Capitulo 26
La
barriga ya no me dejaba seguir durmiendo cómodamente en los brazos de mi
querido marido.
Estaba
próxima a cumplir 8 meses de gestación, solo cosa de tiempo para tener a esta
criatura en mis brazos. Ansias y miedo, el parto y su llanto, reír y llorar.
Miedo y felicidad.
Si
mayormente era todo felicidad, estaba feliz de poder ser madre, de poder darle
la misma felicidad a mi esposo, mí querido Thiago. Mi amor estaba igual o peor
que yo, ambos ansiábamos
A
este bebé.
En
la última ecografía habíamos esperado saber su sexo por fin, pero mi hijo pensó
lo contrario y nos dejaría con la incertidumbre hasta el final. Eso lo hacía
más emocionante. Claro que no a la hora de ir a comprarle ropa, cada vez que
nos íbamos de compras con Dani, ella era todo rosa y colores de niñas. Yo todo
unisex, verdes, amarillos y blancos eran mis favoritos.
Su
habitación ya estaba esperando su llegada, una cunita de madera de color blanca
que nos regaló mi padre ocupaba el centro. Paredes pintadas con animales de
colores llamativos, todo pero absolutamente todo estaba listo. Menos su padre
que se desesperaba cada vez que le comentaba que sentía alguna molestia, ni
pensar cuando despertaba con algún malestar.
¡Ya
solo quedaba un mes más!
Salí
de la cama para no incomodar a Thiago y mucho menos despertarlo, dentro de unas
pocas horas tenía que ir a la oficina. Estaba trabajando más de lo normal,
hacía muchas horas extras y aunque en un principio pensé que podía ser porque
el amor entre nosotros estaba muriendo, se estaba apagando y de eso culpaba al
maldito médico que me mantiene fuera de los límites del sexo y no me deja
complacer ni a mi marido ni a mi cuerpo.
Después
de pasar una semana sin dirigirle la palabra no aguanto más y me tuvo que
contar sus planes. Tomarse un mes y medio de vacaciones cuando llegara al mundo
nuestro hijo. Solo adelantaba las cosas. Me obligue a entenderlo, no quería
terminar de los meses de amor y paz que llevábamos
- ¿Dónde vas? – pregunto somnoliento pasando
su brazo por donde alguna vez estuvo mi cintura. - ¿A dónde llevas a mi hijo a
esta hora?
- Al salón – respondí
- ¿A qué? –
- No puedo dormir, tú hijo decidió que era
hora de despertar y despertar a la mamá. Iré a ver un poco de televisión
- Pequeño – se arrastró por la cama hasta que
su cara quedo frente a mi vientre – Es hora de dormir, esta oscuro. Esta la
luna mi amor, debes dormir y dejar que lo haga la mamá. Ni yo la mantengo
despierta y lo haces tú en respuesta él o ella pequeña le dio una patada al
padre quien abrió de inmediato los ojos y me beso el vientre.
- Creo que nos entendemos – respondió
arrastrando sus labios hasta llegar a mis labios. – No te vayas al salón.
- Tienes que ir a trabajar, te mantendremos
despiertos, voy a ver un poco de televisión
- No importa, ya estamos aquí. Veamos alguna
película hasta que decidan que deben dormir nuevamente.
- Está bien –
Ni
media hora había pasado cuando levanto la cabeza del pecho de Thiago y me lo
encuentro durmiendo nuevamente. Apague la televisión y me acurruque entre su
cuerpo. Al sentir el calor del cuerpo de su padre el bebé decidió que volvería
a dormir y dejo de hacer esa presión en la parte inferior, a los minutos me
volví a dormir.
Desperté
cerca de las 11 de la mañana y ya me encontraba sola en la cama y en la casa,
lo primero que hice fue llamar a mi marido para informarle que habíamos
despertado mucho mejor y solo extrañándolo un montón.
- ¿Qué te parece si tomas un taxi y vamos a
comer juntos?
- Perfecto, pero luego me dejas en casa de tus
padres.
- ¿Otra vez amor?
- Si, es que Dani está nerviosa con todo el
asunto del parto y aun no tiene el bolso del bebé preparado
- ¿Cuál, Ese que le hiciste hace 3 meses atrás
y que armas y desarmas cada vez que comprar algo más?
- Si, ese mismo amor. Es que tengo estar
segura lo que va a vestir mi hijo.
- Creo que ya lo entendí. Pero bueno mi amor,
yo te llevo a casa de mis padres luego de que almorcemos
- Bien, por eso te amo.
- Y yo a ti mi amor, y a mi amor en tamaño
reducido también lo amo.
- ¿Mas que a mí?
- ¡Uf! Solo tengo un corazón, pero está divido
a la mitad y cada una de esas mitades tiene dueña.
- Sé que nos amas con locura, yo los amo de la
misma manera.
- Te amo.
Siempre
me sacaba más de una sonrisa esas conversaciones con Thiago, deje el móvil
sobre la cama y me encamine a la ducha, no alcanzaba a llegar al marco de la
puerta del baño cuando una fuerte punzada me ataco y me hizo doblarme del
dolor.
Inhale
y exhale las veces necesarias hasta poder volver a la cama.
Esa
tarde evite comentarle a Thiago el incidente, pero si lo hice con la doctora a
la que llame exclusivamente y me pidió calma, me dijo que era normal y podíamos
estar cerca del nacimiento.
Al
paso de los días los dolores y las molestias pasaron, ya me había acostumbrado
a despertar en la madrugada, salirme de la cama cada día con mayor dificultad,
no solo para no despertar a Thiago si no que también porque la barriga me lo
impedía.
Dani
se había convertido en mi mejor amiga para la fecha, al tener un par de semanas
más me iba contando sus experiencias, sus necesidades y también las ansias que
tenia de por fin conocer a su bebé. Ya le habían elegido nombre con Marcos, les
había dado pelea ese suceso porque cada nombre que ella proponía coincidía con
alguna ex aventura de su prometido. Y si no era así mi querido marido se lo
hacía saber a su hermana porque no le gustaba el nombre. Eran una pareja demasiado
graciosa.
Algunas
tardes venia mi suegra con Ian, otras simplemente estaba sola. Muchas estaba
sola, tía Nata me había comentado que le gustaría que nos fuéramos a pasar las últimas
semanas a su casa porque si se presentaba algo. Thiago me lo volvió a comentar
esa misma noche, esa misma noche terminamos discutiendo porque me rehusó a
pasar mis últimas semanas de embarazo lejos de la que ya considero mi casa, mi
hogar.
La
misma presión que había sentido noches antes hoy me volvía a atacar, la
diferencia que era de día y estaba sola.
Moría
por llamar a Magda y contarle, pero habíamos hablado durante la mañana y tenía
ir con Carol al médico, mi padre a cargo del local. Y toda la familia Lackington
en la clínica dándole la bienvenida a la pequeña Valentina. Con 41 semanas
llegaba al mundo mi nueva sobrina política, la primera sobrina de mi esposo y
la primera nieta de mis suegros. Durante la noche había decidido que ella era
hora y ahí estaban, Thiago había llamado y me dijo que llegaba en unos minutos
para llevarme a conocer al bebé y de eso ya habían pasado dos horas.
Entre
el malestar y la preocupación de que no llegara me habían atacado las ganas de
vomitar, esas ganas que habían desaparecido cuando entre al 5 mes de embarazo.
Ahora volvían.
- ¿Amor?
Sentía
la voz de mi marido a lo lejos como un susurro, trate de anclar mi vista a algo
pero lo único que conseguía era ver aún más puntos que me nublaban la vista.
- ¿Renata?
Por
más que quería llamarlo y hacerle saber dónde estaba no podía, no me salían las
palabras y lágrimas de desesperación comenzaron a salir cuando un líquido comenzó
a salir entre mis piernas, no podía distinguir el color, no podía articular
llamado, no podía moverme. Sentía sus pasos cada vez más cerca, podía sentir la
vibración de los pasos en mi cabeza. ¿Qué hacia mi cabeza en el suelo?
***
Yo
sabía que no debería haber salido a trabajar esta mañana cuando la vi tan pálida,
pero quien me iba a decir que cuando volviera a buscar un documento la
encontraría de esa manera.
Mi
amor, mi vida, mi todo estaba tirada en el suelo del baño con su rostro lloroso
y cerca de un charco de agua.
- ¡Florencia! – la llame, sabía que
estaba en la sala esperando. Había insistido en querer pasar a saludar a Renata
aun sabiendo que esto podría ocasionarme más de algún problema.
-
¿Qué paso? – pregunto agachándose al lado de la cabeza de Renata.
-
Llama a una ambulancia. Necesito llevarla a urgencias de inmediato
-
Ponla de espalda, muévela suavemente – me dijo colocando bajo su cabeza un montón
de ropa que había sobre el mueble – Si despierta que no levante la cabeza.
-
Se tiene que haber desmayado – deduje rápidamente – Llama a la puta ambulancia
-
Es más rápido que la llevemos nosotros en el coche –
-
No voy a exponerla. ¡Llama a una ambulancia!
Salió
corriendo del baño y cuando volvió lo hacía hablando por teléfono.
- No la muevas, vienen para acá – me dijo
sin despegar su oído del aparato - ¿Cuántos meses tiene?
- 31 semanas.
-
Tiene 31 semanas de gestación, en un embarazo de alto riesgo.
Se
quedó en silencio por más del tiempo que yo creía prudente y volvió a salir del
baño. Esta vez cuando volvió lo hizo con 2 paramédicos y un tercero que esperaba
en la habitación con una camilla.
- Señor por favor retírese para poder
atenderla.
Sin
decir nada me corrí hacia un lugar donde no molestara y seguir a su lado, no la
dejaría cualquiera sea lo que sucediera no la dejaría.
-
Tenemos que sacarla de aquí, está inconsciente y en proceso de parto.
Necesitamos trasladarla de inmediato.
Esas
palabras si lograron alertarme.
- Su médico está en la Clínica Alemana,
me comunicare con él y nos encontrara donde usted me diga.
- No es necesario. Podemos llevarla a la
Clínica que usted estime conveniente
- Muchas gracias no sabe el alivio que me
da en estos momentos.
Y
sin perder más tiempo vi como suavemente subían a mi mujer a la camilla y luego
la sacaban del departamento, le pedí a Florencia que avisara a mi familia y a
su padre mientras seguía a la ambulancia.
Durante
el trayecto lograron estabilizarla, pero no consiguió volver en sí y eso era el
mayor terror que yo tenía porque mi hijo o hija quería nacer.
-
¿El bebé está bien? – le pregunte a uno de los paramédicos
-
No lo podemos saber, es complicado en el estado que esta la madre. Estamos
monitoreando las contracciones y están cada vez más cercanas. Hoy conocerá a su
hijo, eso se lo aseguro
-
¿Corre mucho riesgo?
-
Siempre es riesgoso un parto inducido, mucho más con su madre inconsciente.
Pero hay que esperar a que nazca para saber si sus órganos están preparados para
dar la batalla. No le voy a mentir señor Lackington, existe la posibilidad de
que él bebé no resista o pase en incubadora los próximos meses
Yo
sabía que mi querido bebé, el fruto del amor iba a lograr luchar por quedarse
con nosotros, por hacernos feliz con su llanto, por ser nuestro hijo. Renata no
resistiría si algo le sucediera a su hijo, necesitaba que cuando ella volviese
en si le tuviese buenas noticias. Eso era lo que tenía que pasar eso era justo
como todo sería. Solo era una pesadilla más.
-
¿El acompañante de Remata Lackington?
-
Soy yo - dije y me puse de pie inmediatamente - Soy el esposo - aclaré – Thiago
Lackington
-
Señor Lackington necesitamos que firme aquí por favor - me entregó un documento
-
Es
la autorización para una cesaría de emergencia
- ¿Están
bien? - pregunte temeroso de la respuesta que pudieran darme - ¿Mi esposa y mi
hijo?
-
Eso es lo que queremos, señor. ¿Puede firmar acá? no lo dude ni medio segundo,
no pensé si quiera en la posibilidad que algo no saliera bien, lo único que
quería era acabar luego esta pesadilla. Luego de firmar me permitieron estar
unos minutos con Renata, pero antes de ingresar decidí llamar a mi suegro y comunicarle
lo que estaba pasando.
-
Thiago - saludo de inmediato
-
Gabriel, hola. Estoy en la clínica a Renata la internaron de urgencia está mal
- mi voz se quebró en ese momento. - le harán una cesaría de urgencia.
- ¿Qué
fue lo que paso?
-
No lo sé. Llegue al departamento a buscarla para salir a comer y la encontré inconsciente
en el baño. Estoy asustado
-
Voy saliendo para allá
-
gracias. Avísales a mis padres. Yo voy a entrar a verla unos minutos antes de
la cirugía
- Yo lo haré. Hijo tranquilo que tu familia
estará bien. Te veo luego
Volví
a meter el móvil en el bolsillo y le avise a la enfermera que estaba listo para
ingresar. En cosas de segundos me llevo por un pasillo y me paso un traje
verde.
-
Solo unos minutos y no la haga hablar
-
¿Esta despierta? - pregunté esperanzado
-
Aja - dijo con una gran sonrisa - Eso es favorable para su esposa y mucho más
para su bebé gracias -
Me
llevo por unas puertas que conducían hacia donde al abrirlas el olor a
medicamento se hacía más fuerte y al otro lado de la puerta estaba ella con un
cinturón a mitad de su estómago y de fondo los pequeños y suaves latidos del corazón
de mi hijo. Aún estaba con nosotros, aún luchaba.
-
Hey no amor no llores. Hoy vamos a conocer a nuestro bebé. ¿No te parece maravilloso?
Por fin sabremos si es niño o niña, cuando veamos su varita podremos elegir su
nombre. Pero no llores mí. Vida - abrió sus labios con la clara intención de
decir algo pero le puse un dedo en sus labios. La enfermera me había pedido que
no hablara.
- Ya estamos preparados para conocer a
nuestro hijo. No debes hablar, debes descansar para estar con fuerzas.
-
permiso - interrumpió la enfermera - Señores llegó el momento de pasar al
quirófano.
Vamos
a preparar a su esposa. Espere afuera un momento Asentí y besé castamente a
Renata
-
Te amo - articule antes de volver al pasillo.
Una
hora había pasado desde que vi por última vez a Thiago. Estaba pendiente de
cada cosa que hacían a mí alrededor, de lo que decían y hacían. Mis nervios se
dispararon y en todo momento eran mayores, una mezcla entré entusiasmó por
conocer a mi bebé y que todo saliera bien.
-
Listo mamita - dijo la anestesista - vamos a ponernos en posición fetal para la
anestesia. Luego haremos pasar al papá que está impaciente. ¿Saben el sexo del
bebé?
-
No
-
De seguro será guapo o guapa como los padres, necesito que nos relajemos y respiré.
Un
pequeño malestar sentí cuando iba ingresando el espeso liquido por mi cuerpo,
lo siguiente que supe era que ya podían hacer pasar a Thiago. Él solo se puso a
mi lado y sujeto mi mano, me enviaba su fuerza, su amor, me. Hacia saber que
estaba aquí, conmigo.
***
De
reojos miraba lo que le hacían a Renata, la cortina no me dejaba ver si ya mi
bebé estaba próximo a ver al mundo, hasta que su llanto inundó la fría sala, su
llanto. A las 20:25 un día miércoles 24 de Septiembre nació mi hermoso niño, el
nuevo Lackington. Adam Lackington, un prematuro bebé. Pero con vida y ganas de
luchar.
-
Saluden a su hijo. Están aquí tus padres pequeño Adam. Vamos a que te besen
para llevarte a una incubadora.
- ¿incubadora?
- pregunté alarmado - ¿está bien?
-
Tranquilo papi, está bien. Dentro de lo normal, Sus órganos no están un poco más
débiles pero eso es normal para un prematuro
-
Gracias - le dije a Renata bajando hasta besar sus labios. - Nuestro Adam está perfecto,
lo hiciste muy bien amor.
No
pude controlar esas lágrimas que inevitablemente se me salieron al ver por
primera vez a mis dos amores juntos. Mi Renata y mi Adam estaban perfectos y
conmigo.
Solo
lo pudo tener unos minutos en su pecho y no aguante de tener ese momento inmortalizado
para siempre. Bese por última vez a mi hijo y mi esposa antes de salir de la sala
de operaciones. En el pasillo ya me esperaban mis suegros y mis padres, quien
tan solo al verme se lanzaron con miles de preguntas.
-
Están bien, es un niño. Ambos están bien
-
felicidades hijo. Me alegro que ambos estén muy bien ¿Cuándo podremos conocerlo?
¿Cómo se llamará?
-
Esperemos que la doctora diga pronto, lo pondrán en incubadora por unos días
para que ese termine de poner bien. Pero mamá Adam está perfectamente
-
¡Adam! Mi nieto se llama Adam. Felicidades hijo ahora sabrás lo que es bueno -
se burló mi padre mientras me abrazaba. - Tu hermana y sobrina les envían
cariños.
- ¿Cómo
esta Dani y la pequeña Valentina?
-
Perfectas hijo, quedaron con Marcos y sus otros Abuelos.
-
Iré s verla en un rato, cuando vea otra vez a mi familia
-
Bien llévale fotografías seguro muere por conocerlo
-
señor Lackington - llamo la enfermera
-
yo - dije acortando distancia
-
pueden pasar de a dos personas a ver a la señora. Y de a uno a ver al bebé
-
Iré a ver a Renata primero - dije seguro - Abuela puedes ir a conocer a mi Adam
Mi
madre con lágrimas en los ojos asintió
-
Ve tranquilo hijo.
-
Gracias
Casi
corrí por el pasillo seguido de cerca por Gabriel quien moría por ver el estado
de su primogénita. Al llegar a la habitación estaba ella con la mirada pérdida
en la ventana, mientras lágrimas corrían por sus ojos
-
¿Cielo, que pasa? - pregunte abrazándola fuertemente
- ¿Cómo
esta Adam? ¿Lo viste? ¿Porque no me lo traen?
-
Amor está bien, mi madre está con él, luego ira Magda y yo. Es preciso. No te
lo traen porque debe estar en la incubadora, solo será un mes amor. Tal vez
menos.
- perdóname.
-
no tengo nada que perdonarte mi amor ya te lo dije el niño está bien
-
no, no está bien. Si lo estuviera lo tendría acá
-
Hija no te Tortures más y menos con eso. Thiago ya te lo dijo. Mi nieto está
bien. Eso es lo importante
-
Quiero verlo - pidió con lágrimas en los ojos
-
Lo harás amor. Le preguntare al doctor
-
Hazlo. Pero ve ahora. Quiero verlo.
Salí
de la habitación ante su petición de ver al niño. Al preguntar a la enfermera a
cargo, me dice que dentro de unas horas se lo permitirán que ahora necesita
dormir y descansar.
Volví
a la habitación, se lo comunique a Renata y solo conseguí que se echara a
llorar aun mas desconsolada. Entendía su sufrimiento yo mismo quería estar con
mi hijo.
Quería
que todo pasara rápido. Que ella dejara de sufrir, de llorar y pedirme perdón
por algo que ella no era culpable.
Mi
suegro se quedó con ella mientras yo iba a ver a ese pequeño ser, a hacerle
saber que su padre lo amaba y estaba con él. Ahora y para siempre.
La
encargada de neonatología me tomo los datos y me llevo con un traje verde hasta
el cunero donde estaba Adam conectado a un monitor que lo mantenía controlado.
Fue un golpe muy fuerte verlo con máquinas, con una cosa en su pequeño pie.
No
lo pude tocar directamente, todo a través de una manga que simulaba un guante.
No pude controlar las lágrimas y lloré, sujete su pequeña manito y le rogué a
Dios que lo sacara de ese lugar lo antes posible, que lo pudiera tocar como era
debido.
-
Hola hijo, soy tú papá. Soy a quien todas las noches le dabas patadas cuando me
acercaba a tú mamá. Ella se muere por venir a verte, por estar contigo. Cuando
la veas te enamorarás, es preciosa y dulce. Te ama. Ambos lo hacemos Adam. Eres
fuerte y luchador sé que saldrás de aquí, estoy seguro que así será y nos
iremos unos días a que veas al mar, a mimarte muchísimo. Te amo hijo mío.
-
Señor debe salir, las visitas para padres son tres veces por día, recuérdele a
la madre que debe estar a las 7 de la mañana acá para que le de alimento.
- ¿qué
le darán hoy?
-
Ya comió, lo hizo a penas lo trajeron. Debe salir
-
Un momento - pedí y la encargada se alejó - Mañana volveré con tu mamá. Sigue Así
hijo. Te amo
Suavemente
retiré mi mano de la suya y podía sentir como se me partía el corazón. No Quería
dejarlo, pero debía. Al volver al piso de Renata me encontré a Gabriel en el
pasillo esperando por mí.
-
¿Lo viste, como estaba?
-
Bien, mañana puedes pasar, tiene visita en la tarde si evoluciona bien. Iré a
decirle a Renata
-
Me hicieron salir porque la están revisando. Debe ser la cesaría
-
Iré a ver.
Golpee
una vez la puerta y abrí, una enfermera de uniforme morado me miro con cara de Mala
leche al verme pasar directamente a la su lado.
-
Supongo que usted si es el marido
-
Supone bien. - confirme - ¿Todo bien?
- Sí
señor.
-
Amor mañana debes ir a alimentar a Adam
-
¿Es verdad? - preguntó mirando a la enfermera
- Así es. Ya vendrá la encargada a sacarle un
poco de su leche para darle en unas horas, pero mañana debe ser directo desde
el pecho. Por eso tiene que descansar y aprovechar de dormir
-
Es que no tengo sueño
-
Amor ya oíste, vamos a esperar que vengan por tu leche y dormirás yo estaré a
tu lado en todo momento
- Gracias