Capítulo 37
Como
podía haber cambiado tanto de un día para otro, desde la mañana anterior que
todo en esta casa era risas y felicidad. Mi segunda mañana despertando al lado
de Renata era maravilloso.
Anoche,
anoche simplemente fue perfecto, luego de haberle dicho a Renata que acostara a
Adam en su cuna, en su cuna por primera vez. Volvió a salir de la habitación
preciosamente vestida. Ese vestido no se lo había visto jamás puesto, el color
dorado, era tan dorado como su pelo.
Comimos
una exquisitez que ella había preparado, de verdad se había esmerado muchísimo,
y había valido la pena, ningún restaurant estaba a la altura de mi mujer en la
cocina. Conversamos de todo y nada a la vez, ella me hacía preguntas sobre los
primeros meses de Adam, de cómo había hecho para criarlo tan bien y sano como
estaba. Me volvía a pedir perdón por todo lo pasado. A si mismo le pregunte
detalles de aquel viaje que nos jodió la vida. Con lágrimas en los ojos ella
recordó como había sucedido, y para mi desgracia sabía que había sufrido en ese
tiempo, tanto por lo que le habían hecho como por saber que la culpable de su
sufrimiento eran sus malas decisiones y su hermana.
Miro
como duerme con los cabellos esparcidos en la almohada y como Adam tiene una
mano sobre su pecho, si este pequeño bribón no estuviera hubiéramos terminado
haciendo el amor. Pero lo tenemos y es mi gran alegría. Verlos dormidos juntos,
sentir que en la cama estamos los tres, que nuestros corazones están juntos de
nuevo
¡Por Dios Thiago
te estar volviendo tan romántico! – me había dicho Renata cuando busco un
par de piezas suaves para que bailáramos en el salón.
Nos
comenzamos a besar a partir del segundo baile, en el tercero ya nos tocábamos
lugares más íntimos y cuando estábamos listo para ir a bailar a la cama. Adam
despertó llorando.
Ambos
nos miramos y sonreímos.
No está
acostumbrado ni a la cuna ni a estar solo –Le aclare cuando me beso y fue a
ver que le pasaba.
Me alegro de eso
– río
antes de volver a nuestra habitación con el niño en brazos – Eso me asegura que no ha habido ni una sola
mujer en esta cama
Iba
a contraatacar sus palabras pero Adam se robó toda nuestra atención, siempre tenía
ese efecto. Le preste una mis camisetas a Renata y le dije que se acostara con
Adam, estaría más cómoda para darle pecho y así me aseguraba de que no era solo
un buen sueño.
Adam
despertó, y empezó a trepar por sobre Renata para alcanzar sus senos. No le
bastaba con solo tocarlos, no este niño los quería en su boca. Ojo que no lo
culpaba.
- ¿Siempre es así? – Pregunto Renata
somnolienta - ¿Nunca duerme un poco más?
- Dice que le carga la gente perezosa – reí
y la bese castamente por encima de Adam
- Esta claro que eso lo saco de ti –
bostezo – Perdón anoche me dormí
- No importa, yo igual me dormí. Te quedo
muy rica la cena anoche – sonreí
- Me lo dijiste como mil veces – río
también - ¿No te cansas he? – dijo mirando a Adam
- ¿Por qué hace eso? – Negué con la
cabeza – Costaba muchísimo que le tomara a Dani, y a ti no te deja ni un solo
segundo
- Debe ser porque sabía que no eran sus
pechos.
- Estos tampoco son de él –
- ¿De quién son Thiago? – Alzo una ceja y yo me encogí de hombros en respuesta –
Espera hijo ya te voy a dar
Se
sentó en la cama, tiro la sabana para cubrir la desnudes de su cuerpo hacia abajo
y acomodo a Adam en sus brazos. Me quede en el mismo sitio mirando como el
mientras se metía el pecho de su madre a la boca con las manos le acariciaba la
cara. Era una hermosa imagen, pero eso ya lo había dicho jajajajaja. Hubiera
sido lindo haberlo vivido desde un principio
- ¿Qué piensas? – me pregunto sonriendo
pícaramente
- En lo lindo que hubiera sido esto de un
principio – a penas articule palabras quise enterrarme, agacho la cabeza de
inmediato – No quise
- Esta bien, es lo que sientes. Yo
también me lo preguntaba.
- ¿Desayuno? – dije para distraerla y
distraerme a mí también
- No, aun no. – Me tomo la mano para que
no me levantara de la cama – Quédate con nosotros
- Ayer… Anoche… Yo…
- Yo también – río – Me gustaría quedarme
con Adam algunas noches.
- Creo que a él también le gustaría
- ¿Esta noche? – Me alce de hombros - ¿Es
un sí o un no?
- ¿Quieres pasar el día con nosotros?
- Pensé que nunca lo preguntarías – río –
Claro que sí.
- Bien – me pare de la cama – Entonces a
bañarse. Saldremos
- ¿Dónde?
- Lo iremos viendo en el camino. Dame a
este pequeño y ve a prepararte
- Hazlo tú primero, así me da tiempo de
alistar a Adam
- Yo puedo hacerlo
- Sé que puedes, pero yo quiero hacerlo.
Esto parece tan normal.
- Lo sé – le bese castamente los labios –
A mí también me lo parece. Podemos bañarnos juntos y luego preparar juntos a
Adam. ¿A que no es mejor idea?
- Ve a ducharte – me ordeno guiñándome un
ojo
***
Dos
horas más tarde íbamos camino a la playa, Adam dormía en su silla, Thiago
concentrado en el tráfico y yo. Y yo mirando el paisaje, a ratos el perfil de
mi hombre, los cambios que habíamos tenido en tan poco tiempo. ¿Cómo en un fin
de semana podía cambiar todo? Parecíamos una familia, tal vez hasta casi lo
éramos.
Cuando
aún estábamos en casa, había llamado a mi padre para avisarle que no iría a
comer con ellos. Era el más feliz por saber que estaría pasando el día con mis
hombres.
Mis
hombres, que extraño sonaba decirles así. Pero a Thiago se le había puesto una
sonrisa en la cara cuando había preguntado ¿Están
listo mis hombres? Me gane varios besos después de eso. Esos besos con los
que había soñado por casi diez meses, varias caricias que llevaba esperando la
misma cantidad de tiempo.
- ¿En qué piensas? – pregunto Thiago
poniendo su mano sobre la rodilla.
- En nada – me alce de hombros – Adam ha
dormido muchísimo
- Solo recarga sus energías – río – Ya
verás cómo nos dará guerra
- Thiago – apreté su mano
- ¿Qué? – tomo mi mano y se la llevo a su
boca, besando cada uno de mis nudillos
- Pasamos por una tienda para comprarme
algo más corto. Así poder mojarme en el mar con Adam
-
Te dije que pasáramos por tu departamento para que sacaras ropa.
- Se nos iba a hacer tarde – le sonreí –
Pero me puedo comprar algo.
- Bien – beso nuevamente mi mano – Te
comprare el bikini más lindo que encuentre
- ¿Qué? – Abrí mucho los ojos – No, ni se
te ocurra
- ¿Por qué?
- ¿Quieres que haga el ridículo? No,
Thiago.
- ¿El ridículo? ¿Por qué Renata? – Río –
No me salgas con que estas gorda, o que te da vergüenza tu cuerpo.
- Un poco – admití – Pero con un pantalón
corto, o una falda estaré bien
- Renata, preciosa. No estás gorda. Ya me
hubiera dado cuenta de eso.
- No estoy gorda, es solo que mi cuerpo
no es el mismo. No quiero un bikini
- Claro que no es el mismo, tuviste un
hijo. Amor, te quiero en un bikini. Te quiero con una sonrisa, te quiero feliz
y disfrutando con nosotros.
No
pude evitar reír y sentir mariposas en el estómago. Me había dicho amor, no
sabía todo lo que esa palabra se significaba para mí. Su móvil sonó, rápidamente
contesto con monosílabos. Quería y no quería saber quién era. Su ceño fruncido,
su buen humor iba desapareciendo, hasta que unos metros más adelante aparco el
coche. Y bajo.
Me
quede mirando su rostro y como discutía. No todo podía seguir siendo del todo
bien. No podíamos tener un día perfecto. Tampoco aguantaba más mirándolo desde
arriba, así que decidí bajar. Al llegar a su lado corto la llamada. Se llevó
las manos al pelo y suspiro con frustración
- ¿Quieres que volvamos? – le abrace por
la espalda y bese su omoplato.
- No. – Giro en mis brazos y me beso la
cabeza – Estaremos bien
- ¿Paso algo malo? – pregunte temerosa
- No – resoplo. Apoyo su frente en la mía
– Estaremos bien
- Si, Thiago – le bese castamente –
Estaremos bien
- Te quiero, Renata. – Me devolvió el
beso – Quedémonos unos días
- ¿Dónde?
- Donde quieras. – Me beso - ¿Quieres que
pasemos unos días solos?
- ¿Qué pasa? – mire dentro del auto y vi
que a Adam le estaba llegando mucho sol en su pequeño cuerpito - ¿Seguimos?
- No me dijiste si querías que nos quedáramos.
Le
volví a besar y me solté de sus brazos, era un buen espectáculo el que
estábamos montando en plena carretera pero debíamos continuar.
Thiago
siguió mi ejemplo y cuarenta y cinco minutos después rondábamos algunos
departamentos en renta. Era temporada alta y no encontrábamos lugar. Thiago ya
harto de todo decidió dirigirse a un hotel.
Pidió
una habitación con vista al mar y un joven nos acompañó hasta la puerta.
- Si necesita cualquier cosa, nos llama.
– amablemente dijo y nos dejó solo en la habitación
Camine
hacia la ventana, mientras sostenía a mi hijo sobre mi cadera derecha. Thiago
me abrazo por detrás y apoyo su cabeza en mi hombro.
- Esperaba un departamento con un poco de
comodidades – me beso el cuello - ¿Quieres comer algo?
-
Estaremos bien aquí – le sonreí - ¿A que si mi amor?
- Si – río Thiago – Si estamos los tres,
estaremos más que bien.
Thiago
nos dejó solos un momento mientras iba al coche a buscar el bolso con las cosas
de Adam. Aproveche ese momento a solas para llamar a papá y saber cómo estaban
las cosas en casa.
- Hola papá – le salude muy alegre
- Mi vida – sabía que estaba sonriendo -
¿Ya llegaron?
- Si –le hice cosquillas a Adam, quien río
a carcajadas – Estamos en un hotel. Tal vez nos quedemos a pasar la noche
- ¿Entonces está todo bien?
- Todo perfecto –
- Me alegra muchísimo mi vida. Pásalo muy
bien y disfruta a tu familia.
- Gracias papi
- De nada. – Río – Ahora ve y disfruta
Mientras
escuchaba a mi padre contarme cosas sobre Carol, la puerta de la habitación volvió
a abrirse. Le hice señales a Thiago para que se diera cuenta que estaba al teléfono.
Me sonrió y dejo caer en la cama la bolsa y comenzó a sacar un par de cosas.
- Te dejo papá – guiñe un ojo a Thiago
- ¿Todo bien? – pregunto cuando lance el móvil
sobre la cama
- Sip – sonreí – Todo bien.
- ¿Qué hacemos?
- Vamos a almorzar, luego podemos ir a la
playa
- Me parece estupendo.
Y
ahí estábamos tres horas después recostados unas reposeras mirando el mar con
Adam entre nosotros riendo arrojándose arena en la cabeza. Pero ninguno de los
dos era capaz de decirle que parara, no cuando lo veíamos reír, cuando lo veíamos
estar tan feliz.
Thiago
se había salido con la suya y debajo de la playera estaba ese bikini que me había
regalado. Por Adam y nada más que por él me había sacado el pantalón. Pero no
sería capaz de la playera.
- Renata –
Mire
a Thiago que se ponía de pie sin quitarme los ojos de encima y me estiraba la
mano. Le alce una ceja y negué con la cabeza.
- Vamos –
Volvió
a insistir y tomo a Adam en sus brazos. Volví a negar cuando tenía clara sus intenciones.
- Solo hasta la orilla –
Negué
con la cabeza nuevamente. Pero con la sonrisa pegada a mis labios. Adam
apuntaba el agua y era donde su padre lo llevaba y quería arrastrarme con
ellos.
- Vamos Renata, no seas aburrida.
- Bueno vamos
Le
tome la mano y caminamos a la orilla. La gente nos miraba, no había mucha, pero
éramos una pareja joven y con un pequeño, sobre todo cuando el hombre que
llegaba al niño tenía un cuerpo casi hecho a mano. A pesar de todo el tiempo
que conocía a Thiago no comprendía como podía mantener ese cuerpo. Iba al
gimnasio, pero no todos los días o se mataba en el para tener ese cuerpo. La genética
era muy amable con él.
¿Iría
a ser Adam de la misma manera? ¿Andaría por ahí en unos años más robando todas
esas miradas? Mire a mi hijo y a su padre al mismo tiempo, tenían un parecido. Era
indiscutible que era suyo.
- Deja de comernos con los ojos mujer –
se burló – Sabemos que estamos guapos, pero no necesitamos que mamá nos mire así
- Se parecen mucho – sonreí y moví las
manos para que Adam pidiera mis brazos
- Es guapo como tú – me lo tendió – Es perfecto
como la mamá
Con
Adam en mis brazos levante el pie lo bastante fuerte para salpicar de agua a
Thiago. Me volteé rápidamente para huir o terminaríamos todos mojados. Mi niño
reía a carcajada con cada gota que nos alcanzaba de las que Thiago nos tiraba.
- Ya para Thiago – pedía, cada vez estaba
más mojada mi playera. A pesar del sol, corría viento en la orilla
-
Dejen de huir – pidió – Te puedes caer con el niño
Me
detuve en ese momento y Thiago se paró por delante y me beso.
- Tus labios saben a sal – río y me volvió
a besar
- Los tuyos a labial de fresa – le di un
nuevo choque de labios y me deje caer en la orilla con Adam.
Puse
a Adam entre mis piernas mientras el mar le mojaba su traje de baño del ratón
Mickey que le había regalado su Abuela Renata en su cumpleaños. Se veía completamente
adorable.
Cada
vez que llegaba el agua a sus piernas el movía sus pequeñas piernas y reía. Trataba
de tomar el líquido salado con sus manos y llevárselo a la boca. Se frustraba
cada vez que no lo conseguía. Thiago reía a mi lado. Con sus manos hizo un
pequeño agujero, donde Adam chapoteaba sus piececitos.
La
tarde se iba apagando a nuestro alrededor y nosotros estábamos demasiado felices
para que todo esto fuera verdad. Desde la reposera con mi hijo envuelto en una
gran toalla para que no cogiera frio veía como el hombre de mis sueños, el amor
de mi vida se lanzaba una y otra vez bajo las olas del mar. Era todo un espectáculo,
no tan solo para mí, sino para el grupo de chicas que estaban a un par de
metros de distancia.
Las
podía escuchar hablar de lo guapo, de su cuerpo. No era algo que me gustaba
escuchar, pero saber que ese hombre era complemente mío me llenaba de orgullo.
Una
de ellas la del bikini rojo con unos pechos diez veces más grandes que los míos
en el mejor momento después del parto se metió al mar demasiado cerca de donde
Thiago estaba.
Cada
vez que la chica miraba hacía sus amigas las veía a las malditas alentarla a
que se acercara, le levantaban el pulgar y le hacían señas con las manos.
Eso
ya era ir demasiado lejos. Pero tampoco podía yo aventurarme e ir a su lado y
hacerles saber que era mío.
No
me quedaba más que hacer que mirar la reacción de Thiago desde lejos y apretar
más a Adam contra mí.
Cuando
Thiago volteo y me saludo con la mano, yo le devolví el saludo ganándome todas
esas miradas del grupo. Incluyendo a la del bikini rojo que solo se acercó aún más
a mi hombre.
Thiago
me regalo una sonrisa y comenzó a retroceder, podía imaginar que se había dado
cuenta de la situación o simplemente quiso hacerlo. No sabía que podía ser,
pero salió del agua corriendo y llego a nuestro lado.
Se
sentó tras de mí y me abrazo todo mojado, el frio del agua traspasaba mi
playera, pero el calor de su cuerpo era el mejor contraste.
- Puede tener los pechos al aire – me susurro
– Pero no mi atención.
- ¿De qué hablas? – me hice la inocente y
puse de pie sobre la reposera a Adam quien estaba con la mayor intensión de
aprender a caminar. – Ya quiere hacerlo solo
- No me cambies el tema, amor – me beso
la mejilla y me abrazo aún más fuerte, solo un poco más de presión y me rompía
las costillas – Mis ojos solo te ven a ti, a tu cuerpo, a tus pechos.
- Mira – volví a insistir, mientras Adam
daba un par de pasitos afirmado de mis manos en dirección a nosotros
- Mi atención es de ustedes, amor. Ni esa
chica, ni las otras me gustan como lo haces tú ¿Vale?
- Vale –
- Aparte – subió sus manos desde mi estómago
hasta mis pechos, por reflejo y vergüenza apreté el cuerpo de Adam hacia mí,
para que no se viera lo que su padre hacia conmigo – Estos – me los apretó con
la fuerza justa para acelerarme la respiración y contraer mi cuerpo – Son míos –
rozo el pezón con el pulgar. – Vámonos de aquí – susurro
No
me dio tiempo para reaccionar y saco a Adam, y lo dejo sentado sobre la arena
mientras él se ponía su playera negra y yo era una espectadora desde la
reposera sin ser capaz de reaccionar. Este hombre me tocaba con cientos de
personas alrededor y no le afectaba en nada.
- Si me afecta – respondió como si pudiese
leer mis pensamientos
- No lo parece – reaccione y me puse de
pie al tiempo que subía mi nueva falda
- Ya te mostrare que si lo hace. Vamos
mujer apresúrate que Adam necesita una ducha, una cena y dormir. Su padre
necesita a su madre.
- Thiago – lo reprendí. Su tono de voz no
era nada silencioso y podía jurar que toda la playa escucho eso.
Mientras
me acomodaba la ropa Thiago guardo las toallas y los juguetes de Adam dentro
del bolso. Me agache a tomar a mi hijo cuando sin ningún motivo este hombre del
que estaba completamente enamorada me dio un nalgazó que me hizo saltar de la impresión,
no por el acto en sí, sino por la poca vergüenza que estaba mostrando.
Al
llegar al hotel pocos minutos después, entramos en nuestra pequeña pero acogedora
habitación. Me lleve a Adam directamente a la ducha, mientras Thiago me traía todas
sus cosas personales para esta misma. Lo deje un momento en el suelo mientras
yo me sacaba la ropa.
Era
más rápido y simple ducharme con él. En casa tenía su bañera, acá no. Pondría
en práctica mis dotes de madre que Magda me había enseñado.
Una
vez desnuda, hice lo mismo con Adam y lo cargué hasta la ducha, regule la
cantidad de agua y cerré el separador para que no cogiera frio mientras esperábamos
que su padre llegara con las cosas.
Ni
tres minutos más tardes Thiago corrió el separador y me miro con una ceja
alzada.
- ¿Qué haces? – le dije cuando no
reaccionaba a dejar nada, ni apartarse
- ¿Qué haces tú? – pregunto tragando
saliva
- Tratando de bañar a Adam, anda Thiago pásame
sus cosas
- Ah eso – se rasco la cabeza y me tendió
una botella – Estas guapísima
Me
sonroje ante su comentario, caí en cuenta que lo que hacía era mirar mi cuerpo
desnudo, eso era lo que le parecía extraño. No que estuviera en la ducha.
- Cierra eso que le entra aire al hijo
Thiago
cerró, puse a Adam de pie, y me agache para estar a su altura, mientras que con
una mano lo sujetaba, con la otra le sacaba una cantidad enorme de arena de la
cabeza. Thiago volvió a abrir el separador, esta vez entrando desnudo junto a
nosotros.
- Mujer – resoplo al verme en esa posición
con el culo en punta – Eres un maldito pecado. Dame al niño, yo lo afirmo y tú
lo lavas
Creo
que en el mundo solo hay una persona que encuentra atractivo mi cuerpo y ese
era Thiago, me levante con la intensión de provocarlo, ya se había comportado
durante estos días y no habíamos llegado a estar juntos de la manera en que lo
deseaba. Pero esta noche lo haríamos de alguna manera nos las arreglaríamos. Tenía
que arreglarlo de alguna manera o me moriría. Lo necesitaba, y mirarlo desnudo
a mi lado no ayudaba en nada.