lunes, 28 de abril de 2014

#8 Caminos Inesperados


Capítulo 8

Eran tres días que no sabíamos nada de Thiago, soy la única que sabe la verdadera manera de como él se enteró del embarazo de Daniela.
El día que ella lo supo lo de su embarazo, acudió a mí a pedirme ayuda, sin saber que yo mantenía una relación con su hermano. Le dije que iba a ayudarla a contárselo, estábamos seguras que no se lo tomaría bien. Pero lo tomo mucho peor.
Tío Benja y Tía Renata, estaban desesperados, por no saber dónde estaba su primogénito. Y yo trataba de disimular mi angustia, si tan solo pudiéramos comunicarnos con él.
De primera su móvil sonaba y nadie lo cogía, ahora ya estaba fuera incluso del área.

La decepción también podía conmigo, cuando me fui para casa luego de una ducha, me encontraba aun peor. Ya no tenía lágrimas y mi padre que no era tonto se dio cuenta de que algo no andaba bien.
Me vi en la necesidad de contarle que estaba sintiendo cosas por aquel desaparecido. Como era mi padre, me dio su apoyo y que si ese muchacho sentía lo mismo por mi lucháramos por estar juntos.

      - Cuando era un niño, mi padre llevo a su ahijada a nuestra casa. Aquella niña había quedado huérfana de madre siendo una bebé, y ahora lo hacía de padre siendo una niña. Estaba sola en el mundo, y él le juro en su lecho de muerte a su padre que no la abandonaría y así fue.
Era una niña muy hermosa, y yo era pequeño, una tarde luego de ir a montar, mi madre. Tú abuela nos sorprendió besándonos. Fue un beso inocente. Pero mi madre no lo comprendió y evito a toda costa que nos reencontráramos. En las vacaciones me enviaba fuera, mayormente a España, un viaje no volví más. Y no la volví a ver.
Cuando mi padre enfermo, yo volví, y la volví a ver, pero yo ya estaba con tu madre y me hacía feliz, ella estaba con Mariano y luego surgió una hermosa amistad. Pasaron años antes de que la volviera a ver, y ahora nuestras familias pudiesen unirse.

Me quede un momento pensando en la historia de mi padre ¿Qué tiene que ver aquella mujer con nuestra familia? De pronto como si leyese mis pensamientos.

      - Seria muy hermoso que la historia que el destino nos negó a Renata y a mí se diera en ustedes ¿Le quieres? –
      - No estoy segura – conteste sinceramente
      - Lo estas, pero no quieres decirlo. Hija hay muchas cosas que no se de ti, no estuve contigo cuando todo lo de tu matrimonio paso. Quiero decir, en la pedida de mano tampoco. Menos estuve cuando te golpeo la primera vez. Lo hubiera matado por tocar a mi princesa. Pero ahora si estoy para alentarte a que luches por tu amor. Cuando Thiago aparezca, búscalo dile todo lo que sientes y espera que salga el divorcio y sean felices. Desde ya tienes mi bendición –
      - Gracias papá. Te amo – dije secándome las lagrimas
      - Y yo a ti mi vida. Y dile a Thiago que de mi parte que quiero un nieto. Un niño con quien jugar al balón –

No pude evitar sonreír. Si había algo que yo quería y estaba segura era de darle un hijo a Thiago. Tan pronto como fuera posible. Tener una casa llena de niños, de nuestros niños.

Cuando quede nuevamente sola en la habitación volví a tomar mi móvil. Una llamada ya no bastaría, y sabía que aquella voz me diría que Thiago no estaba disponible.

“Te he llamado mucho, porque te extraño. Recuerdas nuestra última
Conversación. Ya está todo claro.”

Con el corazón en la mano y el móvil espere una respuesta. Pero nada.
Llame a casa de Tía Nata y nada, la cuarta noche caía, no podía sentarme y esperar ya no.

Tome mi bolsa y chaqueta decidida a buscarlo en alguna parte, no se lo había tragado la tierra, en algún lugar debe estar.
Estaba bajando el último escalón, cuando una sonriente Constanza ingreso con el carrito del bebé y junto a ellas, una de mis peores pesadillas.

      - Hermanita – dijo risueña – Mira a quien encontré
      - Hola cariño –

Solo escuchar su voz, me dio un asco terrible, me temblaron las piernas y le rogué al cielo que mi padre o Magda viniesen a ayudarme.
Un frio calo lo más hondo de mi ser, pánico, miedo, pero sobre todo ASCO de lo que era capaz de hacer aquel hombre.
A mi mente se vinieron los últimos días que estuve a su lado, cuando vi salir de mí a mi bebé, la cara de felicidad que tenía cuando me miraba. Él no podía estar aquí, no podía echarme a perder la vida nuevamente. No, no ahora.

      - ¿Estas bien? – pregunto Cota llegando a mi lado.

Solo pude asentir, controlar las lágrimas y sujetarme más fuerte de la barandilla.

      - Cuñado ayúdame a llevar a tu mujer al salón – le pidió

Cuando lo vi dar un paso hacia mí, mis músculos se tensaron, no podía si quiera respirar.

Todo volvía a mi mente aún más claro, nadie nunca sabría lo que de verdad había pasado a su lado. Nunca.
El recuerdo de la primera vez que me golpeo, porque su camisa tenía una arruga, luego de ese vinieron más, muchos más. Los golpes a su lado eran cosa de todos los días. Incluso cuando ya se aburría de golpearme me forzaba a estar con él íntimamente.

Sus manos tocaban mis brazos y la repulsión se hizo más grande quiera correr, lejos de él. Y no volverlo a ver nunca más.
Cuando se aproximaba para besarme mi cuerpo volvió en sí y pude pronunciar palabra.

      - No me toques – dije con voz seca y áspera – No te atrevas a acercarte a mi ¡Nunca más! – grite fuera de sí.
      - Renata – me reprendió Cota – No le hables así a tu marido.
      - No te metas y saca a la niña de aquí – le ordene y al ver que ella no hace nada por obedecerme camine a su lado y la tome del brazo - ¡Ahora!

Del miedo, al asco, a la ira y es esa la mejor arma que tengo en estos momentos. Nos desafiamos con la mirada durante un largo tiempo, sin decir absolutamente nada. Su mirada desafiante me dice mucho y ruego porque mi padre llegue en estos momentos.
Consciente de que Cota está arriba pendiente de todo no tengo otra opción más que sacarlo de aquí y llevarlo al despacho. Aun con el miedo que me da estar a solas con él.

      - Sígueme – gruño

Con cada que doy pienso que debo decirle, como debo actuar. Si quiero salir airosa de esta situación ¡Estoy convencida de eso!
Cierro la puerta tras de mi infundiéndome el valor que necesito.

      - ¿A qué viniste? – trato de sonar segura
      - No es obvio – sonríe
      - No para mí –
      - Me ha llegado esto – lanza sobre el escritorio un sobre y ya lo que lo trajo a mí. Son los papeles del divorcio
      - ¿Haz firmado ya? – pregunto esperanzada.
      - No – vuelve a sonreír – Y no lo hare, tienes dos horas para guardar tus cosas. Nos marchamos de este lugar.
      - ¡Quiero el divorcio! – le grito incrédula en sus palabras. Y muerta de miedo
      - A.Mi.No.Me.Gritas. – da un paso hacia adelante y yo lo doy hacia atrás, chocando de inmediato con la puerta a mis espaldas. – Vamos a ver no me provoques, que sabes que no soy paciente. Llama al idiota de tu abogado y que detenga de una vez toda esta estupidez
      - ¡¿No me oíste?! – Grito - ¡Quiero divorciarme de ti!
      - Claro que te oí – dijo serio – Pero ¿Crees que me importa lo que digas?
      - Debería – abrió los ojos.
      - Renata, cariño. No haz comprendido nada ¿Qué pensaría tu padre si le contase lo que hacías en España?
      - Tú me obligabas – debatí
      - Vamos a ver. Es tu palabra contra la mía. Fuiste tú la que me abandono – dijo como si le doliese la situación
      - ¿No te has cansado ya? ¿Aún no te aburres de golpearme y… vi... viola… violarme?
      - Eres mi esposa. Y una muy mala por cierto. Eso no es una violación
      - Yo no quería, acostarme contigo. – Susurre – Me das asco
      - Yo te voy a enseñar a respetarme de nuevo –

Cuando acabo de decirme eso lo único que pude sentir fue el ardor de mi mejilla. Con los ojos llenos de lágrimas agache la cabeza como tantas veces lo había hecho antes.
Estaba en Chile, con mi familia y aun así me sentía desprotegida, sola y a su merced. Muerta de miedo como siempre lo estuve.
Bien podría ahora volver a abusar de mí y nadie lo sabría, nadie llegaría a ayudarme.

      - Vez lo que me haces hacer – dijo acercando su mano a mi rostro. Lo esquive lo que pude, pero no fue suficiente. – Cariño, ve por tus cosas.
      - No – susurre entre lágrimas

Si de algo estaba segura, era que no me iría con él. Jamás volvería a su lado.

      - Vamos a ver, no quiero tener que golpearte nuevamente – sonrió – Como le explicaría a mi suegro que su hija es una ¡puta! Que se acuesta con todo el mundo por dinero
      - ¡NO SOY UNA PUTA! –
      - Si lo eres amor. Y de las malas – se burlo
      - ¿Qué es lo que quieres en realidad? – trate de retomar la compostura
      - Que vuelvas a España, ya no sé qué inventarles a nuestras prestigiosas amistades por tu ausencia.
      - No voy a volver –
      - Y yo no te firmare tu libertad, para ser la burla de todos. Además es absurdo todo que dice ahí
      - Lo conseguiré – dije segura
      - ¿Y cómo? –
      - Tengo los emails que me enviabas –
      - No es suficiente –
      - A demás del parte del médico – resople – Cuando me provocaste el aborto
      - Te caíste por las escaleras – se defendió
      - Y… -
      - Y yo tengo fotos tuyas, tuyas con otros hombres. ¿Quién saldría más perjudicado? Yo quedaría como el jodido esposo y tú como una ramera
      - Me forzabas –
      - Pruébalo –

Sin decir más abrió la puerta del despacho, pero antes se volteo y dijo

      - Dos semanas. Tienes dos semanas para estar de vuelta, antes que tu padre reciba el primer de mis regalos ¡Mi Amor!

Escupió las últimas palabras y se fue. Un sollozo incontrolable me inundo y me deje caer lentamente en el frio suelo, con mis brazos abrazando mis piernas llore y le pedí al cielo la ayuda necesaria para saber qué era lo que tenía que hacer.

      - ¿Estas bien? –

La puerta de mi habitación se abrió de golpe, mi padre entraba hecho un animal hacia el lado de mi cama. Escondí mi cara entre mis piernas para evitar que viese la nueva marca. El rojo brillante de mi mejilla.

Metió sus dedos entre medio para mirarme a la cara, hacía tres horas o más que Ernesto se había ido y no conseguía dejar el temor que sentía.
Observo mis brazos, mi cuello y cuando se detuvo en mi rostro. Pude ver el horror en sus ojos.

      - ¿Paso…? – trato de preguntar calmado que pudo
      - Tengo que volver – dije con lamento

Ya estaba decidido, prefería una vida de humillación y malos tratos antes de que mi padre supiese cosas que me avergonzaban

      - ¿Por qué mi vida? –
      - Es mi deber – dije con pesar y mintiendo
      - Sabes que no lo es ¿Qué pasa con el divorcio?
      - Nunca me lo va a dar –
      - Estabas dispuesta a luchar –
      - Ya no lo estoy –
      - ¿Y que pasara conmigo? ¿Con Thiago? –
      - Puedes ir a verme tan seguido como quieras
      - ¿Y Thiago? –
      - ¿Qué pasa con él? – dije quitándole importancia
      - Estabas dispuesta a estar con él –
      - Fue un error, ya vez. No esta –
      - Pero no estará escondido por siempre –
      - Qué más da – trate de sonreír – Tengo que volver donde mi Esposo.
      - ¿Quieres decirme por qué? –
      - ¿Necesito una razón? –
      - Para mí si –
      - Aun lo amo – mentí
      - ¿Y si vuelve a ponerte una mano encima? –
      - No lo hará, me lo ha prometido – volví a mentir
      - ¿Antes o después que te pegase?
      - No me pego – volví a mentir
      - Sabes que ese rojo de tu mejilla no estaba ¿Verdad?
      - Tiene que haber sido por la posición en la que me encontraba antes de que entrases
      - Eres mi hija y te conozco. Mientes mal cariño –
      - Yo… - trate de disculparme por mis mentiras
      - Te perdí una vez hace casi once años. Por no luchar por ti, pensando que era lo mejor. No pretendo volver a hacerlo menos sabiendo la clase de animal que es. No te iras hasta que aparezca Thiago y veamos lo del divorcio
      - ¿Y si no aparece nunca?
      - Buscamos otro abogado ¿Quieres eso? – Negué con la cabeza – Seguro Benjamín conoce otro. – Insistió – Pero no te iras. Sácate esa absurda idea de la cabeza. Ni Magda, ni yo, mucho menos Benja y Renata permitirán que te vuelvas a España con ese animal. ¡Te lo prohíbo! –
      - Siento defraudarte… -
      - Jamás lo harías mi vida. No lo hizo Constanza al quedar embarazada y no lo harás tú, por haber elegido mal
      - He hecho cosas horribles –
      - Nada puede ser tan malo, y cuando te sientas preparada puedes venir a contármelo. Lo entenderé
      - ¿Y si no lo haces? –
      - Eres mi hija, ante todo. Te amo con tus defectos y virtudes nada podría cambiar eso –
      - Ojala estuviera mamá – llore entre sus brazos

En un momento de angustia era donde extrañaba mucho más a mi madre. La perdí siendo casi una bebé. No la recuerdo. Simplemente no recuerdo sus abrazos, sus besos. No recuerdo su voz, no recuerdo nada de ella. Llevo conmigo una fotografía que saque de la casa de mis abuelos. Es lo único de ella que había en esa casa. Nunca le perdonaron que se casase con mi padre. Que se enamorara de un hombre que tenía por sueño tener un restauran
No era digno para ella, cuando lo que querían era más. Tanto más que a su única nieta la dejaron vivir con Ernesto.
Ellos supieron y nunca hicieron nada por ayudarme, sí que me enviaron por más.

      - Carol estaría orgullosa de ti – se secó las lágrimas – Te amo desde que la prueba salió positiva. Fuiste su mayor ilusión. Confió en mí para ser tu padre y en su lecho de muerte. Me rogo que te hiciera una mujer de bien. Que fueras feliz. Y que te buscara una buena madre.
      - Lo hiciste bien – dije entre sollozos – Cumpliste con lo que le prometiste
      - No mi vida, no le cumplí. Te deje ir
      - ¿Qué más podías hacer? –
      - Luchas mi vida, haber dejado mi vida en ello –
      - Hiciste lo correcto –
      - No lo hice y cargo con ellos en mi conciencia y Magda también
      - Cota era pequeña, papá era lo correcto
      - No lo voy a discutir contigo. No ahora. Solo quiero que te quede claro que de aquí tú no te vas.
      - Estoy cansada – dije luego de un momento de silencio - ¿Se supo algo de Thiago?
      - Nada. Anda a saber tu donde se metió – resoplo – Reacciono muy mal, y no comprendo él porque
      - Es su hermana y su mejor amigo. Exagero pero nadie mejor que él conoce a Marcos. Por eso reacciono así
      - Daniela está destrozada – confirmo papá – Reniega de ese bebé por su culpa –
      - Lo entera. Ya verás –
      - Espero que sea luego antes que esa niña haga algo terrible

Pensar lo que ella podría hacer me dio escalofríos, yo sabía lo que era estar ilusionada de un bebé y luego llorar su pérdida, las circunstancias eran muy diferentes, por lo mismo no podía permitir que ella hiciese alguna estupidez

Con un respingo me puse de pie y camine hacia el baño, mi padre no apartaba los ojos de mí, pero no decía nada. No hizo pregunta alguna.
Media hora después ya vestida tome mi móvil. Si mi vida era una mierda, pero podía ayudar a que otra no lo fuera.
Tal vez algún día tenía que contarle a mi padre la verdad y quién sabe si ese día era ahora.
      - ¿Dónde vas cariño? – pregunto amorosa como siempre Magda cuando me vio bajar las escaleras
      - A ver a Dani –
      - Hija ya es tarde, déjalo para mañana – me pidió muy amablemente – Haz tenido un día agotador también
      - Necesito hacerlo, ella puede hacer algo de lo que se va a arrepentir toda su vida
      - ¡NO! – se llevó las manos a la boca, entendió perfecto el mensaje
      - Si – aseguro – Y no puedo permitirlo

Antes de salir comprobé tener el móvil lo bastante cargado y el dinero suficiente para un taxi.

Salí de casa y sin suerte no encontré taxi alguno cerca. Decidí caminar un par de cuadras, pero esta noche la suerte no estaba conmigo.
Llevaba al menos diez minutos caminando y nada. Ya me daba por vencida y decidida a volver a casa, me volteé de golpe y vi como un hombre se escondía entre los arbustos

Mi corazón comenzó a latir mil veces más por segundo y apresure el paso, a lo lejos veía luces, esa era la calle principal. No podía devolverme solo camine en la dirección que iba lo más rápido posible.

Minutos más tarde volví a voltear y aquella sombra volvía a camuflarse entre la noche. Solo rogaba a dios que no fuese Ernesto, era al único que no podía hacerle frente, no dos veces en el mismo día.
Dispuesta a pedir ayuda rebusque entre mi bolsa el bendito móvil. Escarbaba sin dejar de caminar y no lo encontraba.

Decidí echarme a correr, pero con los tacones se me hacía difícil. ¡Dios! Estaba demasiado asustada en ese momento como para pensar en otra cosa.

¿Por qué no le hice caso a Magda? Debería haberme quedado en casa. Pero ese bebé me necesitaba, mi ayuda al igual que su madre.
Los pasos a mi espalda se hacían cada vez más fuertes. El corazón se me iba a salir por la boca. Cuando algo sujeto mi brazo.

¡MIERDA!

Rogué al cielo en silencio por mi vida.

      - ¡Ah! – grite lo más alto que pude cuando me freno de golpe y me atrajo consigo.
      - Shh -  me pidió aquella voz – No te asustes

Cuando sentí su pecho chocar contra mi espalda y su voz inundo mis oídos supe que estaba a salvo. A su lado nada malo podía pasarme

      - ¿Dime que eres tú? – pedí incrédula, aunque sabía que solo podía ser una persona
      - Soy yo. Estoy aquí. Quería verte –

Me volteé para quedar de frente y lo abrace tan fuerte como pude. Estaba aquí, estaba bien. Había vuelto.
Y así como una alegría me inundo en lo profundo de mi corazón también la rabia, por lo que nos había hecho pasar.

      - ¿Dónde ibas a esta hora? – pregunto alzando mi cara con sus dedos.
      - A ver a Daniela –
      - Ya – dijo frio como si eso no le importase
      - Vamos a tu casa – no le pedí, le ordene
      - Yo no tengo casa –
      - Eres un idiota – sise enojada
      - Gracias por eso –
      - ¿Sabes lo angustiado que hemos estado todos? –
      - ¿Hemos? –
      - Si – afirme – Tú familia, mi familia. Yo
      - ¿Tú? –
      - Que si imbécil –
      - Gracias otra vez – sonrió
      - Déjate de dar las gracias. Tú hermana está destrozada
      - No me importa – dijo frio
      - Debería hacerlo cuando quiere abortar por tu culpa –
      - No quiero saber nada de ella –
      - Entonces suéltame y vuelve a tu escondite –
      - No quiero – dijo serio
      - Lo tendrás que hacer – dije firme – Te he necesitado como amigo, como abogado y no estabas. Y ahora te reúsas a hablar con tu hermana por tu idiotez
      - ¿Qué te ha pasado en la mejilla? – dijo cambiando de tema
      - No te importa 
      - Si me importa y si no quieres que te lleve conmigo a la fuerza me lo dirás –
      - Idiota – le grite
      - ¿Qué te paso? – dijo esta vez mas brusco
      - Si hablas con Dani te lo diré
      - Entonces me vale –
      - A mí también

Me solté de sus brazos y decidí volver a mi camino, tenía que llegar a hablar con Daniela. Por mucho que anhelara estar con él, debía entender y comprender que estaba haciendo mal, haciéndoles daño a las personas que lo querían. Eso era mucho más importante que un nuevo bofetón de Ernesto

¡Mierda! ¡Ernesto! ¿Podía estarme vigilando? ¿Sería capaz de eso? Claro que lo sería. Al no querer arriesgarme a nada con él y mucho menos que me viese con Thiago. Pero me daba miedo encontrármelo sola otra vez.

      - ¿Me puedes llevar a casa de tus padres? – dije con pesar, era el único que podía sacarme de aquí ahora mismo.
      - Vamos  - dijo en un tono seco
      - Gracias –

Luego de retroceder un par de cuadras en el más absoluto silencio, llegamos hasta su coche. No se molestó si quiera en abrirme la puerta.

      - De verdad muchas gracias por llevarme – dije después de un par de kilómetros
      - No es nada
      - Si es mucho para mí – suspire – Me gustaría que entraras conmigo y dejaras tu rabieta
      - ¿Rabieta?
      - Haz actuado como un niño por tres días ¿Puedes dejar de pensar en ti y ver lo que tu madre está sufriendo?
      - ¿Puedes dejar de pensar en los demás y ver lo que yo sufro? – contraataco
      - ¿Tú sufrir? Es tu hermana la que va a ser mamá – suspire –Solo necesita tu apoyo. No tus recriminaciones. Es un amor enfermizo el que tienes por ella. Es una mujer. Se enamoró y quiere ser feliz. Pero sin ti le cuesta. Vi la ilusión en su cara cuando me dio la noticia. La desesperación por no saber cómo contártelo y la decisión en querer matar a su hijo. ¡Por tu culpa!
      - El aborto no es legal – dijo como si eso fuese solo un detalle
      - ¿Y eso que? Sabes que lo puede hacer. Podrías tú…
      - Llegamos – me cortó
      - Escúchame por última vez – asintió – Yo sé lo que es perder tu gran ilusión. Sufro por ello todos los días. ¿Podrías cargar la muerte de tu sobrino en la conciencia? Solo piénsalo

Dicho eso me baje del coche lo más tranquila posible, esperando que él me detuviera. Cosa que no sucedió. Subí los tres escalones hacia la puerta y pude ver su cara de dolor, de confusión ¿Cómo podía plantearme vivir con alguien así? ¿Reaccionaria igual con un bebé propio?

Tía Renata, me abrazo tan calurosamente cuando abrió la puerta, fijándose en aquel auto que se alejaba.

      - ¿Esta bien? – pregunto y en ese momento confirme que ella mejor que nadie lo reconocería siempre
      - Dolido. Espero que se le pase luego y recapacite –
      - No es la única que debe recapacitar – presumiendo lo que quería decir solo asentí
      - Lo sé – confirme – A eso he venido
      - Estos hijos míos me mataran – dijo con pesar
      - ¿Daniela? –
      - Arriba con Marcos. El chico está mal por todo esto. Todos lo estamos. Naty vino esta tarde y ya no sé qué hacer. Es una locura matar a esa criatura
      - No lo hará. Queda de mí que no lo haga – dije convencida
      - Eso espero hija. Benjamín está furioso con Thiago por provocar todo esto.
      - Yo también lo estoy. Y se lo he dicho. Está actuando como un niño
      - ¿Te ha dicho algo?
      - Nada. Como apareció se fue –
      - Si se vuelve a comunicar contigo dile que lo amo con todo mi corazón
      - Así lo hare –

Necesitaba darle también la noticia así que sin más preámbulos y aun paradas en la entrada de la casa solté.
 
      - Cuando esto se solucione – respire profundo – Debo volver con mi marido
      - ¿¡Que!? – pregunto asombrada
      - Es una decisión tomada. Vuelvo en una semana o dos a mi casa con mi marido a continuar con mi vida. 

lunes, 21 de abril de 2014

#7 Caminos Inesperados

Capítulo 7


      - Te pedí, te exigí que no te acercaras a ella y que es lo primero que haces. La traes a esto, dejando fuera a tu novia. Porque yo no me trago que este enferma. Te conozco tanto que se cuándo mientes y ahora lo estás haciendo ¿Por qué? Me gustaría saberlo…
      - Papá no es… -
      - Déjame hablar y esta vez si no lo haces tomare otras medidas. Aléjate de Renata, no la uses y menos a tu hermano para acercarte a ella. ¿Dónde está tu ética? Eres su jodido abogado, no eches las malditas cosas a perder ¡Mierda! Es casada aun, sabes qué pasaría si su marido se entera que se acuesta contigo – asentí – Y si lo sabes por qué mierda no te alejas hasta que ella sea libre otra vez. Eres tan brillante y estúpido a la vez.
      - Lo siento – dije con pesar
      - ¿Lo sientes? - río - No sigas con tus mentiras que no lo sientes, o no de esta manera. Thiago

Todo lo que había tratado de hacer era ayudar y yo pensaba que era para fastidiar, ¡Dios! Había pasado por alto las consecuencias que esto podía traer pero me era imposible alejarla.

***

Hacia un mes que llevaba una doble relación, cada vez era más magnifico estar con Renata, no me aburría de tenerla dentro, ni fuera de mi cama. Aunque nuestra relación solo la sabíamos ella y yo, nuestros encuentros se daban a las afueras de la ciudad, cuidando que nadie fuese siquiera sospechar y el principal problema era Don Benjamín Lackington, quien estaba pendiente a cada uno de nuestros movimientos, luego de la conversación que tuvimos el día del bautizo prometí mantenerla lejos, esa promesa me duro menos de media hora, porque camino a la comida nos pasamos a un hotel y nos hicimos el amor. No estaba siendo de palabra.

Su divorcio se veía cada vez más complicado, Ernesto exigía verla en España ya que ese era el lugar donde todo comenzó, también para ellos.
Yo por mi parte estaba dándole largas al asunto, cada vez que mencionaba ese momento Renata cambiaba el semblante y se tensaba.

Por otra parte estaba Andrea, mi querida novia. No sabía cuántas veces debía decirle que estamos mal que debíamos terminar y seguir nuestros caminos por separado. Simplemente ella montaba un escándalo, llanto, intento de suicido y hasta un retraso que nunca existió.
Estaba completamente fuera de sí, entonces cada vez que le decía debemos hablar, algo pasaba y no hablábamos. Hacía más de un mes que no teníamos sexo, por más que me rogara no podía. Lo intente en un oportunidad pero simplemente el rostro de Renata apareció y no me di cuenta que ese sentimiento era más fuerte.

A pesar que Renata dijo muy claro que solo era sexo, y que tanto yo como ella podíamos seguir con nuestras vidas nos terminamos siendo completamente fiel durante este mes. Y esperaba que siguiera siendo así por mucho más.

El clima había comenzado a cambiar, y se acercaba el día que Dani partía a España a prueba. Mamá andaba insoportable, tanto que le amenace con llevarme a Ian si no cambia su forma de ser. Es que el pequeño no tenía culpa alguna.
Pero hoy nada de eso importaba, era la noche más esperada. Una noche cada mes nos juntábamos con los chicos a beber en algún bar.
Ver a Beto, Nacho, Joe y Mau siempre era bueno y además me recordaba cuando conocí a Renata. Por eso este mes era distinto, porque ya no era un recuerdo lejano, más bien era algo muy cercano.

Pase a buscar a Marcos a la universidad a penas deje unos nuevos documentos en la embajada. Si tan solo Renata me dejara ver esos mail, todo podría cambiar. Por lo menos cada semana la veía llorar por otro mail. Diciendo una y otra vez que no podría ser feliz, que no la dejaría tranquila.
Pero cada vez que se los pedía para leerlo se componía y me daba solo con muchas dudas.

      - Colega – salude a Marcos
      - No me digas nada – refunfuño – Penal me tiene con los huevos hinchados.
      - jajajajaja – reí – Aun recuerdo a Moais y su fastidiosa catedra
      - Que no se moderniza el pascuense
      - Despéjate, que hoy es especial – dije
      - Dime que Renata esta soltera – pidió juntando sus manos como si fuera a rezar
      - No –
      - Mierda lo sabía – gruño - ¿Con quién sale?
      - Está casada –
      - ¿Casada? Pero si tiene tu edad –
      - Así es. Mayor incluso. Pero está casada en proceso de divorcio. –
      - Aun tengo esperanza – rio
      - No – le corte
      - ¿Por qué? – Me miro y lo supo – Mierda ¿Te la estar tirando? Jodido hijo de puta, suertudo – reí - ¿Y Andrea?
      - Aun sigo con ella – confirme
      - Maldito ¿Te las tiras a las dos? – Reí – Eres una mierda, si yo tuviera esos rubios cabellos en mi almohada y esas tetitas moviéndose en mi cara. No miraría ni una porno –

Ante aquel comentario reí, yo no tenía ojos para ninguna más. Todo mi mundo estaba siendo ocupado por ella, mi tiempo, mi espacio y mi cuerpo.

      - ¿Qué vas a hacer? – pregunto serio
      - ¿Con que? –
      - Ya idiota – río - ¿Con Renata y Andrea? Por muy sexy que sea tirarse a esas dos guapas mujeres, no puedes seguir haciéndolo ¿Qué va a pasar cuando Renata se dé cuenta? ¿O Andrea?
      - Renata lo sabe. – Confirme – Y no parece molestarse. Pero Andrea…
      - Espera ¿Renata lo sabe? –
      - Ajá – le guiñe un ojo – Pero Andrea no quiere asumir que ya no estamos juntos. Le he dicho en varias oportunidades que ya no quiero seguir así –
      - Hermano en la que estas metido –
      - Quiero estar con Renata todo el tiempo –
      - Estas enamorado –
      - No – reí – Pero creo que voy por ese camino.
      - jajajajaja lo sabía, debes hacerlo público, hacer las cosas bien con ella. Compórtate como un hombre.
      - Mira quien lo dice – me burle – El que cambia de novia todas las semanas
      - Haber querido, llevo 12 semanas saliendo con la misma chica y no tengo necesidad de estar con otras. Porque la amo.
      - ¿La amas? Mira que novedad y ¿Cuál es su nombre? –
      - Thiago, Thiago, Thiago. – Rio - ¿Por qué no invitas a Renata para más tarde?
      - Iba a salir con Dani –
      - ¿Dónde? –
      - A un bar creo, no lo sé en verdad –
      - Pero como no lo sabes – gruño
      - No. Confió en que la van a pasar bien y se van a cuidar –
      - Llámala, dile que nos encontramos en tu departamento en dos horas y que vaya con Daniela –
      - ¿Para qué quiero a Dani? Ella tampoco sabe nada –
      - ¡¿Cómo?! – Resoplo asombrado – Los hermanos Lackington se dejaron de contar todo. Esto sí que es novedad
      - Hace ya un tiempo que dejamos de contarnos las cosas, creo que hay un par de cosas que ella no puede saber –
      - Como que te follas a dos –
      - Como eso –
      - Bien es importante que lo sepa, y que sea tu aliada. Así podemos servir de tapaderas para ti, y salir los cuatro
      - Vamos donde los chicos – dije cambiando de tema
      - Piénsalo es una buena idea –
      - Tal vez, pero ahora ¡Vamos! –

Entre risas entramos al local donde los cuatro mosqueteros nos esperaban. Cuando nos sentamos en la mesa, la ronda de cerveza no tardó en llegar. A petición mía Marco no comento nada de mi relación con Nata, pero si preguntaron por la chica del bautizo.
Todos llegamos al mismo acuerdo. Que estaba muy guapa, tome mi móvil  para poder vernos más tarde.

“No la pases muy bien sin mí.
¿Veámonos en un rato?”

Espera cerca de diez minutos una respuesta de su parte y no daba señales. Me estaba comenzaba a preocuparme tanto por ella, como por Dani.
No quería demostrar mucho sentimiento delante de ella, cuando ella no lo mostraba para conmigo. Así que decidí no insistir. Sin embargo podía llamar a mi hermana.
Al tercer tono contesto

      - ¿Qué pasa pesadito? – grito para que la oyera a pesar de la fuerte música
      - ¿Dónde estás?
      - En una fiesta –
      - ¿Con quién? –
      - Con unas amigas –
      - ¿Vas a dormir a mi casa? –
      - ¿A tu casa? – Grito – No. ¿Qué es lo que quieres?
      - ¿Con que amigas andas? –
      - Y eso a ti que te importa –
      - ¿Papá lo sabe? –
      - Vas de chismoso – río – Con Renata y otras de la universidad que no conoces
      - Las espero en mi departamento en una hora –
      - ¡¿Qué?! – Reclamo – No, ni lo sueñes
      - Una hora – dije y corte.

Volví a la mesa en busca de Marcos, esta noche para mí se daba por terminada. ¿Por qué no me contestaba el mensaje? Mi ánimo ya no daba para más, no encontraba gracioso  los chistes y no quería más alcohol, necesitaba la mente despejada para cuando la viera.

Una vez dentro del apartamento tanto yo como Marcos estábamos pendiente de la hora, ya había pasado el tiempo que el di a Daniela y aun no aparecía. Estaba por tomar el móvil cuando el timbre sonó.
Abrí la puerta emocionado e ilusionado con poder verla, pero mi sorpresa fue mayúscula cuando solo la vi a ella.

      - ¿Dónde está Renata? – gruñí solo con verla
      - No se quiso salir, estaba feliz con un chico. –
      - ¿Qué? – Dije furioso - ¿Dónde está?
      - En el local –
      - ¿Cuál local? –
      - Y a ti que te importa Thiago. Renata es grande para saber lo que hace –
      - No lo sé. Ahora dime cual maldito local –
      - Averig… ¿Por qué te importa tanto Renata? –
      - Le gusta – intervino Marcos – Ahora dile en que local
      - ¿Te gusta? ¿Y ella lo sabe? –
      - Dani – le dijo Marcos
      - Tú no te metas – gruño – Ni siquiera deberías estar aquí
      - ¿Dónde está?
      - En el Patio Bellavista local 2 – resoplo – Me tienes mucho que contar.

La alcance a escuchar antes de salir corriendo hacia los ascensores. Nunca había conducido tan rápido por las calles de la ciudad. Un recorrido de cuarenta minutos lo hice en veinte.
Entre en el local, lleno de gente, buscándola, esperando verla sola, porque no dudaba poder contenerme si otro hombre la tocaba.
Pase por la barra, por los baños y nada, estaba perdiendo la paciencia. Salí un poco hacia donde había menos ruido y la llame, dos, tres, cuatro veces y nada.

Volví al coche decidido a en ir a casa de tío Gabriel, sin importar ponerme en evidencia. Cuando mi móvil sonó en un mensaje.

“Hoy no puedo verte. Tal vez el lunes si es que
Es sobre el divorcio. Renata”

“Contesta el móvil”

“No”

Ante su negativa respuesta, volví a marcar su número otra vez sin tener respuesta alguna, estaba más molesto, más que sin paciencia. Y utilice mi última opción.

“O me contestas o voy a tu casa”

Mi amenaza funciono por que inmediatamente sonó mi móvil, lo deje sonar para hacerla entrar en colapso y así fuera ella quien me llamara y me buscara.
Al tercer intento me apiade y con una sonrisa le contesté.

      - ¿Por qué me haces esto? – pregunto angustiada
      - ¿Dónde estás? –
      - Eso no te importa ¿Por qué Thiago? –
      - Quiero verte –
      - Me viste ayer –
      - ¡Ahora! –
      - No – me corto – Lo nuestro es solo sexo, no te confundas – Aclaro – Llama a tu novia y queda con ella.
      - Quiero verte - insistí 
      - Yo no – confirmo tratando de sonar segura – Estoy ocupada ahora, hablamos el lunes en tu oficina.
      - ¿Por qué lo haces? – susurre
      - ¿Hacer qué? –
      - Salir con otro. Buscar lo que yo te doy. –
      - Que te pasa Thiago. No estoy con nadie –
      - Mientes –
      - Pues cree lo que quieras –

Sentí que mi corazón se partía en dos en ese momento, pude escuchar como retenía el llanto ¿La estaba mal interpretando?

      - No quise… –
      - Lo hiciste. Buenas noches Thiago –
      - Renata yo… -
      - No digas nada ya me quedo claro lo que piensas de mí. No necesitas disculparte. Además yo, esto… bueno nosotros debemos volver a lo profesional. –
      - ¿Qué? No. Renata no. ¿Dónde estás? Necesitamos hablar.
      - Estoy en mi casa. Dejemos esto para mañana. –
      - No, tiene que ser ahora – resople - Te espero en la entrada exterior, dejare el coche lejos para que nadie me vea –
      - Ese es el problema –
      - ¿Cuál? ¿Qué me vean? Prometo que nadie lo sabrá –
      - Nada, Thiago. Te espero –

A toda velocidad llegue a un par de casas, cuando aparque corrí hasta su encuentro y sin pensarlo dos veces me lance sobre su boca, la bese sin importar que me fueran a ver. Solo me importaba ella.

      - Yo solo pienso que eres una hermosa y valiente mujer Renata, jamás podría ser de otra manera – dije separando nuestros labios solo lo necesario para hablar – Vamos a mi casa.

Sin esperar respuesta la arrastre de la mano, en silencio hasta mi coche. Antes de que arrancara ella decidió hablar.

      - Soy una perra, soy lo peor. Le hago a Andrea lo mismo que me hacían a mí. Esto no habla bien de mi persona, de mi educación. Esto no puede continuar. Yo no me puedo ir a tu casa no ahora ni nunca más. Esto de ser tu amante funciono, pero ya ha pasado un mes y fue el tiempo suficiente para que eligieras, pero no Thiago. Preferiste la doble vida y ya no más.
      - Crees que me gusta esto a mí también – Espere su respuesta y al ver que no decía nada continúe – Le he dicho a lo menos veinte veces a Andrea que ya no quería nada con ella, pero hace alguna estupidez y no tengo el valor. Renata lo que nosotros tenemos es especial.
      - ¿Especial? – Suspiro – Es sexo Thiago, nada más. Asúmelo de una vez
      - No preciosa – le tome las manos – Es más que eso y te lo voy a demostrar con hechos no con palabras, porque las palabras se las lleva el viento. Y yo quiero que esto quede para siempre entre nosotros. Lo que yo estoy sintiendo.
      - No quiero ir a tu casa – dijo
      - Si es así no te puedo obligar, la próxima vez que te haga el amor será porque ambos queremos y todo esta aclarado. –
      - Haces que todo suene fácil –
      - Lo es. Preciosa. De verdad que lo es – suspire – Ahora ve a la cama y descansa
      - Buenas noches – dijo triste abriendo la puerta del coche
      - Buena noche preciosa. Recuerda la reunión el jueves –

No espere respuesta alguna de su parte y cuando cerró la puerta decidí que era el momento de marchar y hacer las cosas bien. Para que Renata dejara de pensar que ella era lo que había dicho, y sobre todo por mí.
Lo que se avecinaba no iba a ser fácil, pero si no luchaba ahora que la tenía, no podría hacerlo si la perdía.
De solo pensar que podía volver a perderla mi mente entraba en colapso y se me ponía la piel de gallina.
La primera parte era dejar a Andrea, lo que hace mucho debería haber hecho. Saque el móvil con la intención de acabar de una buena vez pero mi sentido común gano, y deseche la idea. Eran las dos de la madrugada.

A llegar al departamento el salón estaba en completa oscuridad, ni un rastro de mi hermana, ni de Marcos.
Camine en dirección hacia mi habitación, pero la puerta entre abierta de la habitación de invitados me llamo la atención.
Me acerque a la puerta sin hacer el menor ruido.

      - ¡Aaah! – Escuche la inconfundible voz de mi hermana dentro.

Cuando empuje la puerta para ver lo que pasaba, mi corazón se paralizo. No podía creer lo que mis ojos veían. Una angustia me invadió, una furia. Una cantidad de sentimientos que nunca había experimentado.
El idiota de Marcos degustaba los pechos de Dani, y ella con su cara de placer lo dejaba gustosa.
Le tocaba las zonas prohibidas, y ella lo disfrutaba.
Como un animal abrí la puerta hasta atrás haciéndola retumbar, aun con la luz apagada todo era visible. Ambos desnudos de la cintura hacia arriba, y ella en bragas.

      - ¡Thiago! – el grito de horros de Daniela me hizo reaccionar.
      - ¿Qué mierda creer que haces Marcos? – grite acercándome al mueble para lanzarle su ropa a Dani.
      - Te lo puedo explicar – dijo Dani cubriendo su desnudes con la colcha.
      - Tú te callas, ve a mi cuarto y vístete. Ya hablaremos los dos – grite - ¿Qué mierda le hacías a mi hermana? –
      - Hermano te lo puedo explicar – volvió a insistir Daniela
      - ¡Te dije que te fueras! – le volví a gritar, tomándola por el brazo
      - Thiago suéltala, le haces daño – intervino Marcos
      - Eres un maldito hijo de perra ¿Cómo rompes mi confianza de esta manera? –
      - Por favor, Thiago escúchanos – pidió Dani al borde de las lágrimas.
      - Que te calles he dicho –
      - Deja de hablarle así –
      - Ahora suéltame Thiago – pidió Dani, forcejeando contra el agarre – Me duele
      - Y te dolara más si no te vas –
      - ¡NO! – grito

Contra todos mis impulsos, mis instintos alce mi mano con la intensión de darle una buena bofetada.
Como si mi brazo tuviera vida propia, iba contra la cara de ella, Marcos intervino y sujeto mi brazo dándome un empujón hacia atrás que provoco que Dani cayera al suelo.

      - imbécil – grito Marcos – Le ibas a pegar – volvió a gritar – Eres un animal podrías haberle hecho daño al bebe

Mi cerebro se paró, mi corazón dejo de latir, deje de escuchar todo a mí alrededor, sus palabras retumbaban en mis oídos. No, no había dicho esas palabras, no podía mi hermana, no podía estar. No. Ni siquiera era capaz de decirlo en mis pensamientos.
Una ola de furia incontenible me poseyó, y sin pensarlo siquiera me abalance sobre él, dándole el primer puñetazo en la cara, el no hacía nada por defenderse.
Uno, dos tres ya no era consciente de los golpes que le propinaba.

Dani media desnuda lloraba aun en el suelo, y soltando al idiota me agache a su lado. Su instinto la hizo cubrirse, alejarse de mí. Podía ver y sentir el miedo, como su cuerpo se tensó cuando la toque.

      - Dime que no es cierto – le pedí

Ella no respondía, solo lloraba de una manera inconsolable.

      - Dime que es mentira – grite
      - No puedo – grito en respuesta
      - ¿Por qué? – Mire a Marcos con la cara llena de sangre - ¿Por qué tuviste que joder a mi hermana?
      - Nos amamos – intervino Daniela
      - Esa mierda no sabe amar Daniela. –
      - Thiago por favor – dijo cuándo me ponía de pie para volver a pegarle – Vamos a tener un hijo
      - Hermano escúchame – pidió Marcos
      - Yo no soy tu hermano – dije fuerte y claro – Si lo fuera no te hubieras acostado con mi hermana, no la hubieras embrazado
      - La amo – grito Marcos – No pude hacer nada. Lo intente pero no pude
      - ¿lo intentaste? – Grite – Bien mal lo hiciste. No te basto con engatusarla, no. Eso no fue suficiente te la llevaste a la cama y como si fuera poco ¡La embarazaste! No. Ni siquiera lo intentaste
      - Thiago por favor – pidió Dani
      - Ya cállate Daniela, no me obligues a golpearte –
      - No lo harías – dijo segura
      - Créeme que sí, hasta sacar esa cosa que crece en ti –
      - Es tu sobrino – grito enfurecida
      - No – dije con pena – No es nada mío. Porque tú ya no eres nada mío.
      - ¡No le hables así! – dijo Marcos
      - ¿Qué esperabas esta noche? – Pregunte – Sabían que los pillaría
      - Claro que no – dijo Dani – Sabia como te pondrías, ni papá reacciono de esa manera
      - ¡¿Qué?! – Grite incrédulo – Mis padres lo saben y no me lo dijeron. Soy el último en saber. Gracias Daniela por la confianza – escupí
      - Mira cómo te has puesto – se escaso
      - Te pille en la cama. No me vengas con mierda ahora
      - Perdóname – dijo con tristeza

Sin decir media palabra, salí de la habitación cerrando de un portazo, que tiene que haber hecho retumbar a todo el edificio. Camine hacia el que era mi habitación y sabía que ahí no encontraría la tranquilidad que necesitaba.
Como me gustaría poder ir a refugiarme en los brazos de Renata que fuese ella quien me consolase, y me diera las palabras que necesitaba.

      - ¿Dónde vas? – escuche a Dani decir tras de mí.

Pero aquella pregunta ni yo mismo me la podía responder, quería estar lejos de ella, lejos de ese maldito departamento.
Baje al coche y conduje como alma que lleva el diablo, ni siquiera sabía para donde iba hasta que fui consiente que estaba afuera de la casa de Renata, el corazón me había traído en esta dirección, estaba claro que mis sentimientos por ella cada vez eran más fuertes.
Eran cerca de las cuatro de la madrugada, desde mi posición podía ver las ventanas de tres habitaciones, dos de ellas eran de Cota y la pequeña Carol. La luz de la tercera se encendió y puse en marcha el coche, Acelere lentamente sin perder de vista la ventana cuando vi moverse la cortina. Contuve mis ganas de bajarme e ir por ella. Llevarla lejos.
Arranque rápidamente sin dirección alguna, el móvil que no dejaba de sonar un minuto esta vez indico un nombre distinto. Ya no era ni mi papa, ni mama, ni Ian o ese par. Ahora era Renata, estaba claro que me había reconocido. No vacile ni un segundo antes de contestarle.

      - Cariño – dijo aliviada – Vuelve. Hablemos
      - No – dije seco – Todos me engañaron – conteste dolido
      - No es así – Solo buscábamos el mejor momento para contártelo.
      - ¿Tú también lo sabias? – Dije enojado - ¿Tú también y no fuiste capaz de decirme?
      - No me correspondía a mi Thiago –
      - Tenía derecho a saberlo –
      - Lo sé, y ahora lo sabes –
      - Y de la peor manera, la hubiera comprendido. La hubiera apoyado. Era mi hermana –
      - Es tu hermana –
      - No, ya no lo es. Y por lo que me doy cuenta no tengo a nadie –
      - No digas eso – suspiro – Me tienes a mi
      - Eso es mentira, hace unas horas me dijiste lo contrario. Al no irte conmigo –
      - Thiago yo… -
      - No Renata. Me mentiste como lo hicieron todos, todo hubiera sido distinto si te hubieras ido conmigo-

Dicho eso le corte también la llamada, conduje hasta las afueras de la ciudad. Aparque en el mismo hotel al que la llevaba a ella, pedí la misma habitación. La diferencia que esta vez no tenía su compañía, tenía una botella, digo una, dos botellas de whisky que me calentarían lo que quedaba de noche.

Estaba solo, todo los que querían, todos los que admiraba, me habían ocultado algo importante.