martes, 30 de diciembre de 2014

#30 Caminos Inesperados

Capítulo 30

Escuchaba una y mil veces los mensajes que Thiago me había dejado en el móvil, y se me partía el corazón. Estaba en el aeropuerto, estaba esperando un taxi que me llevara a casa de
Victoria. Era la única en quien podía confiar, era la única que me podía ayudar. Dejar a mi hijo y a mi marido solos era un golpe duro. Mis amores me iban a necesitar, mi bebe estaba en casa, estaba bien. Le habían dado el alta y yo, y yo no estaba con él. ¿Quién le iba a dar de comer? ¿Quién se iba a preocupar de que todo estuviera bien?

Confiaba en Thiago, pero no sería completamente capaz de cuidarlo, el necesitaba ser cuidado también. Dios me debía perdonar por esta locura que estaba haciendo. Dios debía perdonar a mi hermana por ponerme en este lugar, esta situación tan difícil.

      - Llegue - fue lo único que dije cuando Cota me contesto el móvil después de muchas insistencias
      - Gracias hermana. Por favor ven por mí. Tengo miedo - lloraba
      - Dejare mis cosas en un hotel y voy - mentí - Cota necesito que estés lista, debo volver de inmediato. Tengo un hijo y un marido esperando por mí
      - Lo sé, yo también quiero ver a mi hija, la extraño mucho
      - Ya estarás con ella pronto. No prepares ni siquiera una maleta, nos vamos así. Cota quiero irme ya
      - Yo también, ven pronto

Corte la llamada y espere otros quince minutos más, hasta que por fin llego el taxi y casi una hora después entraba en casa de Victoria. Quien con una cara de no poder creerlo que me encontraba aquí

      - Cuando me llamaste no podía creer que fuera verdad - dijo asombrada - ¿Qué haces aquí? ¿Dónde está Thiago y Adam?
      - En casa. Vine por Cota
      - ¿Tu hermana loca?
      - Él la está golpeando, está haciendo lo mismo que conmigo. No lo puedo permitir
      - Fue su elección, Renata por el amor de Dios, Dejaste a tu recién nacido hijo solo por venir por ella.
      - ¿Que querías que hiciera? - grite y no controle más las lágrimas - Si le pasa algo no me lo podre perdonar nunca
      - ¿Thiago sabe que estas acá? ¿Te dejo venir así sin más?
      - No lo sabe, solo los deje. Espero que cuando vuelva me perdone por haberle hecho esto.
      - Renata yo le tengo que avisar. Mi nieto debe estar sufriendo
      - ¡No! Necesito que él este allá, aunque me odie, necesito que se haga cargo de nuestro hijo. Si sabe que estoy acá, vendrá por mí. Lo sabes
      - Vamos a ir por tu hermana, yo te voy a acompañar, no lo haremos solas. Llevaremos a los policías. Este hombre está loco y obsesionado contigo
      - Lo haremos como tú quieras.
      - Entonces lo primero que haremos será poner sobre aviso a tus padres, ellos necesitan saberlo. Me gustaría avisarle a Thiago, se lo merece. Y también y más importante es ir con la policía. No lo haremos sola hija y eso que te quede claro.

Asentí, ella estaba poniendo sus condiciones. No iba a ir en contra de eso. Paciente espere sentada en aquel lindo sofá mientras ella se comunicaba con mi casa en Chile. Cuando le contestaron pacientemente les explico a quién deduzco yo era mi padre la situación en la que estaba Cota en estos momentos.

      - No, no es necesario. De verdad que podemos hacer las cosas nosotras… Si vienes se complicara todo aún más… Yo también estoy furiosa por lo que Renata hizo, mira que dejar a su hijo recién nacido… Eso es una buena noticia. Se lo diré. Estamos en contacto.

Cuando corto la llamada se sentó a mi lado y tomando mis manos vi como sus ojos me miraban con tristeza. Sentí el mayor miedo en ese minuto. Esperaba que lanzara alguna maldita información acerca de mi bebé.

      - Era tú padre. – Asentí – Está furioso también contigo.
      - Lo sé – susurre - ¿Adam está bien?
      - Esta en casa con Thiago, lo han dado de alta y te necesita.
      - Yo también a él
      - Puedes volver. Gabriel dijo que te fueras y él venía a resolver esto.
      - No puedo – dije por fin dejando caer esas lágrimas al saber que mi bebé estaba bien y en casa con su padre – Ernesto me quiere a mí.
      - Eres tan cabeza dura, no piensas en nada. – dijo furiosa y poniéndose de pie – Eres egoísta Renata, siento decirte, pero es la verdad.
      - Si lo fuera estaría en mi casa con mi hijo – me defendí – Sin embargo estoy aquí, tratando de salvar a mi hermana
      - Esa es otra mierda egoísta, nadie le dijo que se metiera donde sabía que solo tendría problemas pero en su afán de cagarle la vida a todo el mundo se quedó. Y ahora te está llevando justo donde Ernesto, ese maldito mal nacido te quiere. Renata piensa por un segundo. Detente y mira a tu alrededor.
      - Es lo que hago, mi sobrina la necesita. Ella no sabe lo que hace
      - Claro que lo sabe – grito enojada – Quiero que la llames y la hagas venir aquí
      - Me espera Victoria – me puse de pie – Voy a ir por ella y volveré a mi casa
      - Que Dios y mi nieto te perdonen por esto. Yo no voy a ayudarte esta vez.
      - Gracias –

Fue lo único que pude decirle antes de tomar mi bolsa y caminar a la salida, nadie me podía entender.

      - Que sepas que apenas salgas por esa puerta llamare a la policía y a mi nieto. No me voy a prestar para esto.
      - No llames a Thiago.

Negó con la cabeza y supe que tenía todo perdido en ese momento. Salí y camine hasta que pasara un taxi. Al subirme a este estaba demasiado nerviosa por lo que iba a hacer.
Una mezcla de nervios y miedo que no había sentido ni en las horas de vuelo. Lo sentía ahora que el minuto se acercaba. Tenía miedo de la reacción de Thiago, en cuanto supiera volaría para venir por mí, lo sabía. Sabía que su amor era tan grande para eso y mucho más.

Me sentí egoísta, me sentí una mala madre. Me deje sentir todo eso que me había negado horas atrás, me lo merecía. No necesitaba que nadie me dijera lo contrario. Mi móvil sonó cuando el taxi entraba en la calle de la casa de Ernesto.
Era Thiago

      - ¿Hola? – dude al contestar, pero si me llamaba era porque ya lo sabia
      - No puedo creer que estés salvando a tu hermana, que antepusieras a esa perra loca antes que a tu propio hijo. – grito con rabia, y sabía que también lloraba de esta misma
      - Yo… – le interrumpí, no quería escuchar sus quejas conmigo, su rabia
      - Tú nada Renata. Esto que le hiciste a Adam no te lo voy a perdonar nunca. Me rompe el corazón decirte esto, de verdad. Me lo rompe porque te amaba, para mi primero siempre estuviste tú y… - sollozo – No puedo creer que para ti no fuéramos los primeros y me duele mucho más saber que Adam no fue el primero.
      - Déjame hablar – dije entre lágrimas
      - ¿Qué me vas a decir? ¿Qué lo sientes?  Pues no te creo una mierda. Quédate en España o donde te haga falta. A mi hijo no le faltara nada nunca – grito - ¡Para mí él es primero!

Quería decirle tantas cosas, quería huir de ese lugar, quería estar a su lado. ¡Maldita seas Cota!

      - Te amo – logre articular cuando Thiago se mantuvo en silencio
      - Esas cosas no basta con expresarla, debes demostrarlas. Renata me demuestras lo contrario.
      - Me necesita – volví a decir
      - ¿Y tu hijo no? Él te necesita más que cualquier otra cosa, incluso yo.
      - No me digas eso. Me duele
      - Bien, eso es lo mínimo que deberías sentir.
      - Thiago –
      - No. No me digas nada. Solo cuídate y se feliz.

Eso fue lo último que escuche de él. El taxi se había detenido frente a la fachada. Le pedí que me esperara en el mismo lugar, tan solo iba a entrar y volver a salir. No me quedaría ni medio segundo más. Si ella no salía conmigo no la esperaría y no le rogaría. No. Ya había perdido al amor de mi vida, a mi hijo.

No tuve necesidad de golpear la puerta para ingresar, Camila ya esperaba por mí.

      - El señor te espera en su habitación – me dijo sin un rastro de buen humor
      - ¿Dónde está Constanza?
      - En un avión rumbo a su casa. – se burlo

¿En un avión rumbo a casa? No. Cota no me podía haber hecho eso, no, no. Camila me estaba mintiendo.

      - Ya oíste – me empujó hacia dentro de la casa y cerró la puerta tras ella – El señor te espera en la habitación
      - ¡No voy a subir! – le dije tan alto como para el imbécil escuchara en su habitación
      - ¿Para qué vienes si no quieres hacer lo que te mandan? – espeto Camila. – Eres una maldita tú y la perra de tu hermana, joden todas las cosas. ¿Qué tienen ustedes que lo hacen ponerse de esa manera?
      - Esta tan enferma como él – dije volteándome hacia la puerta de salida.
      - Ni se te ocurra abrir esa puerta – la voz de Ernesto llego tras de mí.

Y como lo había hecho hacía tiempo me puse a temblar inmediatamente y el miedo calo mis huesos, aun a pesar de los meses le seguía temiendo.

      - Querida sube a la habitación – me dijo un poco más calmado. En ese momento alce mi mirada para encontrarme su cuerpo desnudo en lo alto y su mano se masajeaba el pene.
      - Si quieres voy yo – dijo Camila pasando su mano por sobre su ropa de manera asquerosa.
      - No, es Renata la que me va a abrir las piernas en este momento para que me la goce como llevo meses deseando.
      - ¿Qué es lo que quieres? – logre articular con la voz más firme que pude - ¿Para qué me hiciste venir?
      - Eres mi maldita mujer. Es donde tienes que estar – mientras hablaba comenzó a bajar algunos escalones
      - ¡No! – grite cuando lo vi acercarse más
      - ¿No? – dijo poniendo casi delante mío y apartando de un manotazo a Camila – respuesta incorrecta cariño ¡Sube!
      - ¿Dónde está mi hermana? – pregunte en un hilo de voz
      - Sube y lo sabrás – dijo tomando a la fuerza mi mano y llevándola a su pene - ¡AHORA! – grito
      - Thiago está afuera esperando por mi – mentí – si no salgo en unos minutos entrara junto a la policía y todo estará acabado
      - Sube – dijo jalándome la mano y haciendo caso omiso a mis palabras - ¡AHORA!

Comencé a seguirle en contra de mi voluntad escaleras arriba cuando la puerta sonó. Inmediatamente Ernesto me arrastro más rápido escaleras arriba y tropecé cayendo unos escalones de culo. La puerta volvió a sonar esta vez con más fuerza e impaciencia.

      - No abras la maldita puerta – le gruño a Camila mientras baja por mí. – Sube maldita perra, quiero que subas a la habitación y te quedes en silencio o tu hermana será historia


***

No le encontraba justificación alguna a lo que había hecho, por mucho que su hermana estuviera en peligro. Por mucho que Gabriel me suplicara que la comprendiera no podía. Llevaba más de dos horas escuchando a mi suegro suplicando que comprendiera a su hija, pero simplemente no podía.
¿Por qué Renata no podía haber comentado conmigo lo que estaba pasando? Simplemente se marchó y nos dejó. Ese era el fin de mi matrimonio, ya no quería volver a saber nada de ella, me llevaría a Adam tan lejos como pudiera, no permitiría que a mi hijo le hicieran daño aunque fuera su propia madre. La misma que lo dejo abandonado en la sala de un hospital cuando más lo necesitaba.

      - Thiago por favor – decía Gabriel con el niño en sus brazos – Es su hermana
      - Y este su hijo – camine hacia su lado y se lo arranque de los brazos - ¿Qué tiene más importancia?
      - Espera a que llegue a tu lado y te cuente como son las cosas, mi vuelo sale dentro de dos horas. Iré por mis hijas. Te la traeré de vuelta
      - No. – camine hacia la cocina y saque un biberón de la nevera.

Gracias a mi hermana a mi hijo no le faltaba alimento, alternaba la leche materna que ella me dejaba en la nevera con el suplemento que había comprado. Era la única manera de cuidarlo. No pensaba en volver a trabajar, en dejarlo a cargo de nadie. Simplemente yo me hacía cargo de él las 24 horas del día. No sería como su madre. No. Era mi hijo y lo cuidaría como tal. Seríamos él y yo. Así lo había decidido Renata.

      - Habla con ella antes de tomar una decisión – volvió a pedir
      - Gabriel. – Le corte – La decisión la tomó ella, el día que nos dejó.
      - Estaba desesperada – paso sus manos por el pelo en señal de desesperación – Sabes de primera mano lo que ese hombre es capaz de hacer
      - Por lo mismo, tenía que haber hecho las cosas de otra manera. Ella decidió, yo también. La diferencia es que yo lo hago pensando en mi hijo.
      - También es su hijo, no puedes llevártelo y negárselo
      - Que me demande para poder verlo, tengo todas las de ganar. Ella lo abandono. No te pongas de su parte
      - No me pongo de ninguna. Solo no encuentro justo lo que haces.
      - ¿Justo? ¿Y fue justo que se fuera? Cuando quieras ver a Adam llama primero
      - ¿Me estas corriendo? – pregunto asombrado
      - Tengo que darle de comer.

Camine con el hasta la habitación que compartíamos, porque no me iba a separar de él ni para dormir. Lo acosté sobre la cama y me puse a su lado.
Gabriel no nos siguió y lo siguiente que oí fue como cerraban la puerta principal del departamento.
Mi hijo miro el biberón y comprendí que ya tenía hambre, hacía poco más de 20 horas que estábamos solos en esto y nos entendíamos a la perfección

      - ¿Tienes hambre? – Adam me miro – Papá te dará de comer y luego dormirás un momento, yo también lo necesito mi vida. Recuerdas que te dije que estábamos solos en esto. Debemos acompañarnos y entendernos.

Como si me entendiera empezó a cerrar los ojos a medida que sesionaba la leche. Mi bebé simplemente era brillante. O yo su papá que todo lo que hiciera lo encontraba simplemente perfecto.

      - Así es mi vida - le acaricie la cabecita – Duerme que papá estará siempre a tu lado. Siempre.

Al decir esas palabras se me abrieron un nudo en el pecho, lo había estado reteniendo por mucho rato, pero ahora verle así tranquilito y dormido. No pude controlar las lágrimas.
No pude controlar tampoco el echarla en falta en ese momento a nuestro lado, mirando a Adam, mirándome.
Nada de eso volvería a pasar, ya lo había decidido en el momento en que me llamo mi Abu no solo para felicitarme por su nacimiento si no para decirme que su madre estaba allá. Ayudando a su hermana, la misma que tiempo atrás le había causado daño. La misma que no había pensado por un segundo en su pequeña hija y se había marchado con un enfermo.

El móvil comenzó a sonar y me desperré por coger a llamada.

      - Hijo – mi abuela al otro lado de la línea - ¿Cómo estás?
      - Bien Abu, aquí mirando como mi angelito duerme
      - Bien – dijo y se quedó un momento en silencio. Pensando si decirme lo que no sabía si quería escuchar
      - ¿Qué pasa Abu? – pregunte de igual modo.
      - Renata está en el hospital –


sábado, 13 de diciembre de 2014

#29 Caminos Inesperados

Capítulo 29


Escuchar la voz de angustia de mi hermana, saber todo lo que estaba padeciendo hicieron que mis peores temores se hicieran realidad.

Estaba sola en la casa, Thiago se había quedado con Adam en la clínica esta noche para que yo durmiera. Me senté en la cama y deje que el miedo me envolviera. No sabía que era lo que tenía que hacer, pero sabía el miedo que ella tenía. Sabia el horror que era vivir con Ernesto ¡Claro que lo sabía! Pensar en mi hermana siendo violada y golpeada.

¿Qué mierda puedo hacer?

Saque mi celular de donde se encontraba cargando y marque el número de Thiago, sabía que el a esta hora no estaría durmiendo. No lo hacía nunca si estaba con Adam

      - Hola amor – me dijo en un susurro
      - Hola – susurre yo también - ¿Qué tal todo?
      - En estos momentos estábamos teniendo una conversación padre e hijo. Se tomó todo el biberón y no tiene ganas de volver a dormir – sonreí imaginándome esa escena – Y por lo que me doy cuenta Adam no es el único
      - Te extraño mi amor – confesé temerosa de la decisión que estaba por tomar
      - Nosotros también. ¿Estás bien?
      - Si, solo que los extraño a ti y a mi pequeño
      - Mañana estaremos juntos los tres – me aseguro – Aprovecha de dormir amor. Anda descansa que tus chicos estarán intentando hacer lo mismo
      - Mis chicos. – sonreí
      - Si, solo tuyos. Te amo cielo. Duerme un poco y mañana recuerda estar temprano acá para el examen.
      - Claro que lo recuerdo. Y si todo sale bien en dos noches más Adam estará acá
      - Con nosotros. Te amamos mami

Dijo la última parte y cortó la llamada. Aun con el corazón destrozado sabía que mis chicos estarían bien. Que podrían perdonarme todo, pero mi hermana.
Si a mi hermana le pasaba algo, no podría soportarlo y saber que pude hacer algo pero fui egoísta y no lo hice. Tome la decisión más difícil de mi vida.

Saque la computadora y mientras cargaba, deje sobre la cama algunas prendas y mis documentos para poder salir del país. Lagrimas corrían por mi cara al pensar en dejar a mi hijo. No lo estaba dejando me repetía una y mil veces, tal vez tratando mentirme a mí misma. En el fondo sabía que no sería ir, sacar a Cota de esa casa y volver.

Recordé que antes de volver Thiago contrato a una persona para que estuviera pendiente de ella. Corrí hasta su despacho y urge entre sus cosas hasta dar con el mail de Jaime Tardino. Esperaba una respuesta inmediata, pero tal vez Thiago había mantenido contacto con él en silencio. Mientras iba por mi computadora para ponerme en contacto deje prendiendo la de él.
Me sentía aun peor por hurgar entre sus cosas, había dicho que nunca más lo haría. No quería encontrarme con nada indeseado en estos momentos. Simplemente no lo soportaría.

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De: Renata Lackington
Para: Jaime Tardino
Asunto: Información

Sr. Tardino.
Mi nombre es Renata Lackington, hermana de Constanza. Mi marido Thiago hace unos meses lo contrato para cuidar y proteger a mi hermana en su estadía en España.
Dado a que no hemos recibido noticias de usted en el último tiempo ¿Está todo bien? ¿Ella se encuentra bien?
Pido por favor que me dé un informe de este último tiempo de manera URGENTE y detallada.

Atentamente. Renata

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Espere y espere por una respuesta que jamás llego, tal vez Thiago me ha había dicho eso solo para dejarme un poco más tranquila, para que me olvidara del tema. Por qué jamás escuche nada de él. No había ni un solo mail en su buzón.

Solo una persona en este mundo sería capaz de estar conmigo aun en el peor momento, a pesar de los años ella siempre me había apoyado y cuidado en silencio. Más que la Abuela de mi marido, Victoria era mi amiga, era esa Abuela que siempre quise y no la que me toco y me obligo a verme envuelta en todo esto.

      - Hola – dije cuando se abrió la línea de su contestadora – Supongo que tu hijo y nieto te avisaron que tu segundo bisnieto ya está en este mundo y entre nosotros. Adam es un niño precioso, me muero porque vengas a conocerlo. Tiene la suerte más grande del mundo de tener una familia que lo quiere y lo esperaba y sobre todo poder contar con la suerte de que su Bis lo tenga en sus brazos. Necesito que me hagas un favor. Sé que siempre he podido contar contigo y espero esta vez también poder hacerlo. Voy a España, necesito ir y necesito que me guardes el secreto. ¿Me recibes en tu casa? – Trate de sonar alegre – Te quiero Victoria nos vemos dentro de unas horas.



***


Después de la llamada de Renata no había manera de que durmiera, Adam tampoco tenía intención de hacerlo y aprovechamos de pasar tiempo de calidad. Bueno eso era cargarlo y arrullarlo, contarle cosas, y pero por sobre todo mostrarle y demostrarle lo mucho que lo amábamos.

Mañana era su último examen y de salir bien, la siguiente noche seria ya en su casa, dormiría en su cuna y lo amaríamos aún más si es que eso era posible. Mi bebé precioso, mi punto. Mi amor.

      - Yo creo que debes dormir - le dije besando su cabecita - Mañana debes estar descansado y preparado para irnos a casita. Sé que así será. Mamá también lo sabe y tiene todo preparado para que llegues a tu cunita, es preciosa. Y vieras la cantidad de juguetes y Wow hijo. - el solo puso su boquita en forma de O y me hizo sonreír – anda bribón y duerme que papá ya tiene un poco de sueño

40 minutos después por fin Adam se había dormido, sabía que lo estaba mal acostumbrando al dejarle dormirse en mis brazos, pero oye era mi primer hijo, y además estaba seguro que Renata lo hacía de la misma manera. No había otra o no la habría hasta que estuviera en nuestra casa.

Mi móvil vibro a eso de las seis de la mañana, justo en el momento en que estaba contemplando el mar. Que ganas tenia de ir a ver el mar.

      - Mamá - conteste en un susurro y con voz somnolienta
      - Hola querido - sonaba preocupada - ¿Cómo paso la noche mi nieto?
      - Ahora resulta que antes de preguntar por tu hijo preguntas por mi hijo - me burle, sin dejar de sentir verdaderamente un poco de celos por parte mi madre
      - ¡Oh! Mi amor - dijo - ¡Thiago esta celoso de su propio hijo!
      - No es así - debatí - En fin Adam aun no amanece, resulta que anoche le dieron ganas de pasar tiempo de calidad con su padre y nos desvelamos hasta tarde conversando y bebiendo cerveza
      - Las cosas que dices - río - Vamos saliendo para allá con tu padre
      - No es necesario madre, estamos bien
      - Hoy es el examen y queremos estar a su lado cuando por fin podamos traerlo. A demás alguien debe conducir mientras tú y Renata vienen con el atrás ¡Disfrutándolo!
      - Gracias mamá –
      - De nada mi amor. Lo hacemos con todo el amor del mundo - suspiro - Por cierto, he llamado a Renata para pasarla a buscar y no me contesta ni el móvil ni la casa.
      - Tal vez está en la ducha, ya te devolverá el llamado ella. Mamá estoy tan feliz por llevarme a mi hijo de este lugar
      - Lo sé, nosotros también. Tu hermana te manda cariños y dice que mañana se pasa por tu casa para ver a su sobrino
      - Dile que la amo, pero más a la pequeña Vale
      - Yo le digo, nos vemos en un rato más

A la media hora después ya entraba la enfermera para alimentar a mi hijo y prepararlo para su examen, inevitable no sentir miedo, angustia. Pero confiaba en Dios que todo iba a salir bien, ya habíamos sufrido bastante con todo esto y con las cosas del pasado también. Mi amor, mi gran amor se merecía ser feliz.

A las ocho de la mañana ya estábamos con mis padres en la sala de espera y nada de Renata, por más que la llamaba al móvil me salía apagado y mis nervios ya no daban para más. Pero no me podía mover de este lugar, mi madre al notar mi angustia me decía que todo estaba bien. Que tal vez estaba dentro y por eso no sabíamos nada, pero algo en mi interior me decía que no era así. Que ella no estaba aquí.

Eso era el peor sentimiento de todo, la odiaba por no estar a mi lado, por no estar compartiendo la angustia de todo esto conmigo. ¡Era su madre!

      - ¿Los padres de Adam Lackington?

Eso me hizo saltar de la silla en donde me encontraba y casi corrí para estar al lado del hombre de bata blanca que suponía debía ser el doctor que lo estaba atendiendo.

      - Yo - dije cuando estuve a su lado, sujetado del brazo de mi madre - Soy su padre
      - Señor Lackington - me tendió la mano - Acompáñeme a la oficina, debo darle algunas indicaciones a usted y su esposa. Esta misma tarde se pueden llevar a su bebé

Gracias al cielo, era la mejor noticia del mundo. Lo seguí por el pasillo hasta entrar a la habitación donde horas antes había estado durmiendo y compartiendo tiempo con mi Adam.

      - ¿La madre no nos acompañara? Es importante que sepa algunos de los cuidados de Adam
      - Em... - no sabía que decirle - Mi mujer, la madre de Adam en estos momentos no está en la clínica
      - Ya veo - se tocó la barbilla con la mano derecha y con la izquierda miraba la hora en su reloj de pulsera - El niño está bien, los cuidados que tendrá a partir de hoy serán de sumo cuidado y no podrá sacarlo o exponerlo a cambios de temperaturas por lo menos hasta que cumpla dos meses, debido a lo prematuro y las dificultades que tuvo es más débil que un bebé normal. Pero tranquilo que con los buenos cuidados y la leche materna lo hará ser un niño sano en el futuro, todo depende de ustedes como padres.

Por más de cuarenta minutos escuche lo que debía y lo que no hacer con Adam, de todo lo que me decía tomaba mis propios apuntes para no olvidar nada. Tenía la esperanza que la puerta se abriera y entrara Renata pero eso no paso. Cuando salí y busque a mis padres les comente que nos lo llevábamos

      - Ya lo sabía hijo -  dijo mi madre con una gran sonrisa - Mi nieto no quería quedarse un segundo más en este lugar.
      - ¿Renata esta con él?
      - No hijo, no la he visto llegar. Nadie ha pasado
      - ¿Dónde estará metida esta mujer? Me tiene preocupado - le dije encaminándome al mesón para saber en cuanto más pasaban a Adam a la sala normal y en cuanto ya lo podía sacar
      - Ya hablaras con ella. Ahora lo importante es sacar a Adam de aquí
      - Bueno Días - le dije a la joven del mesón  - Soy el padre de Adam Lackington, el médico me dijo que ya me lo podía llevar. Ósea esta de alta, quiero saber en cuanto lo pasan a su habitación y a qué hora me lo puedo llevar
      - Espere un momento -
      - Claro que lo hablaremos en cuanto llegue a casa. No me puede hacer esto mamá. ¿Cómo no llega a ver el estado de su hijo? Anoche estaba rara cuando hablamos, pero de eso para no llegar. No. Me va a escuchar mi querida esposa
      - Relájate hijo - me dijo mi padre - Ahora nos vamos a casa y lo hablan. Pero nada de discutir delante del niño
      - No me lo creo - una sonrisa me salió automáticamente - ¡Me lo llevo!
      - Señor Lackington - llamo la atención - A medio día el pequeño estará listo para irse a su casa, necesito que firme un par de documentos. La madre ya puede pasar a alimentarlo.

Mis padres me miraron en ese mismo momento en que esas palabras salieron de su boca. La madre ya puede alimentarlo.

      - En un momento ira - le indique buscando en la mirada de mi madre la respuesta a esa pregunta
      - Luego de que ella vaya, lo trasladaran nuevamente a su habitación y podrán pasar a estar con él hasta que se lo lleven. Felicidades por esta buena noticia
      - Gracias - me di media vuelta y me deje caer en una silla sacando mi móvil nuevamente del bolsillo

Una, dos, tres, cuatro ya no sabía en qué número de llamadas directas al buzón iba, todas y cada una terminaban en nada.

      - Thiago - me llamo mi mamá - Alguien debe avisarle que Renata no entrara a darle de comer
      - Ella debe venir mamá - dije ahogando las lágrimas - Tiene que ser ella
      - Llevas llamándola de las seis de la mañana hace más de tres horas y aun no contesta -resoplo - Voy a decirle a Dani
      - ¡No!  - me puse de pie y camine por el pasillo - Amor contéstame por favor – rogué marcando nuevamente
      - Hijo - esta vez fue mi padre quien se puso en el camino - Escucha lo que tu madre te dice, debe venir Dani, ella lo podrá amamantar mientras esperas que ella llame, o llegue.
      - ¿Porque no está aquí? - me deje caer en los brazos de mi padre en medio de lágrimas, esas que llevaba rato conteniendo, esas que había negado en dejarlas salir. - Papá es su hijo,

Adam la necesita ¿Dónde está? ¿Por qué no me contesta?

      - No mi amor - me alcanzo mi madre - No llores mi vida, no puedo verte de esa manera. Me rompes el corazón. Tu hermana viene para acá.
      - Quiero que venga la madre de mi hijo. Quiero que sea ella quien entre y le de leche como lo había echo hasta ahora. Esto no se lo voy a perdonar, no lo haré
      - Ustedes pueden hablar después ahora mismo lo importante es el niño. Ese ser indefenso que está en esa sala esperando su comida. Esperando que llegue alguien y lo tome entre sus brazos. Tu hermana le dará alimento.

Me separe frustrado de su lado ¿Dónde mierda estas Renata? e insistí en marcar su número una vez mas

      - Renata - dije cuando me salió el buzón de voz - ¿dónde estás? Adam te necesita, yo te necesito. Hoy era su examen. Tu hijo necesita comer, tu hijo te necesita ¡Mujer por Dios! Contesta de inmediato esta mierda


Luego de que entrara Dani, lo pasaron a la sala y como me habían informado antes a medio día ya íbamos camino a casa en el coche de mi padre. Dani había dejado a Vale con Marcos y su otra abuela mientras venía a encargarse de mi hijo, aunque dijo que lo hacía gustosa. Yo no quería que lo hiciera.

Antes de salir le pregunte a la encargada de neonatología que suplemento alimenticio era mejor para un prematuro recién nacido, aunque me aconsejo que nada era mejor que la leche de la mamá me dio un par de marcas que me servirían en el caso de emergencia. Recalcando que no era para un uso habitual.

      - Papá - lo interrumpí en la conversación que llevaba con Dani acerca de irse a un departamento con Marcos
      - No te pongas de parte de tu hermana esta vez Thiago. Valentina está muy pequeña para que se la lleven de casa y es mi última palabra
      - Déjala que haga su vida -
      - Siempre lo ha hecho, pero no se van a ir de casa. No todavía.
      - Pero...
      - Pero nada Daniela. En casa tiene todo lo que necesita Marcos se puede quedar con ella los fines de semana. Incluso tiene una cama matrimonial en su habitación ¿Para qué quiere irse? No lo veo necesario
      - Yo tengo mi familia- protesto Dani - Comprende eso Benjamín Lackington, ya no soy una niña
      - Me di cuenta de eso hace unos meses atrás cuando me entere que estabas esperando a Valentina. Y no se hable más del tema
      - No puedes ser tan cerrado - volví a intervenir - Ella tiene su propia familia. Marcos también tiene derecho a estar con Valentina
      - Y puede estar todo el tiempo que quiera
      - Pero si no lo dejas quedarse en casa - gruño Dani - ¿Cómo se supone que estará con su hija?
      - Dije que no se hable más
      - Si tío Gabriel no te dejara estar con Renata o Adam todos los días ¿Que harías tú? – me pregunto
      - Yo -  mire a mi padre a través del espejo y conteste precisando a mi hijo contra mi pecho - No lo permitiría, me los llevaría en contra de la voluntad que fuera. Renata es mi mujer, la diferencia es que yo la hice mi esposa.
      - Entonces mi querido padre se opone porque no estoy casada - afirmo Dani - Si eso es lo que quieres me casare entonces. Todo este escándalo por un jodido matrimonio. Ni Marcos ni yo nos queremos casar, no todavía
      - ¿Qué seguridad te da eso hija? Por el amor de Dios, solo no quiero que salgas de la casa a pasar necesidades.
      - Haré mi vida aunque te opongas Benjamín. Estas sobre aviso que si sigues negándote a que Marcos esté a nuestro lado el único perjudicado serás tú. Porque yo y mi hija saldremos de tu casa.
      - Dani - la corte. - Ya basta por favor. El primer viaje en coche de mi hijo y es escuchando a su abuelo y tía discutir
      - Tu padre - me dijo ella
      - También el tuyo - gruñí yo. Odiaba cuando se ponía de esa forma con papá.

Por una parta trataba de comprender su miedo a dejarla ir, pero por otro lado y me ponía en el lugar de Marcos. Que no me dejaran estar al lado de mi hijo o de Renata era una putada.
Lucharía contra quien fuera para conseguir dormir todas las noches con mi familia.

      - Thiago tiene razón dejemos esta conversación para más adelante - intervino mi madre
      - No quiero que sea más adelante, papá entiende. Permite que Marcos se vaya a vivir a la casa. Si no quieres que nos vayamos permite eso.
      - ¿Y saber que te acuestas con el frente a mis narices? - gruño - Ni loco
      - A Vale la hice frente a tus narices - se burló ella - Y las tuyas también Thiago

Bien  con eso ya no quería saber nada más, aun cuando aceptaba la relación no podía olvidar la manera en que los encontré una vez en mi departamento. E imaginar a mi hermana teniendo sexo. Eso era una jodida mierda. Ningún hermano o padre está preparado para eso. Gracias a Dios yo tenía un niño.

El silencio en el coche se hizo y de esa manera llegamos a mi departamento donde me ayudaron a bajar el bolso de las cosas de Adam.


Al llegar a casa, espere encontrarla en ese lugar. Fui hasta la habitación aun con el niño en mis brazos y nada. No había rastro de Renata, la cama desecha me decía que había dormido en este lugar, la toalla sobre la cama, se había duchado. Un par de camisas.
Ella había estado aquí

      - ¿Quieres que tienda la cama? - pregunto mi madre llegando hasta mi habitación
      - No - la corte y me fui hasta la habitación de Adam. Lo deje dentro de su cunita y lo cobije. - Me gustaría que nos dejaran solos
      - Pero Thiago - suspiro - ¿Y si necesitan algo?
      - Estaremos bien, Renata debe estar por volver de donde quiera que esté.
      - ¿Y si no lo hace? - pregunto mi padre entrando a la habitación
      - ¿Porque no lo haría? Aquí está su marido y su hijo.
      - Los mismos que estaban hace unas horas esperando por ella en la clínica. - ataco mi madre - ¿Que le darás de comer?
      - La enfermera me dijo de un suplemento
      - Prepara algunas cosas tuyas y de Adam, nos vamos a la casa
      - No me des órdenes papá. Soy un hombre y si digo que nos quedaremos... Nos quedamos
      - Llámame si me necesitas - dijo Dani besando la cabeza de Adam - Puedo volver y alimentarlo todas las veces que necesites, incluso si tienes un saca leche te dejo un biberón
      - Renata tiene uno de esos en la habitación, lo uso para los primeros días de Adam
      - Perfecto - dicho eso se dio media vuelta y abandono la habitación
      - Vamos a la casa y te ayudo con el niño - pidió mi madre
      - Gracias - resople - Pero no. Adam no puede estar expuestos a cambios, ir significa que después lo debo sacar y me aconsejo el doctor que no lo hiciera
      - Pero se quedan allá, sabes que entre todos lo podemos hacer. Tienes una habitación en casa
      - Este es nuestro lugar.

No se cuánto tiempo estuvieron insistiendo en que debía irme con ellos, pero yo no lo haría.
Debía quedarme en mi casa. Cuando se fueron tenía un biberón, solo un biberón para Adam.

Sabía que el niño no se conformaría con eso. Asique con él en mis brazos me encamine a mi pequeño despacho, cuando iba a darle encender a la computadora algo llamo mi atención. Esta estaba encendida. Yo no la había dejado de esa manera. Me senté en mi silla y puse de manera vertical a Adam apoyado contra mi pecho. Al mover el ratón la primera imagen que me entrego este fue mi correo electrónico personal abierto.

Había muchos sin leer, entre ellos los de mis amigos felicitándome y dándome ánimos con el asunto del bebé, en este momento no eran importantes.

Llegue a la conclusión que Renata había estado aquí, ella había registrado mis cosas, pero que podría ser tan importante como que no fuera hoy, para que no estuviera aquí. Me pase más de media hora tratando de adivinar que había estado buscando, mails de Florencia no tenia, después del ultimo pleito que tuvimos por su culpa corte por lo más sano y le dije que solo para cosas laborales se comunicara conmigo al correo de empresa. Entonces estaba seguro que no era eso.

Decidí en por lo mas fácil antes de que Adam fuera a reclamar por atención, y busque en el historial de navegación de internet y vamos que tampoco encontré nada de otro mundo.
Mis padres me llamaron mil veces, incluso mis suegros me llamaron para saber de Adam, pero no me preguntaron por Renata. Deduje que no sabían nada de ella. Prometieron venir al otro día.

La primera noche fue un completo caos, Adam no quería dormir. Adam no quería mis brazos, echaba de menos a su madre. Lo sabía yo también. Yo también la extrañaba, yo también la necesitaba como su hijo.


¿Dónde estás mi amor?

miércoles, 26 de noviembre de 2014

#28 Caminos Inesperados

Capitulo 28


      - Déjame imbécil ya te dije que no quiero nada contigo, me fui de tu casa.
      - Y yo te dije que había sido el peor error que habías cometido. A mí nadie me deja
      - Yo lo hice. Renata lo hizo. ¡DEJANOS EN PAZ!
      - A tu hermana la deje irse solo porque preñada no me servía. Pero ahora ya tuvo a su estúpido bebé. Ahora volverá
      - No lo hará. Porque no pasas de nosotras y te quedas jodiendole la vida a Camila. Es la única que quiere estar contigo. Porque es tan o más asquerosa que tu
      - Cállate –

El maldito me dio con el puño cerrado en el pómulo derecho de la cara, estaba creído que sería igual que Renata y me dejaría. No yo no era como Renata, por más que la aborrecía por ser la hija preferida de mi padre y mucho más de mi madre.
Me acosté con su ex marido solo para fastidiarles la vida, pero como todo lo que pasaba por mi vida, me aburrí. Me aburrí de él en el mismo instante en que trato de acostarse con su empleada delante de mis narices.

Lo odie en ese momento, por que en algún momento pensé que entre nosotros podía haber algo especial, estúpida yo que creí en él. Aun cuando me lo habían advertido. Pero no, yo no estaba para eso. Extrañaba a mi hija, mi pequeña Carol. No sé en qué estaba pensando cuando les di la autorización para que se la llevaran o si ya sé porque lo hice. Porque el maldito de Ernesto me tenía drogada.

Siempre fue su plan, siempre entre en su plan y yo estúpida caí en el. Ahora llevaba días escondiéndome en el hotel hasta que dio conmigo. No tenía a quien recurrir, me moría de vergüenza de llamar a mi padre y pedirle que me enviase el dinero para poder volver.
¿Cómo miraría a mi familia? No, no tenía cara para hacerlo.

Mi plan era estar un par de días poder conseguir un trabajo y que en cosa de un mes poder tener el dinero suficiente e irme. Pero claro esos planes fueron hasta que Ernesto dio conmigo.

      - Te dije hijo de puta que no me tocarías nunca más – le grite ofuscada
      - Y yo te dije que tú eras mía. Ahora quiero te pongas de rodillas y hagas lo mejor que sabes hacer ¡Chupármela!
      - Me das asco, no lo hare

Otro nuevo golpe llego con mi negación.

      - Lo harás, y lo harás hasta que yo me corra en tu boca y te lo tragaras. Después te abrirás de piernas y te la meteré. Porque eres mi PUTA y haces lo que yo te diga.
      - ¡QUE NO SOY TU PUTA! Ni la de nadie. Ernesto termine contigo. Asúmelo y déjame en paz
      - ¿Quieres que te deje en paz? – dijo tirando de mi pelo para ponerme de rodillas frente a él. Asentí – Bien, debes llamar a Renata, cuando ella este en mi casa. En ese momento tendrás tu pasaje de vuelta a tu casa. Ahora haz lo que te mande si no quieres chupármela con la boca llena de sangre.

Necesitaba salir de aquí, lo antes posible. Cerré mis ojos y rogué al cielo que no me dieran arcadas mientras se la chupaba. Hice todo y cada una de las cosas que él me pidió. Cuando por fin se sacio de mi me dejo tirada en el suelo de su salón y subió a su habitación.

Trate de irme tantas veces, como siempre todo estaba cerrado con llave. El día en que amablemente le lleve un licor, ese día logre escapar porque le había echado una pastilla para dormir. De esas que tomaba yo para no sentir cuando quería acostarse conmigo.

Pero aquí estaba de nuevo, en su casa, desnuda y adolorida en el frio suelo del salón. Camila entro a recoger las ropas de Ernesto y se río de mí como siempre lo hacía. Ella era la única que al menos demostraba placer al estar con él. Sus malditos gemidos se escuchaban en toda la casa cuando se le metía en la cama, en el despacho o simplemente donde le diera la gana.

Él claro que nunca se quejaba y cuando venían sus amistades a la casa yo era la perfecta mujercita de él. Vamos tal y como lo hizo la estúpida de Renata. Este era su problema, él la quería a ella y no a mí. Yo no era tan fuerte, ni tan valiente. Yo quería volver a casa y que mi madre, al menos ella me perdonara y sobre todo volver a ver a mi hija. Nunca la había extrañado tanto como ahora.

Ahora valoraba a mi pequeña, y todos los días durante los meses que llevaba acá me preguntaba ¿Cómo estaba? ¿Me extrañara? ¿Llorara por las noches pidiéndome a mí?

Subí a la habitación de Ernesto aun desnuda y me plante al fondo de su cama. Me arme de valor y el antes de que pudiera decir algo dijo

      - ¿Quieres chupármela otra vez?
      - No. Quiero llamar a Renata. Tú no me quieres a mí, la quieres a ella. Te la traeré, pero no quiero volver a verte en mi vida.
      - Sabia decisión. Tienes un pasaje disponible para el mismo instante en que ella pise esta casa
      - ¿Me das tu palabra?
      - Si quieres te lo firmo y lo hago ante un juez. Tú no me interesas. Reconozco que das buenas chupadas, que tu culo es más rico que el de Renata. Pero no, no me interesas. Ella es mi mujer.
      - La traeré
      - Bien – dijo poniéndose de pie y sacando su móvil de la mesa de noche – Llámala
      - Me gustaría que fuera en privado
      - Ni lo sueños cariño. Y hazlo rápido que saber que la tendré luego entre mis piernas me ha despertado las ganas de follar nuevamente. Así que una vez que cortes la llamada te ganas a cuatro patas sobre la cama

Respire tres veces profundamente antes de tomar el móvil de sus manos. Temblorosamente marque el único número que me sabía de memoria. El de mi casa. Al tercer repique contestaron

      - Buenas noches – dijeron al otro lado de la línea.
      - Buenas noches, me gustaría hablar con Magdalena por favor – dije amable.
      - La señora Magdalena no se encuentra en la casa
      - ¿Gabriel? – pregunte como segunda opción
      - Los señores están en la clínica
      - ¿Le paso algo a Carol? – pregunte asombrada y Ernesto se tiro en la cama y mientras me miraba se pasaba su mano por la erección que ya tenía.
      - No, la pequeña está bien. Es su otro nieto – dijo con voz de lamento – Perdón no puedo dar más información. ¿Con quién hablo?
      - Em. Si soy Constanza la otra hija de los señores.
      - Oh disculpe señorita.
      - No se preocupe. Necesito hablar con Mamá, quiero saber del hijo de mi hermana Renata.
      - Ellos están en la clínica con el pequeño Adam.
      - Me podría dar sus números de móvil. Lo que pasa es que me robaron en el mío aquí en España y el único número que me sabía era este.
      - Si claro. Tome nota.
      - Me gustaría el de mi hermana también. Estoy preocupada por mi sobrino – mentí

La mujer amablemente me dio el número de Renata y el de mis padres, estuve tentada en preguntar por Carol pero sabía que eso solo le serviría a Ernesto para mantenerme bajo su control

      - Ya lo tengo – le dije
      - Ya sabes lo que tienes que hacer. – Me hizo seña con las manos – Pero antes ocúpate de esto

Saco su mano de su erección, ya sabía lo que tenía que hacer. Así que me puse en gatas rápidamente y me la eche a la boca, si todo iba como yo esperaba sería la última vez. Una vez terminado se fue hacia el baño y aproveche de usar mi última opción

      - Buenas noches Renata – dije a penas me contesto la llamada
      - ¿Cota? – dijo dudosa

      - Hermana soy yo. Necesito tu ayuda –