Capítulo 12
Como
me había pedido a la media noche luego de hablar con mis padres y quedar que lo
mejor era reasignar un nuevo abogado al caso, que dejaría mi vida hacer que ella
se quedase. Hablar con Alexa por teléfono y decirle que no nos veríamos más,
sin darle más explicaciones. Estaba fuera de su casa, como un romeo cualquiera.
La diferencia es que este Romeo estaba sobre un taxi, y con un esquincé en el
tobillo por la osadía de saltar rejas.
Ninguna
señal, ninguna llamada. ¿Cómo se suponía que sabría que la estaba esperando?
Tome
el móvil con la intensión de llamarla, pero en lo que buscaba su número me
entro un mensaje
“Ya bajo”
Ni
un beso, ni una palabra cariñosa, nadan. Ya no estaba esa Renata cariñosa de
hace semanas.
Quince
minutos después de quebrarme la cabeza buscando una respuesta a lo sucedido
durante la noche y madrugada, un golpe en vidrio me saco de mis pensamientos.
Había
algo vestido completamente de negro. Lentamente subió sus manos hasta la
capucha de su poleron y nos cabellos rubios se asomaron.
- Retire el seguro por favor – le pedí al
taxista amablemente. Quien me obedeció de inmediato, abrí la puerta para que
pudiera ingresar.
- ¿Y tu coche? – pregunto si quiera antes
de saludarme
- En el departamento – aclare - ¿Vamos a
mi departamento?
- Ajá –
Le
indique la nueva dirección al taxista, durante el camino hacia mi departamento,
hablamos de cosas triviales, nada que nos fuera a comprometer mucho. La hacía
reír con mis ocurrencias, ella me contaba de sus cosas en el restaurant y como
los echaría de menos a todos.
Cuando
trate de preguntarle sobre lo que había hecho toda la noche anterior y durante
algunas horas de la mañana, desvió el tema y me beso.
Una
hora más tarde ya estábamos en el ascensor de mi edificio, entre besos y
caricias. La conversación no tenía cabida.
Nuestra
primera parada fue el sofá donde nos saciamos el uno del otro, no dedicamos
suaves caricias y nos hicimos el amor tan lento. Como si temiéramos que el día
se nos acababa. Luego de una ducha, y una nueva dosis de sexo. Terminamos
desnudos sobre mi cama. Nuestra cama.
- ¡Me haces cosquillas! – Río Renata
cuando intentaba darle un masaje en los pies - ¡Para! ¡Thiago!
- Vale. Pero que quede constancia que
pretendía extender el masaje –
- ¿Podemos hablar? – dijo cubriendo su
desnudes con una almohada
- Todo lo que quieras cariño –
- Ayer… Bueno en la mañana… Tú dijiste…
Ya sabes lo que dijiste –
- ¿Qué te dije? – pregunte extrañado ¿Qué dije?
- Ya sabes – dijo sonrojándose
completamente
- Créeme que no lo sé amor – le tome la
mano - ¿Qué paso anoche?
- ¿Amor? – Alzo una ceja – Ves eso me
dijiste. ¡Que me quieres!
- Y mucho – aclare, tire su mano para atraerla a mi cuerpo – Renata te
hice una pregunta
Necesitaba
saber que era lo que la hizo no llegar a su hogar la noche anterior, donde
había estado y ella simplemente evadía mis preguntas
-
¿Cómo es posible? ¿Desde cuándo? – pregunto apoyando su cabeza en mi pecho, con
una mano acariciaba su cabello y con la otra entrelazaba sus dedos con los míos.
- Te lo diré si me respondes lo que he
preguntado
- Ya te lo dije necesitaba estar sola, y
por favor no me preguntes más – dijo poniéndose a la defensiva.
Estaba
más que claro que evadía mis preguntas.
- Dime desde cuando crees que me quieres
- Uf! – Bese su cabeza – Mírame – cuando
lo hizo deposite un casto beso sobre sus labios dándome la fortaleza para
confesarle todo – No sé de cuando, solo sé que sucedió, que un día ya no pude
dejar de pensar en ti. Que mi mundo eras tú. No hice las cosas bien, jugué
contigo durante nuestro primer mes. Me arrepiento por ello. Creo que no solo te
quiero si no que estoy enamorado de ti desde que te conocí hace años en España.
- Ya me conocías – río en mi pecho
- En ese momento conocí a la mujer – bese sus
labios – Y ella fue quien me enamoro
- Hablas tan lindo –
- Esperaba un yo también te quiero – reí
- mmm… - dijo quitándole importancia – Yo
también
- Vale, mejor no lo digas si no lo
sientes.
- Haber cómo te lo explico – se giró
hasta quedar de frente a mí y acuno mi cara entre sus manos.
Besándome
lentamente, lleno de sentimientos era su manera de expresar todo.
- Thiago contigo he sentido cosas
inexplicables, tienes el poder de con solo una mirada detener mi corazón.
Aumentar mis pulsaciones y descontrolarme. Ni te cuento lo que pasa cuando me
tocas o me hablas dulce. Mucho menos con tus besos.
- Oh, son muchas cosas cariño –
Y
sin más preámbulos me acomode entre sus piernas, sin pre eliminares, mis
caricias en su rostro la hacían estremecer, el ímpetu al besarme, la manera
como se arqueaba su espalda en respuesta a mí.
Nos
hicimos el amor lento, pausado y lo más importante con amor, ambos acabábamos
de desnudar nuestra alma. De decirnos lo que sentíamos.
Entre
arrumacos y besos nos quedamos dormidos con nuestros cuerpos entrelazados,
tocándonos, sintiéndonos.
- Te quiero – fue lo último que le dije
besando sus cabellos
Esta
noche después de algunas semanas podía decir que era un hombre feliz, tenerla
así entre mis brazos. Sentirla y poder decirle que la quería me hacía feliz.
Como nunca pensé poder serlo.
Quería
velar sus sueños, contener sus miedos. Ayudar a construir sus esperanzas, verla
brillar. Ser su hombre, y ella ser mi mujer.
- Buenos días – susurro entre besos mi
ángel, abrí lentamente mis ojos y la vi a mi lado.
- Buenos días cariño – acune su cara
entre mis manos y la bese lentamente. – Que hermoso despertar me he llevado
- No mejor que el mío entre tú cuerpo –
- Oh Renata si dices esas cosas será
imposible salir de la cama en todo el día
- Tendrás que hacerlo, creo que hoy nos
merecemos un día solo nuestro
- ¿Solo nuestro?
- Ajá – me beso dulcemente - ¿Día de
campo?
- Me encanta la idea, pero no puedo
conducir – dije apuntando mi pie lesionado
- Pero si me puedes indicar como hacerlo,
vamos no quiero quedarme encerrada
- Ven acá –
La
tire bajo mi cuerpo y lentamente comencé a besar cada parte de su cuerpo, no me
saciaría nunca de su cuerpo. De ella, tenerla así tan receptiva, tan mía.
Casi
tres horas después íbamos camino algún lugar donde poder pasar la tarde,
llevábamos con nosotros una canasta con comida preparada por ella misma.
- Es tú padre – le indique tomando su
móvil.
- ¡Mierda! Me olvide de él. Eso provocas
que me olvide de todo – río.
- ¿Tomó la llamada? -
- No, yo lo haré. – Me arranco el móvil y
contesto – Hola, si papá, lo siento… Bien, estoy con Thiago. Si, si todo bien.
Papá pasaremos la tarde fuera. Si jajajajaja. Claro que lo sé, un beso y nos
vemos en la noche. Si claro que en la noche. Vale.
Una
vez que corto la llamada directamente apago el móvil y lo lanzo al piso del
auto.
***
Pasamos
toda la tarde tirados sobre una manta mirando el mar, con Renata a mi lado todo
era aún más hermoso que antes.
- No sabes cómo me calma el sonido del
mar – le dije volteando para mirarla a los ojos
- Sabes que este lugar es más hermoso en
tu compañía, hacía años que no venía.
- Si quieres nos podemos quedar –
-
No – dijo mirando el horizonte – Me encantaría pero no, nos volvemos
- Como tú quieras mi amor –
Sin
ser consiente de mis palabras acababa de llamarla amor, bueno eso es lo que
era. Era mi amor, pero no estaba seguro si era el momento de decírselo, no por
como reacciono
Vi
como su semblante se endureció, cambio.
- ¿Qué paso? – pregunte acariciando su
mejilla
- Nada – dijo tratando de ponerse de pie
- Renata – dije impidiendo que se alejara
de mi - ¿Qué paso? ¿Te molesto que te dijera amor? ¿Es eso?
Se
mantuvo en silencio apreciando el horizonte, sin decir ninguna palabra. Soltó
mi agarre, camino hasta la orilla del mar donde lentamente fue caminando hacia
las aguas.
En
ese momento donde la vi alejarse, algo en mi pecho se recogió y supe que no la
podía dejar así, no la podía dejar hundirse en nada. Si mis palabras le habían
hecho daño debía saber el porqué.
- ¡Renata! – grite corriendo hacia ella,
cuando el agua ya le llegaba hasta los hombros.
Ella
no se detenía y seguía su camino.
- ¡Renata! – volví a gritar cuando estaba
más cerca.
La
primera reacción que tuve fue arrastrarla un par de metros más a fuera, y
abrazarla tan fuerte como pude. Sentía como su cuerpo temblaba bajo mis brazos,
como sollozaba, me partía el corazón verla de esa manera.
Lentamente
la voltee para quedar de frente y vi sus lágrimas caer por sus mejillas
- ¿Qué pensabas hacer? – pregunte una vez
que la recosté nuevamente en la manta
- Lo siento –
- ¿Por qué? ¿Qué paso Renata? – Negó con
la cabeza suavemente, y escondió su rostro en mi cuello
***
- ¿Estarás bien? – pregunte cuando
estacionaba el coche en la entrada de su casa
- Si –
- ¿Me llamas luego?
- No – me beso la mejilla y bajo del auto
dejándome completamente desconcertado.
Baje
rápidamente del coche, bueno dentro de lo que me dejaba mi lesión del pie, que
gritaba de dolor
- ¡No te atrevas a cerrar esa reja si no
quieres que vuelva a saltar! – le dije intuyendo lo que haría
- Esta bien –
- ¿Por qué no puedo llamarte, ni tu
llamarme a mí? – pregunte llegando hacia ella
- Thiago, hace las cosas como yo lo digo
por favor y ahora vete. –
- Después de la maravillosa noche, del
mejor día de mi vida. Solo me dices que me largué ¿Cómo puedo entenderte?
- No puedes, solo necesito que sea así.
- ¿Por qué?
- ¿Yo te pregunte los por que cuando
estabas con Andrea? No. No lo hice. Ahora espero lo mismo de tu parte
- Si lo hubieras hecho, te lo hubiera
dicho
- No me interesan los motivos que tuviste
para que las cosas fueran así. Solo hazme caso y no me llames al móvil, no
hasta que yo lo haga. No me busques hasta que yo lo haga. Solo respeta mis
reglas.
Sin
saber que responder a sus cosas, la atraje hasta mí y la bese.
- ¡No suéltame! – Dijo mirando hacia
todos lados – No lo vuelvas a hacer, ahora vete por favor – suplico
- Está bien. Quiero verte mañana, y
pasado. Todos los días. Quiero que te vayas a vivir conmigo
- No puedo – dijo agachando la mirada
- Claro que puedes ¿No quieres?
- Nada me gustaría más. – Suspiro y me
miro a los ojos – Solo no puedo y sabes las razones. No compliques mi vida.
Solo eso te pido
- No quiero complicarte la vida. Quiero
hacerte feliz.
- Solo con saber que me quieres ya me
haces feliz.
Me
dio un casto roce de labios y huyo dentro.