lunes, 27 de julio de 2015

Alexandra... Capitulo 1

Capítulo 1

Después de cinco horas llorando por fin mi nena se dormía, en su estado debía descansar mucho más, como mi corazón que ya estaba cansado, cada día más cansado.

A 18 años de la partida de mi única hija y su marido todo había cambiado, la pequeña Isamar. Bueno ya no tan pequeña estaba pasando según ella el peor momento de su vida. No lo dudaba, claro que no. Para todo hay una edad y un momento, pero ¿El error lo habré cometido yo?

Mi nombre es Alexandra tengo ya 83 años y un pasado, una historia y por sobre todo una familia por la que luchar. Una familia que iba creciendo día a día dentro de mi Isamar. No sabía si llegaría a conocer a esa pequeña cosita, ya casi ni podía salir de la cama, mi cuerpo estaba viejo y los años me pasaban la cuenta.

El mayor de mis miedos era dejarla sola en este momento, como tuvo miedo su madre el día de su muerte. Le jure que nunca la dejaría sola, que haría de su hija una buena persona. A estas alturas no sabía si lo había logrado cumplir, ¿Pero que podía hacer? Ahora nada más que apoyarla y aconsejarla para que hiciera de su hijo o hija una persona de bien. Para que luchara por encontrar el amor de su vida, su príncipe azul.

Toda mi vida creí en las novelas rosas, y no fue fácil, la vida me dio muchas desilusiones pero si fui feliz al lado de mi amado. Esperaba que ella encontrara ese hombre especial en algún momento, que cuidara de ella y de su bebé sin importarle nada.

Recuerdo las palabras cuando me dijo que estaba saliendo con un chico “Mama soy tan feliz, creo que Felipe si es el hombre de mi vida, me quiere, me respeta, y lo más importante quiere salir adelante al igual que yo. Lo amo.”  Todo eso no fue más que una farsa para poder acostarse con ella, y una vez que lo consiguió la desecho como si fuera un envase que ya no servía. Pero al ser tan inmaduros y al haber cometido el error de nunca hablar de sexo con ella. <Si fue mi error por no saber educarla sexualmente. > No se cuidó, no se cuidaron y un bebé viene en camino. Cuando ella se lo comento, simplemente él desapareció.

Y así de la misma manera lleva mi niña 2 semanas en las que se la pasa llora que llora, lamentando el hecho de que ese hombre no la supo valorar, no la supo respetar y ella no lo hizo consigo misma.
Mi corazón se parte cada vez que la veo de esa manera, cada vez que la veo llorar. Se va deteriorando al igual que mi cuerpo.

La semana pasada había asistido al doctor y él me había dicho que con mucho reposo y cuidados todo iba a estar bien

      - ¿Me dormí mucho tiempo? – pregunto mi Isamar
      - No cariño – le acaricie sus cabellos – Vuelve a dormir
      - Mama – me llamo y la mire a los ojos - ¿Te encuentras bien?
      - Si mi cielo. Vuelve a dormir
      - Me iré a mi cama para que estés más cómoda –

En ese momento hizo el intento de levantarse pero no la deje. No quería que se separara de mí, y siempre se lo decía, quería que pasara el mayor tiempo posible a mi lado para así estar segura que no seguía llorando por los pasillos de nuestra casa

      - Duerme conmigo, como cuando eras una niña
      - Necesitas descansar y solo te haré pasar una mala noche
      - Contigo a mi lado jamás será una mala noche
      - Mama, tengo miedo

Puso nuevamente su cabeza sobre mi pecho y comenzó a sollozar.

      - No será fácil mi amor, pero te aseguro que te graduaras con nota sobre saliente de todo esto
      - ¿Tú crees?
      - No lo creo, estoy segura que así será.
      - Tienes tanta confianza en mí. Que tengo miedo a defraudarte
      - Lo harías si no lucharas por ser feliz y por tu bebé. De lo contrario siempre estaré orgullosa de ti.
      - Tienes un corazón enorme
      - Es enorme porque la vida me enseño que fuera así. Pero tú también lo tienes de mayor tamaño. Eres como tu madre
      - Y mi madre era como tú
      - Así es. Mi vida.
      - ¿Por qué Felipe no podía ser como el abuelo?
      - Si lo fuera me habría enamorado yo de él
      - Cuéntame cómo lo conociste, nunca lo has hecho
      - Lo hare mi vida, pero ahora descansa. Mañana cuando llegues de la universidad te contare como nos conocimos, y por sobre todo, te daré una guía para que aprendas a salir adelante.
      - ¿Promesa?
      - Promesa. Ahora a dormir.

Mientras mi niña se iba entregando a los brazos de Morfeo, una espina clavo mi corazón. Recordar ya era difícil, pero era mi manera de enseñarle las cosas. No tenía más tiempo. Era el momento de sacar todo lo que por años guarde y enseñárselo. Habían cosas que me hubiera gustado olvidar, le iba a manchar la imagen de su abuelo. Pero si con eso la ayudaba a que buscara la luz al final del túnel lo haría. Mi princesa se merecía ser feliz, la vida le había tocado dura y yo… y yo era la única que podía ayudarla, no le dejaría dinero, pero si una gran enseñanza

A la mañana siguiente como era costumbre y antes de irse a la universidad subió mi desayuno. Nunca se iba sin hacerlo. A pesar de que diez minutos después que ella se iba llegaba la señora que preparaba la comida y limpiaba un poco el departamento, para que cuando Isamar llegara no tuviera que hacerlo. Su vida ya era muy pesada como para hacerlo aún más.

Poco tiempo más iba a poder seguir con su ritmo de vida, entre su carrera de teatro y su trabajo de medio tiempo llegaba agotada a la casa, pero era parte del 70% de los ingresos que teníamos, el otro 30% era de los ahorros que nos quedaban tras la muerte de sus padres y la muerte de su abuelo a los pocos años después.

Puntual como siempre llego Carmencita, directo a mi habitación.

      - ¿Cómo se siente señora Alexandra?
      - Igual que todos los días –
      - ¿Esta de mal humor esta mañana?
      - No, solo estoy preocupada por Isamar
      - ¿Qué le pasa a la nena?
      - Esta sobre cargada de cosas. Que ganas de levantarme de esta cama y ayudarla un poco, mi niña esta sobre cargada de cosas –
      - Mejor quédese donde está, y así le hace compañía. Si se sobre exige no le durara nada y solo le dará más preocupación.
      - Mi corazón no me acompaña
      - Señora Alexandra, mejor quede quietecita que terminara en el hospital nuevamente

Gruñí a su reclamo, no quería volver a un hospital nunca más, en el último año había pasado más tiempo en ese lugar que en mi propia casa, y en estos momentos tenía que ser fuerte.
Carmencita se fue a hacer sus cosas, y aproveche de levantarme para ir a buscar algo que iba a necesitar para poder contarle las cosas a Isamar.

Mientras releía el diario que por años he guardado sagradamente le fui arrancando páginas. Isamar aún no estaba preparada para todo. Unas fotos cayeron de entre las hojas, unas fotos donde se veía a una sonriente Luz María con su pequeñita en brazos, a su lado un joven guapo, pero que le hizo mucho daño con sus mentiras y sus engaños. Volví a meter esa fotografía en el cofre del cual nunca debía salir.

Mientras pasaba las hojas, iba sintiendo  lo mismo que hace muchísimos años cuando lo escribía, una vez mi madre me dijo “Alex, toma dentro de esas hojas en blanco escribe tu historia, y en esos días que veas todo negro, sácalo léelo, y recuerda que no siempre todo es malo” Desde ese momento comencé a escribir mi propia historia. Al igual como lo escribía iba maldiciendo mi propia vida por ser más infeliz que feliz.

Solo pensaba en darle el mismo consejo a mi niña, para que viera que podía ser feliz. Y escribiera su propia historia.


***


      - Mama, porque me pasas esto – dijo Isamar cuando puse sobre sus manos mi diario.
      - Quiero que lo leas, quiero que veas que no siempre en la vida es todo tan malo
      - Pensé que tú me contarías la historia
      - Y lo hare mi vida – suspire cansada – Pero puede que llegue un momento en que yo no este para poder terminarla
      - No digas eso. Mama, tú no me puedes dejar
      - Nunca te dejare, estaré siempre en tu corazón
      - Me da tanto miedo cuando hablas de esa manera – recostó su cabeza sobre mi pecho, sin saber lo que me costaba respirar en estos momentos
      - En la vida todo tiene su fecha de caducidad, cielo la mía está por llegar –
      - No mama – a través de la tela de mi camisa de dormir sentía como sus lágrimas la mojaban
Mi corazón con cada movimiento se resentía aún más.
      - Isamar, debes prometerme una cosa
      - Las que quieras
      - Tú… - Un fuerte pinchazo me hizo contraer la cara – Nunca juzgues nada sin saber los verdaderos motivos. Tú madre, tú padre y yo siempre quisimos lo mejor para ti mi vida.
      - ¿De qué hablas?

Mire por última vez sus hermosos ojos, esos ojos que eran iguales a los suyos. Los cuales llevaron a la muerte a todo lo que algún día ame.

Mi nena se quedaba sola en este mundo para construir su historia, para aprender lo más difícil, aprender a vivir, a superar el dolor y levantarse.


Mi corazón dijo basta un día 29 de marzo, mis ojos se cerraron para siempre y con ello mi boca se llevó secretos que prometí jamás revelar. 

domingo, 19 de julio de 2015

Alexandra...


Alexandra










      No hay dolor mas fuerte para una madre que perder a un hijo, creo que una nunca se sobre pone a ese dolor. Pero saber que dejaras a la unica persona que tienes en el mundo sola, eso si causa aun mas dolor.
      En el poco tiempo que me queda debo enseñarle a ser una mujer fuerte, a que sola puede con esto y mucho mas.
      La mejor manera que encontre para hacerla entrar en razón es contarle mi historia. Son aventuras, sueños y esperanzas. Amor y desilusión.
      Dicen que las personas mayores nos pueden dejar muchas enseñanzas y eso es lo que pretendo hacer con mi nieta.
Soy Alexandra y esta es mi historia...

martes, 14 de julio de 2015

#Epilogo Caminos Inesperados

Ahora si le damos fin a esta historia. Les dejo el epilogo. Espero y les guste. Gracias por la paciencia, la espera y las ganas de seguir leyendo. 
El lunes nos encontraremos nuevamente, pero ahora con una historia distinta. Espero y tenga la misma aceptación que esta. Caminos Inesperados comenzara su proceso de maquetación para las que así lo quieran puedan tenerlo en Pdf. Estaré dando esa información a medida que vaya maquetando. (eso lo hago yo misma ya que soy diseñadora) 

MUCHAS GRACIAS.









Epilogo


Cuando acepte ser por segunda vez ser la única mujer en la vida de Thiago jamás pensé que llegaríamos tan lejos con nuestro amor y nuestras ganas de formar familia. Pero así fue.
Fueron más de 60 años juntos, 60 años donde pasamos altos, bajos y medios. En mi mente y a pesar de los años logro recordad algunos de los momentos más felices y tristes que pasamos.

***

Despertar con los besos de mi marido y de mi hijo al mismo tiempo era algo impagable la risa de Adam era lo más maravilloso que vivíamos diariamente, ya no era un bebé, era el niño más inteligente que había en la tierra, Thiago siempre me decía que éramos unos padres afortunados de tener a la perfección misma entre nosotros.

Un día como hoy nos unimos para toda la vida, y como lo había prometido Thiago estábamos juntos en el mismo Hotel donde lo hicimos la primera vez, estábamos juntos disfrutando de los bellos paisajes del sur de Chile, sin duda el mejor regalo de aniversario que mi marido me podría dar. Pero él no sabía la sorpresa que yo también le tenía. Me había costado mucho mantener el secreto, sobre todo cuando algunas mañanas despertaba con unas horribles ganas de vomitar.
En esos momentos me tenía que mantener en la cama por un tiempo y al salir dar el agua de la ducha para que no se diera por enterado. Costo, pero lo logre.

      - Hoy y hace un año que mi vida es muy feliz – dijo Thiago besándome por encima de él cuerpo de Adam que estaba sobre mí
      - Shale papá – reclamo Adam
      - ¡Hey! – Thiago comenzó a hacerle cosquillas a Adam provocando aún más carcajadas en él. – Nos duchamos y salimos a desayunar.
      - Me parece perfecto – dije sentándome lentamente en la cama – Te tengo un regalo amor.
      - Yo también – sonrió - ¿Quieres que te lo de ahora?
      - ¿Tú quieres el tuyo ahora? –
      - Sabes lo que quiero – acaricio el cabello de Adam y me miro. Alce una ceja – Sé que es muy pronto y me pediste terminar la carrera antes. Pero me encantaría tener otro bebé.
      - Lo sé, amor – dije resoplando – Yo no sabía que quería otro hijo hasta ahora.
      - Mamá – llamo Adam saltando en la cama – Mirra
      - Cuidado saltamontes – reí.

Me puse de pie y fui hasta el armario donde busque en mi maleta el regalo de Thiago, encontré la carpeta que llevaba tiempo escondida y se la entregue al tiempo que atrapaba a mi bebé para ponerlo en mis brazos de modo de escudo.
Thiago admiro la carpeta por unos segundos, luego sus ojos se centraron en mi al tiempo en que una lagrima caía en sus ojos.
Sin decir media palabra se acercó a nosotros y nos abrazó.

Estuvimos por mucho tiempo de esa manera hasta que Adam comenzó a inquietarse, Thiago lo quito de mis brazos y lo dejo sobre la cama para volver a mí. Se puso de rodillas y comenzó a besar mi vientre plano hasta ahora.

      - Ya te amo, ya no concibo mi vida sin ustedes. – Al tiempo que comenzaba a subir sus labios hasta encontrarse con los míos – Te amo. Gracias. Es el mejor regalo, el más importante en mi vida, es invaluable lo que me das.
      - No – reclamaba Adam al ver a su padre devorándome los labios – No papá
      - Uno más – suplico Thiago mirando a Adam
      - No – negaba con la cabeza mientras volvía a estirar los brazos para que lo cargara
      - Si – dijo Thiago y me volvió a besar – Mía – le decía y pasaba sus manos por mi estomago

Al momento en que Adam iba a comenzar con el berrinche de siempre que nos veía dándonos alguna demostración de amor Thiago me soltó y lo lanzo al aire consiguiendo que se olvidara que segundos antes iba a llorar.

***

Fueron tiempos felices, aún recuerdo la felicidad de toda la familia cuando volvimos de esas vacaciones con la noticia de que en 6 meses más tendríamos otro pequeño revoloteando en casa.
Pero los primeros meses en casa fueron un tiempo difícil para Thiago y para mí, él se oponía a que siguiera asistiendo a la universidad en mi estado porque ponía en peligro a nuestro bebé. Pero yo quería seguir estudiando, la carrera también me llenaba la vida, quería ser enfermera, me gustaba estar en compañía de algunas buenas amigas que ya había hecho y que hasta el día de hoy lo son. Al principio fue un poco complicado por la diferencia de edad, claro yo una mujer casada y con un hijo. Ellas chicas entre los 18 y los 20 años que lo único que querían era pasarlo bien.
Lo recuerdo y me vuelve la risa, la primera noche que le dije a Thiago que no llegaría a dormir porque al otro día tenía un examen muy complicado de anatomía.

Al terminar mi primer año de Enfermería yo ya estaba con ocho meses de embarazo y sabíamos que esperábamos una niña. Mi preciosa Mia que llego a nuestras vidas el cinco de enero a las cuatro de la madrugada con su precioso y relajante llanto a poner nuestras vidas un poco más caóticas. Las primeras noches en vela y los celos de Adam. A pesar de que Mia no dormía en nuestra cama pero si en nuestra habitación Adam se empeñaba noche a noche en dormir en medio.

Al comienzo solo nos reíamos y lo dejábamos pero con el paso de los meses nuestro matrimonio se debilitaba por la falta de intimidad, la falta de poder demostrarnos que aún nos amábamos. Ni hablar de tener sexo, el periodo de abstinencia para nosotros fue un poco más largo que los cuarenta días que prescribe el médico.
Una noche Thiago se impuso como hombre y padre y saco la cuna de Mia de la habitación así como también puso a Adam en su cama. Fue la primera vez después del nacimiento de Mia que logramos dormir abrazados, que logramos besarnos y logramos volver a ser solo uno.
Las clases comenzaron y yo las retome aun en contra de mi marido y mi padre, pero una vez cuando comencé a estudiar me dije a mi misma que no renunciaría a ser mujer por ser madre. Y así lo hice.
Tres años después me graduaba de Enfermera, y entre la cara de los invitados a la ceremonia podía ver a mi marido con nuestros hijos orgullosos y felices. Mia ya tenía 3 años y Adam cinco. Podía mirar hacia atrás y darme cuenta que a pesar del sacrificio de dejar a mis hijos al cuidado de mi suegra o de Magda ellos eran felices también. No me había perdido ni un solo momento de su vida y los había visto crecer, dar sus primeros pasos y sus primeras palabras.
Era feliz como cada noche los llevaba a sus habitaciones y ellos me decían cuanto me amaban, cuando llegaba a mi habitación y mi marido, mi amigo, mi amante y compañero de estudio me decía que me amaba y cuan orgulloso estaba de mí.

Daniela ya a la fecha tenía 3 hijos, dos niñas maravillosas y un pequeño que era el más fiel reflejo de su padre. Las reuniones familiares ahora eran un completo circo. Pero eran los ojos de sus abuelos.
Pero las reuniones con los antiguos amigos de Thiago que ahora también eran los míos eran donde volvíamos a ser una pareja joven y siempre terminábamos en algún hotel pasando la noche. Ian nos hacía siempre de niñera. Mi pequeño cuñado se hacía grande y adoraba a sus sobrinos.
Pasaba los fines de semana en nuestra casa donde le enseñaba distintas cosas a mis hijos, algunas eran constructivas, otras simplemente travesuras.

Así pasaron los años y un día desperté dando me cuenta que ya mis hijos estaban grandes, que Adam tenía casi diez años, que Mia ya no era una bebé que lloraba por estar en mis brazos, que mi vida como profesional de la salud iba en aumento, que mi matrimonio estaba cerca de cumplir 10 años y lo más importante que yo me hacía cada día más mayor esa noche cuando me acosté en la comodidad de los brazos de mi marido le pregunte si estaba preparado para tener un miembro más. Que si le hacía ilusión volver a pasar nuevamente por lo que era tener un bebé, por hacer crecer nuestra familia a un número más. Esa noche me respondió haciéndome el amor como solo él podía demostrándome en cada caricia que aun con los años la pasión y el amor no se extinguía entre nosotros.

Pero los meses pasaban y a pesar que nuestras ganas no mermaban Dios decía otra cosa y mes a mes nos dábamos cuenta que no podíamos cumplir ese sueño. Veía en mis sueños otra niña con los hermosos ojos de su padre, con esa sonrisa que sabía que a pesar de todo robaría mi corazón, pero no pasaba.

***

      - Tranquila amor. – susurro Thiago mientras yo lloraba en su pecho cuando otro test de embarazo salía negativo – Yo también me muero de ganas de ser padre nuevamente debemos seguir intentándolo
      - Estoy cansada de intentarlo, todos los meses pasa lo mismo.
      - Tenemos muchas ganas de tener otro bebé son nuestros nervios y la presión lo que hace que no podamos fecundar.
      - Sabes que no es eso Thiago. Soy yo, estoy poniéndome vieja y mi cuerpo se rehúsa a tener otro bebé.
      - Mañana pediremos hora con tu ginecólogo. ¿Te parece?
      - Ya he ido varias veces Thiago. Siempre es lo mismo.
      - Ves amor, son solo los nervios.
      - Deje pasar muchos años. Debería haberme embarazado antes. Pero fui egoísta quería trabajar y ahora…
      - Esta bien, amor. Tenemos dos niños maravillosos, tal vez Dios quiere que solo los tengamos a ellos para entregarle todo nuestro amor.
      - Perdóname. Sé que también querías otro hijo.
      - Me diste dos. Y para mi buena suerte un niño y una niña. ¿Qué más puedo pedir? Soy igualmente feliz con ustedes.
      - Te amo. – le bese los labios y volví a poner mi cabeza en su pecho. – Te amo por lo buen padre que eres, por lo mucho que quieres a nuestros hijos, por lo dedicado que eres en ayudarlos en sus tareas y lo mucho que los conscientes.
      - Yo también te amo, por haberme dado la dicha de ser su padre, de ser tu marido y poder disfrutar de estar contigo día y noche. Eres la mejor madre, enfermera y esposa del mundo.
      - El mes que viene cumpliremos diez años de casados.
      - ¡Diez años a tu lado!  - exclamo besando mi cabeza – Aprovecharemos nuestras dos semanas en España para visitar los países alrededor.
      - Todo lo que quieras mi vida. Los niños están felices de pasar unos días con sus abuelos.
      - Ian tiene la culpa, ya imaginas cuando lleguemos las cosas que aprenderán.
      - Tengo que hablar con él antes de irnos – alce la vista y le bese los labios  - No quiero llegar y ver a Mia con pelos de color o diciendo malas palabras.
      - No será capaz – rio besándome – Les enseña estupideces pero nunca alcanzaría ese nivel. Mis padres no lo permitirían. Aparte hablaremos a diario con ellos así le podrás ver el cabello por si se hace algo.
      - Me hubiera gustado llevarlos como cuando eran unos niños.
      - Ni me lo recuerdes. – Río – Fueron unas bonitas vacaciones y mi Abu alcanzo a sostener en sus brazos a Mia. Sé que se fue feliz.
      - Aprovecharemos de ir a visitarla todas las veces que podamos. No comprendo porque se quiso ir a morir a España, al menos acá podríamos ir a visitarla al cementerio.
      - Quería estar con mi Abuelo, la comprendo. Si tu quisieras que tus restos los lleváramos a la China, a la China tendrían que llevarme a mí también.
      - La China es muy lejos.

Antes de viajar a España visitamos juntos a mi ginecólogo, donde me dio un par de vitaminas y me dijo que devuelta del viaje fuera a visitarlo para comenzar a un tratamiento para la fertilidad en el caso que ese fuera el problema, pero el solo creía que era debido al mucho trabajo, a las ganas de que ambos teníamos por tener otro hijo. Según el eran muchos los aspectos que podían fallar, pero para eso necesitábamos pruebas más exhaustivas.

Las vacaciones fueron inolvidables, como lo habíamos predicho visitamos a Victoria muchas veces en su tumba, también hablábamos a diario con los niños quienes estaban felices de pasar tiempo con sus abuelos y primos.
Para nosotros más que vacaciones fueron una segunda luna de miel, donde nos rectificamos ese amor que nació en este lugar y que también fue acá donde más sufrí, pero ahora. Años después era el lugar donde estaba siendo feliz con el hombre que amaba.

En ese viaje también comprobé que no importaba los cambios físicos que sufriéramos que nuestro amor iba más allá de eso.

Cuando volvimos pasamos una noche más solos en nuestra casa como hacía años no lo hacíamos y aun parecíamos ese par de insaciables el uno por el otro, recorrimos esos lugares los cuales ya no puedes utilizar teniendo un par de niños revoltosos que llegan incluso a la cama de sus padres sin ser invitados.

Un año después y tras mucho tratamiento logre concebir, a pesar de que los primeros cuatro meses los pase en cama y con mucho cuidado traje al mundo a mis mellizas. Victoria y Carolina.

Y así pasaron los años. Nuestros hijos se hicieron grandes, Adam fue quien más problemas nos dio a lo largo de los años y también fue el que primero nos hizo abuelos tan solo teniendo 18 años. En ese tiempo Thiago no quería saber nada de él y eso me partía el corazón se fue a vivir por un tiempo con sus Abuelos paternos quienes trataron de ayudar en que la relación padre e hijo se fortaleciera, en ese tiempo fue cuando vi mi matrimonio al borde del quiebre.
Thiago me ponía en contra la espada y la pared, si me acercaba a Adam y a mi nieta tenía problemas con él. Fue entonces donde la relación se puso en jaque y aún recuerdo la acalorada discusión y los meses que lo siguieron.

***

      - Mamá, no creo que sea prudente que vayas a ver a Adam. – Dijo Victoria entrando a la cocina con sus libros – Discutirán nuevamente y ya estoy harta de escucharlos pelear.
      - Estoy de acuerdo con mi hermana – acoto Mia – Adam eligió su vida. ¿Por qué sigues ayudándolo? Nosotras no lo mandamos a andar de cama en cama y que terminara teniendo un hijo quien sabe con quien
      - No te permito que hables así de tu hermano.
      - Todas sabemos que es tu preferido por eso hace lo que quiere contigo y ahora que no está en la casa no dejas de llorar e ir a verlo.
      - Es mi hijo al igual que ustedes.
      - El preferido – dijo riendo Mia – Pero es tu decisión madre, si quieres seguir teniendo problemas con papá por su culpa hazlo. ¿Qué importamos nosotras?
      - Me importan – me vi en la necesidad de defenderme – Son mis hijas, Dios me dio cuatro hijos, a los cuatro los quiero por igual.
      - ¿Qué hacen tres de mis cuatro mujeres en la cocina? No me digan que se les dio por aprender a cocinar – se burló Thiago de sus hijas.
      - Papá – Mia corrió hasta él y se aferró a su cuello - ¿Podemos ir este fin de semana a la playa? Por favor, se vienen los exámenes en la escuela y creo que nos hemos portado muy bien y lo merecemos ¿Di que sí?
      - ¿Qué dice mi princesa? – le pregunto a Victoria cargándola en sus brazos.
      - Que sí. Yo también quiero ir.
      - ¿Y qué dice la mamá?
      - Tengo turno en la clínica este fin de semana. Puedes ir con las niñas si lo deseas.
      - ¿Podrían ir a la habitación? – pidió Thiago a las niñas.

Ambas acataron la orden de su padre no sin antes mirarme con sus caritas suplicantes. Yo también estaba harta de discutir con Thiago pero no concebía mi vida sin mis cuatro hijos. Mucho menos si uno de ellos no estaba pasando por un buen momento, lo veía como vi a Thiago cuando yo lo deje con Adam siendo un bebé.

      - ¿Desde cuándo tomas turnos los fines de semana? Habíamos quedado en que no harías eso para poder estar con la familia
      - Lo decidí cuando mi marido hecho de la casa a mi hijo
      - Él se fue por voluntad propia.
      - Lo obligaste a hacer eso Thiago.
      - Ósea no tenía derecho a decirle nada por lo irresponsable que fue. Dejo embarazada a una niña. Tiene 18 años mujer. ¿Quieres entender eso?
      - Y necesita nuestro apoyo. Es nuestro hijo.
      - Que se hizo grande y necesita aprender que las cosas cuestan en esta vida.
      - ¡Por Dios! Thiago. Hizo las cosas mal pero míralo, sigue siendo nuestro hijo. No te da pena saber que está haciendo lo mismo que tú con él cuándo yo los deje.
      - No saques ese tema. No compares las cosas. La historia de nosotros fue mucho más compleja que una simple calentura de adolescente
      - ¿Cuál es la diferencia Thiago? ¡Dímela! – Grite fuera de sí – Tú hijo, ese mismo que cuidaste y mimaste con tanto amor está solo. Maribel lo dejo con una niña recién nacida.
      - ¡Que asuma su irresponsabilidad!
      - Ya no quiero seguir con esto. No quiero que cada vez que hablemos de ¡NUESTRO! Hijo, porque es nuestro terminemos peleando. Me canse de tratar de hacerte cambiar de opinión. Jamás pensé que le darías vuelta la espalda a tu propio hijo. ¿Si hubiera sido Mia? ¿Qué pasa si hubiera sido nuestra hija? ¿La hubieras dejado sola?

Dicho eso y lo deje solo en la cocina y subí a la habitación, esperaba que los meses lo trataran de hacer cambiar de opinión, necesitaba creer que volvería a ser la familia que fui, el hombre que había luchado con su hijo. ¿Cómo se podría haber olvidado de eso?

      - ¿Qué estás haciendo? – pregunto mientras yo sacaba algunas cosas del armario
      - Me voy. – dije secamente tratando de controlar el llanto. – Mi hijo me necesita.
      - ¿Y tus hijas? – me quito las prendas de las manos - ¿Ellas no te necesitan?
      - Te tienen a ti. Vendré a hacerme cargo de ellas. A menos que se quieran ir conmigo.
      - No sacaras a mis hijas de su casa.
      - Tú sacaste a mi hijo.
      - ¿Qué es lo que quieres?
      - Quiero a nuestro hijo, quiero a nuestra nieta. ¿Cómo no puedes verlo?
      - Deja de hacer esa maleta, Renata. – Se sentó en la cama – Si alguien se tendría que ir ese debo ser yo. Trae a tu hijo y a tu nieta a vivir a esta casa. – Resoplo – No voy a ser yo quien te siga poniendo entre la espada y la pared.
      - No quiero que te vayas de la casa. Quiero que aceptes que nuestro hijo tiene una hija. Que cometió un error, pero es el error más lindo que nos pudo haber dado. Tenemos una nieta maravillosa. Ni siquiera la has ido a conocer.
      - Yo te sigo amando como el primer día.
      - No me hables de amor, porque al parecer el que sientes por mi no es el mismo que sientes por tus hijos.
      - Yo amo a mis hijos, sabes que los amo, daría mi vida por ellos.
      - Adam te necesita amor, necesita que le muestres que se puede salir adelante. Que puede seguir estudiando y que puede criar a su hija con la ayuda de nosotros. – le tome las manos – Yo te amo, te amo más que a mi vida, pero son mis hijos, nuestros, también los amo. Daría mi vida porque ellos no sufran y no cometan erros. Pero ¿Quiénes somos nosotros para decirles eso? Cometimos el error de enamorarnos siendo yo una mujer casada. Te deje un año a cargo de nuestro Adam, el mismo que ahora nos necesita. Fuiste su padre y madre. Las niñas siempre han sentido celos de ese amor incondicional que sientes por él ¿Pero cómo no sentirlo si fueron ustedes dos por un año? Amor por favor, no es necesario que te vayas, ve, habla con él. Dile que cuenta con su padre, que lo amas, que lo perdonas.

***

Esa discusión tuvo un antes y un después en nosotros a pesar que esa tarde Thiago se fue de la casa, pasando los siguientes 3 meses separado de mí y que las mellizas no lograban comprender porque un día su papá se iba y su hermano volvía con su sobrina. Estaban felices pero añoraban a ese viejo que llegaba del despacho a ayudarlas con las tareas, a jugar con ellas a las muñecas. Mia simplemente había decidido hacerme la ley del hielo y me hablaba para cosas puntuales. No quería saber cómo podía haber echado de la casa a su padre y haber traido a su hermano. No es que no quisiera a Adam, lo adoraba pero también a su padre. Fueron tres meses duros para todos.
Todo llego a su fin la noche de navidad. La noche en que por primera vez la familia no estaba completa.

***

      - Lo siento mamá, yo me iré a la casa de los Abuelos hoy. – dijo Mía mientras le daba la leche a la pequeña Bárbara. – Quiero estar con mi papá
      - Mia por favor.
      - No, ya lo decidí. Voy a llamar a papá para que venga por mí.
      - Tus abuelos vendrán esta noche.
      - Bien, yo me iré de todos modos. Te quedas con las Mellis, Adam, Bárbara, los abuelos y Carol.
      - Pero tú eres mi hija. Debemos estar juntos.
      - ¿Puede venir mi papá?
      - Claro que sí. Thiago siempre es bienvenido en esta casa, amor.
      - Voy a llamarlo. – se dio media vuelta pero cambio de parecer y me extendió su móvil – Mejor llámalo tú.

Respire dos veces antes de marcar de memoria el número de Thiago.

      - Hola, mi vida.
      - Hola soy Renata
      - ¡Ah! Hola. ¿Todo bien?
      - Si, los niños están bien. Te llamaba porque necesito preguntarte algo.
      - Tú dirás.
      - Mia quería irse a pasar la noche buena contigo, pero yo sinceramente no estoy aun preparada para… - me aleje de Mia para poder ser sincera con Thiago – Es una noche para estar en familia, necesito que mi familia este completa por lo menos esa noche.
      - ¿Qué quieres decir? Por favor, amor.
      - ¿Quieres venir a pasar la noche buena con nosotros? Estarán nuestros hijos y mis padres.
      - Claro que sí.

Esa noche llego Thiago cargado de regalos para todos, incluyendo Bárbara. Esa noche cuando dieron las doce y antes de abrir los presentes nos abrazamos y perdonamos. Esa noche mí marido volvió a ocupar su lugar en nuestra cama, esa noche nos hicimos el amor después de mucho tiempo.

***

Hoy estoy aquí sentada mirando a la misma niña que un día rechazaste y hoy es la que más te añora amor, mi vida a tu lado fue perfectamente imperfecta. Con nuestros altos y bajos puedo decir que fui feliz, a pesar de todo, a tu lado siempre fui feliz.
La vida fue justa, nos dio cuatro hijos, nos dio una nieta a temprana edad, luego llegaron más, esos mismos que hoy son los que más sufren haber perdido a su yayo. No me siento preparada para dejarte ir, no quiero tener que venir a visitarte a un frio cementerio.
Muchas veces conversamos este momento, era yo la que debía partir primero. No tu mi vida, mi compañero de vida, mi amor, mi amante, mi mejor amigo.
Descansa mi amor, esa maldita enfermedad te llevo perdiéndote el momento de ver a nuestra primera nieta casarte, pero sé que estas aquí. En este día tan especial para ella. Cada vez que miro a nuestros hijos vives. Mis ojos ya están cansados de llorarte y mi cama, mi cama es muy grande para mí. Mi corazón cada día late más despacio sin el tuyo a mi lado. Creo que pronto te seguiré porque ya mi vida está completa en esta tierra. Cumplí mis metas y sueños a tu lado. Te amé, te amo y te amare hasta mi último suspiro.


Fin.