Día tres en Barcelona y nada es fácil, Benjamín no me pone nada
fácil. Después que llegamos de la cena la segunda noche me dejo en la puerta de
la habitación, de su maldita habitación,
con ganas de más besos. La manera en que me dio las buenas noches solo me dejo
encendida y sola. Mi juego se estaba volviendo en mi contra. En la mañana
siguiente llego con una bandeja de desayuno y una rosa azul. Luego de besarme y
cuando los besos se estaban poniendo interesantes se fue, maldita sea se fue. Mi cuerpo le demuestra a cada instante que lo necesita,
que añora sus caricias, aunque me hago la fuerte, la fría, no me está
resultando mucho.
Mi bebé cada vez que lo siente cerca me hace saber que le gusta su
contacto, aun sus patadas no son perceptibles para aquel que toque mi vientre.
Como si Benja supiera que al bebé le gusta su contacto cada vez que está cerca
me pone su mano o besa mi vientre. Lo
dije nada fácil. Se tomó muy enserio sus propias palabras de que era suyo y
lo tocaría cada vez que quisiera.
La tarde del día dos Victoria (quien
estoy segura está en complicidad con él) Me invito al centro comercial.
Aproveche de comprarme un abrigo y un par de botas, ya que mi ropa no estaba
muy apropiada para el clima. Cuando llegamos al departamento Benjamín tenía una
perfecta cena romántica en la terraza, había pensado en todo, incluso tenía un
calefactor para exteriores.
Esa noche, espero a que estuviera dentro de la cama para besarme y
luego arroparme.
Las malditas hormonas ya no me producían llanto, me estaban
produciendo otra cosa.
Hoy cuando me desperté él estaba sentado al lado de la cama con
una hermosa sonrisa, me cabree de solo verlo ahí. Cuando intentó besarme, hice
un movimiento de cabeza para evitarlo y funciono. Su sonrisa cambio por un ceño
fruncido y abandono la habitación.
Me duche y me vestí, llegue a la cocina y Victoria me saludo con
una hermosa sonrisa mientras estiraba su mano para acariciar mi vientre.
- ¿Quieres desayunar?
– me pregunto sirviendo un café. Que no era para mí
- Gracias. – Le dije –
Pero voy de salida
- Con mayor razón
desayuna primero – me dijo subiendo el tono, para que Benja la pudiera
escuchar. – Te preparo algo ligero
- No. – Le sonreí –
Quede con alguien para desayunar
Frunció su ceño al mismo tiempo que Benja entraba a la cocina con
cara de mala leche.
- Bueno días – le
sonreí y pase por su lado
- Renata – me llamo
cuando yo tomaba mi bolso del sofá. Lo ignore
Hice el intento de abrir la puerta del apartamento, y digo intento
por qué tan rápido como lo ignore el llego a poner su mano para impedírmelo
- Bueno días – me dijo
tratando de sonar relajado
- Permíteme – le
acaricie su mano para luego apartarla de la puerta
- ¿Dónde van? – me
miro hacia abajo. - ¿Dónde llevas a mi bebé?
- Por ahí – le indique
- ¿Por ahí? – me miro
con cara de mala leche
- Sí. He quedado para
desayunar. – Le sonreí – A demás ya estoy un poco aburrida de estar encerrada.
- Podrías habérmelo
dicho y te llevo a recorrer la ciudad – me dijo cargando su cuerpo sobre la
puerta y con sus manos acariciando mi vientre
- No. Gracias. No
quiero interrumpir tu día. – le sonreí
- Estas muy feliz esta
mañana ¿Algo especial? – me pregunto aún más cabreado
- Apártate por favor
que llego tarde –
- No vas a salir de
este apartamento sin mí – me dijo con mucha seguridad.
- ¡Que va! Soy una
persona libre y soltera para hacer lo que se me venga en gana
- ¿Libre y soltera? –
pregunto
- Aja. –
- Lo dudo – dijo sarcásticamente
- No porque cargue a
tu hijo quiere decir que te pertenezco – me burle – Ya no.
- Para tu juego. No
puedes salir porque quiero llevarte a un sitio. –
- Mañana tal vez – le
dije ya cabreándome
- Es hoy. – Me dijo
furioso – Ve a desayunar mientras me arreglo para que nos vamos
- ¿Perdón? – Alce una
ceja – Yo he dicho que no.
- Bieeeeeen – se
rindió – Como quieras
Se apartó de la puerta y me vio salir, con una sonrisa
enormeeeeee. Me tomo más de quince minutos conseguir un taxi, pero me tomo más
de media hora decidir dónde ir. Claro yo no conozco la ciudad y no conozco a
nadie tampoco. Bueno salvo Mariano. Si, si lo llamaría a él. Marque por lo
menos cuatro veces y no me cogía la llamada. Le envié un texto
“Hola. Estoy por Barcelona, te marque pero
No me pude comunicar. Llámame. R”
Espere unos diez minutos y nada, al final le dije al taxista que
parara cerca de alguna cafetería.
Desayune en un local y luego camine un par de calles hasta que mi
bebé se pronunció y me detuve por una fuerte punzada en el vientre. En ese
momento me di cuenta que había sido una mala decisión salir.
Me sentí sola en medio de la ciudad sin conocer calles ni nadie.
Otra punzada llego y me decidí en llamar a Benjamín. Lo primero que hice fue
fijarme en los nombres de las calles o algún punto de referencia para
indicarle.
Al segundo pitazo contesto
- Renata – me dijo muy
cortante
- Ahh – exclame cuando
otra punzada un más fuerte que las anteriores llego
- ¿Dónde estás? – me gruño de inmediato
- Afuera del metro
Fontana. – Le indique – Me duele el vientre
- Quédate ahí – me
indico – Voy enseguida
Corto la llamada sin más, busque un asiento cercano y lo espere.
Lo espere. Cuando las punzadas se hacían aún más fuertes, una señora se acercó
a mí.
- ¿Se siente bien
señorita? – me pregunto muy amable
- No. – le indique
frotando mi barriga
- El hospital está
aquí cerca. – Me indico – La acompaño hasta allí
- Espero a… - y no
supe que decir, a quien esperaba. A Benjamín. Pero no era ni mi novio, ni mi
prometido. No era nada.
- ¿Su esposo viene por
usted? – me pregunto examinando mi cara
- Sí. – le indique
para evitar más preguntas – El venia para acá
- El tráfico a esta hora puede ser horrible.
Vamos la acompaño son solo un par de avenidas. Lo llamamos y le indicamos –
- Gracias. – nos
pusimos de pie y emprendimos camino hacia el hospital, según ella estaba cerca,
a mi cada paso se me hacía más eterno. Mi teléfono pito al tiempo que otra
punzada venia. Como pude saque el móvil del bolsillo y conteste
- ¿Dónde estás? – me
gruño Benjamín solo al contestar
- Voy camino al
hospital – le indique
- Te pedí que me
esperaras. ¡Mierda! Renata puedes ser tan irresponsable a veces – me gruño -
¿Qué hospital?
Mire la cara de la señora quien por alguna extraña razón me
sonreía.
- No lo sé. – le
indique en un susurro - ¿A qué hospital vamos? – le pregunte a la señora.
- Hospital de Sant Pau
– dijo fuerte y claro.
- Lo tengo. – Me dijo
antes de que pudiera repetirle el nombre - ¡Dios! Mi amor llego en menos de
cinco minutos. ¿Te sientes mejor?
- No. Estos dolores
cada vez son más fuertes –
No dejamos de hablar hasta que le dije que estaba entrando al
hospital por el sector de urgencias. Me dijo que él ya estaba aparcado y nos
encontrábamos dentro.
Me acerque calmadamente seguida por la señora al mesón.
- La señorita no se
siente bien – Le dijo la señora. – Viene con punzadas o posibles contracciones
- La ingresaremos
enseguida. Su nombre por favor –
- Renata Blavi’s – la
voz de Benjamín llego por mi espalda al momento que pasaba su mano por mi
vientre – Ya estoy aquí mi amor. – dijo besando mi cabello.
Lo seguido fue todo muy rápido, me ingresaron en silla de ruedas
hacia un box, donde pasado unos minutos vino una doctora a verme. Preguntas de
rutina. ¿De cuantos meses? ¿Qué tipo de dolores? ¿Su médico tratante?
Me hizo sacarme todo de la cintura para abajo, al momento de sacar
mis bragas una pequeña mancha roja asomaba, mis piernas comenzaron a flaquear
en ese mismo instante.
Cuando la doctora estaba por comenzar a chequearme las cortinas
del box se corrieron y la cara de susto de Benjamín me llego al corazón
- No puede estar aquí
– le indico muy tranquila la doctora
- No voy a ir a ningún
lado hasta saber que mi bebé está bien – le gruño llegando a mi lado y tomando
mi mano, lo cual agradecí. Tenía miedo
nuevamente
- Ya lo llamaremos y lo haremos pasar una vez
que la revisemos – le volvió a indicar la doctora.
- Le ahorro ese
trabajo. Por qué no voy a salir – le volvió a gruñir.
La doctora me miro, Benjamín me miro y asentí con la cabeza.
- Sera una excepción –
le dijo sonriente la doctora.
Metió sus manos entre mis piernas y me reviso. Todo ese tiempo tenía
los ojos pegados a los de Benja, quien me acariciaba el cabello en señal de
tranquilidad.
No sé cuánto tiempo después, la doctora me indico que estaba todo
perfecto pero tenía que guardar reposo, Benjamín asintió y le dijo que se haría
todo como ella nos dijera. A su vez pregunto que si era apropiado viajar ya que
nuestros boletos estaba listos para cuatro días más.
Luego de una charla de seguridad acerca de los viajes la doctora
accedió.
- Renata, no es muy
normal que a tu avanzado embarazo hallas tenido sangramiento. Puede ser debido
algún estrés o presión. Te sugiero que estos días no hagas ningún movimiento
brusco y camines lo menos posible, si vuelves a notar sangre en tus bragas, te
vienes de inmediato. Terminaste el 1er trimestre de tu embarazo, pero lo
importante es que tu bebe no se adelante en nada, él está creciendo y necesita
seguir allí por unos meses más. Aun no estás en la mitad. Reposo absoluto y
nada de sexo. – miro a Benjamín. Quien asintió – No veo necesario ingresarte
para que pases la noche. Pueden ir a casa y descansar. Renata reposo absoluto –
volvió a decir.
Rato después salimos de nuevo a la sala de espero, yo sentada
sobre una silla de ruedas. Mire por todos lados para ver si podía ver a aquella
señora y de ella nada. Me encogí de hombros y nos fuimos sin más.
Todo el camino de regreso tuve que aguantar los reclamos de
Benjamín, estaba que le decía unas cuantas frases bien hechas, pero me
arrepentí, si había sido culpa mía esta situación. Solo esta situación.
En el departamento una angustiada Victoria nos estaba esperando,
que al vernos llegar me abrazo y me dio unos cuantos besos en las mejillas.
- Me alegro mucho que
estén bien – me dijo
- Solo fue un susto –
le dije tratando de quitarle importancia. Ahora
pequeña mentirosa y hace unas horas estabas aterrada.
- A la cama – me dijo
Benja, tomando mi mano y arrastrándome hacia la habitación
- Quiero quedarme en
el salón – le dije zafando mi mano de la de él.
- ¿Qué? – me pregunto
con cara de confundido
- Quiero quedarme en
el salón – le repetí
- ¡Dios! – Dijo
mirando el cielo - ¿Qué parte de… Tienes que guardar reposo no has comprendido?
– me dijo un tanto frustrado.
- Hare el reposo. – Le
dije sentándome en el sofá – Pero no pienso estar aburrida en la habitación. –
dije cruzándome de brazos. Victoria al no querer intervenir, salió rápido del
salón y nos dejó solos.
- ¿Qué voy a hacer
contigo? – Dijo sentándose a mi lado – Quiero que te vayas a la habitación, te
recuestes y descanses – dijo ya un tanto más calmado, o por lo menos
aparentándolo
- Mira que me recuesto
acá. – Le dije arrastrando mi cuerpo por el sofá – Si sales puedo incluso
estirar los pies – le sonreí
- Cama – dijo serio,
pero llevo mis piernas a su regazo
- Me pasas el mando de
la televisión – le pedí sonriendo
Resoplo, resoplo y suspiro. Pero termino accediendo. Me entrego el
mando y yo encendí la televisión. Cambiaba de canal cada cinco segundos nada
llamando mi atención, bueno si algo la llamaba. Él. Suavemente arrastraba sus
manos por sus piernas hasta que las apoyo en las mías. Aun a través de los
vaqueros podía sentir como mi piel quemaba por su contacto.
- Vamos a la cama – me
susurro presionando suavemente mis piernas- Te daré un masaje para que te
relajes – me guiño un ojo.
Deje caer el mando al suelo, me tomo unos segundos recuperar la
respiración después de sus palabras. Si claro que quería un masaje. No aún
mejor que eso lo que quería era su contacto con mi piel.
Me miro esperando mi respuesta pero al ver que me estaba
debatiendo conmigo misma se puso de pie. Ante mi mirada confusa se agacho un
poco y me cogía por la cintura hasta que quede nuevamente sentada.
Su boca a centímetros de la mía, me sonrió. Me relamí el labio inferior
esperando aquel contacto pero este solo me miro y dijo.
- Una vez que te coja
– me sonrió coquetamente – Cruza tus piernas en mi cintura. – Me guiño un ojo –
Eso me facilitara caminar contigo hasta la habitación
Hice lo que me pido, pero para quedar más segura cruce mis brazos
por su cuello y recosté mi cabeza en su hombro.
El no encontró nada mejor que sujetarme del culo. Sus manos sobre mi culo. Yo embarazada
y con las hormonas revolucionadas y el sujetándome de esa manera.
Me embriague de su olor, de su contacto.
Suavemente me recostó en la cama, dejando su cuerpo sobre el mío
por un momento.
- ¿Quieres algo de
comer? – me pregunto rozando su boca en mi oído. Me era casi imposible formular
respuesta. - ¿Beber? – volvió a preguntar. - ¿Una película? – Ronroneo -
¿Masaje?
Al ver mi falta de respuesta, se levantó un poco más y mirándome
fijo a los ojos.
- Me asuste como la
mierda cuando me llamaste – se lanzó hacia el lado para apoyar su cabeza en su
brazo y seguir mirándome dijo – Pensar poder perder este bebé. – coloco su mano
sobre mi vientre y estiro sus dedos para poder abarcar aún más espacio. – No
puedo permitir volver a pasar este susto
Me perdí en su mirada en su forma de acariciar mi vientre,
necesitaba su contacto. Su olor me estaba matando, su cercanía y su manera de
conquistarme.
Hice el intento de sentarme en la cama, pero el tomo mi brazo para
impedírmelo
- ¿Dónde vas? –
- Baño – apunte hacia
la puerta. – Y quiero ponerme algo más cómodo.
- ¿Te preparo la
bañera? – me pregunto sentándose de un brinco. Negué con la cabeza. – ¿Me dirás
a todo que no? – le sonreí. – Bien como quieras.
Se puso de pie y salió de la habitación. Era él quien estaba en
plan de reconquistarme y tenía que jugarse su perdón, aun que a estas alturas
yo ya lo había perdonado y solo lo estaba haciendo sufrir un poquito.
Luego de salir del baño él, no había vuelto a la habitación. Urge
en mi maleta y no encontré nada cómodo. Me fui al armario de esté, y saque unos
pantalones de pijama. Con él pequeñin dentro no era muy grande lo que me
quedaba.
Lejos la mejor parte del día era el momento donde me sacaba el
sosten. Si era la mejor parte, con lo mucho que me habían crecido. Era un
relajo.
Me pare frente al espejo desnuda de la cintura, o bueno de donde
se suponía que estaba la cintura.
Mis pechos con una caída perfecta para las rodillas. ¡Puff! Pero
mi barriga, mi barriga tan lisa, tan linda.
- ¡Guapisima! –
exclamo Benjamín cerrando la puerta de la habitación sin apartar la vista de
mis pechos desnudos. - ¡Preciosa! – volvió a decir, mientras caminaba hacia mi.
- ¡Perfecta! – dijo cuando poso sus manos sobre mi vientre. Llegando por
detrás.
Nuestro reflejo en el espejo, era perfecto. Se agacho hasta quedar
con su cara al lado de la mia.
- Te ves tan hermosa.
– me beso la mejilla – Aun no tenemos en nuestros brazos a esta pequeña y ya
quiero tenerte embarazada de nuevo – susurro en mi oído.
Voltee la cabeza para poder mirarlo, pero este se alejo de mi y
saco rápidamente su sueter y polera. Los lanzo sobre la cama y saco su móvil
del pantalón
- Pon tus manos aquí –
me dijo posándolas sobre mi vientre. – Yo cubriré tus pechos con mi brazo. –
Hice lo que el me pidió. Y el con una mano cogio su móvil y nos
arrastro hasta quedar mas de frente al espejo. Deslizo su brazo izquierdo
suavemente sobre la barriga, para poder cubrir mis pechos. Al rozar su piel
desnuda contra mis pezones estos reaccionaron de inmediato y se endurecieron.
Al ver mi gesto en el espejo, lo dejo caer nuevamente. Y volvió a rozar mis
pezones. Esta vez gemi al contacto.
Con su brazo derecho, puso la aplicación de la cámara y nos
fotografio en esa posición.
Fueron varias tomas, una besando mi cabeza, otra mirándonos a los
ojos, otra sonriendo a la cámara. Pero
la ultima y mas hermosa fue cuando este me puso frente a su pecho, me pego tanto
a el que solo se venia su torso recto y las curvas de mis pechos y estomago.
Levanto con su mano libre mi barbilla hasta que quedo su boca a centímetros de
la mia.
Suspiro. Suspire. Gemi. Gruño y estampo sus labios con los mios.
Mientras sonaban las tomas que hacía.
No tardo mas de 1 minuto en sacar fotografías, pero nuestros
labios se quedaron esa posición hasta que reaccione y arrastre mis manos por su
pecho, hasta llegar a su pelo donde las enganche.
Abrí mi boca y como reflejo el hizo lo mismo.
Ya en ese momento mis fuerzas estaban completamente perdidas, lo
deseaba. Lo quería entre mis piernas y con su pecho junto al mio sudados.
Lo volví a besar, esta vez fui yo quien guio aquel beso. Mas
salvaje, mas necesitado.
- No debemos - me dijo separando su boca de la mía.
Mis ojos cayeron, en ese momento lo solté y camine firme a la
cama, toma la polera que antes había sacado y al ver como la ponía por mi
cabeza sonrió.
Enojada y por sobre todo frustrada me recosté sobre la cama.
Quería gritarle y enfadarme, pero a mi misma, yo debería haber dicho esas
palabras no él.
Se recostó a mi lado en la cama y al ver que me moví para darle la
espalda él llego a mi y me atrajo hasta su pecho. Me beso la cabeza al tiempo
que con sus manos me subia la polera para dejar mi vientre al descubierto.