Capítulo 45
Aunque
no quisiera sabía que en cualquier minuto vería el coche de Thiago estacionado
frente a la casa, no quería que llegara ese momento. Tampoco quería quedarme en
este lugar, estaban nuestros recuerdos, era una prueba de las ilusiones que
ambos habíamos puesto para formar por fin nuestra casa, nuestra familia.
Todo
me recordaba lo que habíamos soñado, añorado. Ahora mismo lo único que quería
era meterme en la cama, despertar y que fuera en los brazos de Thiago, que me
besara y me dijera esas cosas que solo él podía decir.
Era
una maldita pesadilla, era una maldita zorra. Y yo era una maldita estúpida que
había caído perfectamente en todo.
Mire
a mi hijo, mi pequeño Adam, era sin duda la parte mucho más difícil de todo
esto, yo quería estar con él. No quería volver al comienzo, era todo tal como
cuando había vuelto de España y tenía que verlo a escondidas. Esta vez la única
y gran diferencia que Thiago lo permitía y que tenía a algunas personas de mi
lado. Pero no era suficiente, no, no lo era.
Sabía
que tenía que llamar a mi padre, pero no quería volver a llorar, me quebraría
cuando tuviera que contarles que mi bonita historia de amor había terminado
otra vez ¡Otra vez!
- mamá – me llamo Adam – mamá
Camine
a su lado, me senté en el suelo junto a él lo lleve hasta mi regazo y lo acune
en mi pecho. Ambos sabíamos que era casi una despedida. Y me dolía mucho
- Te amo, bebé – le bese su cabeza y el
alzo la mirada hasta mis ojos – Sé que tú también lo haces, todos los niños
aman a sus padres. Solucionaremos esto, bebé – suspire cuando el empezó a
cerrar sus pequeños ojos – No te duermas, papá vendrá por ti. Qué más quisiera
yo que te quedaras así a mi lado. Pero Thiago tiene razón, tienes que estar con
él.
Casi
dos horas después y cuando estaba terminando de guardar mi ropa en el armario
de la habitación principal, esa donde se suponía que seríamos felices una luz
lleno el lugar seguido de un golpe en la puerta. Thiago estaba acá.
Antes
de salir de la habitación mire a Adam dormido cómodamente en medio de la gran
cama y sonreí a pesar que ya se nos había agotado nuestro tiempo juntos.
- Vengo por Adam – dijo con la cabizbajo
sin entrar en la casa
- Está arriba, se quedó dormido.
- ¿Puedes traerlo? Es tarde aún tengo
cosas por hacer
- Pasa – le indique
- No – anclo su mirada en la mía. Dolor,
simplemente eso era lo que había en su mirada, el mismo que tenía la mía – No
puedo entrar
- Es tu casa también
-
Mañana arreglare los documentos para que este a tu nombre, a mí no me importa
esta casa. Es tuya
- No quiero la casa Thiago, bien sabes
que las cosas materiales nunca me han importado
- Lo sé, por eso te amaba más. ¿Puedes
traer al niño?
- Quiero hablar contigo. ¿Puedes pasar?
- Si es sobre lo que paso, lo que te dijo
Carmen no quiero escucharte. Si es sobre Adam, ya te dije que puedes verlo
siempre que quieras. Si es sobre lo nuestro… Creo que ya decidiste
- No quería que las cosas terminaran de
este modo. Te amo demasiado Thiago, por eso te deje libre para que hicieras tu
vida.
- Si me amaras como dices… - se pasó las
manos por el pelo – Creerías en mí, más que en la zorra de Carmen
No
pude evitar llorar, Thiago tenía razón, le creía más a ella que a su palabra.
Pero como dudar si yo los había visto salir juntos, precisamente era esa noche
la que no dejaba de darme vueltas en la cabeza. Esa maldita noche en las que
las pruebas gritaban que el pasaría una velada inolvidable a su lado, pero hay
estaba yo, que me había quedo dormida y luego creí en su palabra cuando me dijo
que todo era preparado para nosotros.
- Voy por Adam
- Gracias
Cuando
le deje en sus brazos a Adam y le bese su pequeña cabecita no pude evitar
volver a llorar, era casi como si lo dejara nuevamente.
- Te llamare dentro de la semana para que
puedas ver al niño
- ¿Y mañana? ¿Quién lo cuidara mientras
trabajas?
- No te preocupes, había pensado tomarme
unas vacaciones estos días para poder terminar de mudarnos.
- ¿Puedo verlo por la tarde?
- No. Te acabo de decir que te llamare
***
Habían
pasado tres largos días desde que le entregue mi hijo a Thiago y aun no me
llamaba para poder verlo, lo había llamado yo al segundo día pero no me cogió
las llamadas. En la desesperación llame a Dani y fue ella quien me contó que le
creía a su hermano, que sabía por Marcos que todo era una mentira.
Su
información no hizo más que abrir nuevamente la herida y llore hablando con
ella, he llorado cada minuto en que no he podido comunicarme con él, cada
minuto que pasaba y yo seguía dudando de su palabra.
Nadie
sabía dónde se habían metido, los fui a buscar al departamento, los fui a
buscar a casa de sus padres aun ganándome el odio de su madre por dudar de la
palabra de su hijo.
Hoy
era nochebuena, se suponía que estaríamos juntos los tres esta noche. Aun a
pesar del dolor que sentía yo quería estar con ellos, ver la cara de Adam
cuando abriera sus presentes, verlo aunque fuera una noche bien, estando a mi
lado.
Mi
móvil sonó y el nombre de Dani se ilumino.
- Renata – contesto con la voz entre
cortada
- ¿Cómo estás? – trate de sonar alegre,
una alegría que no sentía
- Renata, estamos llegando a tu casa –
- ¿Qué pasa?
La
comunicación se cortó, y a los minutos ya tenía el coche parado fuera. Dani se bajó
corriendo y al ver su cara hizo que un frio terrible se apoderada de mí.
Me
abrazo tan apretado, mientras sollozos salían de su cuerpo
- Lo siento – me dijo apartándose –
Vamos, no tenemos tiempo
- ¿Qué? ¿Dónde? Me asustas Daniela
- Tuvieron un accidente – dijo tapándose
la cara – Thiago y Adam están en un hospital
- ¿Qué le paso? – Volví a la casa para
tomar mi cartera y seguirla al coche – Daniela por el amor de Dios ¿Qué les
paso?
- No lo sé, se les vino un coche encima.
No sé nada más
- ¿Dónde están? – Le pregunte
acomodándome en la silla – Por favor
- En la clínica Valparaíso.
- Dios
No
sé cuánto tiempo había pasado, ni hacia donde nos dirigíamos lo único que veía
y ni siquiera claramente eran las luces que avanzaban a mi lado derecho, si
cambiaba o no cambiaba el paisaje no me daba cuenta, si decían algo dentro del
coche tampoco era consciente.
Tal
vez habían pasado dos o tres horas desde que Dani había llegado a casa, veía la
carita de mi Adam riendo a carcajada sentado en el regazo de Thiago, la
angustia en mi pecho era imposible de soportarla. Un gran sollozo inundo todo
el coche, tenían que estar bien. Mi hijo y Thiago, ¿por qué la vida se empeñaba
en no dejarnos ser felices?
- Tranquila Renata – me dijo Dani
volteando en su asiento para tocar mis manos
- Solo quiero saber cómo están
- Van a estar bien. Son unos hombres
fuertes, ya verás que todo será un horrible susto
- ¿Cómo te enteraste?
- Estaba bañando a la Vale, el teléfono
local sonó y Marcos me dijo que mi mamá quería decirme algo. A ella la llamaron
desde el Hospital.
Con
las manos temblorosas y con la mirada fija de Dani busque en mi cartera el
móvil, necesitaba hablar con tía Renata, ella tenía que decirme como estaba mi
hijo, como estaba Thiago. Una, dos, tres llamadas y ella no se comunicaba
conmigo. El teléfono de Dani sonó, miro de reojos a Marcos mostrándole la
pantalla y contesto
- Hola papá… si… vamos en camino… viene
con nosotros… ¿Cómo están? – Un sollozo se le escapó al escuchar la respuesta y
mi corazón comenzó a latir aún más fuerte. Tenía miedo, muchísimo miedo. -
¡Dios!... Si… Gracias, te quiero papá… Nos vemos en un rato
Al
cortar la llamada me quedo mirando y tomo nuevamente mis manos con las de ella
- Daniela dime como están
- Ya estamos por llegar. Los médicos nos
dirán como se encuentra
- Daniela, por favor. Que fue lo que te
dijo tú papá – grite - ¡Son mi familia!
- También es mi hermano y mi sobrino.
Están esperando que les den información, llegaron hace media hora. No saben
nada más que están operando a Thiago.
- ¿Y mi hijo? ¡Dios! Me voy a morir si
les pasa algo, no voy a poder soportarlo
- Ya verás que será solo una mala
experiencia. Confió en Dios, confió en que estarán muy bien.
Desvié
la mirada hacia fuera del coche, ya estábamos en la ciudad, las luces
iluminaban el interior, las luces me hacían desbocar aún más los latidos del
corazón.
Cuando
Marcos detuvo el coche en el ingreso de urgencias, no espere a Dani me baje tan
rápido como pude y corrí hacia el interior.
Busque
con la mirada por toda la sala la cara de los padres de Thiago, algo que me
dijera donde lo tenían, y como se encontraba. Los sentimientos eran
contradictorios y todos malos, por un lado quería saber de mi hijo, por otro
lado del hombre que amaba. Si algo les pasaba simplemente perdería mi corazón,
porque los dueños de él estaban en algún lugar de este hospital.
Sin
perder más tiempo me acerque al mesón.
- Buenas Noches, mi esposo y mi
hijo fueron ingresados en este lugar.
- Buenas noches, sus nombres por favor
- Thiago Lackington y Adam Lackington
- Un momento por favor, vengo enseguida
con información – Asentí
Cinco
minutos después la señora no salía, Dani llego hacia mí y me indico que sus
padres estaban en el tercer piso. Le rogué y le suplique que fuera hasta ese
lugar y me informara mientras yo esperaba a la señora.
- Señora – me toco el brazo una mujer –
Su esposo está siendo sometido a una operación en el hombro derecho, por suerte
se encuentra fuera de riesgo vital.
- ¿Y mi hijo? Adam Lackington, estaba con
él
- El niño no figura en las listas, no ha
sido ingresado
- ¿Cómo qué no? ¡Estaban juntos! Por
favor es mi hijo
- Lo siento, no está en los registros
- Por favor, por favor – suplique – Es mi
bebé, tiene un año
- Los familiares de su marido están en el
tercer piso puede reunirse con ellos, tal vez ellos tengan información de su
hijo
Ni
siquiera le di las gracias a la mujer corrí escaleras arriba, sentía como el
pecho me presionaba ante la falta de oxígeno, ante la falta de información.
¿Dónde estaba mi pequeño? Me detuvo en el segundo piso y le suplique a Dios que
esto fuera una estúpida pesadilla, quería despertar y verlo a mi lado.
Al
llegar al tercer piso la sala era más pequeña y de inmediato me encontré con
tía Renata y los demás de la familia. Corrí hacia ellos para terminar de acortar
el espacio entre nosotros y aun en contra de todo lo que había pasado me eche
en los brazos de ella, como cuando era una niña, como cuando me consolaba en
esos momentos en que extrañaba mucho a mi mamá. Sentí su abrazo tan sincero,
ella sufría lo mismo que yo. Las dos en medio de la habitación abrazadas.
- Thiago estará bien, es un hombre
fuerte. Tranquila hija. – me dijo Tío Benja llegando por detrás de nosotras
- ¿Dónde está mi hijo? Quiero ver a mi
hijo – pedí soltándome un poco.
Dani
llego hasta mi con mi niño entre sus brazos, su pequeña carita se ilumino a
penas me vio a su lado.
- Mi amor, mi vida. Estás bien. Tenía
tanto miedo mi amor. – lo abrace y lo bese como si no hubiera mañana. Lo tenía
conmigo.
Lo
lleve hasta las sillas que se encontraban en el lugar y lo toque por todos
lados, su ropita estaba sucia, su carita aun iluminada demostraba tristeza,
como su supiera que algo no estaba bien. La mitad de mi corazón volvió a tener
vida en ese momento y lo atraje de nuevo hacia mi lado.
- Mami está aquí mi amor, tranquilo.
Las
dos horas restantes fueron muy duras, nadie nos decía nada, tío Benja bajo a la
cafetería y nos trajo bocadillos a todos, a duras penas intente comer algo.
Necesitaba fuerzas, le di de comer a Adam y lo acurruque en mis brazos hasta
que se durmió. Tía Renata me conto que cuando llegaron y preguntaron por Thiago
en el mesón principal una señora se les acerco con Adam entre sus brazos, el
niño estaba asustado y no había parado de llorar en las tres horas que estaban
en el hospital.
Aquella
mujer que cuido a mi hijo como si fuera suyo vio como el coche se salió de la
pista y Thiago por proteger a Adam se llevó todo el golpe, la rápida llegada de
la ambulancia había hecho que el accidente no fuera mayor y sobre todo su
rápida llegada a Adam.
No
podía parar de llorar al imaginar cómo había sido, yo en el lugar de Thiago no
hubiera dudado ni un solo segundo en poner mi vida antes que la de mi hijo.
Aunque ahora me muriese de la desesperación de no saber nada.
Las
puertas dobles que decían solo personal autorizado, cuya frase la había leído
más de trecientas veces en todo este tiempo, se abrieron. Un hombre vestido en
bata verde salió y con cara de cansancio dijo
- Familiares de Thiago Lackington
Todos
nos paramos sumamente rápido y llegamos a su lado
- Soy su madre y ella es su mujer – dijo
tía Renata pasando un brazo por mi espalda para llegar a su altura.
- Dame al niño – pidió Dani y yo negué
con la cabeza.
- Bueno – se aclaró la garganta – Thiago
está fuera de peligro, se encuentra sedado por la operación pero su pronóstico
es bastante favorable. Esperamos que retome la consciencia dentro de las
próximas horas.
- ¿Está bien? – pregunte titubeante
- Si señora – sonrió – Su marido se
encuentra en perfectas condiciones, lo vamos a trasladar a una sala intermedia
hasta que despierte. Pero no tienen nada que temer, solo fue un buen susto, un
poco de terapia y será el mismo de siempre.
- Gracias a Dios – dijo tía Renata - Muchas gracias Doctor. ¿Cuándo lo podremos
ver?
- En veinte minutos vendrá una enfermera
a buscarlos, solo pueden entrar de a uno, no queremos correr riesgos
innecesarios.
- Muchas gracias – dije y camine a la
silla dejándome caer
Abrace
muy fuerte a mi hijo y bese su cabecita, silenciosamente le agradecí a Dios y a
mi madre que lo dejan conmigo en este lugar, que le dieran una nueva
oportunidad. Esta vez no me separaría de él ni un solo centímetro, aun cuando
me echara y me reclamara todo lo que quisiese.
- Papi está mi amor, no dejo de luchar
por estar con nosotros. Ya verás que se pondrá bien y en un rato lo veras.
- Mi hijo no hubiera aguantado estar
lejos de su hijo – dijo tío Benja tocando la cabecita de su nieto – Este niño
es su vida. Menuda nochebuena estamos teniendo.
- Pero estamos todos juntos – río
tontamente Dani abrazándose a Marcos - ¿Cómo
estará nuestra hija?
- Bien – dijo tía Renata – Ian llamo hace
un rato y dijo que ni cuenta se había dado que no estaban
- Mi niña. – Dijo Dani – Thiago tiene la
culpa, le gusta ser el centro de atención
- Daniela – la regaño su madre
- Mi amor, cuando lleguemos a casa tienes
que abrir tu regalo.
- Da igual, bebé. Lo importante es que mi
cuñado y Adam están bien.
- Yo pienso lo mismo – acoto Dani – Pero
no pensaras eso cuando veas lo que tengo para ti – rio - ¿Puedo ser la primera
en ver a Thiago?
- Dani – le dijo Marcos – Renata o tu
mamá.
- Necesito ser yo y decirle algo a mi
hermano. – Puso las manos en posición de rezar - ¡Por favor!
- Hija – la llamo tía Renata – Yo creo
que Thiago querrá ver primero a su mujer ¿No crees?
- No – dije - Primero puede ir usted.
- Qué más quisiera yo hija – me tomo una
mano – Tú eres su mujer, debes entrar y decirle cuanto lo amas, eso le dará
fuerza para salir antes de todo esto.
- Gracias – asentí – Pero todos aquí
saben que nosotros no estábamos juntos.
- Eso fue un mal entendido hija – me dijo
tío Benja – Renata tiene razón y debes entrar tú.
- Él sabe porque te lo dice – completo
tía Nata
- Así es, aunque no nos guste hablar y
recordar ese momento. Cuando estuve en el hospital y aunque fue mucho más grabe
y yo si estuve con riesgo vital, escuchar la voz de Renata y sentir a Thiago me
ayudo para luchar. Así que adelante y dame a mi nieto que la primera en verlo
serás tú.
No
tenía medios con que debatir lo que acababa de decirme si bien esa historia ya
me la sabia casi de memoria, no así sus hijos. Secretamente estaba esperando
que me relegaran para ser la última en poder estar con él un momento, que fuera
a ser la primera… Iba a poder decirle todo, poder suplicarle que se quedara con
nosotros.
Me
acerque al mesón y le pregunte a enfermera a qué hora podríamos ver a Thiago y
si podía llevar conmigo a Adam, a pesar de todo ella me dijo que no. Que ya
mañana por la tarde podría verlo el niño no antes.
- Gracias - dije frustrada
- Tranquila. – dijo Marcos poniendo su
mano en mi hombro – El doctor dijo veinte minutos y aun no pasan. Escuchaste
que esta fuera de peligro. No le digas a mi suegra – se acercó a mi oído y
susurro – Pero hierba mala nunca muerte
Una
pequeña sonrisa se me hizo en la cara en el minuto exacto en que Marcos me
guiñaba un ojo entro un enfermera.
- ¿Familiares del Señor Lackington? –
- Nosotros – dijo Marcos pasando su brazo
por mi hombro
- Me envía el Doctor Arce – asentimos
- Yo iré – dije fuerte y claro. Ella
asintió y antes de seguirla fui hasta donde tío Benja y bese las mejillas de mi
hijo – Voy a ver a papá mi amor, se bueno con los abuelos.
- Besa a mi hijo por mí – me pidió tío
Benja
Seguí
a la enfermera por un largo pasillo lleno de puertas blancas y cada una con una
pequeña placa que identificaba quien se encontraba dentro, al llegar al final
del pasillo doblamos a la derecha y las murallas blancas fueron cambiadas por
vidrios, dos pasos más adelante vi el cuerpo de Thiago acostado sobre una
camilla con a lo menos tres máquinas conectadas a él. Un escalofrió me recorrió
y me detuve al momento en que la enfermera abrió la puerta para mí.