Capitulo 25
Un
vuelo de 12 horas era demasiado para una mujer embarazada como mi querida
esposa, pero ¿Que podía hacer? Ella estaba igual o más ilusionada que yo por
volver.
En
nuestro departamento ya estaba todo listo, mi hermana me había enviado una
fotografía por mail del nuevo aspecto de nuestra habitación. Esperaba y le
encantara a mi preciosa Renata.
Se había pasado la mitad del viaje durmiendo, la otra parte mirando el océano y luego simplemente abrazada a mí. Estábamos felices, llenos de dicha.
La
llegada al aeropuerto fue tal y como lo predije ¡Caótica! Mis hermanos pequeños
no se pudieron aguantar ni un solo segundo en casa a que llegáramos ¡NO! Ambos
estaban afuera de la salida internacional con un enorme cartel que decía
Bienvenida
Cuando
la tuvieron a su alcance se lanzaron en abrazos un tanto exagerados provocando
más de alguna mirada del resto de las personas que por ahí transitaban.
- Felicidades por la boda – me dijo
Marcos saltándose de las chicas.
- Gracias amigo
- ¿Cómo es la vida de casado? – alzo una
ceja
-
Perfecta
- ¿Entonces me la recomiendas? – río
- Ni se te ocurra pedirle a mi hermana
que se case contigo, ya le hiciste un hijo, eso es suficiente
- ¡Thiago! – Grito Dani, había escuchado
lo que le decía a su novio – Tú – apunto a Marcos – No le hagas caso a él. Yo
llevo a tu hija – se tocó el vientre
- Solo hacia unas preguntas – volvió a
reír
- Ven acá y dame un abrazo – le pedí
- ¡Te extrañe! – volvió a gritar cuando
se escondió entre mis brazos como cuando era una niña y tenía problemas, solo
que ahora había un bulto en su vientre y ya no era una niña.
- Yo también te extrañe hermana –
Terminamos
los saludos y me dirigí nuevamente a donde mi esposa que estaba de la mano de
Ian. El pequeño se lanzó a mis brazos hasta que llegamos al coche.
Marcos
condujo hasta la casa de mis padres, donde estaban mis suegros y todas las
personas que más queríamos. Entre ellos mis amigos desde siempre.
Entre
risas y bromas les presente con mucho orgullo a la que era mi esposa y la que
cargaba a mi más grande bendición. Mi Renata que de un principio se mostró tímida
y extraña entre la gente poco a poco se fue soltando y volviendo a ser ella.
- No pensamos que te iban a pillar tan
rápido, amigo – se burló Joe
-
Thiago dime algo – pidió Mau – ¿Es verdad todo lo que salió en la prensa
española referente a tu mujer?
- ¿Qué salió? – pregunte un poco afligido
por lo que pudieran saber
- Su divorcio, lo que padeció dentro de
ese tiempo. ¿Se ganaba la vida de la manera que ahí salía?
- Nada de eso es verdad – dije seguro – Y
por favor luego les cuento de que van esas cosas, solo que no los escuche
Renata
- ¿Qué te mandan a dormir al sofá antes
de la luna de miel? – todos reímos
- ¿Pensaste donde llevarla? – acoto Marcos
- No tienes mucho donde elegir – dijo Joe
- Bahía Inglesa
- ¿La llevaras a ese lugar? – pregunto apareciendo
Dani
- Si – alce de hombros - ¿Te parece?
- Playa, arena blanca, sol y que mejor
que con el hombre que amas. Sera perfecto hermano
- Como me alegra oírte decir eso, me
quita los miedos de que no le guste
- ¿Caribe? ¿Por qué no salen fuera del país?
- La verdad es que Renata en su estado
tampoco puedo estar para mucho viaje, fue una de las condiciones para poder
venirnos
- ¿Qué estado? ¿Está enferma?
- Claro que no, mi cuñada solo está
embarazada
- Pero hombre ¡Felicidades! – grito Joe. –
Tío Benja – llamo a mi padre - ¡Felicidades Abuelo!
Entre
risas y anécdotas pasaron más de dos horas en las cuales mí querida mujer
disfrutaba tanto como yo de estar en casa con nuestra gente. Pero ya era tarde
para ella, necesitaba descansar.
Me
acerque a su lado y le pase un brazo por encima del hombro y la atraje hacia a
mí. En sus ojos vi lo agotada que se encontraba y sin más le pedí que nos marcháramos
y dejáramos al resto seguir celebrando, debíamos dormir.
- Papá – me acerque a su lado – Con Renata
nos vamos
- Hijo vayan a descansar a tu antigua habitación,
no es necesario irse al departamento
- Gracias papá pero no es necesario, nos
vamos a nuestra casa
- Sí así lo quieres, vayan con cuidado
- Así es. Marcos nos llevara
Una
hora después de los miles de abrazos, de los miles de buenos deseos en nuestra
vida pudimos salir de casa de mis padres en dirección por fin a nuestro
departamento para estar juntos y solos.
***
No
sabía que tan cansados podíamos llegar a estar hasta que despertamos casi once
horas más tarde. Entre cariños y risas nos metimos a la ducha, de por vida
quería despertar de esta manera, si fue la mejor decisión de mi vida. Y no
podía estar más seguro, en la cara de felicidad de mi esposa me daba cuenta que
pensaba lo mismo.
- ¿Tienes que ir a la oficina? – pregunto
mi amor desde la habitación donde se hidrataba la piel.
- Aun me quedan un par de días
- ¿Iras conmigo a la cita del médico de
Dani?
- Lo dudas – Salí del baño con la toalla
anudada en la cintura – No me perdería por nada del mundo ver nuevamente a mi
hijo
- Perfecto, la llamare más tarde para que
me agende una hora para unos dos días
- Pero si te sientes mal vamos de
inmediato
- No es necesario amor, estoy bien,
estamos bien
- ¿Estas feliz?
- Muy feliz, me encanta estar en casa por
fin.
- ¿Sabes?
- ¿Tu eres feliz?
- Claro que si amor, a tu lado soy el
hombre más feliz del mundo, y pronto lo seré mas cuando este bebé – toque su
vientre desnudo – Este entre nosotros
- ¿Aunque llore todo el día?
- Sera la mejor canción que poder
escuchar
- ¿Aunque no te deje dormir por las
noches?
- Serán las mejores desveladas de mi vida
- ¿Aunque este más pendiente del él que
de ti?
- Sé que podrás hacerlo de la mejor
manera posible para estar con ambos, no dudo por un solo minuto que sabrás ser
madre y esposa, ser amiga y mi amante.
- No quiero defraudarte amor
- Lo harías si no te preocuparas como lo
haces por la gente que quieres, y por sobre todo por nosotros que somos tu
familia.
- Son mi vida, tú y este bebé
- Me agrada saberlo, anda dame un beso y
termina de vestirte
Se
acercó a mi lado y dejo caer una lluvia de besos por mi rostro.
- Sabes amor – me volvió a decir cuando
se arreglaba los jeans – No hemos hablado de los posibles nombres para el bebé
- Es verdad –
- ¿Cómo te gustaría que se llamase si es
una niña?
- No lo sé, ¿Cuál te gusta a ti?
- Muchos, pero creo que tu deberías elegirlo
- ¿Por qué?
- Porque yo lo hare si es niño
- Me parece un buen plan
- ¿Verdad que si?
- Si, pero cada uno tendrá que estar de
acuerdo, no quiero que mi hijo se llame de una manera muy extraña ni como algún
antiguo amor tuyo
Al
terminar de decir esas palabras fue consiente del error que había cometido al
nombrar antiguos amores. Me apresure en llegar a su lado con la camisa sin
abrochar los botones y la abrace por la espalda.
- Perdóname amor – le dije depositándole besos
en la cabeza –Lo dije sin pensarlo
- El único nombre que podría ponerle a mi
hijo sería el de mi único amor
- ¿Único amor? ¿Y cual sería ese nombre
señora?
- Thiago –
- ¿Qué?
- Thiago – río – ese sería nombre de mi
hijo
- Nuestro amor, nuestro. Pero no, no
quiero que mi hijo lleve mi nombre, ya con un Thiago Lackington es suficiente.
Tampoco pienses en el de mi padre, ni el de tu padre. Un nombre único e
original para el nuevo Lackington
- Si tú lo dices. – se alzó de hombros y
volteo en mis brazos. – Y si es niña que no sea el nombre de alguna de tus ex
novias.
- Tú fuiste la única
- Sabes que no es así. – Frunció el ceño –
Pero no quiero discutir contigo amor, pero ya sabes cuales son las condiciones.
¿De acuerdo?
- De acuerdo señora mía
***
Una
semana en Chile, una semana donde las cosas con Renata están cada vez mejor,
nuestro hijo está en perfectas condiciones y listo para seguir dando guerra
dentro del vientre de la madre, nuestras familias felices y mi querida hermana
con su famoso anillo de compromiso.
El
momento de volver a trabajar se acercaba, pero también con eso se nos venía
encima la luna de miel. Ya le había comentado a Renata que preparara una
pequeña maleta con algo de ropa ligera, pero sin dejar fuera algo más grueso.
Sin hacer preguntas ella fue capaz de hacer la suya y la mía.
A
las cinco de la tarde ya íbamos camino al aeropuerto con dirección al Desierto
de Atacama, para salir rumbo a Bahía Inglesa, esa preciosa playa de arenas
blancas. Tenía muy lindos recuerdos de ese lugar cuando de niños mis padres nos
llevaban con Tía Naty.
Esperaba
y a mi mujer le gustara el lugar que había elegido.
La
primera noche no salimos de la cabaña que había rentado para nosotros, debido a
que Renata estaba cansada. Su pequeña barriga ya estaba dando guerra.
- ¿Te sientes mejor? – pregunte a penas
sus hermosos ojos se abrieron con el sol de la mañana.
- Si amor, solo fue el cansancio del
viaje
- Si lo hubiera sabido nos quedábamos en
la casa, encerrados en la habitación
- Claro que no, quiero salir contigo,
disfrutar de nuestro matrimonio, disfrutarte a ti. – Se subió a horcajadas
sobre mí – Quiero que me hagas el amor
- Sabes que no es prudente – trate de parecer
convincente cuando lo único que hacía era despertar a una parte de mí que
trataba de mantener a raya hasta que nos dieran luz verde
- Lo hacemos despacio, lento. Por favor –
Renata
estaba convencida de lo que quería hacer, por lo cual se movía provocadora
sobre mí. Estaba dispuesta a llevar a cabo su plan, su plan de provocarme
- Renata…
- No me digas que no…
- Sabes que no puedo –
Y
así fue como caí en la tentación de hacerla mi mujer una vez más, suavemente le
hice el amor como ella tanto quería, su cuerpo estaba cambiando, viéndola sobre
mi completamente desnuda podía apreciar lo magnifico que estaban sus pechos, su
vientre que ya se pronunciaba.
Dos
horas más tarde luego de un relajante baño en el jacuzzi, ella eligió un bikini
y nos fuimos de la mano a dar un paseo por la playa.
- Anda Thiago - Íbamos caminando por la
orilla de la playa.
El
paisaje era hermoso, pero era mucho más hermoso verla a ella caminar con su
pelo suelto y al viento. Esa pequeña tanga negra, era digno de pararse y
apreciar. Con su vientre resaltando que era mía, que me pertenecía, que cargaba
a mi hijo en ella.
- No, camina. Quiero andar en la moto - Rezongaba mi ángel de cabello rubio.
- Me encantas - Le dije cuando la alcance
y la tome por su cintura para hacerla girar en mis brazos.
Su
risa, sus carcajadas eran el sonido más hermoso, mejor que un pájaro cantar.
- Bájame, la gente nos mira - Pare y la
puse de frente a mí, sus pies tocaban la arena, pero sus labios tocaban los míos.
- Te voy a besar - Le dije
seductoramente - Muero por besarte
- Estas tardando - Rezongo y acorto los
centímetros que separaban nuestros labios.
- Me gusta como saben tus labios, me
gusta como es tu piel bajo mis manos. Te amo mi amor, eres mi vida completa.
- Y tú la mía
En
el traje de baño comenzó a sonar un móvil y por más que lo ignoramos seguía
sonando una y otra y otra vez.
- Voy a contestar - Le dije separando un
poco nuestros labios. Asintió con la cabeza.
Saque
mi móvil y lo lleve a mi oído sin siquiera mirar la pantalla. Sin perder la
conexión con sus ojos. Era muy fácil perderme en sus ojos, ellos me incitaban a
estar por siempre mirándolos.
- Lackington – dije en seco
- Buenos días Thiago, soy Florencia
- ¿Pasa algo? – pregunte en seguida
- Nada, solo te llamaba para saber cómo
estaban
- Bien, gracias. Estamos de luna de miel.
- ¡Que alegría! ¿Cómo sigue tu hijo?
- Perfecto dentro de su madre.
- Dale mis saludos a Renata y comunícate conmigo
cuando vuelvas a trabajar.
-
Se los daré. Buenas tardes Florencia
Al
volver a guardar el móvil en el bolsillo Renata soltó mi mano y se instaló
frente a mí.
- ¿Qué paso? ¿Qué quería Florencia?
- Nada amor, relájate
- ¿Para qué te llamo?
- Para saber cómo estábamos – dije tranquilo
– Dejo saludos
- ¿Te llamo para dejar saludos? ¿Para
saber cómo estábamos? ¿Desde cuándo hace eso?
- ¡Stop! Amor no comiences a pensar cosas
que no son. No he dicho nada que me haga comentar una falta y ella tampoco.
- NO quiero que te llame – dijo furiosa y
comenzó a caminar
- ¡Amor! – la llame cuando comenzaba a
caminar cada vez más rápido y no se volteaba.
Podía
imaginar toda las cosas que por su mente estaban pasando pero yo no tenía nada
de culpa, solo fue una llamada de amigos.
- Renata – le volví a decir
Corrí
hasta alcanzarla y la tome en mis brazos con el cuidado que requería.
- Estoy aquí, contigo. Eres mi esposa.
- No quiero que te llame.
- Esta bien amor, no lo hará nunca más.