jueves, 25 de junio de 2015

#50 Caminos Inesperados

Hola, antes de que puedan leer el capítulo número 50, el final. Debo comenzar contando un poco y pidiendo las disculpas pertinentes por la demora y la demora y la mas demora en la salida de los últimos capítulos. 

La verdad es que no era mi intención alargar tanto, tanto la historia. (no es que haya inventado mas cosas en medio, no) Desde el año pasado (mucho tiempo a estas alturas) vengo entregando capítulos siempre con mucho tiempo de distancia pero eso no provoco que dejaran de leer, las visitas al blog's siempre eran altísimas. Y agradezco eso :) Como much@s ya saben bueno termine mi carrera en diciembre (primer motivo de demora) fueron 4 años de estudios y todo eso (saben a lo que me refiero, mucho estres) Desde que terminaron las clases nos faltaba el paso final "Seminario de titulo" Bien ese proceso fue HORRIBLE muchas noches sin dormir y todo eso... Pero el viernes que paso (19/06) Di mi examen final con el cual me entregaron por fin mi titulo :) Así que eso... no era que no quisiera... era que no tenia nada de tiempo. Pasado el proceso he dormido una cantidad de horas inimaginables. :P Listo no les doy mas la lata y les dejo el capitulo. :) 

El final de Caminos Inesperados, muchos cariños y muchas gracias por todo a todos/as las que ya desde hace mucho siguen las cosas que salen de mi cabeza jajajaja... Pronto, pronto vendré con algo nuevo... Ya les estaré contando durante el Epilogo :) 
                                                              
                                                               ¡Que lo disfruten!
                                                                              Rocio





Capítulo final.


Cuando la vida ingresar a la iglesia del brazo de su padre, por fin en ese momento pude respirar aliviado. Estaba tan hermosa con su vestido de novia que ni siquiera me importó que no fuera blanco como yo lo quería. Aún si hubiera llegado vestida de negro se vería completamente hermosa para mis ojos, y seguiría completamente y absolutamente enamorado de ella.
Renata Omalei me había aceptado por segunda vez como el hombre de su vida, yo la estaba haciendo mi mujer nuevamente a pesar de todas las adversidades, una hermana con celos fraternales, un éxito marido abusador, una huida de mi lado dejando a un recién nacido solo. Todo eso simple y sencillamente quedaban en el pasado desde este momento.

En la primera fila del lado derecho estaba mi familia, mis padres, hermanos, cuñado y sobrina. Detrás de ellos esos amigos de toda la vida con los que hace ya más de siete años realice ese viaje que cambio mi vida. Donde hice por primera vez el amor, donde conocí el amor a primera vista. Donde la vi ya hecha toda una mujer, una mujer que llegaría a completar mi vida.

A la izquierda mis suegros, con Carol a su lado. Esa pequeña que no tenía culpa alguna de venir a esté mundo con una madre que jamás podía ser tan buena como la de mi hijo. Y hay estaba él, la razón de mi vida. Sin duda una de las mejores cosas que había hecho. Mi pequeño y travieso Adam Lackington. Ese niño que por un año fue completamente mi responsabilidad, fui su padre y su madre. Velé su sueño y cuide de él como el mayor tesoro que me había dado la vida, era mío al igual que su madre y todos los hijos que la vida nos mandará.

A mi lado y como la madrina de enlace de Renata mi querida y adorada abuela, Victoria. Esa mujer que con sus consejos y ayuda había logrado hacer crecer el vínculo de Renata y Adam, que no le importó como me fuera a poner por actuar a mi espalda buscaba el bien para mi hijo.

El resto de los invitados simples espectadores de la unión, compañeros de trabajo y otras personas que para mis padres y suegros eran importantes, a nosotros nos daba igual. Solo la gente de adelante eran las que nos importaban.

      - Te entrego a mi hija, cuídala y protégela siempre. Pero por sobre todo amala como se merece

Las palabras de tío Gabriel, junto al momento en que me entrego las manos de Renata pusieron un nudo en la garganta que no se fue en toda la ceremonia. Dicen que las mujeres se ponen sentimentales en las bodas. Bueno yo estaba conteniendo las lágrimas y en cada momento que pasaba presionaba la mano enlazada de mi amor, mi único y verdadero amor.

El momento de los votos había llegado, no quería repetir lo que el sacerdote decía, no eran mis verdaderos sentimientos. Pero habíamos llegado a un acuerdo. (Siempre había una manera de no cumplir las reglas)

      -Yo Thiago Lackington, te tomo a ti. Renata Omalei como esposa. Para amarte y respetarte, en la salud y en la enfermedad todos los días de mi vida - repetí las palabras mecánicamente - Porque mi vida sin ti no tiene ningún sentido. Te amo, eres mi vida y lo serás hasta la muerte.

Sin despegar mis ojos de los de mi mujer veía cada lágrima de felicidad que caía por sus mejillas.

      - Yo Renata Omalei, te acepto a ti, Thiago. Como esposo, amigo y amante. En la riqueza y pobreza, salud y enfermedad. Todos y cada uno de los días de mi vida.

Se dejaron escuchar los aplausos y silbidos de mis amigos. Sonreí sin mirarlos, no quería perderme ni un gesto de la cara de Renata. En ese momento y con la bulla generada, las palabras de Adam nos hicieron voltear (Incluso con eso seguía siendo la boda perfecta) Renata le hizo un gesto de silencio que solo provocó que Adam la comenzará a llamar con más insistencia casi al borde de las lágrimas.
Contra todo pronóstico y escrito de las bodas le solté la mano a mi mujer y corrí hasta nuestro hijo

      - Ven acá - se lo arrebate a mi suegro y volví a mi lugar.

Con Adam en mis brazos y de la mano de mi esposa el sacerdote dio por terminada la misa y dijo por fin eso que tanto estaba esperando.

      - Puede besar a la novia

No lo dude y le di un romántico beso en su labios, con unas pequeñas manos de por medio.

      - Ahora eres mi mujer ante los ojos de Dios - dije volviéndola a besar
      - Y para siempre.


***


La comida, el baile, las fotos y miles de felicitaciones nos tuvieron en el festejo hasta entradas las cuatro de la mañana, ese fue el momento en que Renata apoyo su cabeza en mi hombro y susurro coquetamente que necesitaba ir a una habitación. Ni pensar que yo deseaba lo mismo, quería acostarme en muestra cama y tenerla entre mis brazos, aún fuera solo para dormir. Cosa que haríamos después de hacerle el amor.

      - ¿Segura que no te molesta quedarte con Adam esta noche? - le pregunto Renata a mi madre, como por... décima vez.
      - Me hace feliz tener a mi nieto en casa - dijo dándole un beso en la mejilla
      - Gracias mamá - está vez le di un abrazo - Mañana pasaremos por casa antes de irnos
      - Crie tres hijos - me regaño - Y Adam es mucho muchísimo más tranquilo de lo que eras tú a su edad.
      - Los llamaremos cualquier cosa - dijo mi padre abrazando a Renata - Sólo disfruten de ustedes y no se preocupen de Adam.
      - ¿Nos vamos? - le pregunte a Renata quien volvía a besar la cabeza de Adam.

Casi la saque a arrastrando del salón y la subí al coche. Antes de comenzar a conducir la atraje por el cuello hasta mi boca y se la devoré como llevaba un par de horas sin hacerlo.

      - ¿Lista para el comienzo de nuestra nueva vida?
      - Completamente lista y segura, amor.
      - Hoy, ahora y para el resto de mi vida soy el hombre más feliz de esta tierra.
      - Y yo la mujer, todo fue hermoso. Incluyendo y destacando el terminó de la ceremonia.
      - Fue la mejor parte. Adam siempre haciéndose presenté.
      - Te amo - me beso
      - Te amo - la bese.

Cuarenta minutos más tarde llegábamos a nuestra habitación sin nada que se interpusiera entre nosotros. Vimos el amanecer en medio de que nos hacíamos el amor, nos profesábamos y gritábamos nuestro amor. Cuando nos ganó el cansancio, abrazados y sudorosos nos dormimos. Más feliz que cualquier otra noche, que cualquier otro día.

Llevábamos dos horas de viaje y Renata aun lloraba por haber dejado al niño, se tardó más de una hora en despedirse de Adam. Verla así, fue duro, por un momento dude si era buena idea dejarlo. Al final mi madre termino por sacarnos a la fuerza de su casa.

      - ¿Te sientes mejor? - pregunte presionando su muslo para llamar su atención
      - ¿No te da pena haberlo dejado? - pregunto en un sollozo
      - Mucha - admití - Pero estará bien cuidado
      - Lo sé - apretó mi mano - Pero lo voy a extrañar, adoro cambiar sus pañales hediondos y ordenar todo el día sus juguetes
      - Creo que yo también - suspire - Te amo, cielo y necesitó que pasemos nuestra luna de miel. Prometo que volveremos pronto con Adam
      - Sé que con él acá, no sería lo mismo.
      - Amor - la llame - No quiero sonar egoísta, pero te prometo que ni tiempo de recordarlo. Tendrás 24 horas para hacerme feliz.
      - ¿Hacerte feliz?
      - Si - le guiñe un ojo - Muy feliz
      - ¿Y tú me harás feliz? - preguntó entrelazando nuestros dedos

      - Sólo si dejas de llorar y comienzas a sonreír - hizo el amago de una sonrisa - Sé que lo puedes hacer mejor.
      - Voy a llamar para saber cómo esta
      - ¡Ni lo intentes!
      - Solo para quedarme tranquila - rogó - Tu no lo entiendes
      - ¡Basta! - gruñí - Amor, si no estarás tranquila, si no disfrutaras el viaje... ¿Quieres que volvamos? – suavice mi noto de voz al ver que de esa manera conseguiría nada con ella.

Renata se quedó por un par de minutos pensando la opción de volver, en el primer centro de servicio de gasolina me detuve. Saque mi cinturón de seguridad y me giré hacia ella.
Al tomar su mano con la mía pude notar como temblaba, su anillo de boda estaba en ese lugar y me decía, me gritaba que este era nuestro para siempre.

      - Amor - busque su mirada - Haría cualquier cosa por ti, sobre todo para verte feliz. Si no estás a gusto con esto, si no quieres ir de luna de miel, solo tienes que decirlo.
      - Si quiero - susurro haciendo pucheros - Se siente como si lo abandonáramos – me abrazo - es como si lo volviera hacer.
      - ¡Oh! Amor - le bese la cabeza y la deje llorar sobre mí.

Era casi una ducha de agua fría, escucharla decir eso fue ¡Uf! Lo habíamos superado, pero ella misma aún no se lo perdonaba. En eso nada podía hacer, era algo de ella. Por más que muchas veces le había dicho que era algo de lo que nunca se debía enterar.

Luego de un café, un par de medias lunas, más lágrimas retomamos nuestro viaje. Claro no antes de que Renata llamara a mi madre para asegurarse que su hijo estaba bien. ¿Cómo no iba a estarlo? Ni por un segundo se me paso por la cabeza que podría estar de otra manera, tal vez extrañarnos, o sus cosas. Pero nada que fuera a hacer tan terrible. Cuando me paso el móvil y hable con mi madre, ella me dijo que le tuviera paciencia y que lo pasáramos bien.

A las ocho de la noche llegamos a la bonita ciudad de Valdivia, que nos recibiría en nuestra segunda noche de casados. Nos registramos en el precioso hotel con vista al Rio Calle-calle en todo su esplendor y con sus cambios de color provocado por la baja del sol.
Aprovechamos la agradable temperatura para salir a recorrer los alrededores, el mercado de artesanías, la costanera del rio, la escultura del magnetismo de la tierra. Las calles llenas de locales comerciales donde podías encontrar según los residentes las mejores cervezas. Ambos nos miramos y no perdimos tiempo. En la terraza de un local decorado y pintado como Alemania, nos sirvieron unas delicias de Arándano, Mie, sin filtrar y las clásicas.
Uno de los meseros que resultó ser el nieto de un inmigrante alemán con más de 60 años en nuestro país, nos contaba la historia de sacrificio y los esfuerzos por sacar su propia línea de cerveza artesanal.

      - Mañana antes de seguir - digo para llamar la atención de mi mujer - Iremos a un parque donde en la laguna encontrarás muchas flor del loto, además de esculturas en piedra y fierro.
      - Creo que tanta cerveza - río - Me duelen un poco la cabeza
      - Está bien, amor - llame al mesero - La cuenta por favor.
      - De acuerdo

Renata verdaderamente estaba tocada por efecto del alcohol, llegamos a nuestra habitación y me desnudo de inmediato. Verla sacarse la ropa de una manera salvaje y sin ninguna intensión de excitarme, fue un detonante más que rápido para que la siguiera en la ducha.

      - No recuerdo la última vez que estuve así de ebria -
      - Ni yo - me burle y la tome por la cintura - La última vez que sin proponerlo estuviera tan excitado por ti.
      - ¿Anoche? - bajo sus manos mojadas por mi espalda dejando la huella de sus uñas en mi piel
      - No - masaje sus glúteos - Me provocaste desde que entraste en la iglesia

Los besos fueron tomando pasión, las caricias ya no eran románticas eran locura, lujuria, morbosas. El desenfreno de nuestra pasión nos llevó a disfrutar del sexo bajo aquella ducha, en la espaciosa cama de la habitación.
A dedicarnos a amarnos, a disfrutarnos a complementarnos a tener ese tiempo que con un niño de un año seis meses se vuelven prohibitivas en algunos momentos que se ven cuartadas en los momentos en que más los deseamos. Aun así y por todos los contra amábamos a ese ser, y volveríamos a encargar otro pronto.

A la mañana siguiente nos despertamos enredados entre nuestros cuerpos exhaustos y felices, compartimos ducha y desayunamos en el restaurante del hotel entre risas y anécdotas de nuestra niñez cuando Renata no era otra que la niña consentida de mis padres, la que me robaba su atención

      - Pareces un niño mimado y celoso - se burló
      - En ese entonces lo estaba
      - Ese era el momento en que me tirabas el cabello o me escondías las muñecas
      - Y tú llorabas. Mi mamá me retaba - le tome la mano - Lo recuerdo muy claro. Pero también me recuerdo cuando tuviste esa fiesta en la escuela y yo como era tu mejor amigo pensé que me llevarías
      - ¡Claro que eras mi mejor amigo!
      - No tanto porque no me invitaste a mí, sino a tu compañero de curso.
      - Éramos unos niños y tú eras muy menor para ir conmigo.
      - Sigo siendo menor - le saque la lengua - Ahora deberás llevarme a las fiestas de la universidad
      - No me lo recuerdes - río - Pero no iré a fiestas, pareceré más la mamá que su propia compañera.
      - Una muy muy sexy, amor. Pero claro que iremos son experiencias que no debes perderte. Aparte y no menos importante estás muy fogosa con alcohol.
      - No me lo recuerdes que tengo un poco de dolor de cabeza
      - Resaca - me reí

Como le había prometido caminamos por la ciudad de los Ríos hasta llegar al Parque Saval reconocido por su hermosa laguna de Flor del Loto, por todos lados se respiraba aire puro, tranquilidad y el verde maravilloso de la naturaleza. Seguimos el sendero por medio de hermosas figuras hechas de fierro, algo digno de fotografiar y llevar de recuerdo para luego mostrar a nuestras familias. Un rinoceronte en piedra fue el que mayor tiempo le tomo a Renata que no podía creer la calidad del trabajo realizado. Comimos en una de las cervecerías Alemana más reconocida donde nos atendió una mujer vestida como si estuviera en la antigüedad de aquel país.

Por la tarde seguimos el recorrido, llegando a un maravilloso lugar llamado Aguas Calientes, una pequeña pero hermosa cabaña con vista a la cordillera de los Andes. 

      - Vamos a llamar a nuestro pequeño - la anime
      - Tenemos conexión WiFi - salto de alegría - Llamemos por Skype.   
      - Okey, amor. Llamaré a mi madre para que vayan a una computadora.

Mientras Renata se duchaba aproveche de marcar el número de mi madre, pero luego de dos intentos, preferí llamar a mi padre.

      - ¿Cómo va la luna de miel, hijo?
      - Excelente. Gracias por la recomendación.
      - Sabía que les iba a fascinar, tienes en parte el mismo amor por la naturaleza que tu madre. ¿Pasaran por la hacienda?
      - Tal vez, me gustaría ver cómo están esas tierras.
      - Bien, Thiago. Tenemos intención de vender esas tierras con tu madre.
      - Ya lo hablaremos cuando vuelva. Papá ¿Cómo está mi hijo?
      - ¿Cómo va a estar? Bien, esta.
      - ¿Están en casa? Queremos verlo vía Skype
      - Tendrás que llamar a tu hermana porque se lo llevo hace un par de horas.
      - ¿Por qué se lo llevo, tan mal se está portando?
      - Si te dijera que no te mentiría, se porta fatal, es como que volvieras a ser tu cuando niño. Pero esa vitalidad y felicidad que entrega es la que nos tiene muy felices. Amamos a nuestro nieto, pero Dani se empeñó que quería quedarse con él y no la pudimos detener.
      - ¡Ay mi Dani! Bueno entonces la llamaré a ella. Un beso para mamá, los quiero.
      - Disfruten y que vuelvan sin novedad. Te amo, hijo.
      - ¿Todo bien con Adam? - preguntó mi mujer con su sexy pijama con una familia de Osos en la parte delantera.
      - Así es mamá Osa. Pero debemos llamar a Dani.
      - ¿Por qué está con ella? ¿Le paso algo?
      - Lo secuestro, se lo robó. Iba a llamarla ahora.
      - Yo lo hago, ve a darte una ducha mientras
      - También quiero ver a mi hijo. - gruñí haciéndome pasar por molesto

Renata me arrebato el móvil de las manos y marco el número de Dani, primero las escuche reírse mientras me daba la ducha sugerida, luego las escuche despedirse y posterior a eso vi a mi mujer entrar en el baño.

      - ¿Cómo está?
      - Dani dijo que bien, que estaba durmiendo ahora. Estuvieron toda la tarde en la casa de su suegra jugando en la piscina, al llegar al departamento lo baño y se quedó dormido. Tenía ganas de verlo.
      - Yo también - admito - Anda ven a ducharte conmigo.
      - No - dijo con rotundidad - Me voy a meter en la cama.
      - ¿Por qué amor?
      - Me duele la cabeza
      - ¡¿Qué?! Ni una semana de casados y ya comenzamos con eso
      - jajajajaja - salió riendo del baño - Y no metas mucho ruido al acostarte
      - No te quedes dormida, mujer. ¡Estamos de luna de miel! - grite cortando el agua
      - Eso no significa que tengamos que tener sexo a todas horas - respondió
      - Pero si no he dicho eso - susurré llegando a su lado aun mojado
      - ¡Ve a ponerte algo! - dijo escabulléndose entre las ropas de la cama - Y sécate porque estas dejando todo mojado
      - Lo haré.- me lance sobre ella en la cama y la bese descaradamente -  Mañana si estas mejor me gustaría que saliéramos a caminar por el santuario que está al otro lado del río
      - Claro que si – dijo sin aliento, con sus preciosos ojos que pedían más la deje en la cama y volví a terminar mi ducha esta vez de agua helada.


Los siguientes cinco de días de luna de miel disfrutamos de muchísimos lugares en los interiores de pueblos muy pintorescos, degustamos la gastronomía del sur de nuestro país y en cada  lugar luego de la comida mi mujer de quejaba de lo mucho que iba a engordar por mi culpa. Las caminatas eternas solos o en compañía de algún grupo al que nos uníamos eran de cada día. Varias de esas noches salíamos con grupos a algún bar ya fuera a beber o a comer. La complicidad entre nosotros crecía en cada minuto que pasábamos, al igual que nuestro amor.

El día que teníamos presupuestado volver rumbo a nuestra casa Renata no paro de comprar pequeñas cosas para regalarle a nuestras familias y sobre todo cosas para Adam. Fueron dos maletas al salir de casa ahora volvíamos con tres y un montón de bolsas en el asiento trasero. El más bonito y sin duda desde que lo vida supe que era para él, un pequeño caballo de madera.

      - Esta última noche solos – la mire a los ojos - La pasaremos en la hacienda de mi familia.
      - Vamos directo a casa, amor – dijo con voz suplicante
      - Solo una parada más. Papá quiere unos papeles y que le diga el estado en que se encuentra.
      - Yo no quiero ir
      - ¿Por qué amore? Mañana cuando despierte de seguro que nuestro bebé estará acá.
      - No me gusta este lugar
      - Te encantará, en la parte posterior tiene una laguna que si cuando lleguemos hace buen clima podremos darnos un baño bajo la luz de las luna. Montaremos a caballo.
      - Jamás - grito - No me gustan esos animales, no quiero ir a la hacienda y no quiero a Adam cerca.
      - ¡Hey! Tranquila amor, te aseguró que no les va a pasar nada.
      - Dije que no Thiago. No quiero y no me vas a obligar.
      - ¿Es por lo de tú mamá? - asintió - Eso paso hace muchos años, nada va a pasarles.
      - De igual manera. Si tenemos que pasar – resoplo – Pasamos ¿Prometes que no pondrás a Adam en un caballo y que tú tampoco lo harás?
      - Si eso te deja más tranquila
      - Me gustaría no ir, eso me dejaría mucho más tranquila. Pero dado que ya tienes todo organizado…
      - No fui yo el que lo organizo, fue tu suegro. Él quiere vender el lugar y lo mejor para hacerlo es que lo vea en persona. Como nosotros vamos a quedarnos acá… Amor por favor. Hemos tenido una luna de miel perfecta, ha sido sin lugar a duda una de las mejores semanas de mi vida. Tenerte completamente y enteramente toda para mí sin duda ha sido maravillosa. No veo la hora de que podamos volver a repetir la experiencia.
      - Volveremos. – Sonrió por fin – Te prometo que buscaremos la manera de volver aunque sea una vez al año. Pero no te prometo que lo haremos  solos, no quiero volver a pasar una noche más lejos de Adam. Lo extraño muchísimo
      - Ese pequeño bribón –

Cerca de las nueve de la noche llegamos a la hacienda de mi familia, se veía vieja y deteriorada, eran muchos años que nadie de mi familia venía a este lugar. Al comienzo fue porque a mi madre le traía recuerdos de la muerte de la mamá de Renata, luego con la llegada mía, ellos preferían viajar a España en cada oportunidad para ir a visitar a mi Abu, con el tiempo se hizo una costumbre familiar viajar fuera. El padre de Renata que tenía una propiedad familiar muy cercana luego de la muerte de su madre la vendió y nunca más volvió a hablar de ello. Sus recuerdos eran mucho más duros que los de mi familia.
Con la ayuda de Don Esteban, un caballero que se había dedicado a mantener el lugar y cuidar los pocos animales que quedan dentro de la casa estaba limpio y esperando por nosotros.

      - Buenas Noches. – Saludo amablemente – Los estábamos esperando. Mi mujer tiene preparada una comida que esperamos sea de su agrado
      - Muchas Gracias – dijo Renata muy educada saludándolo de la mano – Renata Omalei
      - Mi mujer – añadí - ¿Cómo esta, Don Esteban?
      - Bien, gracias joven.
      - ¿Cómo están las cosas por acá?
      - Igual que siempre, es todo muy tranquilo y hace unos días nos pario una vaca, así que ahora mismo tenemos un ternero muy lindo. Mañana les podremos ofrecer leche fresquita y muy natural. No como esas a las que están acostumbrados
      - Wow, muchos años que no tomo leche recién salida de la vaca. Sera un privilegio darle de tomar a mi hijo cuando llegue
      - ¿Su hijo, joven? –
      - Tenemos un niño de poco más de un año. Viene mañana con mis suegros – aclaró mi mujer.
      - A penas pise esta tierra le tendremos un vaso de leche.
      - Gracias. Me gustará verlo juguetear por estas tierras.

El cambio de humor de mi mujer fue variando poco a poco a medida que hablaba con la mujer de Don Esteban, la señora Margarita era muy buena contando historias y recordando ese tiempo que ya no podía volver atrás. Los tiempos en que este lugar tenía vida como ella misma decía, sus nietos eran los únicos que disfrutaban de esto.
Entrando media noche nos enseñaron el dormitorio que habían preparado llenándose de disculpas al solo tener una cama de soltero en la habitación. Mi padre claramente no les había dicho que venía con mi recién estrenada esposa.

      - El señor Benjamín solo nos informó que venía su hijo. Lo lamento, pero preparo de inmediato la habitación principal.
      - No se preocupe, nos acomodamos con esto no es necesario preparar nada más
      - Señora de verdad, no es ninguna molestia.
      - No me diga señora. Le he dicho toda la noche. Mi nombre es Renata. Solo Renata
      - Perdone a mi mujer, como el señor solo nos dijo… Pueden quedarse en nuestra casa, no es tan grande pero si tiene todas las comodidades y una cama matrimonial para que puedan dormir cómodamente
      - Si mi mujer – dije – Dice que podemos estar cómodos aquí, no dudo de eso.
      - De verdad pueden quedarse en nuestra casa.
      - ¿No les molestaría tener a un par de desconocidos en su casa?
      - Conocí a la mamá del joven Thiago cuando era una niña, conocí a su abuelo que en paz descanse. Conozco a su padre, al padre de usted, a su abuela. Para mí no son desconocidos señora Renata
      - Bueno si es así. Aceptamos ¿Verdad, amor?
      - Si mi esposa lo dice – reí – Yo solo acato sus órdenes.

Don Esteban nos ayudó a llevar nuestro pequeño equipaje hasta su casa, construida en el ingreso a la propiedad. Verdaderamente yo hubiera estado muy cómodo en una cama de una sola plaza teniendo toda la noche el cuerpo de mi mujer sobre o bajo del mío. Era algo muy, muy tentador. Pero no, mi mujer había dicho otra cosa y la última noche que pasaríamos solos en la denominada luna de miel la haríamos en la casa de los cuidadores de la Hacienda de mis padres.
La tenía en mis brazos y eso realmente era lo más importante para mí. Tendría mis brazos siempre para dormir, para llorar, para reír.

Nuestros primeros años fuimos amigos, luego simplemente nos perdimos de vista. A los 18 años ese viaje que sin duda era más muy importante para mí, cambiaría el rumbo de mi vida. Cambio mi vida. Conocí a la mujer, a la que hoy día y para siempre sería mi mujer. Éramos felices juntos, lo seríamos con Adam y todos los hijos que llegáramos a tener.
Nos quedaban cosas por resolver, perdones que entregar, pero la vida se encargaría de poner las cosas en frente para cerrar capítulos.

      - Lamento no poder hacerte el amor esta noche – le susurre a Renata cuando ya estábamos acostados, abrazados. – No sabes ser silenciosa, no puedo ser silencioso.
      - Estoy en tus brazos.
      - Siempre estarás en ellos.


Fin…

lunes, 1 de junio de 2015

#49 Caminos Inesperados

Capítulo 49


Quedan solo ocho días para la boda y ya estaba todo, completamente todo listo. El local que habíamos escogido para la recepción de nuestro enlace era verdaderamente maravilloso con muchos árboles y por sobre todo el color verde predominaba. La comida y a pesar de la poca participación de Thiago era exquisita, nada con demasiado condimento y todo pensado en los diversos paladares. Claramente eran tan pocos invitados que no era muy difícil saber los gustos cuando les conoces el gusto a todos.

Con Magda y tía Nata no dejábamos local de moda sin revisar en busca del vestido perfecto, Thiago me había pedido nada muy aparatoso y justamente fue el con la falda más almidonada y grande el que más me gusto. Aun no me decidía si darle en el gusto en eso. La ropa de mi pequeño estaba preparadísima, colgada detrás de la puerta de su habitación desde hace más de una semana.

Mi boda, aun me sonaba extraño, no era una primeriza en esto, pero la ilusión no era la misma… Sacudí mi cabeza ante el pensamiento, no podía recordar ese momento, aunque me encontraba casi igual de ilusionada no igual de enamorada. Nunca había sentido un amor tan grande como el que siento por Thiago, el día a día se desvive por mostrarme lo maravilloso que es poder estar con la persona que amas y lo grande que puedes ser como persona dando lo mejor de ti.
El día de nuestro compromiso me sorprendió no solo con esa celebración que a mi parecer era innecesaria, pero él se empeñó en eso y pedir mi mano a mi padre. Simplemente como si ya no tuviera mucho más que eso. Es mi alma, mi complemente, mi amor. Cuando ya pensé que nada más podía sorprenderme llego y me entrego un sobre con documentos para poder ingresar a la universidad a la carrera que quisiera estudiar.

      - No pienses que no me gusta tenerte en casa todo el día cuidando a ese bandido que juntos creamos. Es solo que pensé que tal vez, te gustaría hacer algo más por tu vida, desarrollarte como profesional en algo. Conocer gente. A mí me gusto mi paso por la universidad.
      - Gracias – lo besé – Eres único amor. Único
      - Espera – me encerró entre sus brazos – Creo que fue una pésima idea – alce una ceja y busque su mirada – El paso por la universidad es horrible.
      - ¿Qué dices, te arrepentiste?
      - Solo está recordando todo lo que hizo en esos 6 años en la escuela de leyes – se carcajeo Nacho detrás de nosotros – Mucho joven, compañeros dispuestos a quedarse estudiando toda la noche y todos sabemos que no es eso a lo que nos dedicábamos ¿No es así, Thiago?
      - Calla idiota – gruño mi futuro marido (por segunda vez) - ¿Crees que tendrás que ir a estudiar de noche?

Todos en la habitación nos reímos de las cosas que podían pasar por la cabeza de Thiago en solo un segundo.

      - No, mi amor – le bese el pecho – No necesito estudiar en la noche, o tal vez sí. Pero no necesito ir a casa de ningún chico de 18 años con las hormonas revolucionadas porque tendré a mi marido y mi hijo esperándome en casa.
      - Anda miéntele que cuando te inviten a un Post-Class no podrás y no querrás decir que no. – seguía molestando Nacho
      - Ya dejen a mi hermano – intervino Dani – No necesariamente tiene que hacer eso, ni siquiera ha dicho que le gustaría estudiar y ustedes… - río
      - ¿Qué te gustaría, Renata? – pregunto Tío Benja
      - No sé, nunca había considerado una opción hacer esto. Claro que he trabajado, pero… tendré que pensármelo.
      - ¿Qué te gusta? – Volvió a preguntar – Algún área que te llame más la atención
      - Me gusta la cocina…
      - Fatal – se burló Marcos
      - También este último tiempo le he ayudado a Thiago. Tal vez no ser abogada pero…
      - Lo que decidas estará bien –

Y de eso ya había pasado casi un mes y no tomaba una clara decisión, pero no era porque no quisiera estudiar nada, más bien era porque me daba mucha tristeza cada vez que miraba a Adam pensar que lo tenía que dejar mucho tiempo solo.
Thiago comprendía lo que sentía (le pasaba lo mismo, según él) Pero me incitaba a que lo hiciera. Que podía tomar materias solo en la mañana y por la tarde dedicarme a Adam.

      - ¿Pasa algo? – le voz de Magda me saco de mis pensamientos
      - Nada, solo pensaba
      - Ayer vino tu hermana
      - ¿Esta bien? – fue lo único que se me ocurrió que podía preguntar
      - Vino a ver a Carol, estuvo un momento y me pidió dinero
      - Yo…
      - Lo siento, no quiero echarte a perder tu día pero me preocupa. No comprendo cómo no puedo querer a su hija
      - La quiere – intervine – A su manera
      - Sus celos y envidia la mandaron a esto. Y Gabriel no hace nada por ayudarme
      - Mi padre está dolido, no quiero defender sus actos. Pero debes comprender que…
      - Es su hija también
      - Y la ama – la abrace – Me siento culpable por lo que paso, sé que no debería sentirme de esta manera. Pero fui yo la que orillo a Cota a hacer lo que hizo. No puedo comprender como mi hermana ha sido una de las personas que más daño me han hecho.
      - ¿Crees que yo no me siento culpable? Debería haberle dado una mejor educación, tal vez más cariño.
      - Recibimos la misma educación, el mismo cariño
      - No hija, siempre, sin intención creamos una diferencia entre ustedes.
      - ¿Cómo puedes decir eso? Yo era muy niña cuando mi madre murió, casi ni la recuerdo.
      - Lo sé. Cuando tenías como cinco años despertabas a media noche y la llamabas a gritos, yo me iba a tu cama y te abrazaba.
      - Eso lo recuerdo, siempre estuviste en mi vida. Eres la única madre que conozco.
      - Gracias, Renata. Ya eres toda una mujer y si me muero ahora. Me moriría tranquila de saber que por lo menos una de mis dos hijas… - suspiro – Es feliz.
      - Cota va a cambiar, se dará cuenta en algún momento que tiene una gran madre con ella, una que no supo valorar.
      - ¿Qué tanto hablan mis mujeres? – dijo mi padre entrando al salón con sus dos nietos de la mano
      - Cosas de nosotras – Magda se secó las lágrimas y le estiro la mano a Carol. - ¿Cómo se portaron estos bandidos con su abuelo?
      - Adam mal – dijo Carol sentándose en el regazo de su mama – El abuelo nos compró un helado y Adam lo lanzo al suelo
      - ¿Hiciste eso, enano? – reí mirando la cara de malo que ponía mi bebé
      - Eso no fue nada, hija – mi padre se sentó al lado de Magda besando sus cabellos.

Me encanta ver las muestras de amor que mi padre le dedica a su mujer, a pesar de que no es mi madre siempre ha sido como tal. Era ella quien me consolaba por las noches cuando no podía dormir, o la que asistía a mis actividades en el colegio. Recuerdo el primer día de la mamá, en el colegio nos habían enseñado un baile y le habíamos fabricado un regalo. Ese día yo llegue triste del colegio porque cuando había que poner el nombre de nuestra mamá yo sabía que la mía nunca recibiría lo que con tanto amor había hecho. Le pedí a mi papá que me llevara a casa de tía Renata y le conté como me sentía, ella con mucha paciencia me dijo que mi mamá siempre estaría en mi corazón y que debía recordarla feliz, porque ella era una mujer feliz. Me enseño muchas fotografías y me contaba historias que hasta que fui mucho más grande supe que eran mentiras, porque apenas y se habían conocido. Ese mismo día ella me dijo que si quería ella iba al colegio y recibía el regalo, negué con la cabeza porque ella era la mamá de Thiago y el también tenía algo preparado para ella en la guardería del colegio. Me pregunto que quien era la que iba a mi cama por las noches, quien me preparaba mi comida favorita cuando estaba enferma o me cuidaba. Todas esas cosas solo tenían un nombre. Magdalena.

Cuando mi padre me fue a buscar esa noche lo primero que hice fue entregarle la invitación a Magda para que fuera a la celebración del día de la mamá

      - Traía a este par de niños poseídos en sus sillas de coche y Adam disfrutaba de tirarle el cabello a su prima.
      - ¿Y que hizo Carol? – dije acariciando el cabello de la niña
      - Dejarlo porque es más pequeño
      - No Carol – dije mirándola – No debes dejar que Adam te pegue nuevamente. Es más pequeño, sí. Pero eso no le da derecho.
      - No, Adam – lo regaño ella
      - mama mama mama – hablaba Adam tomando los chuches que tenían sobre la mesa y lanzándolos lejos
      - No, Adam – lo regañe yo esta vez poniéndolo en mi regazo – Eres un pequeño revoltoso. Aprende a pegar, tirar y morder en la guardería
      - Se le pasara – dijo Magda – Carol era igual, siempre reclamaban en la guardería.
      - Pero Adam es terrible, al pobre Maximiliano le rasguño la cara y se la dejo horrible. Lo peor es que se lo cuento a Thiago y se ríe.
      - ¿Qué te dicen las cuidadoras?
      - ¡Puf! – resoplo – Que converse con él, que debemos encontrar solución o simplemente ya no podrá ir el siguiente año.
      - Me imagino el tipo de conversaciones que deben tener – ríe mi padre – Deben ser con muchísimo contenido
      - Ni te lo digo – río – Me debate hasta el cansancio – nos burlamos.

A las siete de la tarde ya estábamos entrando en el estacionamiento de nuestra preciosa casa, el coche de Thiago ya estaba aquí. Antes de que apagara el coche nuestro hombre grande ya estaba sacando a su hijo de la silla de seguridad.

      - ¿Dónde estaba mi bebé? – le repetía mientras le besaba sus mejillas redondas y mi niño reía con su padre.
      - papá – repetía Adam
      - Hola Amor – le salude mientras llegaba a su lado.
      - Hola mi vida – me beso castamente - ¿Cómo les fue?
      - Bien – suspire – Tu hijo hizo de las suyas
      - ¿Qué hiciste, enano? – dijo mientras lo ponía en el suelo y lo guiaba hasta dentro de la vivienda
      - Me iré a dar una ducha mientras tratas de conversar con él
      - No – me detuvo el paso – Vamos a cenar de inmediato. Tenemos que un problema
      - ¿Qué pasa?
      - Faltan ocho días para el matrimonio
      - Ya lo sé. Las invitaciones ya están entregadas, el vestido en el departamento de Daniela, la comida seleccionada y sus trajes en el armario
      - Lo sé – suspira – Pero…
      - Ni se te ocurra Thiago – lo miro desafiante – No quiero ni saber lo que estás pensando.
      - Mi amor, sabes que lo que más deseo es estar casados de una vez por todas. Pero
      - Suéltalo – tome a Adam en mis brazos - ¡Dilo de una maldita vez!
      - Te amo – río – Te amo tanto, tanto
      - Y yo a ti – gruñí - ¿Me vas a decir lo que sucede?
      - Era eso, amor – trato de llegar a nosotros pero le rehuí – Sabía que te volverías loca
      - Te odio en estos momentos – puse a Adam en su silla de comida – No sé si Adam ira a querer comer
      - Tengo su comida lista – me beso en la cabeza – La tuya también. ¿Comemos de inmediato?
      - Déjame darle al niño primero – me tendió su plato lleno de una mezcla verde - ¿Qué es esto?
      - Comida – se alzó de hombros – Tiene zanahoria, espinaca, papa, un trozo de carne y todas esas cosas saludables para los bebes
      - Mi amor – reí – Adam ya no come papillas
      - Claro que lo hace – contraataco
      - ¡Que no!
      - Lo hace, yo siempre se lo preparo
      - Thiago – suspire – Mi amor – le dije a Adam – Deja que mami vea tus dientes

Adam con su carita de no entender nada, abrió su pequeña boca mostrando sus diminutos dientes. Su manera de arrugar la nariz era igual que Thiago cuando algo no le gustaba.

      - Vez – le apunte – Tú hijo tiene dientes. Le gusta utilizarlos
      - Para morder niños
      - Aparte – me reí – Te sedo mi lugar y trata de ver si come


Por más de media hora fue una espectadora de como Thiago le hacia sus mejores caras graciosas a Adam para que comiera un poco de lo que con tanto amor y esmero le había preparado. Pero nada, mi hijo simplemente no quería comer.
Le palmee la espalda y le entregue un trozo de manzana que recibió de inmediato, con sus dientes delanteros la raspaba como si fuera un pequeño roedor comiendo queso. Otra cosa más que había aprendido de los dibujos animados que veíamos a diario.

Una vez terminamos de comer nosotros, y dejar todo limpio y ordenado en la cocina subimos directo al baño. Adam necesitaba su baño diario para bajar sus revoluciones y que se durmiera a una hora adecuada para su edad. Pero mi pequeño tenía más energías que nosotros.

Luego de ver por décima vez por esta semana la película de Buscando a Neno, el pequeño pez payazo de aleta feliz. Adam se durmió cruzado en medio de nuestra cama. Thiago se arrastró fuera de la cama y lo llevo a su habitación trayendo de vuelta el monitor de bebé que dejo sobre mi mesita de noche.

      - Ya tengo tu regalo de bodas – susurro Thiago.
      - Amor – resople
      - Es nuestra luna de miel – beso mi cabeza – Te dije que tendríamos una. Ahora ya es un hecho.
      - ¿Dónde? – pregunte curiosa buscando su mirada
      - Solo tengo una semana libre – me beso en los labios – Nos iremos un par de días a la playa.
      - No importa – lo bese esta vez yo -  Para tus vacaciones podremos ir a España como lo queríamos.
      - Y hazte la idea de que estarás cinco días con sus respectivas noches solo conmigo
      - Y Adam – termine la frase por él
      - No – con gran agilidad movió su cuerpo para quedar sobre él mío. – Solo tú y yo.
      - Pero… - comenzó a dejar besos en mi cuello bajando con lametazos hasta llegar a la unión de mis pechos

      - Solo nosotros. – Hizo girar su lengua sobre mi pezón derecho – Si tengo que pasar la noche antes de nuestra boda lejos – gemí – Dejaremos nuestro hijo acá para poder empezar a hacer a nuestra hija.