lunes, 3 de agosto de 2015

Alexandra... Capitulo 2

Capítulo 2

Hacia un mes que Isamar no encontraba el final del túnel, no encontraba la manera de salir adelante luego del duro golpe que le ponía nuevamente la vida. Su Abuela quien la había criado desde que tenía uso de razón ya no estaba con ella.
Llevaba como el mayor de sus tesoros aquel cuaderno viejo, no se había atrevido a abrirlo por nada del mundo, todo estaba muy reciente. Tenía que pensar como seguir, como mantener esa casa que ahora se hacía gigante para solo una persona. No sería una por mucho tiempo ya que su bebé seguía creciendo dentro de ella.
Por su cabeza había pasado la idea de enviar a esa criatura junto a su familia al cielo, pero no se había atrevido, pensaba que nunca su mama nunca  se lo habría permitido. Recordaba la última noche que la había visto “Estaría defraudada si no lucharas por ser feliz y por ese bebé”. Se había quedado con esas palabras.

Aquella tarde ella estaba sentada en la entrada de la casa como ya se había hecho costumbre desde que estaba sola a mirar como pasaban los coches por fuera de la casa. Cuando un coche paro frente a su entrada.
Del coche bajo un hombre que iba por lo cincuenta años, de cabello blanco, una enorme barriga y un traje que debía haber sido puesto a la fuerza.

      - ¿La señorita Ferrada? – pregunte aquel hombre extraño llegando a la altura de Isamar
      - Soy yo – dijo con cara inexpresiva.

Si algo había aprendido en sus clases de teatro era a no mostrar sentimientos.

      - Soy Max Cortes – se presentó tratando de parecer amable, claro estaba que ver a una muchacha tan joven le había partido el corazón y mucho más cuando no traía buenas noticias.
      - ¿Qué es lo que necesita? – Isamar se puso de pie, para no dejarse intimidar. - ¿En que lo puedo ayudar señor?
      - ¿Podemos hablar dentro?
      - Si no le importa preferiría que fuera aquí
      - Lo comprendo. No traigo buenas noticias señorita
      - Explíquese
      - ¿Podemos pasar?

Aun en contra de su voluntad lo invito a pasar y guio hasta el pequeño salón, no se preocupó en sus modales ni mucho menos ofrecerle algo. ¿Para qué? Si no trae buenas noticias pensó Isamar mirándolo fijamente a los ojos negros

      - Lamento informarle señorita, que debido a las deudas que poseía la señora Ferrada, quien tengo entendido es su Abuela
      - Así es – En casa momento que el hombre se tomaba para lanzar la bomba, Isamar se ponía mucho más nerviosa. Desde cuando su abuela tenía deudas, en que momento lo hizo
      - Esas deudas alcanzan una suma de 10,5 millones. – la cifra que no era tan alta a Isamar se le hizo inalcanzable debido que a con mucho esfuerzo llegaba a final de mes.  – Al ser usted la única heredera de la Señora y beneficiada con la pensión que el gobierno le otorgaba. Debo comunicarle que será suspendida y deberá cancelar la totalidad del monto en un plazo máximo de 2 meses o perderá esta propiedad.
      - ¿La casa? -  pregunto asombrada por la frialdad con la que aquel extraño le decía que no solo había perdido al único ser que tenía sino que también perdería lo único que le había dejado.
      - La casa – confirmo. Muy a su pesar, Max solo cumplía con su trabajo. - ¿Tiene más familiares?
      - No – contesto en seco Isamar – Alexandra Ferrada era lo único que tenía, aparte de esta casa
      - Le recomiendo que venda la casa, le puede sacar un buen precio y cancelar la deuda. Si tiene suerte quedara con algo a su favor y podrá alquilar algo más pequeño para usted
      - Don Max – dijo seria – Estoy embaraza
      - Cuanto lo lamento – Max agacho la cabeza, era lo más duro que le tocaba decir – Eso no es impedimento para que las acciones legales se lleven a cabo si no paga en el plazo establecido.

Dejo sobre la mesa un sobre y salió de la casa tan rápido que no le quedo ni la sombra.
Isamar asombrada por todo, y mucho más dolida porque sentía que no le quedaba nada tomo el sobre y con dedos temblores lo abrió. Dentro estaban los documentos que acreditaban que todo lo que le habían dicho era verdad. No tenía nada.

Era el momento de comenzar a empacar y aprender a vivir, lo primero que haría a la mañana siguiente sería congelar los estudios, ya no podía darse ese privilegio. Buscaría una tal vez si tenía suerte un pequeño piso alejado del centro de la ciudad. Y un nuevo empleo aunque con un embarazo sabía que era casi difícil conseguir algo mejor a lo que tenía. Nadie quería contratar a una futura mamá.

Como pudo se tranquilizó y pensó en llamar al papá de su hijo, tal vez darle una nueva oportunidad le conseguiría donde vivir, en el momento en que lo pensó desistió de la idea. Felipe era y sería para siempre una mierda de persona. Pero entonces estaban sus amigas, las mismas que le habían dado la espalda cuando más las necesito. Y sus amigos, decirlo en plural era mucho cuando solo era Fabián el que siempre había estado cerca.


***


Cuando salía de hablar con el director de carrera, sentía que su mundo se acababa en ese lugar, pero en una semana había agotado todos los medios para poder salvar su casa. En los bancos le habían cerrado la puerta en las narices, no era fiable. Eso le habían dicho más de 5 veces en menos de 3 días. A una estudiante no se le dan créditos, a no ser que sea de estudio. Pero Isamar no tenía donde vivir, como iba a poder seguir estudiando. ¿Con que costearía los trajes? Estaba todo perdido.

      - ¡Detente! – se escuchó por el pasillo.

Había querido que nadie la viese en ese momento, pero era imposible a Fabián nada se le pasaba.

      - ¡Hola Fabi! – trato de ser lo más amable que pudo a pensar del nudo de emociones
      - ¿Por qué no estás en clases?
      - Acabo de congelar la carrera
      - Pero Isamar Ferrada ¿Qué estupidez acabas de hacer?

Fabián no pudo contener la rabia al escuchar eso, sabía lo mucho que le había costado entrar en la universidad, también sabia el gran sacrificio que había hecho en vida Alexandra por que su única nieta fuera una profesional y ahora ella como si nada le decía que dejaba de estudiar.

      - No puedo seguir aquí – dijo con mucho pesar.
      - Vamos a la cafetería y me lo contaras todo –

Sin resistirse y por lo bien que le vendría comer algo en ese momento Isa lo siguió todo el camino, caminaron en completo silencio, ninguno de los dos sabía que decir.
La última mesa donde los últimos rayos de sol del frio otoño ingresaban era la elegida para escuchar toda la historia.

      - ¿Qué quieres comer? – pregunto amable Fabián antes de tomar asiento a su lado.
      - Nada – le contesto Isamar
      - Bien

Durante los minutos que se encontró sola, miro por última vez ese comedor donde alguna vez compartió desayuno con las que creía que eran sus amigas, con las que alguna vez había confiado.
Fabián volvió a la mesa con una media luna y dos latte de vainilla, el preferido de Isamar.

      - ¿Por qué dejaste la carrera?

Sin rodeos y como necesitaba hablarlo con alguien Isamar le confió sus secretos y temores a su joven amigo. Por más de una hora Fabián escucho atento todo lo que ella le contaba y lo difícil que se le estaba poniendo poder cumplir la promesa que le había hecho a su abuela minutos antes de morir. Pero sin saber porque le oculto su pequeño secreto

      - Si me hubieras llamado podría haber estado contigo –
      - Lo sé y te lo agradezco, pero en ese momento no pensaba en nada –
      - Claro que lo hacías. – le tomo la mano cariñosamente e Isa lo dejo, en ese momento se sintió comprendida y por un momento hasta querida como hacía un mes no se sentía – Pero yo fui el ciego que no se dio cuenta de nada
      - ¿Cómo ibas a saberlo? –
      - Les pregunte a las chicas por ti el día en que no apareciste por clase de literatura y ellas solo me ignoraron. Debí haber ido a tu casa. Isa enterraste sola a tu abuela, viviste todo el proceso sola
      - Solo éramos las dos –
      - Ahora somos los dos – le dijo con su gesto muy amable que ella no se esperaba – Yo vivo en un departamento que mis padres pagan mensualmente, tiene un cuarto extra. Puedes mudarte conmigo. Vender la casa, de esa manera y con más tranquilidad puedes pensar que hacer. Está de sobra decirte que no te cobraría alquiler.
      - No puedo aceptar eso

Aun que era una buena solución la que su amigo le proponía, ella aun creía que podía solucionar las cosas sin necesidad de vender la casa. No quería despojarse de eso. Haría lo que fuera para mantenerla suya.

      - Mira es la mejor solución por el momento. Tal vez no necesites venderla. Vente conmigo y podemos pensarlo entre los dos. Pero siempre está la opción de la venta.
      - Es la peor de todas.- dijo muy a su pesar. – Es lo único que mi mama me dejo, no quiero perderla
      - Podemos pedirle dinero a mi hermano
      - ¿Y luego como se lo pagare? Seguiré en la misma situación
      - Se lo ibas a pedir al banco que diferencia tiene que sea mi hermano quien te lo preste  -
      - No, no quiero estropear nuestra amistad
      - Piénsalo – le acaricio la mano que aun sostenía – ¿Cuántos cuartos tiene esa casa?
      - Tres –
      - Podrías rentar dos. Yo rentaría uno y devolvería el departamento
      - ¿Qué ganaría con eso?
      - ¿Cómo que ganarías? Juntar los dineros de la renta para pagar la deuda.

En ese momento una sonrisa salió en el rostro de Isamar, no era una mala idea hacer lo que su amigo le proponía. Solo tenía que conseguir una cita con el hermano, plantearle la situación, firmar un contrato de cuotas y podría salvar su propiedad, aunque eso no le aseguraba poder volver a la universidad.


Terminaron de tomar su segundo latte de vainilla cortesía de Fabián mientras detallaban cuando podrían hablar con ese hermano generoso que estaría dispuesto a ayudarla en este preciso momento.

lunes, 27 de julio de 2015

Alexandra... Capitulo 1

Capítulo 1

Después de cinco horas llorando por fin mi nena se dormía, en su estado debía descansar mucho más, como mi corazón que ya estaba cansado, cada día más cansado.

A 18 años de la partida de mi única hija y su marido todo había cambiado, la pequeña Isamar. Bueno ya no tan pequeña estaba pasando según ella el peor momento de su vida. No lo dudaba, claro que no. Para todo hay una edad y un momento, pero ¿El error lo habré cometido yo?

Mi nombre es Alexandra tengo ya 83 años y un pasado, una historia y por sobre todo una familia por la que luchar. Una familia que iba creciendo día a día dentro de mi Isamar. No sabía si llegaría a conocer a esa pequeña cosita, ya casi ni podía salir de la cama, mi cuerpo estaba viejo y los años me pasaban la cuenta.

El mayor de mis miedos era dejarla sola en este momento, como tuvo miedo su madre el día de su muerte. Le jure que nunca la dejaría sola, que haría de su hija una buena persona. A estas alturas no sabía si lo había logrado cumplir, ¿Pero que podía hacer? Ahora nada más que apoyarla y aconsejarla para que hiciera de su hijo o hija una persona de bien. Para que luchara por encontrar el amor de su vida, su príncipe azul.

Toda mi vida creí en las novelas rosas, y no fue fácil, la vida me dio muchas desilusiones pero si fui feliz al lado de mi amado. Esperaba que ella encontrara ese hombre especial en algún momento, que cuidara de ella y de su bebé sin importarle nada.

Recuerdo las palabras cuando me dijo que estaba saliendo con un chico “Mama soy tan feliz, creo que Felipe si es el hombre de mi vida, me quiere, me respeta, y lo más importante quiere salir adelante al igual que yo. Lo amo.”  Todo eso no fue más que una farsa para poder acostarse con ella, y una vez que lo consiguió la desecho como si fuera un envase que ya no servía. Pero al ser tan inmaduros y al haber cometido el error de nunca hablar de sexo con ella. <Si fue mi error por no saber educarla sexualmente. > No se cuidó, no se cuidaron y un bebé viene en camino. Cuando ella se lo comento, simplemente él desapareció.

Y así de la misma manera lleva mi niña 2 semanas en las que se la pasa llora que llora, lamentando el hecho de que ese hombre no la supo valorar, no la supo respetar y ella no lo hizo consigo misma.
Mi corazón se parte cada vez que la veo de esa manera, cada vez que la veo llorar. Se va deteriorando al igual que mi cuerpo.

La semana pasada había asistido al doctor y él me había dicho que con mucho reposo y cuidados todo iba a estar bien

      - ¿Me dormí mucho tiempo? – pregunto mi Isamar
      - No cariño – le acaricie sus cabellos – Vuelve a dormir
      - Mama – me llamo y la mire a los ojos - ¿Te encuentras bien?
      - Si mi cielo. Vuelve a dormir
      - Me iré a mi cama para que estés más cómoda –

En ese momento hizo el intento de levantarse pero no la deje. No quería que se separara de mí, y siempre se lo decía, quería que pasara el mayor tiempo posible a mi lado para así estar segura que no seguía llorando por los pasillos de nuestra casa

      - Duerme conmigo, como cuando eras una niña
      - Necesitas descansar y solo te haré pasar una mala noche
      - Contigo a mi lado jamás será una mala noche
      - Mama, tengo miedo

Puso nuevamente su cabeza sobre mi pecho y comenzó a sollozar.

      - No será fácil mi amor, pero te aseguro que te graduaras con nota sobre saliente de todo esto
      - ¿Tú crees?
      - No lo creo, estoy segura que así será.
      - Tienes tanta confianza en mí. Que tengo miedo a defraudarte
      - Lo harías si no lucharas por ser feliz y por tu bebé. De lo contrario siempre estaré orgullosa de ti.
      - Tienes un corazón enorme
      - Es enorme porque la vida me enseño que fuera así. Pero tú también lo tienes de mayor tamaño. Eres como tu madre
      - Y mi madre era como tú
      - Así es. Mi vida.
      - ¿Por qué Felipe no podía ser como el abuelo?
      - Si lo fuera me habría enamorado yo de él
      - Cuéntame cómo lo conociste, nunca lo has hecho
      - Lo hare mi vida, pero ahora descansa. Mañana cuando llegues de la universidad te contare como nos conocimos, y por sobre todo, te daré una guía para que aprendas a salir adelante.
      - ¿Promesa?
      - Promesa. Ahora a dormir.

Mientras mi niña se iba entregando a los brazos de Morfeo, una espina clavo mi corazón. Recordar ya era difícil, pero era mi manera de enseñarle las cosas. No tenía más tiempo. Era el momento de sacar todo lo que por años guarde y enseñárselo. Habían cosas que me hubiera gustado olvidar, le iba a manchar la imagen de su abuelo. Pero si con eso la ayudaba a que buscara la luz al final del túnel lo haría. Mi princesa se merecía ser feliz, la vida le había tocado dura y yo… y yo era la única que podía ayudarla, no le dejaría dinero, pero si una gran enseñanza

A la mañana siguiente como era costumbre y antes de irse a la universidad subió mi desayuno. Nunca se iba sin hacerlo. A pesar de que diez minutos después que ella se iba llegaba la señora que preparaba la comida y limpiaba un poco el departamento, para que cuando Isamar llegara no tuviera que hacerlo. Su vida ya era muy pesada como para hacerlo aún más.

Poco tiempo más iba a poder seguir con su ritmo de vida, entre su carrera de teatro y su trabajo de medio tiempo llegaba agotada a la casa, pero era parte del 70% de los ingresos que teníamos, el otro 30% era de los ahorros que nos quedaban tras la muerte de sus padres y la muerte de su abuelo a los pocos años después.

Puntual como siempre llego Carmencita, directo a mi habitación.

      - ¿Cómo se siente señora Alexandra?
      - Igual que todos los días –
      - ¿Esta de mal humor esta mañana?
      - No, solo estoy preocupada por Isamar
      - ¿Qué le pasa a la nena?
      - Esta sobre cargada de cosas. Que ganas de levantarme de esta cama y ayudarla un poco, mi niña esta sobre cargada de cosas –
      - Mejor quédese donde está, y así le hace compañía. Si se sobre exige no le durara nada y solo le dará más preocupación.
      - Mi corazón no me acompaña
      - Señora Alexandra, mejor quede quietecita que terminara en el hospital nuevamente

Gruñí a su reclamo, no quería volver a un hospital nunca más, en el último año había pasado más tiempo en ese lugar que en mi propia casa, y en estos momentos tenía que ser fuerte.
Carmencita se fue a hacer sus cosas, y aproveche de levantarme para ir a buscar algo que iba a necesitar para poder contarle las cosas a Isamar.

Mientras releía el diario que por años he guardado sagradamente le fui arrancando páginas. Isamar aún no estaba preparada para todo. Unas fotos cayeron de entre las hojas, unas fotos donde se veía a una sonriente Luz María con su pequeñita en brazos, a su lado un joven guapo, pero que le hizo mucho daño con sus mentiras y sus engaños. Volví a meter esa fotografía en el cofre del cual nunca debía salir.

Mientras pasaba las hojas, iba sintiendo  lo mismo que hace muchísimos años cuando lo escribía, una vez mi madre me dijo “Alex, toma dentro de esas hojas en blanco escribe tu historia, y en esos días que veas todo negro, sácalo léelo, y recuerda que no siempre todo es malo” Desde ese momento comencé a escribir mi propia historia. Al igual como lo escribía iba maldiciendo mi propia vida por ser más infeliz que feliz.

Solo pensaba en darle el mismo consejo a mi niña, para que viera que podía ser feliz. Y escribiera su propia historia.


***


      - Mama, porque me pasas esto – dijo Isamar cuando puse sobre sus manos mi diario.
      - Quiero que lo leas, quiero que veas que no siempre en la vida es todo tan malo
      - Pensé que tú me contarías la historia
      - Y lo hare mi vida – suspire cansada – Pero puede que llegue un momento en que yo no este para poder terminarla
      - No digas eso. Mama, tú no me puedes dejar
      - Nunca te dejare, estaré siempre en tu corazón
      - Me da tanto miedo cuando hablas de esa manera – recostó su cabeza sobre mi pecho, sin saber lo que me costaba respirar en estos momentos
      - En la vida todo tiene su fecha de caducidad, cielo la mía está por llegar –
      - No mama – a través de la tela de mi camisa de dormir sentía como sus lágrimas la mojaban
Mi corazón con cada movimiento se resentía aún más.
      - Isamar, debes prometerme una cosa
      - Las que quieras
      - Tú… - Un fuerte pinchazo me hizo contraer la cara – Nunca juzgues nada sin saber los verdaderos motivos. Tú madre, tú padre y yo siempre quisimos lo mejor para ti mi vida.
      - ¿De qué hablas?

Mire por última vez sus hermosos ojos, esos ojos que eran iguales a los suyos. Los cuales llevaron a la muerte a todo lo que algún día ame.

Mi nena se quedaba sola en este mundo para construir su historia, para aprender lo más difícil, aprender a vivir, a superar el dolor y levantarse.


Mi corazón dijo basta un día 29 de marzo, mis ojos se cerraron para siempre y con ello mi boca se llevó secretos que prometí jamás revelar. 

domingo, 19 de julio de 2015

Alexandra...


Alexandra










      No hay dolor mas fuerte para una madre que perder a un hijo, creo que una nunca se sobre pone a ese dolor. Pero saber que dejaras a la unica persona que tienes en el mundo sola, eso si causa aun mas dolor.
      En el poco tiempo que me queda debo enseñarle a ser una mujer fuerte, a que sola puede con esto y mucho mas.
      La mejor manera que encontre para hacerla entrar en razón es contarle mi historia. Son aventuras, sueños y esperanzas. Amor y desilusión.
      Dicen que las personas mayores nos pueden dejar muchas enseñanzas y eso es lo que pretendo hacer con mi nieta.
Soy Alexandra y esta es mi historia...

martes, 14 de julio de 2015

#Epilogo Caminos Inesperados

Ahora si le damos fin a esta historia. Les dejo el epilogo. Espero y les guste. Gracias por la paciencia, la espera y las ganas de seguir leyendo. 
El lunes nos encontraremos nuevamente, pero ahora con una historia distinta. Espero y tenga la misma aceptación que esta. Caminos Inesperados comenzara su proceso de maquetación para las que así lo quieran puedan tenerlo en Pdf. Estaré dando esa información a medida que vaya maquetando. (eso lo hago yo misma ya que soy diseñadora) 

MUCHAS GRACIAS.









Epilogo


Cuando acepte ser por segunda vez ser la única mujer en la vida de Thiago jamás pensé que llegaríamos tan lejos con nuestro amor y nuestras ganas de formar familia. Pero así fue.
Fueron más de 60 años juntos, 60 años donde pasamos altos, bajos y medios. En mi mente y a pesar de los años logro recordad algunos de los momentos más felices y tristes que pasamos.

***

Despertar con los besos de mi marido y de mi hijo al mismo tiempo era algo impagable la risa de Adam era lo más maravilloso que vivíamos diariamente, ya no era un bebé, era el niño más inteligente que había en la tierra, Thiago siempre me decía que éramos unos padres afortunados de tener a la perfección misma entre nosotros.

Un día como hoy nos unimos para toda la vida, y como lo había prometido Thiago estábamos juntos en el mismo Hotel donde lo hicimos la primera vez, estábamos juntos disfrutando de los bellos paisajes del sur de Chile, sin duda el mejor regalo de aniversario que mi marido me podría dar. Pero él no sabía la sorpresa que yo también le tenía. Me había costado mucho mantener el secreto, sobre todo cuando algunas mañanas despertaba con unas horribles ganas de vomitar.
En esos momentos me tenía que mantener en la cama por un tiempo y al salir dar el agua de la ducha para que no se diera por enterado. Costo, pero lo logre.

      - Hoy y hace un año que mi vida es muy feliz – dijo Thiago besándome por encima de él cuerpo de Adam que estaba sobre mí
      - Shale papá – reclamo Adam
      - ¡Hey! – Thiago comenzó a hacerle cosquillas a Adam provocando aún más carcajadas en él. – Nos duchamos y salimos a desayunar.
      - Me parece perfecto – dije sentándome lentamente en la cama – Te tengo un regalo amor.
      - Yo también – sonrió - ¿Quieres que te lo de ahora?
      - ¿Tú quieres el tuyo ahora? –
      - Sabes lo que quiero – acaricio el cabello de Adam y me miro. Alce una ceja – Sé que es muy pronto y me pediste terminar la carrera antes. Pero me encantaría tener otro bebé.
      - Lo sé, amor – dije resoplando – Yo no sabía que quería otro hijo hasta ahora.
      - Mamá – llamo Adam saltando en la cama – Mirra
      - Cuidado saltamontes – reí.

Me puse de pie y fui hasta el armario donde busque en mi maleta el regalo de Thiago, encontré la carpeta que llevaba tiempo escondida y se la entregue al tiempo que atrapaba a mi bebé para ponerlo en mis brazos de modo de escudo.
Thiago admiro la carpeta por unos segundos, luego sus ojos se centraron en mi al tiempo en que una lagrima caía en sus ojos.
Sin decir media palabra se acercó a nosotros y nos abrazó.

Estuvimos por mucho tiempo de esa manera hasta que Adam comenzó a inquietarse, Thiago lo quito de mis brazos y lo dejo sobre la cama para volver a mí. Se puso de rodillas y comenzó a besar mi vientre plano hasta ahora.

      - Ya te amo, ya no concibo mi vida sin ustedes. – Al tiempo que comenzaba a subir sus labios hasta encontrarse con los míos – Te amo. Gracias. Es el mejor regalo, el más importante en mi vida, es invaluable lo que me das.
      - No – reclamaba Adam al ver a su padre devorándome los labios – No papá
      - Uno más – suplico Thiago mirando a Adam
      - No – negaba con la cabeza mientras volvía a estirar los brazos para que lo cargara
      - Si – dijo Thiago y me volvió a besar – Mía – le decía y pasaba sus manos por mi estomago

Al momento en que Adam iba a comenzar con el berrinche de siempre que nos veía dándonos alguna demostración de amor Thiago me soltó y lo lanzo al aire consiguiendo que se olvidara que segundos antes iba a llorar.

***

Fueron tiempos felices, aún recuerdo la felicidad de toda la familia cuando volvimos de esas vacaciones con la noticia de que en 6 meses más tendríamos otro pequeño revoloteando en casa.
Pero los primeros meses en casa fueron un tiempo difícil para Thiago y para mí, él se oponía a que siguiera asistiendo a la universidad en mi estado porque ponía en peligro a nuestro bebé. Pero yo quería seguir estudiando, la carrera también me llenaba la vida, quería ser enfermera, me gustaba estar en compañía de algunas buenas amigas que ya había hecho y que hasta el día de hoy lo son. Al principio fue un poco complicado por la diferencia de edad, claro yo una mujer casada y con un hijo. Ellas chicas entre los 18 y los 20 años que lo único que querían era pasarlo bien.
Lo recuerdo y me vuelve la risa, la primera noche que le dije a Thiago que no llegaría a dormir porque al otro día tenía un examen muy complicado de anatomía.

Al terminar mi primer año de Enfermería yo ya estaba con ocho meses de embarazo y sabíamos que esperábamos una niña. Mi preciosa Mia que llego a nuestras vidas el cinco de enero a las cuatro de la madrugada con su precioso y relajante llanto a poner nuestras vidas un poco más caóticas. Las primeras noches en vela y los celos de Adam. A pesar de que Mia no dormía en nuestra cama pero si en nuestra habitación Adam se empeñaba noche a noche en dormir en medio.

Al comienzo solo nos reíamos y lo dejábamos pero con el paso de los meses nuestro matrimonio se debilitaba por la falta de intimidad, la falta de poder demostrarnos que aún nos amábamos. Ni hablar de tener sexo, el periodo de abstinencia para nosotros fue un poco más largo que los cuarenta días que prescribe el médico.
Una noche Thiago se impuso como hombre y padre y saco la cuna de Mia de la habitación así como también puso a Adam en su cama. Fue la primera vez después del nacimiento de Mia que logramos dormir abrazados, que logramos besarnos y logramos volver a ser solo uno.
Las clases comenzaron y yo las retome aun en contra de mi marido y mi padre, pero una vez cuando comencé a estudiar me dije a mi misma que no renunciaría a ser mujer por ser madre. Y así lo hice.
Tres años después me graduaba de Enfermera, y entre la cara de los invitados a la ceremonia podía ver a mi marido con nuestros hijos orgullosos y felices. Mia ya tenía 3 años y Adam cinco. Podía mirar hacia atrás y darme cuenta que a pesar del sacrificio de dejar a mis hijos al cuidado de mi suegra o de Magda ellos eran felices también. No me había perdido ni un solo momento de su vida y los había visto crecer, dar sus primeros pasos y sus primeras palabras.
Era feliz como cada noche los llevaba a sus habitaciones y ellos me decían cuanto me amaban, cuando llegaba a mi habitación y mi marido, mi amigo, mi amante y compañero de estudio me decía que me amaba y cuan orgulloso estaba de mí.

Daniela ya a la fecha tenía 3 hijos, dos niñas maravillosas y un pequeño que era el más fiel reflejo de su padre. Las reuniones familiares ahora eran un completo circo. Pero eran los ojos de sus abuelos.
Pero las reuniones con los antiguos amigos de Thiago que ahora también eran los míos eran donde volvíamos a ser una pareja joven y siempre terminábamos en algún hotel pasando la noche. Ian nos hacía siempre de niñera. Mi pequeño cuñado se hacía grande y adoraba a sus sobrinos.
Pasaba los fines de semana en nuestra casa donde le enseñaba distintas cosas a mis hijos, algunas eran constructivas, otras simplemente travesuras.

Así pasaron los años y un día desperté dando me cuenta que ya mis hijos estaban grandes, que Adam tenía casi diez años, que Mia ya no era una bebé que lloraba por estar en mis brazos, que mi vida como profesional de la salud iba en aumento, que mi matrimonio estaba cerca de cumplir 10 años y lo más importante que yo me hacía cada día más mayor esa noche cuando me acosté en la comodidad de los brazos de mi marido le pregunte si estaba preparado para tener un miembro más. Que si le hacía ilusión volver a pasar nuevamente por lo que era tener un bebé, por hacer crecer nuestra familia a un número más. Esa noche me respondió haciéndome el amor como solo él podía demostrándome en cada caricia que aun con los años la pasión y el amor no se extinguía entre nosotros.

Pero los meses pasaban y a pesar que nuestras ganas no mermaban Dios decía otra cosa y mes a mes nos dábamos cuenta que no podíamos cumplir ese sueño. Veía en mis sueños otra niña con los hermosos ojos de su padre, con esa sonrisa que sabía que a pesar de todo robaría mi corazón, pero no pasaba.

***

      - Tranquila amor. – susurro Thiago mientras yo lloraba en su pecho cuando otro test de embarazo salía negativo – Yo también me muero de ganas de ser padre nuevamente debemos seguir intentándolo
      - Estoy cansada de intentarlo, todos los meses pasa lo mismo.
      - Tenemos muchas ganas de tener otro bebé son nuestros nervios y la presión lo que hace que no podamos fecundar.
      - Sabes que no es eso Thiago. Soy yo, estoy poniéndome vieja y mi cuerpo se rehúsa a tener otro bebé.
      - Mañana pediremos hora con tu ginecólogo. ¿Te parece?
      - Ya he ido varias veces Thiago. Siempre es lo mismo.
      - Ves amor, son solo los nervios.
      - Deje pasar muchos años. Debería haberme embarazado antes. Pero fui egoísta quería trabajar y ahora…
      - Esta bien, amor. Tenemos dos niños maravillosos, tal vez Dios quiere que solo los tengamos a ellos para entregarle todo nuestro amor.
      - Perdóname. Sé que también querías otro hijo.
      - Me diste dos. Y para mi buena suerte un niño y una niña. ¿Qué más puedo pedir? Soy igualmente feliz con ustedes.
      - Te amo. – le bese los labios y volví a poner mi cabeza en su pecho. – Te amo por lo buen padre que eres, por lo mucho que quieres a nuestros hijos, por lo dedicado que eres en ayudarlos en sus tareas y lo mucho que los conscientes.
      - Yo también te amo, por haberme dado la dicha de ser su padre, de ser tu marido y poder disfrutar de estar contigo día y noche. Eres la mejor madre, enfermera y esposa del mundo.
      - El mes que viene cumpliremos diez años de casados.
      - ¡Diez años a tu lado!  - exclamo besando mi cabeza – Aprovecharemos nuestras dos semanas en España para visitar los países alrededor.
      - Todo lo que quieras mi vida. Los niños están felices de pasar unos días con sus abuelos.
      - Ian tiene la culpa, ya imaginas cuando lleguemos las cosas que aprenderán.
      - Tengo que hablar con él antes de irnos – alce la vista y le bese los labios  - No quiero llegar y ver a Mia con pelos de color o diciendo malas palabras.
      - No será capaz – rio besándome – Les enseña estupideces pero nunca alcanzaría ese nivel. Mis padres no lo permitirían. Aparte hablaremos a diario con ellos así le podrás ver el cabello por si se hace algo.
      - Me hubiera gustado llevarlos como cuando eran unos niños.
      - Ni me lo recuerdes. – Río – Fueron unas bonitas vacaciones y mi Abu alcanzo a sostener en sus brazos a Mia. Sé que se fue feliz.
      - Aprovecharemos de ir a visitarla todas las veces que podamos. No comprendo porque se quiso ir a morir a España, al menos acá podríamos ir a visitarla al cementerio.
      - Quería estar con mi Abuelo, la comprendo. Si tu quisieras que tus restos los lleváramos a la China, a la China tendrían que llevarme a mí también.
      - La China es muy lejos.

Antes de viajar a España visitamos juntos a mi ginecólogo, donde me dio un par de vitaminas y me dijo que devuelta del viaje fuera a visitarlo para comenzar a un tratamiento para la fertilidad en el caso que ese fuera el problema, pero el solo creía que era debido al mucho trabajo, a las ganas de que ambos teníamos por tener otro hijo. Según el eran muchos los aspectos que podían fallar, pero para eso necesitábamos pruebas más exhaustivas.

Las vacaciones fueron inolvidables, como lo habíamos predicho visitamos a Victoria muchas veces en su tumba, también hablábamos a diario con los niños quienes estaban felices de pasar tiempo con sus abuelos y primos.
Para nosotros más que vacaciones fueron una segunda luna de miel, donde nos rectificamos ese amor que nació en este lugar y que también fue acá donde más sufrí, pero ahora. Años después era el lugar donde estaba siendo feliz con el hombre que amaba.

En ese viaje también comprobé que no importaba los cambios físicos que sufriéramos que nuestro amor iba más allá de eso.

Cuando volvimos pasamos una noche más solos en nuestra casa como hacía años no lo hacíamos y aun parecíamos ese par de insaciables el uno por el otro, recorrimos esos lugares los cuales ya no puedes utilizar teniendo un par de niños revoltosos que llegan incluso a la cama de sus padres sin ser invitados.

Un año después y tras mucho tratamiento logre concebir, a pesar de que los primeros cuatro meses los pase en cama y con mucho cuidado traje al mundo a mis mellizas. Victoria y Carolina.

Y así pasaron los años. Nuestros hijos se hicieron grandes, Adam fue quien más problemas nos dio a lo largo de los años y también fue el que primero nos hizo abuelos tan solo teniendo 18 años. En ese tiempo Thiago no quería saber nada de él y eso me partía el corazón se fue a vivir por un tiempo con sus Abuelos paternos quienes trataron de ayudar en que la relación padre e hijo se fortaleciera, en ese tiempo fue cuando vi mi matrimonio al borde del quiebre.
Thiago me ponía en contra la espada y la pared, si me acercaba a Adam y a mi nieta tenía problemas con él. Fue entonces donde la relación se puso en jaque y aún recuerdo la acalorada discusión y los meses que lo siguieron.

***

      - Mamá, no creo que sea prudente que vayas a ver a Adam. – Dijo Victoria entrando a la cocina con sus libros – Discutirán nuevamente y ya estoy harta de escucharlos pelear.
      - Estoy de acuerdo con mi hermana – acoto Mia – Adam eligió su vida. ¿Por qué sigues ayudándolo? Nosotras no lo mandamos a andar de cama en cama y que terminara teniendo un hijo quien sabe con quien
      - No te permito que hables así de tu hermano.
      - Todas sabemos que es tu preferido por eso hace lo que quiere contigo y ahora que no está en la casa no dejas de llorar e ir a verlo.
      - Es mi hijo al igual que ustedes.
      - El preferido – dijo riendo Mia – Pero es tu decisión madre, si quieres seguir teniendo problemas con papá por su culpa hazlo. ¿Qué importamos nosotras?
      - Me importan – me vi en la necesidad de defenderme – Son mis hijas, Dios me dio cuatro hijos, a los cuatro los quiero por igual.
      - ¿Qué hacen tres de mis cuatro mujeres en la cocina? No me digan que se les dio por aprender a cocinar – se burló Thiago de sus hijas.
      - Papá – Mia corrió hasta él y se aferró a su cuello - ¿Podemos ir este fin de semana a la playa? Por favor, se vienen los exámenes en la escuela y creo que nos hemos portado muy bien y lo merecemos ¿Di que sí?
      - ¿Qué dice mi princesa? – le pregunto a Victoria cargándola en sus brazos.
      - Que sí. Yo también quiero ir.
      - ¿Y qué dice la mamá?
      - Tengo turno en la clínica este fin de semana. Puedes ir con las niñas si lo deseas.
      - ¿Podrían ir a la habitación? – pidió Thiago a las niñas.

Ambas acataron la orden de su padre no sin antes mirarme con sus caritas suplicantes. Yo también estaba harta de discutir con Thiago pero no concebía mi vida sin mis cuatro hijos. Mucho menos si uno de ellos no estaba pasando por un buen momento, lo veía como vi a Thiago cuando yo lo deje con Adam siendo un bebé.

      - ¿Desde cuándo tomas turnos los fines de semana? Habíamos quedado en que no harías eso para poder estar con la familia
      - Lo decidí cuando mi marido hecho de la casa a mi hijo
      - Él se fue por voluntad propia.
      - Lo obligaste a hacer eso Thiago.
      - Ósea no tenía derecho a decirle nada por lo irresponsable que fue. Dejo embarazada a una niña. Tiene 18 años mujer. ¿Quieres entender eso?
      - Y necesita nuestro apoyo. Es nuestro hijo.
      - Que se hizo grande y necesita aprender que las cosas cuestan en esta vida.
      - ¡Por Dios! Thiago. Hizo las cosas mal pero míralo, sigue siendo nuestro hijo. No te da pena saber que está haciendo lo mismo que tú con él cuándo yo los deje.
      - No saques ese tema. No compares las cosas. La historia de nosotros fue mucho más compleja que una simple calentura de adolescente
      - ¿Cuál es la diferencia Thiago? ¡Dímela! – Grite fuera de sí – Tú hijo, ese mismo que cuidaste y mimaste con tanto amor está solo. Maribel lo dejo con una niña recién nacida.
      - ¡Que asuma su irresponsabilidad!
      - Ya no quiero seguir con esto. No quiero que cada vez que hablemos de ¡NUESTRO! Hijo, porque es nuestro terminemos peleando. Me canse de tratar de hacerte cambiar de opinión. Jamás pensé que le darías vuelta la espalda a tu propio hijo. ¿Si hubiera sido Mia? ¿Qué pasa si hubiera sido nuestra hija? ¿La hubieras dejado sola?

Dicho eso y lo deje solo en la cocina y subí a la habitación, esperaba que los meses lo trataran de hacer cambiar de opinión, necesitaba creer que volvería a ser la familia que fui, el hombre que había luchado con su hijo. ¿Cómo se podría haber olvidado de eso?

      - ¿Qué estás haciendo? – pregunto mientras yo sacaba algunas cosas del armario
      - Me voy. – dije secamente tratando de controlar el llanto. – Mi hijo me necesita.
      - ¿Y tus hijas? – me quito las prendas de las manos - ¿Ellas no te necesitan?
      - Te tienen a ti. Vendré a hacerme cargo de ellas. A menos que se quieran ir conmigo.
      - No sacaras a mis hijas de su casa.
      - Tú sacaste a mi hijo.
      - ¿Qué es lo que quieres?
      - Quiero a nuestro hijo, quiero a nuestra nieta. ¿Cómo no puedes verlo?
      - Deja de hacer esa maleta, Renata. – Se sentó en la cama – Si alguien se tendría que ir ese debo ser yo. Trae a tu hijo y a tu nieta a vivir a esta casa. – Resoplo – No voy a ser yo quien te siga poniendo entre la espada y la pared.
      - No quiero que te vayas de la casa. Quiero que aceptes que nuestro hijo tiene una hija. Que cometió un error, pero es el error más lindo que nos pudo haber dado. Tenemos una nieta maravillosa. Ni siquiera la has ido a conocer.
      - Yo te sigo amando como el primer día.
      - No me hables de amor, porque al parecer el que sientes por mi no es el mismo que sientes por tus hijos.
      - Yo amo a mis hijos, sabes que los amo, daría mi vida por ellos.
      - Adam te necesita amor, necesita que le muestres que se puede salir adelante. Que puede seguir estudiando y que puede criar a su hija con la ayuda de nosotros. – le tome las manos – Yo te amo, te amo más que a mi vida, pero son mis hijos, nuestros, también los amo. Daría mi vida porque ellos no sufran y no cometan erros. Pero ¿Quiénes somos nosotros para decirles eso? Cometimos el error de enamorarnos siendo yo una mujer casada. Te deje un año a cargo de nuestro Adam, el mismo que ahora nos necesita. Fuiste su padre y madre. Las niñas siempre han sentido celos de ese amor incondicional que sientes por él ¿Pero cómo no sentirlo si fueron ustedes dos por un año? Amor por favor, no es necesario que te vayas, ve, habla con él. Dile que cuenta con su padre, que lo amas, que lo perdonas.

***

Esa discusión tuvo un antes y un después en nosotros a pesar que esa tarde Thiago se fue de la casa, pasando los siguientes 3 meses separado de mí y que las mellizas no lograban comprender porque un día su papá se iba y su hermano volvía con su sobrina. Estaban felices pero añoraban a ese viejo que llegaba del despacho a ayudarlas con las tareas, a jugar con ellas a las muñecas. Mia simplemente había decidido hacerme la ley del hielo y me hablaba para cosas puntuales. No quería saber cómo podía haber echado de la casa a su padre y haber traido a su hermano. No es que no quisiera a Adam, lo adoraba pero también a su padre. Fueron tres meses duros para todos.
Todo llego a su fin la noche de navidad. La noche en que por primera vez la familia no estaba completa.

***

      - Lo siento mamá, yo me iré a la casa de los Abuelos hoy. – dijo Mía mientras le daba la leche a la pequeña Bárbara. – Quiero estar con mi papá
      - Mia por favor.
      - No, ya lo decidí. Voy a llamar a papá para que venga por mí.
      - Tus abuelos vendrán esta noche.
      - Bien, yo me iré de todos modos. Te quedas con las Mellis, Adam, Bárbara, los abuelos y Carol.
      - Pero tú eres mi hija. Debemos estar juntos.
      - ¿Puede venir mi papá?
      - Claro que sí. Thiago siempre es bienvenido en esta casa, amor.
      - Voy a llamarlo. – se dio media vuelta pero cambio de parecer y me extendió su móvil – Mejor llámalo tú.

Respire dos veces antes de marcar de memoria el número de Thiago.

      - Hola, mi vida.
      - Hola soy Renata
      - ¡Ah! Hola. ¿Todo bien?
      - Si, los niños están bien. Te llamaba porque necesito preguntarte algo.
      - Tú dirás.
      - Mia quería irse a pasar la noche buena contigo, pero yo sinceramente no estoy aun preparada para… - me aleje de Mia para poder ser sincera con Thiago – Es una noche para estar en familia, necesito que mi familia este completa por lo menos esa noche.
      - ¿Qué quieres decir? Por favor, amor.
      - ¿Quieres venir a pasar la noche buena con nosotros? Estarán nuestros hijos y mis padres.
      - Claro que sí.

Esa noche llego Thiago cargado de regalos para todos, incluyendo Bárbara. Esa noche cuando dieron las doce y antes de abrir los presentes nos abrazamos y perdonamos. Esa noche mí marido volvió a ocupar su lugar en nuestra cama, esa noche nos hicimos el amor después de mucho tiempo.

***

Hoy estoy aquí sentada mirando a la misma niña que un día rechazaste y hoy es la que más te añora amor, mi vida a tu lado fue perfectamente imperfecta. Con nuestros altos y bajos puedo decir que fui feliz, a pesar de todo, a tu lado siempre fui feliz.
La vida fue justa, nos dio cuatro hijos, nos dio una nieta a temprana edad, luego llegaron más, esos mismos que hoy son los que más sufren haber perdido a su yayo. No me siento preparada para dejarte ir, no quiero tener que venir a visitarte a un frio cementerio.
Muchas veces conversamos este momento, era yo la que debía partir primero. No tu mi vida, mi compañero de vida, mi amor, mi amante, mi mejor amigo.
Descansa mi amor, esa maldita enfermedad te llevo perdiéndote el momento de ver a nuestra primera nieta casarte, pero sé que estas aquí. En este día tan especial para ella. Cada vez que miro a nuestros hijos vives. Mis ojos ya están cansados de llorarte y mi cama, mi cama es muy grande para mí. Mi corazón cada día late más despacio sin el tuyo a mi lado. Creo que pronto te seguiré porque ya mi vida está completa en esta tierra. Cumplí mis metas y sueños a tu lado. Te amé, te amo y te amare hasta mi último suspiro.


Fin.

jueves, 25 de junio de 2015

#50 Caminos Inesperados

Hola, antes de que puedan leer el capítulo número 50, el final. Debo comenzar contando un poco y pidiendo las disculpas pertinentes por la demora y la demora y la mas demora en la salida de los últimos capítulos. 

La verdad es que no era mi intención alargar tanto, tanto la historia. (no es que haya inventado mas cosas en medio, no) Desde el año pasado (mucho tiempo a estas alturas) vengo entregando capítulos siempre con mucho tiempo de distancia pero eso no provoco que dejaran de leer, las visitas al blog's siempre eran altísimas. Y agradezco eso :) Como much@s ya saben bueno termine mi carrera en diciembre (primer motivo de demora) fueron 4 años de estudios y todo eso (saben a lo que me refiero, mucho estres) Desde que terminaron las clases nos faltaba el paso final "Seminario de titulo" Bien ese proceso fue HORRIBLE muchas noches sin dormir y todo eso... Pero el viernes que paso (19/06) Di mi examen final con el cual me entregaron por fin mi titulo :) Así que eso... no era que no quisiera... era que no tenia nada de tiempo. Pasado el proceso he dormido una cantidad de horas inimaginables. :P Listo no les doy mas la lata y les dejo el capitulo. :) 

El final de Caminos Inesperados, muchos cariños y muchas gracias por todo a todos/as las que ya desde hace mucho siguen las cosas que salen de mi cabeza jajajaja... Pronto, pronto vendré con algo nuevo... Ya les estaré contando durante el Epilogo :) 
                                                              
                                                               ¡Que lo disfruten!
                                                                              Rocio





Capítulo final.


Cuando la vida ingresar a la iglesia del brazo de su padre, por fin en ese momento pude respirar aliviado. Estaba tan hermosa con su vestido de novia que ni siquiera me importó que no fuera blanco como yo lo quería. Aún si hubiera llegado vestida de negro se vería completamente hermosa para mis ojos, y seguiría completamente y absolutamente enamorado de ella.
Renata Omalei me había aceptado por segunda vez como el hombre de su vida, yo la estaba haciendo mi mujer nuevamente a pesar de todas las adversidades, una hermana con celos fraternales, un éxito marido abusador, una huida de mi lado dejando a un recién nacido solo. Todo eso simple y sencillamente quedaban en el pasado desde este momento.

En la primera fila del lado derecho estaba mi familia, mis padres, hermanos, cuñado y sobrina. Detrás de ellos esos amigos de toda la vida con los que hace ya más de siete años realice ese viaje que cambio mi vida. Donde hice por primera vez el amor, donde conocí el amor a primera vista. Donde la vi ya hecha toda una mujer, una mujer que llegaría a completar mi vida.

A la izquierda mis suegros, con Carol a su lado. Esa pequeña que no tenía culpa alguna de venir a esté mundo con una madre que jamás podía ser tan buena como la de mi hijo. Y hay estaba él, la razón de mi vida. Sin duda una de las mejores cosas que había hecho. Mi pequeño y travieso Adam Lackington. Ese niño que por un año fue completamente mi responsabilidad, fui su padre y su madre. Velé su sueño y cuide de él como el mayor tesoro que me había dado la vida, era mío al igual que su madre y todos los hijos que la vida nos mandará.

A mi lado y como la madrina de enlace de Renata mi querida y adorada abuela, Victoria. Esa mujer que con sus consejos y ayuda había logrado hacer crecer el vínculo de Renata y Adam, que no le importó como me fuera a poner por actuar a mi espalda buscaba el bien para mi hijo.

El resto de los invitados simples espectadores de la unión, compañeros de trabajo y otras personas que para mis padres y suegros eran importantes, a nosotros nos daba igual. Solo la gente de adelante eran las que nos importaban.

      - Te entrego a mi hija, cuídala y protégela siempre. Pero por sobre todo amala como se merece

Las palabras de tío Gabriel, junto al momento en que me entrego las manos de Renata pusieron un nudo en la garganta que no se fue en toda la ceremonia. Dicen que las mujeres se ponen sentimentales en las bodas. Bueno yo estaba conteniendo las lágrimas y en cada momento que pasaba presionaba la mano enlazada de mi amor, mi único y verdadero amor.

El momento de los votos había llegado, no quería repetir lo que el sacerdote decía, no eran mis verdaderos sentimientos. Pero habíamos llegado a un acuerdo. (Siempre había una manera de no cumplir las reglas)

      -Yo Thiago Lackington, te tomo a ti. Renata Omalei como esposa. Para amarte y respetarte, en la salud y en la enfermedad todos los días de mi vida - repetí las palabras mecánicamente - Porque mi vida sin ti no tiene ningún sentido. Te amo, eres mi vida y lo serás hasta la muerte.

Sin despegar mis ojos de los de mi mujer veía cada lágrima de felicidad que caía por sus mejillas.

      - Yo Renata Omalei, te acepto a ti, Thiago. Como esposo, amigo y amante. En la riqueza y pobreza, salud y enfermedad. Todos y cada uno de los días de mi vida.

Se dejaron escuchar los aplausos y silbidos de mis amigos. Sonreí sin mirarlos, no quería perderme ni un gesto de la cara de Renata. En ese momento y con la bulla generada, las palabras de Adam nos hicieron voltear (Incluso con eso seguía siendo la boda perfecta) Renata le hizo un gesto de silencio que solo provocó que Adam la comenzará a llamar con más insistencia casi al borde de las lágrimas.
Contra todo pronóstico y escrito de las bodas le solté la mano a mi mujer y corrí hasta nuestro hijo

      - Ven acá - se lo arrebate a mi suegro y volví a mi lugar.

Con Adam en mis brazos y de la mano de mi esposa el sacerdote dio por terminada la misa y dijo por fin eso que tanto estaba esperando.

      - Puede besar a la novia

No lo dude y le di un romántico beso en su labios, con unas pequeñas manos de por medio.

      - Ahora eres mi mujer ante los ojos de Dios - dije volviéndola a besar
      - Y para siempre.


***


La comida, el baile, las fotos y miles de felicitaciones nos tuvieron en el festejo hasta entradas las cuatro de la mañana, ese fue el momento en que Renata apoyo su cabeza en mi hombro y susurro coquetamente que necesitaba ir a una habitación. Ni pensar que yo deseaba lo mismo, quería acostarme en muestra cama y tenerla entre mis brazos, aún fuera solo para dormir. Cosa que haríamos después de hacerle el amor.

      - ¿Segura que no te molesta quedarte con Adam esta noche? - le pregunto Renata a mi madre, como por... décima vez.
      - Me hace feliz tener a mi nieto en casa - dijo dándole un beso en la mejilla
      - Gracias mamá - está vez le di un abrazo - Mañana pasaremos por casa antes de irnos
      - Crie tres hijos - me regaño - Y Adam es mucho muchísimo más tranquilo de lo que eras tú a su edad.
      - Los llamaremos cualquier cosa - dijo mi padre abrazando a Renata - Sólo disfruten de ustedes y no se preocupen de Adam.
      - ¿Nos vamos? - le pregunte a Renata quien volvía a besar la cabeza de Adam.

Casi la saque a arrastrando del salón y la subí al coche. Antes de comenzar a conducir la atraje por el cuello hasta mi boca y se la devoré como llevaba un par de horas sin hacerlo.

      - ¿Lista para el comienzo de nuestra nueva vida?
      - Completamente lista y segura, amor.
      - Hoy, ahora y para el resto de mi vida soy el hombre más feliz de esta tierra.
      - Y yo la mujer, todo fue hermoso. Incluyendo y destacando el terminó de la ceremonia.
      - Fue la mejor parte. Adam siempre haciéndose presenté.
      - Te amo - me beso
      - Te amo - la bese.

Cuarenta minutos más tarde llegábamos a nuestra habitación sin nada que se interpusiera entre nosotros. Vimos el amanecer en medio de que nos hacíamos el amor, nos profesábamos y gritábamos nuestro amor. Cuando nos ganó el cansancio, abrazados y sudorosos nos dormimos. Más feliz que cualquier otra noche, que cualquier otro día.

Llevábamos dos horas de viaje y Renata aun lloraba por haber dejado al niño, se tardó más de una hora en despedirse de Adam. Verla así, fue duro, por un momento dude si era buena idea dejarlo. Al final mi madre termino por sacarnos a la fuerza de su casa.

      - ¿Te sientes mejor? - pregunte presionando su muslo para llamar su atención
      - ¿No te da pena haberlo dejado? - pregunto en un sollozo
      - Mucha - admití - Pero estará bien cuidado
      - Lo sé - apretó mi mano - Pero lo voy a extrañar, adoro cambiar sus pañales hediondos y ordenar todo el día sus juguetes
      - Creo que yo también - suspire - Te amo, cielo y necesitó que pasemos nuestra luna de miel. Prometo que volveremos pronto con Adam
      - Sé que con él acá, no sería lo mismo.
      - Amor - la llame - No quiero sonar egoísta, pero te prometo que ni tiempo de recordarlo. Tendrás 24 horas para hacerme feliz.
      - ¿Hacerte feliz?
      - Si - le guiñe un ojo - Muy feliz
      - ¿Y tú me harás feliz? - preguntó entrelazando nuestros dedos

      - Sólo si dejas de llorar y comienzas a sonreír - hizo el amago de una sonrisa - Sé que lo puedes hacer mejor.
      - Voy a llamar para saber cómo esta
      - ¡Ni lo intentes!
      - Solo para quedarme tranquila - rogó - Tu no lo entiendes
      - ¡Basta! - gruñí - Amor, si no estarás tranquila, si no disfrutaras el viaje... ¿Quieres que volvamos? – suavice mi noto de voz al ver que de esa manera conseguiría nada con ella.

Renata se quedó por un par de minutos pensando la opción de volver, en el primer centro de servicio de gasolina me detuve. Saque mi cinturón de seguridad y me giré hacia ella.
Al tomar su mano con la mía pude notar como temblaba, su anillo de boda estaba en ese lugar y me decía, me gritaba que este era nuestro para siempre.

      - Amor - busque su mirada - Haría cualquier cosa por ti, sobre todo para verte feliz. Si no estás a gusto con esto, si no quieres ir de luna de miel, solo tienes que decirlo.
      - Si quiero - susurro haciendo pucheros - Se siente como si lo abandonáramos – me abrazo - es como si lo volviera hacer.
      - ¡Oh! Amor - le bese la cabeza y la deje llorar sobre mí.

Era casi una ducha de agua fría, escucharla decir eso fue ¡Uf! Lo habíamos superado, pero ella misma aún no se lo perdonaba. En eso nada podía hacer, era algo de ella. Por más que muchas veces le había dicho que era algo de lo que nunca se debía enterar.

Luego de un café, un par de medias lunas, más lágrimas retomamos nuestro viaje. Claro no antes de que Renata llamara a mi madre para asegurarse que su hijo estaba bien. ¿Cómo no iba a estarlo? Ni por un segundo se me paso por la cabeza que podría estar de otra manera, tal vez extrañarnos, o sus cosas. Pero nada que fuera a hacer tan terrible. Cuando me paso el móvil y hable con mi madre, ella me dijo que le tuviera paciencia y que lo pasáramos bien.

A las ocho de la noche llegamos a la bonita ciudad de Valdivia, que nos recibiría en nuestra segunda noche de casados. Nos registramos en el precioso hotel con vista al Rio Calle-calle en todo su esplendor y con sus cambios de color provocado por la baja del sol.
Aprovechamos la agradable temperatura para salir a recorrer los alrededores, el mercado de artesanías, la costanera del rio, la escultura del magnetismo de la tierra. Las calles llenas de locales comerciales donde podías encontrar según los residentes las mejores cervezas. Ambos nos miramos y no perdimos tiempo. En la terraza de un local decorado y pintado como Alemania, nos sirvieron unas delicias de Arándano, Mie, sin filtrar y las clásicas.
Uno de los meseros que resultó ser el nieto de un inmigrante alemán con más de 60 años en nuestro país, nos contaba la historia de sacrificio y los esfuerzos por sacar su propia línea de cerveza artesanal.

      - Mañana antes de seguir - digo para llamar la atención de mi mujer - Iremos a un parque donde en la laguna encontrarás muchas flor del loto, además de esculturas en piedra y fierro.
      - Creo que tanta cerveza - río - Me duelen un poco la cabeza
      - Está bien, amor - llame al mesero - La cuenta por favor.
      - De acuerdo

Renata verdaderamente estaba tocada por efecto del alcohol, llegamos a nuestra habitación y me desnudo de inmediato. Verla sacarse la ropa de una manera salvaje y sin ninguna intensión de excitarme, fue un detonante más que rápido para que la siguiera en la ducha.

      - No recuerdo la última vez que estuve así de ebria -
      - Ni yo - me burle y la tome por la cintura - La última vez que sin proponerlo estuviera tan excitado por ti.
      - ¿Anoche? - bajo sus manos mojadas por mi espalda dejando la huella de sus uñas en mi piel
      - No - masaje sus glúteos - Me provocaste desde que entraste en la iglesia

Los besos fueron tomando pasión, las caricias ya no eran románticas eran locura, lujuria, morbosas. El desenfreno de nuestra pasión nos llevó a disfrutar del sexo bajo aquella ducha, en la espaciosa cama de la habitación.
A dedicarnos a amarnos, a disfrutarnos a complementarnos a tener ese tiempo que con un niño de un año seis meses se vuelven prohibitivas en algunos momentos que se ven cuartadas en los momentos en que más los deseamos. Aun así y por todos los contra amábamos a ese ser, y volveríamos a encargar otro pronto.

A la mañana siguiente nos despertamos enredados entre nuestros cuerpos exhaustos y felices, compartimos ducha y desayunamos en el restaurante del hotel entre risas y anécdotas de nuestra niñez cuando Renata no era otra que la niña consentida de mis padres, la que me robaba su atención

      - Pareces un niño mimado y celoso - se burló
      - En ese entonces lo estaba
      - Ese era el momento en que me tirabas el cabello o me escondías las muñecas
      - Y tú llorabas. Mi mamá me retaba - le tome la mano - Lo recuerdo muy claro. Pero también me recuerdo cuando tuviste esa fiesta en la escuela y yo como era tu mejor amigo pensé que me llevarías
      - ¡Claro que eras mi mejor amigo!
      - No tanto porque no me invitaste a mí, sino a tu compañero de curso.
      - Éramos unos niños y tú eras muy menor para ir conmigo.
      - Sigo siendo menor - le saque la lengua - Ahora deberás llevarme a las fiestas de la universidad
      - No me lo recuerdes - río - Pero no iré a fiestas, pareceré más la mamá que su propia compañera.
      - Una muy muy sexy, amor. Pero claro que iremos son experiencias que no debes perderte. Aparte y no menos importante estás muy fogosa con alcohol.
      - No me lo recuerdes que tengo un poco de dolor de cabeza
      - Resaca - me reí

Como le había prometido caminamos por la ciudad de los Ríos hasta llegar al Parque Saval reconocido por su hermosa laguna de Flor del Loto, por todos lados se respiraba aire puro, tranquilidad y el verde maravilloso de la naturaleza. Seguimos el sendero por medio de hermosas figuras hechas de fierro, algo digno de fotografiar y llevar de recuerdo para luego mostrar a nuestras familias. Un rinoceronte en piedra fue el que mayor tiempo le tomo a Renata que no podía creer la calidad del trabajo realizado. Comimos en una de las cervecerías Alemana más reconocida donde nos atendió una mujer vestida como si estuviera en la antigüedad de aquel país.

Por la tarde seguimos el recorrido, llegando a un maravilloso lugar llamado Aguas Calientes, una pequeña pero hermosa cabaña con vista a la cordillera de los Andes. 

      - Vamos a llamar a nuestro pequeño - la anime
      - Tenemos conexión WiFi - salto de alegría - Llamemos por Skype.   
      - Okey, amor. Llamaré a mi madre para que vayan a una computadora.

Mientras Renata se duchaba aproveche de marcar el número de mi madre, pero luego de dos intentos, preferí llamar a mi padre.

      - ¿Cómo va la luna de miel, hijo?
      - Excelente. Gracias por la recomendación.
      - Sabía que les iba a fascinar, tienes en parte el mismo amor por la naturaleza que tu madre. ¿Pasaran por la hacienda?
      - Tal vez, me gustaría ver cómo están esas tierras.
      - Bien, Thiago. Tenemos intención de vender esas tierras con tu madre.
      - Ya lo hablaremos cuando vuelva. Papá ¿Cómo está mi hijo?
      - ¿Cómo va a estar? Bien, esta.
      - ¿Están en casa? Queremos verlo vía Skype
      - Tendrás que llamar a tu hermana porque se lo llevo hace un par de horas.
      - ¿Por qué se lo llevo, tan mal se está portando?
      - Si te dijera que no te mentiría, se porta fatal, es como que volvieras a ser tu cuando niño. Pero esa vitalidad y felicidad que entrega es la que nos tiene muy felices. Amamos a nuestro nieto, pero Dani se empeñó que quería quedarse con él y no la pudimos detener.
      - ¡Ay mi Dani! Bueno entonces la llamaré a ella. Un beso para mamá, los quiero.
      - Disfruten y que vuelvan sin novedad. Te amo, hijo.
      - ¿Todo bien con Adam? - preguntó mi mujer con su sexy pijama con una familia de Osos en la parte delantera.
      - Así es mamá Osa. Pero debemos llamar a Dani.
      - ¿Por qué está con ella? ¿Le paso algo?
      - Lo secuestro, se lo robó. Iba a llamarla ahora.
      - Yo lo hago, ve a darte una ducha mientras
      - También quiero ver a mi hijo. - gruñí haciéndome pasar por molesto

Renata me arrebato el móvil de las manos y marco el número de Dani, primero las escuche reírse mientras me daba la ducha sugerida, luego las escuche despedirse y posterior a eso vi a mi mujer entrar en el baño.

      - ¿Cómo está?
      - Dani dijo que bien, que estaba durmiendo ahora. Estuvieron toda la tarde en la casa de su suegra jugando en la piscina, al llegar al departamento lo baño y se quedó dormido. Tenía ganas de verlo.
      - Yo también - admito - Anda ven a ducharte conmigo.
      - No - dijo con rotundidad - Me voy a meter en la cama.
      - ¿Por qué amor?
      - Me duele la cabeza
      - ¡¿Qué?! Ni una semana de casados y ya comenzamos con eso
      - jajajajaja - salió riendo del baño - Y no metas mucho ruido al acostarte
      - No te quedes dormida, mujer. ¡Estamos de luna de miel! - grite cortando el agua
      - Eso no significa que tengamos que tener sexo a todas horas - respondió
      - Pero si no he dicho eso - susurré llegando a su lado aun mojado
      - ¡Ve a ponerte algo! - dijo escabulléndose entre las ropas de la cama - Y sécate porque estas dejando todo mojado
      - Lo haré.- me lance sobre ella en la cama y la bese descaradamente -  Mañana si estas mejor me gustaría que saliéramos a caminar por el santuario que está al otro lado del río
      - Claro que si – dijo sin aliento, con sus preciosos ojos que pedían más la deje en la cama y volví a terminar mi ducha esta vez de agua helada.


Los siguientes cinco de días de luna de miel disfrutamos de muchísimos lugares en los interiores de pueblos muy pintorescos, degustamos la gastronomía del sur de nuestro país y en cada  lugar luego de la comida mi mujer de quejaba de lo mucho que iba a engordar por mi culpa. Las caminatas eternas solos o en compañía de algún grupo al que nos uníamos eran de cada día. Varias de esas noches salíamos con grupos a algún bar ya fuera a beber o a comer. La complicidad entre nosotros crecía en cada minuto que pasábamos, al igual que nuestro amor.

El día que teníamos presupuestado volver rumbo a nuestra casa Renata no paro de comprar pequeñas cosas para regalarle a nuestras familias y sobre todo cosas para Adam. Fueron dos maletas al salir de casa ahora volvíamos con tres y un montón de bolsas en el asiento trasero. El más bonito y sin duda desde que lo vida supe que era para él, un pequeño caballo de madera.

      - Esta última noche solos – la mire a los ojos - La pasaremos en la hacienda de mi familia.
      - Vamos directo a casa, amor – dijo con voz suplicante
      - Solo una parada más. Papá quiere unos papeles y que le diga el estado en que se encuentra.
      - Yo no quiero ir
      - ¿Por qué amore? Mañana cuando despierte de seguro que nuestro bebé estará acá.
      - No me gusta este lugar
      - Te encantará, en la parte posterior tiene una laguna que si cuando lleguemos hace buen clima podremos darnos un baño bajo la luz de las luna. Montaremos a caballo.
      - Jamás - grito - No me gustan esos animales, no quiero ir a la hacienda y no quiero a Adam cerca.
      - ¡Hey! Tranquila amor, te aseguró que no les va a pasar nada.
      - Dije que no Thiago. No quiero y no me vas a obligar.
      - ¿Es por lo de tú mamá? - asintió - Eso paso hace muchos años, nada va a pasarles.
      - De igual manera. Si tenemos que pasar – resoplo – Pasamos ¿Prometes que no pondrás a Adam en un caballo y que tú tampoco lo harás?
      - Si eso te deja más tranquila
      - Me gustaría no ir, eso me dejaría mucho más tranquila. Pero dado que ya tienes todo organizado…
      - No fui yo el que lo organizo, fue tu suegro. Él quiere vender el lugar y lo mejor para hacerlo es que lo vea en persona. Como nosotros vamos a quedarnos acá… Amor por favor. Hemos tenido una luna de miel perfecta, ha sido sin lugar a duda una de las mejores semanas de mi vida. Tenerte completamente y enteramente toda para mí sin duda ha sido maravillosa. No veo la hora de que podamos volver a repetir la experiencia.
      - Volveremos. – Sonrió por fin – Te prometo que buscaremos la manera de volver aunque sea una vez al año. Pero no te prometo que lo haremos  solos, no quiero volver a pasar una noche más lejos de Adam. Lo extraño muchísimo
      - Ese pequeño bribón –

Cerca de las nueve de la noche llegamos a la hacienda de mi familia, se veía vieja y deteriorada, eran muchos años que nadie de mi familia venía a este lugar. Al comienzo fue porque a mi madre le traía recuerdos de la muerte de la mamá de Renata, luego con la llegada mía, ellos preferían viajar a España en cada oportunidad para ir a visitar a mi Abu, con el tiempo se hizo una costumbre familiar viajar fuera. El padre de Renata que tenía una propiedad familiar muy cercana luego de la muerte de su madre la vendió y nunca más volvió a hablar de ello. Sus recuerdos eran mucho más duros que los de mi familia.
Con la ayuda de Don Esteban, un caballero que se había dedicado a mantener el lugar y cuidar los pocos animales que quedan dentro de la casa estaba limpio y esperando por nosotros.

      - Buenas Noches. – Saludo amablemente – Los estábamos esperando. Mi mujer tiene preparada una comida que esperamos sea de su agrado
      - Muchas Gracias – dijo Renata muy educada saludándolo de la mano – Renata Omalei
      - Mi mujer – añadí - ¿Cómo esta, Don Esteban?
      - Bien, gracias joven.
      - ¿Cómo están las cosas por acá?
      - Igual que siempre, es todo muy tranquilo y hace unos días nos pario una vaca, así que ahora mismo tenemos un ternero muy lindo. Mañana les podremos ofrecer leche fresquita y muy natural. No como esas a las que están acostumbrados
      - Wow, muchos años que no tomo leche recién salida de la vaca. Sera un privilegio darle de tomar a mi hijo cuando llegue
      - ¿Su hijo, joven? –
      - Tenemos un niño de poco más de un año. Viene mañana con mis suegros – aclaró mi mujer.
      - A penas pise esta tierra le tendremos un vaso de leche.
      - Gracias. Me gustará verlo juguetear por estas tierras.

El cambio de humor de mi mujer fue variando poco a poco a medida que hablaba con la mujer de Don Esteban, la señora Margarita era muy buena contando historias y recordando ese tiempo que ya no podía volver atrás. Los tiempos en que este lugar tenía vida como ella misma decía, sus nietos eran los únicos que disfrutaban de esto.
Entrando media noche nos enseñaron el dormitorio que habían preparado llenándose de disculpas al solo tener una cama de soltero en la habitación. Mi padre claramente no les había dicho que venía con mi recién estrenada esposa.

      - El señor Benjamín solo nos informó que venía su hijo. Lo lamento, pero preparo de inmediato la habitación principal.
      - No se preocupe, nos acomodamos con esto no es necesario preparar nada más
      - Señora de verdad, no es ninguna molestia.
      - No me diga señora. Le he dicho toda la noche. Mi nombre es Renata. Solo Renata
      - Perdone a mi mujer, como el señor solo nos dijo… Pueden quedarse en nuestra casa, no es tan grande pero si tiene todas las comodidades y una cama matrimonial para que puedan dormir cómodamente
      - Si mi mujer – dije – Dice que podemos estar cómodos aquí, no dudo de eso.
      - De verdad pueden quedarse en nuestra casa.
      - ¿No les molestaría tener a un par de desconocidos en su casa?
      - Conocí a la mamá del joven Thiago cuando era una niña, conocí a su abuelo que en paz descanse. Conozco a su padre, al padre de usted, a su abuela. Para mí no son desconocidos señora Renata
      - Bueno si es así. Aceptamos ¿Verdad, amor?
      - Si mi esposa lo dice – reí – Yo solo acato sus órdenes.

Don Esteban nos ayudó a llevar nuestro pequeño equipaje hasta su casa, construida en el ingreso a la propiedad. Verdaderamente yo hubiera estado muy cómodo en una cama de una sola plaza teniendo toda la noche el cuerpo de mi mujer sobre o bajo del mío. Era algo muy, muy tentador. Pero no, mi mujer había dicho otra cosa y la última noche que pasaríamos solos en la denominada luna de miel la haríamos en la casa de los cuidadores de la Hacienda de mis padres.
La tenía en mis brazos y eso realmente era lo más importante para mí. Tendría mis brazos siempre para dormir, para llorar, para reír.

Nuestros primeros años fuimos amigos, luego simplemente nos perdimos de vista. A los 18 años ese viaje que sin duda era más muy importante para mí, cambiaría el rumbo de mi vida. Cambio mi vida. Conocí a la mujer, a la que hoy día y para siempre sería mi mujer. Éramos felices juntos, lo seríamos con Adam y todos los hijos que llegáramos a tener.
Nos quedaban cosas por resolver, perdones que entregar, pero la vida se encargaría de poner las cosas en frente para cerrar capítulos.

      - Lamento no poder hacerte el amor esta noche – le susurre a Renata cuando ya estábamos acostados, abrazados. – No sabes ser silenciosa, no puedo ser silencioso.
      - Estoy en tus brazos.
      - Siempre estarás en ellos.


Fin…