionada por mis palabras – Bueno nos vemos entonces 
      - También puedes hacerlo tu – le aclare – Ya tienes mi numero. Recuerda que también somos amigos
      - Thiago – ambos nos volteamos a la vez que nos interrumpieron - ¿Puedes acercarnos a casa? -pregunto Cota con Carol en sus brazos cubierta con una frazada rosa.
      - Lo siento, pero ando sin coche – dije – Me vine con mi padre
      - Ah –
      - Vamos, compartimos taxi – me guiño un ojo en forma de aprobación
      - Adiós hermanita – dijo con sarcasmo
      - Buenas noches a ambos – Fue lo ultimo que dijo Renata antes de ingresar nuevamente al local
      - ¿Nos vamos? –
      - Vamos –

En el camino a casa, Cota no daba por perdido el tiempo. Posaba disimuladamente su mano en mi muslo y lo acariciaba, todo mi autocontrol. Estaba jugando un juego sumamente peligroso, era una niña. Simplemente esto estaba mal.

Le pare en seco y fui sumamente claro con ella.

      - Para con tu coqueteo – dije algo enojado – Cota eres como una hermana para mi. Además yo estoy en una relación
      - ¿Y eso que? – alzo una ceja – No te voy a mentir, me calientas Thiago. No te quiero como mi novio, ni mucho menos como padre de mi hija. Te quiero como hombre
      - Pero eso nunca va a pasar –
      - Eso lo veremos – contesto - ¿Qué le pasa a Renata? – dijo cambiando de tema drásticamente
      - ¿Qué quieres decir? –
      - Yo no me trago eso de que nos extrañaba y que vino a pasar una temporada. Se que algo me ocultan
      - ¿Qué tiene de extraño? Cota, es tu hermana de la que estamos hablando, tiene todo el derecho de estar con su familia
      - Y sabes que tiene un marido rico – dijo muy segura
      - Claro que lo se – resople - ¿Qué quieres decir con eso?
      - Vi como la mirabas. Estuvieron mucho tiempo encerrados en el despacho.  Tonta no soy
      - Se que no lo eres. Pero solo conversábamos –
      - ¿De que? –
      - Del pasado, del presente –
      - ¿De que? –
      - La conozco de todo la vida, hicimos muchas travesuras juntos, incluso antes de que tu nacieras. -   
      - Llegamos – corto el chófer – Es aquí
      - Espéreme por favor – indique al chófer

Me baje y ayude a bajar a Cota con la niña, no la deje decir nada. Bese la cabeza de Carol, seguida de la de ella y me subí al taxi sin mirar atrás. Preparándome mentalmente para una furiosa Andrea.

Golpe tres veces la puerta de entrada del departamento de los padres de Andrea, hasta que Juanita la señora que los ayudaba con el que hacer me abrió con una enorme sonrisa

      - Hola – me saludo alegre
      - ¿Cómo está? –
      - Bien hijo gracias. Pasa –
      - Gracias –

Antes siquiera de llegar al salón apareció Andrea frente a mi. Su cara me decía todo, si estaba furiosa nivel Dios. Esto me iba a me iba a costar cara, en el caso de que yo quisiera arreglar la situación.

      - Dijiste que llegarías hace horas – dijo con los dientes apretados de rabia y conteniéndose de gritar como era su costumbre
      - Me retrase. – dije lo mas calmado posible
      - Luego conversaremos Thiago. Pero esta no se va a quedar así, lo tienes claro. –

Me tomo de la mano y me llevo al salón donde ya llevaba su mejor sonrisa fingida.
Cada minuto que pasaba estaba mas incomodo en la velada, todos hablaban de matrimonio y bebes. Yo aun no estaba ni preparado para ninguna de las dos, o tal vez si. Pero claro estaba que no seria precisamente con Andrea.
Estaba claro que tanto los padres como los abuelos me querían amarrar a su familia, simplemente pensando en el mejor futuro de su hija. Andrea conversaba animada de los temas, con mucha soltura de cosas que simple. ¡No van a pasar! Pero ellos ¡Tenían la boda organizada por completo!

Miraba mi reloj sabiendo que aun me esperaba una conversación con Dani y un sinfín de gritos de Andrea, pasada las doce de la noche me puse de pie.

      - Andrea me puedes acompañar un momento –
      - Claro mi amor. – Dijo muy sonriente – Ya volvemos

Me encamine hacia el pasillo que daba a la cocina para que sus gritos, que esta vez iban a venir no los escuchara nadie dentro del salón.

      - Me tengo que ir – dije cuando estuvimos lo mas alejado
      - Bien voy por mi bolsa y nos vamos –
      - Daniela esta en el departamento – aclare – Necesito hablar con mi hermana
      - Y conmigo también – grito
      - Lo se ¿Te llamo mañana? –
      - ¡Que! – volvió a gritar – Ni lo sueñes. Tu te vas conmigo
      - Por favor. Prometo compensarte –
      - Y una mierda – volvió a gritar – Te vas y termina esta relación. Thiago te lo advierto
      - Cariño no grites – trate de cortar nuestra distancia – Mañana te lo compensare. Podemos estar todo el día junto y luego me acompañas a las charlas de Nacho.
      - ¡El bautizo! – Resoplo – Necesito un vestido
      - Te lo regalo – le tome la cara entre mis manos y la bese.

Si había algo que nunca fallaba con Andrea, era esa técnica comprarle algo, besarla o cogerla. Con el poder que tenía sobre su cuerpo la hacía siempre ceder en mi voluntad. Sabía que con ella me comportaba con un cabron sin corazón. Pero era mi manera de hacer las cosas

      - Está bien – me dijo cuándo recobro el aliento aun con mis labios cerca de los de ella. La volví a besar
      - Te llamo mañana –


Dicho eso le di un último toque en sus labios y Salí de esa casa sin pasar por el salón a despedirme. 





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